La mayor masacre del conflicto sirio, sin duda la más grave producida por armas no convencionales, tuvo lugar la pasada madrugada en Damasco a juzgar por las denuncias, vídeos y fotos que llegan desde el terreno. Activistas sirios han documentado la muerte de centenares de personas -1.300, según la cifra que manejan los Comités Locales […]
La mayor masacre del conflicto sirio, sin duda la más grave producida por armas no convencionales, tuvo lugar la pasada madrugada en Damasco a juzgar por las denuncias, vídeos y fotos que llegan desde el terreno. Activistas sirios han documentado la muerte de centenares de personas -1.300, según la cifra que manejan los Comités Locales de Coordinación y la Coalición Nacional Siria, principal grupo opositor- en múltiples ataques con munición química que habrían comenzado sobre las tres de la mañana del miércoles 21 al noreste de la capital siria, en las localidades de Zamarka, Jobar, Erbin, Ein Turma, Duma y Daraya, en Ghouta del este. Los distritos de Erbin y Jobar habrían quedado bajo la nube de químicos a causa del fuerte viento que se registraba a esa hora de la mañana tras el ataque contra barrios próximos, lo que amplió la tragedia. Horas después, dos distritos del suroeste, Daraya y Moadamiye, eran atacados de la misma forma. El grupo Revolución Siria 2011 asegura que son 1188 los muertos en los ataques. La Coalición Nacional Siria ha confirmado 1.300 víctimas, lo que convertiría esta masacre en la peor acontecida en los dos largos años de revolución, represión y guerra civil en Siria.
Los vídeos que han sido compartidos en las redes sociales son terroríficos. Decenas de cadáveres de niños apilados en habitaciones; en un solo centro sanitario improvisado, unos 50 cadáveres de críos y adultos yacen en el suelo, aparentemente sin daños físicos. En otras imágenes puede verse la agonía mortal de niños y bebés que boquean en busca de oxígeno, en un caso hasta morir. Otro vídeo muestra a una niña en evidente estado de shock que se limita a repetir «estoy viva, estoy viva». Todas las víctimas que pueden verse tiemblan, muchos sufren convulsiones y a algunos les sale espuma blanca de la boca.
En los hospitales de campaña, el reguero de afectados era incesante la pasada noche. Coches cargados de heridos histéricos llegaban para encontrar clínicas abarrotadas, sin recursos para asistirles, donde hombres, niños y mujeres se hacinaban entre temblores. Según los médicos, los heridos llegaban con quemaduras y síntomas de asfixia, además de alucinaciones, nauseas, alta presión sanguínea y una fuerte tos. En muy pocas de la multitud de imágenes recibidas se aprecian heridas físicas en las víctimas: según los médicos, el 90% murió a causa de los gases, y sólo el 10% a causa de las bombas que portaban el veneno.
En el hospital de Erbin, donde fueron recibidas parte de las víctimas, ingresaron 63 cadáveres, casi todos niños y mujeres, según el recuento realizado por activistas basados en la capital, y también fueron admitidos 80 heridos en condición crítica. Otros pacientes fueron desplazados a hospitales en Duma, donde han sido reportados 150 cadáveres, Ein Turma, donde ingresaron 75 personas sin vida, y Saqba, donde se indicó la existencia de un centenar cadáveres. En el hospital de Hamoureyeh, 300 cadáveres fueron admitidos; en el de Kafr Batnah, un centenar; en Muadameyet, 76, en Jisreen 16 y en Duma, 61. Horas después la cifra aumentaba vertiginosamente cuando se conocían las cifras de los centros sanitarios de Zamalka, donde se acumulaban 400 cuerpos sin vida.
Según Shams News Network, al menos 375 personas murieron sólo en la primera hora del ataque, y aquellos que trataron de socorrer a los heridos fueron incapaces «dado que las armas químicas empleadas causan debilitamiento, además de los continuos ataques con otro tipo de armas como morteros, cohetes y artillería pesada que se abatía sobre la zona». Según esta última fuente, voluntarios y paramédicos también resultaron muertos en los ataques, algo que confirmó un doctor de Jobar en este vídeo. El mismo sanitario aseguraba haber atendido a unos 50 niños desde el inicio del ataque a quienes no pudo salvar la vida. Dado el cerco contra los barrios bombardeados, donde los rebeldes se han hecho fuertes, los doctores estarían tratando a los heridos con remedios caseros como vinagre, agua y cebollas ante la carestía de atropina, el fármaco más eficaz.
Ghazwan Bwidany, uno de los doctores que han tratado heridos de los ataques, explicó a BBC que el principal síntoma de los pacientes es la asfixia, así como vista nublada y abundante salivación. «Hay algunos síntomas que nos indican que es fósforo, lo cual es un arma química. Podría ser sarín, probablemente es sarín». «No tenemos capacidad para tratar a toda esta gente. Les estamos llevando a mezquitas, a colegios. Nos faltan suministros médicos, especialmente atropina, antídoto para las armas químicas», añadió.
El uso de armamento no convencional, repetidamente desmentido por el régimen de Damasco, es una de las líneas rojas trazadas por la comunidad internacional y violada por la dictadura siria. Numerosos periodistas y ONG han documentado su uso en el conflicto, y eso ha llevado a Naciones Unidas a enviar un equipo de expertos en armamento químico a Damasco, que aterrizó el pasado domingo y que debe investigar al menos tres localizaciones donde supuestamente alguno de los bandos ha empleado este tipo de armas prohibidas. Los activistas les han rogado que visiten los barrios afectados en el ataque de la pasada madrugada: dada la proximidad de éstos al centro de Damasco, a un kilómetro de distancia, nada podría ser más fácil, siempre que el régimen lo permitiese. Según la oposición, han respondido que no tienen permiso para abandonar su hotel.
El ataque, como era previsible, ha despertado una ola de indignada retórica internacional que no se ha traducido en ninguna acción concreta. La Unión Europea ha condenado la masacre, que ha calificado de «totalmente inaceptable» y ha exigido una investigación inmediata. La Liga Arabe ha exigido a los inspectores de la ONU que se desplacen inmediatamente a Ghouta del Este para indagar, y el secretario general de Naciones Unidas ha afirmado que estudia ampliar la misión de los investigadores, inicialmente limitada a tres lugares donde se habrían producido ataques en el pasado, para que puedan estudiar lo acontecido. Pactar los tres destinos de la actual visita con el régimen sirio llevó meses a la ONU, por lo que se deduce que será inviable ampliar la misión a la provincia de Damasco. El régimen de Bashar Assad, por su parte, ha negado que ningún ataque químico se haya producido hoy en Siria.
Fuente original: http://www.cuartopoder.es/elfarodeoriente/?p=4737&preview=true