Miles de palestinos en Cisjordania e Israel tomaron las calles este lunes para denunciar la expropiación de sus tierras por el Estado de Israel, que avanza silenciosamente su ocupación y la limpieza étnica en la tierra de Palestina. El Foro Social Mundial ha declarado el 30 de marzo como jornada internacional de boicot y sanciones a Israel, en respaldo a la resistencia de un pueblo a ser borrado del mapa.
Miles de palestinos en Cisjordania e Israel se echaron a la calle en protesta contra la expropiación de sus tierras por las autoridades israelíes, en el llamado Día de la Tierra, que se conmemora este lunes, por vez primera, en todo el mundo.
La principal concentración en la zona tuvo lugar este año en la ciudad de Dir Hana, en la Galilea, donde miles de palestinos con ciudadanía israelí recorrieron sus calles para recordar la muerte de seis miembros de la comunidad en una protesta por la tierra hace 33 años.
Estos palestinos, denominados por el Estado de Israel como «árabes-israelíes», quedaron dentro de los límites reconocidos internacionalmente del Estado de Israel, y representan sesenta años después alrededor del 20 por ciento de los 7,2 millones de habitantes del país.
«Las razones por las que estalló el Día de la Tierra son tan relevantes hoy como en 1976: la expropiación continúa», afirmó durante la protesta el diputado Afo Agbariye, del partido israelí de izquierda Hadash.
Ese año, en una manifestación en Sahnín, también en la Galilea, los organismos de seguridad de Israel mataron a seis palestinos con ciudadanía israelí que desde entonces son el símbolo de la determinación palestina de no permitir el expolio de tierras.
Dentro del territorio israelí las expropiaciones continúan sobre todo en la Galilea (norte) y en el desierto del Negev (sur), si bien de forma mucho más ralentizada y con mayores garantías judiciales para la población árabe que hace cuatro o cinco décadas.
En este sentido, la jornada ha sido para los manifestantes una oportunidad para «oponerse unidos contra el racismo y el fascismo israelí», ante la entrada en funciones, quizás este martes, de un nuevo gobierno liderado por el derechista Benjamín Netanyahu, y entre cuyos aliados figura el ultranacionalista Avigdor Lieberman.
«Este año tiene una importancia especial por la subida de la extrema derecha al gobierno y la demanda de judeizar la Galilea y el Negev a cuenta de los árabes», explicó el también diputado israelí Taleb A-Sana, de la Lista Árabe Unida.
En las últimas dos décadas el problema de las expropiaciones de tierra es mucho más acuciante en Cisjordania, donde los palestinos ven sus tierras expoliadas a diario tanto para la construcción del muro de separación como para la de asentamientos judíos.
«En este día queremos recordar la legitimidad de nuestra presencia en esta tierra, en la tierra de nuestros padres y abuelos; renovar nuestro compromiso con la máxima de que la tierra palestina es indivisible», expresa Ramala Husán Qaraida, de 35 años y habitante de Ramala, capital administrativa de la Autoridad Nacional palestina (ANP).
Por toda Cisjordania, en ciudades, pueblos y aldeas, en campos de refugiados y olivares, se celebraron actos y marchas para recordar a todos «el mensaje de rechazo de nuestro pueblo a las prácticas israelíes», en palabras de Wasel Abu Yusef, representante local del movimiento islamista Hamás.
«En este día lo que el pueblo dice es que seguirá luchando hasta conseguir sus derechos y la libertad, y construir un estado independiente con Jerusalén como capital», agregó.
Y es que si hay algún lugar de la región donde la tierra cobra un significado especial ése es Jerusalén, donde día a día los palestinos libran una batalla legal y demográfica para mantener sus posesiones y frenar el avance de la presencia israelí.
Desde que hace cuatro décadas conquistó la parte oriental con el resto de Cisjordania, Israel ha construido masivamente en Jerusalén, que desde 1981 considera su capital eterna e indivisible.
Más de 250.000 israelíes viven hoy en barrios judíos levantados en zonas de Jerusalén ocupadas en 1967, y que tratan de reducir a la mínima expresión la presencia palestina en una lucha frenética por la ciudad.
Para Qais Abdelkarim, representante del Frente Democrático de Liberación Palestina (FDLP) en Ramala, la llegada de Netanyahu al poder no es buena señal porque significará un «impulso a la política de limpieza étnica en Jerusalén».
Mientras el mundo espera la entrada en funciones del nuevo gobierno israelí para conocer sus intenciones, los palestinos recibieron este lunes un espaldarazo a la lucha por la tierra de parte del Foro Social Mundial, que ha declarado por primera vez el 30 de marzo como jornada de boicot y sanción a Israel.