Concibo de la especia humana dos clases de desigualdad: una, que llamo natural o física, porque se halla establecida por la naturaleza (…) otra, que se puede llamar desigualdad moral o política, porque depende de una especie de convención, y se halla establecida (al menos autorizada) por el consenso de los hombres. Ésta consiste en […]
(Jean Jacques Rousseau, Discurso sobre el origen de las desigualdades)
Las desigualdades son una consecuencia necesaria del capitalismo global. No obstante, desde 2008, y en el contexto de la «crisis» y la implementación de políticas neoliberales, las desigualdades entre clases sociales se han profundizado aceleradamente en la periferia europea en general y en el Estado español en particular. En este texto se analizan algunos efectos que la «crisis» está teniendo sobre los distintos estratos sociales.
Bajo el paradigma del neoliberalismo y el contexto de la «crisis», en el Estado español la desigualdad social se hace cada vez más acuciante. Unos, demasiados, son afectados negativamente, viendo mermados sus derechos sociales y sus condiciones de vida. Otros, demasiado pocos, son beneficiados por esta situación.
En poco tiempo el grueso de la sociedad española parece condenada al empobrecimiento, a la pauperización de sus condiciones de vida, al desmantelamiento de los servicios públicos, a la decadencia democrática y a la aceptación de un modelo «mercadocrático», con independencia de que voten a una u otra opción del bipartidismo alternante en el poder desde hace tres décadas.
El nuevo orden neoliberal impuesto en el país por la Troika no hace más que agravar y acelerar las propias consecuencias negativas, permanentes, sistémicas e intrínsecas del capitalismo. Se trata de un ajuste de tuercas que permita al capitalismo su supervivencia, y es una de las causas de la profundización de las desigualdades en el territorio español. El neoliberalismo en el marco de la globalización económica es la versión más salvaje que puede ofrecer el capitalismo global. Y eso es mucho decir.
Indicadores sobre desigualdad
Algunos indicadores sobre renta, patrimonio o consumo pueden dar muestra del nivel y la evolución de las desigualdades en el territorio. A partir de 2012, el Estado español ocupa la primera posición en cuanto a desigualdad social de la Unión Europea (UE-27), siendo por primera vez el país con una mayor distancia entre las rentas altas y las rentas bajas. Desde el inicio de la «crisis», en 2012 y por quinto año consecutivo, ha crecido la diferencia de ingresos.
En el Índice de Gini, coeficiente que mide las desigualdades, el Estado español se encuentra tercero por la cola en la UE. En 2011-2012 el valor de la desigualdad a través de este coeficiente en el país llegó a 34 puntos [1], 4 puntos por encima de la media de la UE y el valor más alto que el país ha registrado. Otro indicador de desigualdad es el Ratio 80/20, que establece la brecha entre el 20% de la población que más ingresos tiene y el 20% que menos. Aquí el Estado español ocupa el podio europeo, con un valor de 7,5, contra el 5,7 de la media de la UE-27, y con un aumento que ronda el 40% desde 2007 (Eurostat, 2012):
Según la Encuesta Financiera de las Familias [2], entre 2005 y 2009 el patrimonio del 25% más rico de la población española creció un 20% (aumentó de media en 540 mil euros), mientras el del 25% más pobre disminuyó un 6,4% (disminuyó en 4,4 mil euros) (Banco de España, 2010). Hasta mediados de 2012 las familias españolas han perdido riqueza del 18,4% con respecto a 2011, también la caída más fuerte entre los países de la UE-27. En términos absolutos, el importe agregado del empobrecimiento de los hogares sumó 177.000 millones de euros (Credit Suisse, 2012).
Otra forma de aproximarse a la medición de estas desigualdades «morales o políticas» es a través de la distribución del Producto Interior Bruto (PIB) entre asalariados y empresariado. Mientras que entre 1995 y 2010 la población asalariada ha percibido el 48,8% del PIB y el empresariado el 41,7%, en el primer trimestre de 2012 por primera vez los excedentes del empresariado han superado a las rentas salariales. Los beneficios empresariales durante ese período crecieron un 47,8% en términos de PIB, y la revalorización de las acciones de las empresas en un 371% (Colectivo IOE, 2012) , aumentando la fisura económica entre ambas clases sociales.
El aumento de las desigualdades también tiene su reflejo en el consumo. La industria del lujo en el Estado español creció un 20% en 2011 y prevé un aumento del 14% en 2012 (ABC, 2012). La venta de coches de lujo creció un 80%, (mientras que la venta de coches en general descendió un 20%) y el consumo de lujo personal (moda, joyería, cosmética, accesorios, relojería) superó los 5 mil millones de euros, un 1,4% más que en 2011 [3] (Europa Press, 2012).
También en el ámbito fiscal la «crisis» resulta una coyuntura favorable para esta minoría. Además de la amnistía fiscal ofrecida por el ejecutivo a las grandes fortunas evasoras, las Sociedades de Inversión de Capital Variable (SICAV), instrumento de inversión que los principales patrimonios utilizan para evitar pagar impuestos, crecieron más del 10% en el primer semestre de 2012. Estas sociedades para inversiones colectivas no pagan los impuestos de Transmisiones Patrimoniales ni Impuesto de Actos Jurídicos Documentados y tributa como sociedad al 1%, en lugar de al 30 ó 35%. La inexistencia de un impuesto a las grandes fortunas y la nula tributación de las SICAV son medidas que se contraponen con la creciente presión fiscal que el Estado ejerce sobre los asalariados para aumentar la recaudación.
Esto contribuye a construir una estructura social cada vez más jerarquizada y desigual. Con datos que ilustran un escenario que parece alejar la posibilidad de cohesión social (INE, 2012).
Millonarios y «crisis»
Algunos de los principales millonarios del país y del mundo, ¿cómo sobrellevan la situación social y económica en el Estado español? ¿Cómo la conciben? ¿Cómo la sufren?
Unos ganan más: Amancio Ortega, empresario textil propietario del Grupo Inditex [4], ocupa desde mediados de año la posición de hombre más rico de Europa y tercero del mundo (su patrimonio equivale al de sus quince seguidores inmediatos españoles juntos). Durante 2012 fue la persona que más incrementó su fortuna, con un aumento de su patrimonio de 16,8 mil millones de euros (Bloomberg, 2012). 16,8 mil millones de euros: como referencias comparativas, esta cifra equivale a más de 180 mil veces el ingreso medio per capita [5] e iguala el «severo ajuste» realizado por el poder ejecutivo en los Presupuestos Generales del Estado en 2012 [6].
Otros hacen grandes negocios: la «crisis» también se configura como una «oportunidad» para nuevas inversiones extranjeras, con unas condiciones excesivamente ventajosas. No sólo el magnate Sheldon Adelson pretende instalar, con el favor del Estado, un estado de excepción en el territorio a través del megaproyecto Eurovegas [7], sino que también su par Carlos Slim, hombre más rico del mundo, en los últimos meses se ha convertido en socio relevante de CaixaBank y accionista mayoritario del club Real Oviedo.
Hay quienes derrochan optimismo: el reconocido millonario Wilbur Ross, que gestó su fortuna con las reestructuraciones empresariales y la participación en entidades financieras rescatadas, expresaba que «España en muchos sentidos es un país muy, muy interesante» (El País, 2012) . Y quienes con cinismo se aprovechan: a mediados de 2012, Donald Trump destacaba las «muchas y buenas oportunidades» que hay en la economía del país, aconsejando a los inversores «aprovecharse»: «te están dando las tierras por nada, te lo están dando todo por nada» (El Mundo, 2012).
Mientras que sólo doscientas familias españolas suman un patrimonio estimado de 135 mil millones de euros, se prevé que para 2017 el número de millonarios en el país se incremente un 110% (Credit Suisse, 2012). Para esta clase dominante la «crisis» representa una coyuntura propicia para la especulación, los privilegios, el optimismo, la acumulación o los negocios oportunistas.
Más allá de la «crisis», el capitalismo
Cada vez las desigualdades son mayores; y esto no sucede porque sí. No es una «consecuencia colateral», no son «efectos indeseados», ni tampoco «sacrificios necesarios». Es la norma de un capitalismo global y salvaje.
Estas desigualdades existían, aunque la «crisis» las aceleró y profundizó: en 2008 la distancia entre ricos y pobres estaba en el nivel más alto de las últimas tres décadas. Con la embestida neoliberal la función de equilibrio y redistribución del Estado queda reducida a casi nada, y esto acelera el proceso de acumulación capitalista que determina que pocos tengan cada vez más, y el resto cada vez menos. «No es la crisis, es el sistema».
El «Estado mínimo» abandona sus responsabilidades en materia social, económica o medioambiental (o resigna cualquier intento por domesticar a este capitalismo salvaje) e implementa una política de laissez faire para los grandes capitales, medidas para el fomento de la «competitividad empresarial» y procesos para la mercantilización y privatización de derechos sociales y bienes comunes. Políticas, medidas y procesos que conducen a las sociedades hacia la «ley de la selva», a la economía hacia un «anarcocapitalismo» y a las propias instituciones políticas hacia la ilegitimidad.
La subordinación de cualquier política social a la acumulación capitalista muestra una jerarquía no sólo en el reparto de la riqueza, sino también en la distribución del poder para resolver desde la política este escenario de desigualdades. De este modo, las políticas para solventar la «crisis» responden a un objetivo y unos intereses inequívocos: garantizar las rentas del capital, socializando sus pérdidas a costa de las condiciones de vida de la mayoría de la población.
Permitiendo la expansión de un capitalismo salvaje al que ahora mismo le sobra demasiado: no sólo le sobran las mayorías sociales, sino también sus derechos, sus condiciones laborales de mínima protección, los servicios públicos. Mayorías a las que esta versión sin máscara ni escrúpulos del sistema conduce hacia un abismo social y económico cuyo suelo parece estar todavía lejos.
Desigualdades y conflicto social
De un lado, unas pocas y grandes fortunas, con una notable capacidad de incidencia política. Del otro, millones de personas desempleadas, trabajadoras precarias, estudiantes, pensionistas o asalariadas con miedo a perder el puesto de trabajo, que van siendo despojadas, desposeídas. En el medio, un sistema político que desde 2011 pierde afección y credibilidad, cada vez más connivente con la minoría privilegiada.
Sin embargo, el escenario descrito está provocando un considerable proceso de movilización y organización de base y de conflicto con el poder económico y político, con fuertes connotaciones en cuanto a la conciencia política de un sector creciente de la ciudadanía. La evidencia de que el poder real, concentrado en los «mercados», está lejos de la democracia representativa, espolea la conflictividad y fomenta espacios y procesos que tienden a una democracia participativa, a partir de una movilización creciente, amplia, diversa y cada vez más contestataria a este orden establecido.
Entre los grupos desposeídos, la rebeldía, el compromiso con lo colectivo, la solidaridad, la deliberación colectiva o el consenso son elementos que se incorporan a este proceso, que supone un intento por recuperar, revitalizar y dignificar la política desde las bases y a través de la participación social.
En chino la palabra crisis también significa oportunidad. Para la clase dominante, la oportunidad de acrecentar sus privilegios, de hacer grandes negocios especulativos, de acumular más riqueza, de imponer las decisiones políticas que más se ajusten a sus intereses. Para las mayorías, también la crisis supone la oportunidad de movilizarse, organizarse y hacer una reflexión crítica y colectiva sobre el sistema político y económico, sobre la participación política, sobre la herencia social que se está dejando a las generaciones futuras. La oportunidad de construir y poner en marcha alternativas que permitan transitar hacia una sociedad más justa, igualitaria y sostenible.
Notas:
[1] En el Índice de Gini el valor cero equivaldría a la igualdad perfecta y el valor 100 a la desigualdad absoluta.
[2] La Encuesta Financiera de las Familias (EFF) es una fuente estadística del Banco de España que desde 2005 permite relacionar las rentas, los activos, los gastos y las deudas de las unidades familiares del territorio.
[3] A nivel mundial este mercado alcanzó en 2012 unas ventas por valor de 190 mil millones de euros, con un crecimiento medio del 5%, aunque el crecimiento fue superior en 2010 (10%) y 2011 (11%).
[4] Los beneficios de Inditex crecieron un 63% y su valor en bolsa un 67% a lo largo del duro 2012.
[5] Durante 2012 el ingreso medio por persona en el territorio ascendió a 9.321 euros, un 7,5% menos que en 2008 (INE, 2012).
[6] De los 27 mil millones de euros de «ajuste» en los PGE para 2012, 12 mil procederían del aumento de impuestos y los restantes 15 mil millones de recortes de la inversión pública.
[7] Para más información ver: Eurobarcevegas, Barcelona World o la falacia del mal menor y Eurovegas o las postales de una crisis, publicados en la Web de Alba Sud.
Bibliografía citada:
ABC. (14 de junio de 2012). El lujo español escapa a la crisis: prevén subidas del 14% en las ventas en 2012. ABC.
Banco de España. (2010). Encuesta Financiera de las Familias: métodos, resultados y cambios desde 2005. Banco de España. Boletín Económico.
Bloomberg. (2012). Billionaires Worth $ 1,9 Trillion Seek Advantage in 2013. Bloomberg.
Colectivo IOE. (2012). Crece la desigualdad en España. Colectivo IOE.
Credit Suisse. (2012). Informe Global de Riqueza 2012. Credit Suisse.
El Mundo. (20 de junio de 2012). Donald Trump: en Europa y, especialmente, en España «te dan todo (inmuebles) por nada». El Mundo.
El País. (23 de octubre de 2012). El millonario estadounidense se interesa por los activos de la banca. El País.
Europa Press. (2012). El consumo de lujo superará en España los 5000 millones en 2012. EP .
Eurostat. (2012). Inequality of income distribution S80/S20 income quintilie share ratio. Eurostat.
INE. (2012). Encuesta de condiciones de vida. Instituto Nacional de Estadística.
Rodrigo Fernández Miranda Alba Sud (www.albasud.org)
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