Recomiendo:
0

Mentiras desde Annapolis

Fuentes: The Palestinian Information Center

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Los pueblos del mundo están siendo sometidos estos días a una buena dosis de mentiras, que en esta ocasión están llegando desde Annapolis, Maryland, en Estados Unidos.

George Bush, el Führer de la Casa Blanca, quien ha destruido recientemente a dos estados-nación y asesinado a un millón de seres humanos y que después tuvo la chuztpa (1) de declarar que fue el Todopoderoso quien le dijo que así lo hiciera, ha estado exhibiendo esta semana su característica y mórbida magia.

Invitó a delegados de 50 países para que presenciaran cómo Israel, un estado cuyo modus operandi se compone de asesinato, robo y mendacidad, y la miserable Autoridad Palestina, que declara representar al pueblo más ininterrumpidamente oprimido sobre la faz de la tierra, prometían una paz y reconciliación que pondría fin a décadas de violencia y derramamiento de sangre.

Hablando en base a un texto preparado, Bush reafirmó su proverbial visión acerca de dos estados, Israel y Palestina, viviendo en paz uno junto a otro. No olvidó advertir que el posible estado palestino «debía gobernar con justicia y desmantelar la infraestructura del terror».

Bush trató de crear un aura artificial de optimismo declarando que estaba convencido de que los dirigentes de ambas partes, el Primer Ministro israelí Ehud Olmert y el Presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas, estaban finalmente dispuestos y preparados para hacer la paz.

Bien, las convicciones de Bush son infinitas, pero la mayoría de ellas son, evidentemente, las propias de un memo.

No hay duda de que Abbas quiere seriamente la paz para su casi diezmado pueblo, que constantemente es coaccionado, intimidado y violado por un imperialista Israel que se parece mucho a la Alemania nazi durante el apogeo de su insolencia y arrogancia de poder.

Después de todo, los palestinos, que han sobrevivido casi milagrosamente a pesar de la historia, son las principales víctimas de esa siniestra y persistente barbarie que permite que Israel robe constantemente más tierra palestina con el propósito de crear más lebensraum (2) para la expansión de los asentamientos judíos.

Pero la supervivencia nacional palestina no puede realmente asegurarse por muchas conferencias de «paz» que se organicen y por muchos dignatarios extranjeros que se inviten y por muchos discursos amables que se pronuncien.

El agresivo ataque sionista para limpiar étnicamente de no judíos el oeste del río Jordán es más que alarmante para los depauperados y bloqueados palestinos. No es más que un genocidio a cámara lenta que ningún montón de seguridades verbales puede mitigar y mucho menos parar.

Desde luego, Bush ni presta ni prestará atención a esas cuestiones reales. Es demasiado ignorante y está demasiado predispuesto a favor de Israel y es, también, demasiado poco cristiano como para llamar al pan pan y al vino vino, especialmente porque está en manos de los imperialistas sionistas.

Por eso, su proclama de que Israel quiere la paz y que Ehud Olmert es sincero en su búsqueda de la paz no contiene ni una pizca de verdad.

Seamos francos y honestos sobre todo esto: Israel no está a punto de hacer la paz con los palestinos. Israel no ha tomado una decisión estratégica de hacer la paz con los palestinos. Israel no está a punto de ceder el botín de la guerra de 1967. Israel no está a punto de ceder la Jerusalén Este ocupada.

En efecto, Israel no está a punto de empezar a considerar y aceptar el derecho supremo al retorno de los refugiados palestinos, injustamente arrancados de sus hogares y pueblos cuando se creó el estado sionista hace casi sesenta años.

Y además de todo lo anterior, Israel está insistiendo en que ha de ser reconocido como estado exclusivamente judío en el que los ciudadanos no judíos de Israel (25% de la población) serían tratados no sólo como ciudadanos de segunda clase con un estatus más o menos transitorio e incierto, sino que se les considera ya actualmente, como hijos de un Dios menor.

Por eso, con actitudes como éstas, ¿cómo es posible que se pueda esperar la paz con la vergonzosa aquiescencia, además, por parte de Occidente a la hora de valorar los antojos racistas de Israel?

Asimismo, está muy claro que George Bush no es un intermediario honesto. Ni que decir tiene que un mediador deshonesto no puede ser un verdadero constructor de la paz, por mucho que se revista de toda esa actitud teatrera que suele mostrar.

La paz auténtica requiere un compromiso verdadero y sobre todo honesto, características de las que Bush y su infame administración obviamente carecen.

En verdad, lo último que Israel querría ver en Oriente Medio es un acuerdo de paz auténtico basado en la justicia, aunque fuera un remedo de justicia. Un acuerdo equitativo supondría una anatema para el sionismo, un movimiento de mentalidad fascista que es antitético de la paz, la calma, la estabilidad y la decencia humana.

Por esto es por lo que Israel insiste en mantener «negociaciones bilaterales» con la débil Autoridad Palestina, no como muestra de buena voluntad hacia sus vecinos palestinos sino más bien para intimidar y chantajear al vulnerable dirigente palestino a hacer más y más y más concesiones. Israel quiere sencillamente quedarse solo con los palestinos, sus permanentes e indefensas víctimas. Y todo lo que Bush está haciendo es decirles al violador y a la víctima que se las arreglen solos sin ninguna interferencia exterior.

De hecho, Israel se pone casi espasmódico y se muestra muy irritado cuando se invocan el derecho internacional y los derechos humanos como base de cualquier posible resolución del conflicto.

Israel quiere que un futuro acuerdo con los palestinos refleje la supremacía militar israelí, la hegemonía política y el dominio judío de las políticas estadounidenses.

Israel pretende aceptar las resoluciones de Naciones Unidas 242 y 338 como principios guía para el proceso de paz. Sin embargo, Israel tiene su propia interpretación sesgada y retorcida de esas resoluciones, que las dejan sin contenido real.

Y cuando a los dirigentes israelíes se les ofrece la posibilidad de un arbitraje internacional, por ejemplo, del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, para que dictamine sobre el asunto, rechazan vehementemente la interferencia de cualquier tercera parte, excepto probablemente la de EEUU, declarando que el mundo exterior es anti-semita y que no pueden confiar en que se les haga justicia a los judíos.

Por todas estas razones, estoy seguro de que este esfuerzo fracasará de la misma forma que fracasaron los anteriores esfuerzos desplegados. Y más tarde, otra administración estadounidense podrá invitar a las «partes», junto con otra multitud de falsos testigos, a una nueva conferencia de paz.

Pero entonces puede que sea ya demasiado tarde para un estado palestino o incluso para la paz.

N. de la T.:

(1) chutzpa: insolencia, en yiddish (derivación de la lengua judaica, tuvo su origen en la época medieval cuando se mezcló la lengua alemana con elementos de hebreo y arameo)

(2) lebensraum: espacio vital, en alemán

Enlace texto original en inglés:

http://www.palestine-info.co.uk/en/default.aspx?xyz=U6Qq7k%2bcOd87MDI46m9rUxJEpMO%2bi1s7%2fhf30AWunjpGMZx41AW7TvQizYMoNT7LrUamEFFHtu9Q4MOFyBzVIRdd6%2bypWG6ethTfnilQj3pTv1HOATf82jafBBWMaEz0iygCjtUJLFQ%3d