El gran enemigo de Palestina es el silencio: ser conscientes y darse la vuelta Edward W. Said No existe otra forma de iluminar el futuro que hacer desvanecer las sombras del pasado, para, así, comprender el presente. Alguien lanza una pregunta tras contemplar desde el sofá el humo, las cenizas, las lágrimas, la sangre,…el horror […]
Edward W. Said
No existe otra forma de iluminar el futuro que hacer desvanecer las sombras del pasado, para, así, comprender el presente. Alguien lanza una pregunta tras contemplar desde el sofá el humo, las cenizas, las lágrimas, la sangre,…el horror de Gaza, el sufrir de los palestinos, en una Naqbah en presente continuo. La pregunta: ¿Pero quién empezó primero? Seguida de una reflexión: porque aquellos chavales judíos, secuestrados y asesinados cruelmente, no tenían culpa de nada, eran jóvenes, salían de la escuela, nada más. Pero necesitamos buscar la respuesta a la pregunta en los entresijos de la historia de Palestina, para dilucidar quién o cómo realmente empezó todo este dolor y sufrimiento en trágica espiral. Pero, nadie recuerda al chaval palestino, sin nombre, sin sus ojos en las pantallas cuando aún eran una mirada. Cuando las fotografías de los chavales israelíes no han cesado de aparecer por televisión, porque eran como cualquier occidental, de un país «democrático». Es preciso volver la vista atrás para intentar abrazar la respuesta, siempre compleja, cuando en estos días las prisas y las sobredosis de información banalizan el dolor ajeno, e inoculan la indiferencia, allanando el camino a las respuestas tan simples como peligrosas, así como estériles para el conocimiento y la comprensión.
Las raíces del dolor de hoy las hallamos en el nacimiento del sionismo. El sionismo luchó desde finales del siglo XIX por el establecimiento de un Estado único y exclusivo para los judíos, para todos los judíos del mundo. Un desafío epistemológico sin igual. Muchos judíos reivindicaron Palestina como la tierra prometida, para «un pueblo sin tierra» como si de una tierra vacía y desértica se tratara, cuando, en verdad ahí ya vivían bajo Mandato británico, y anteriormente bajo el Imperio otomano, palestinos, mayoritariamente musulmanes suníes, cristianos, y anglicanos, y una pequeña minoría judía. Esa imperiosa necesidad, mesiánica, de crear un hogar nacional judío cogió más fuerza con el horror y la tragedia de la Shoah, que provocó la muerte cruel de siete millones de judíos. Tras la Shoah, el mundo buscó una forma de resarcir tanto dolor jamás visto. Las aliyahs, es decir las olas de inmigración judías a Palestina, aumentaron y los judíos sionistas empezaron a reivindicar un Estado judío sólo para ellos, siempre con el sueño del Gran Israel, es decir de toda la Palestina histórica, desde el mediterráneo al río Jordán, con Jerusalén como capital del Estado Judío.
Ese sueño se partió en dos con la Resolución 181 de la ONU de noviembre 1947, que recomendaba la partición de las tierras de Palestina en dos Estados, uno para los judíos y otro para los árabes-palestinos. Para los palestinos era incomprensible, y para los judíos sionistas: insuficiente. Y los sionistas iniciaron el plan de desalojo, es decir, el plan de hacer desaparecer a los palestinos. El intento de limpieza étnica llevada a cabo por los sionistas convirtió a más de 200 pueblos palestinos en judíos, provocando 750.000 refugiados palestinos en lo que hoy conocemos como Cisjordania y Gaza, sin olvidar los refugiados que huyeron al Líbano, Siria, o Jordania. Tras lo que los palestinos llamaron la Naqbah (la catástrofe) nada fue lo mismo para las tierras de la Palestina Histórica. En mayo de 1948 los sionistas proclamaron el nacimiento del Estado anhelado para los judíos, Israel, sobre las cenizas y la sangre de los palestinos.
En 1967 Israel fue más allá y tras un ataque preventivo a Egipto, consiguió ocupar el Sinaí, y los Altos del Golán, y Jerusalén, además de ocupar hasta el día de hoy el espacio y el tiempo de los palestinos en Cisjordania y Gaza. En 1987 los palestinos se levantaron contra la ocupación y la Intifadah devolvió a los palestinos a un primer plano internacional, y se fraguó la necesidad de intentar buscar una solución para los palestinos. Los las piedras y los corazones palestinos contra los tanques sionistas conmocionaron al mundo.
En 1993 se llevaron unos acuerdos de «paz» tan históricos como desafiantes para con la realidad de los palestinos. Porque las fotografías de concordia entre dirigentes palestinos e israelíes, con Clinton como maestro de ceremonias, no podían esconder la verdad. La verdad de una realidad que desafiaba aquella farsa de la paz, porque la ocupación no cesaba, las construcciones de asentamientos y colonias israelíes no cesaban en toda Cisjordania, incluyendo Jerusalén Este, así como las demoliciones de casas y la implantación de check points para controlar la vida y los movimientos de los palestinos. La tragedia de los palestinos se perpetuaba.
Tras la Intifadah de Al-Aqsa de 2000 provocada por el ultraderechista y responsable de la muerte de miles de palestinos Ariel Sharon al visitar de forma arrogante y provocativa el lugar sagrado de los musulmanes en Jerusalén, la explanada de las mezquitas. En 2001 se proclamó Primer Ministro al ganar las elecciones generales en Israel. Sharon sorprendió con su intención de desalojar a todos los colonos judíos que vivían y ocupaban el norte de Gaza. Tras ser reelegido en 2003, Sharon llevó a cabo, enfrentándose a su propio partido, el desalojo de Gaza, haciendo que todos los judíos dejaran sus vidas ocupando el norte de Gaza atrás. Hoy podemos comprender el verdadero objetivo de la maniobra de desalojo de Sharon. Porque, así, Gaza sería ocupada desde el exterior, controlando el suministro del agua y de la electricidad, y sobre todo controlando la vida de más de un millón y medio de palestinos, hacinados y desahuciados en la cárcel al aire libre más grande del mundo, sin libertad de movimientos, sin poder salir ni entrar.
En enero 2006 se produjeron las elecciones palestinas que ganaron, sin duda, y bajo supervisión internacional, Hamas. Israel, EE UU y al-Fatah (el partido del sucesor de Yassir Arafat, Mahmoud Abbas), que llevaba años controlando la Autoridad Nacional Palestina, no pudieron aceptar esa victoria. Y todo ello provocó una guerra civil alentada por Israel, entre al-Fatah y Hamas que acabó con la victoria de Hamas en Gaza gobernando ese pequeño territorio, y al-Fatah gobernando, a duras penas y bajo la ocupación israelí, Cisjordania.
Siguieron, tras la victoria de Barack Obama en Estados Unidos, las farsas de la paz que sólo conllevaban más asentamientos y ocupación de la vida de los palestinos. Y Gaza seguía desahuciada, además de ser atacada desde Israel de nuevo en diciembre de 2008, ofensiva bautizada con el nombre de Plomo Fundido, provocando más de mil muertos en quince días, quinientos de ellos niños y niñas. Israel sigue quedando inpune ante estos hechos perpetrados de lesa humanidad.
En 2012, noviembre, vuelven a atacar Gaza provocando 177 muertos palestinos, seis israelíes por cohetes lanzados por Hamas desde Gaza. El Pilar Defensivo, como Israel denominó a esta operación contra los palestinos, hacía presagiar que Israel iba a aprovechar que los palestinos de Gaza estaban encerrados, gracias al desalojo que llevó a cabo Sharon en 2005, para lanzar ataques crónicos para seguir con una Naqbah en presente continuo que no cesa desde 1948. Porque la Naqbah no ha terminado, el mesianismo que gobierna Israel y muchas mentes de Israel siguen soñando en arrojar al mar o a la muerte a todos los palestinos, para crear el Eretz Israel soñado. Mientras tanto, los israelíes sufrirán con el miedo crónico a desaparecer.
En junio de 2014 se produce un acercamiento entre Hamas y al-Fatah, y llevan a cabo un acuerdo de reconciliación y un gobierno de unidad nacional que Israel no pude soportar. Además de proclamar la intención de llevar a cabo elecciones palestinas en un futuro cercano. Esta unidad enciende las iras del gobierno de Netanyahu, el primer ministro israelí, ya que es más fácil atacar y ocupar a los palestinos divididos y enfrentados entre sí que unidos contra la ocupación israelí.
Hoy la muerte de tres jóvenes inocentes judíos es vengada con la muerte de cientos de palestinos inocentes. Y la muerte de un adolescente palestino, quemado vivo, dícese de ser investigada. Y como respuesta Hamas desde Gaza lanza misiles hacia Israel la mitad de los cuales son interceptados por Israel, y sólo causando daños materiales, pero aterrorizando a la población de Israel.
Para hacernos una idea de los verdaderos objetivos de este reinicio de ataques sionistas en Gaza, debemos recordar que el 80% de los muertos son civiles, en la bautizada operación Margen Defensivo. Israel tiene la delicadeza de poner un nombre a cada masacre que lleva a cabo y que no es más que una Naqbah que se eterniza. Más allá de las palabras, la realidad es que más de 30 niñas y niños han sido asesinados. Ya no podrán mirar su futuro incierto y desahuciado con sus ojos.
La Casa Blanca, con Obama al frente, Premio Nobel de la Paz, advierte de que Israel, con el armamento financiado por Washington, tiene derecho a defenderse de los ataques del brazo militar de Hamas, Al-Qassam.
Es una curiosa manera de defenderse, matando a niñas y niños como venganza y de forma indiscriminada e impune. Es curioso defenderse de los cohetes de Al-Qassam, intentando, por ejemplo, asesinar a Nasser Tatar, jefe del hospital Al-Shifa de Gaza, que estos días está desbordado porque desde los inicios de los ataques han recibido a 1.300 heridos. A este cardiólogo de Gaza lo avisaron de que su casa sería atacada. Tuvo que huir y avisar a sus vecinos. Tatar ha seguido reparando pechos y corazones destrozados por la metralla sionista en el hospital, mientras su casa fue destrozada a la 7:50 de la tarde de un julio que se desquebraja de sangre, cenizas, y dolor en Gaza.
Parece que Israel tiene derecho a defenderse de los cardiólogos peligrosos que hacen posible el latir de nuevo de los corazones de los palestinos abatidos, condenados a contener cada pulsación en su pecho por si es el último suspendido en el aire que asfixia y corrompe el alma.
Recordemos que en Gaza viven los refugiados que Israel expulsó de Palestina en la Naqbah de 1948. Los cohetes que lanza Al-Qassam caen, entre en otros lugares, en Sderot, lo que fue una antigua aldea palestina que se llamaba Huj. El ejército sionista expulsó a todos sus habitantes palestinos y se convirtieron en refugiados en Gaza. ¿Son estos los terroristas que pretende matar Israel? Los nietos e hijos de estos refugiados, que guardarán la conciencia de refugiado en su corazón para siempre. Es una continuación de la Naqbah, porque el sionismo debe acabar el trabajo iniciado en 1947: limpiar Palestina de palestinos. Esa es la verdad de estos ataques sionistas. El deseo de proclamar el Gran Israel sin palestinos, ese es su verdadero objetivo. El secuestro de aquellos tres jóvenes inocentes judíos sirvió de pretexto.
Por qué, si no, siguen los asentamientos en Cisjordania, por qué se continua judaizando la ciudad de Jerusalén, por qué se continua demoliendo casas de palestinos, por qué se sigue construyendo el Muro del Apartheid en toda Cisjordania. Por qué se sigue prohibiendo la pesca en nuestro mediterráneo, que nos une, a los pescadores de Gaza, por qué siguen controlando el agua y la electricidad de Gaza, demoliendo casas, atacando escuelas, por qué si no. Crímenes contra la humanidad que seguirán impunes.
Así, ¿quién empezó primero? Dilucidando una historia llena de sangre y dolor, ya no tiene sentido articular esta pregunta. Israel fue creado sobre las cenizas del dolor y la tragedia de la Naqbah y mantener su Estado judío militarmente para materializar su sueño mesiánico tiene un precio demasiado alto para sus ciudadanos, pero sobre todo para los palestinos. Así, se mantiene Gaza como un gueto, una cárcel para los palestinos que pueden ser atacados en cuanto Israel siente la necesidad de demostrar su poder colonialista y su raíz orientalista, y a su vez controlando el 50% de Cisjordania, y la vida de todos los palestinos que resisten a la ocupación. Así, las «políticas criminales de Israel» no cesan, como dice el gran historiador israelí, repudiado en su tierra, Ilan Pappe.
Si no somos capaces de reconocer el dolor de los palestinos. Si no somos capaces de de aguantar un leve instante su mirada, porque nuestra condenable indiferencia y nuestro silencio se hacen cómplices de las causas indelebles de la tragedia. Porque reconocer su dolor, el padecer en sus ojos, sería reconocer la historia que nos ocultan del nacimiento de Israel, de su nacimiento sobre las cenizas de los palestinos que sufrieron la Naqbah. Israel apuesta, sin embargo, por llevar la Naqbah en un presente contínuo que no cesa.
Comprender la historia debe llevarnos a padecer con sus ojos, con su mirada de dolor, para luchar sin pausa contra la ocupación israelí. ¿Cuánto debe sufrir un niño palestino para que lo miremos de verdad, por fin, a los ojos de miedo y sufrimiento?
Mientras esto escribo Israel llama a los palestinos del norte a huir de sus casas. Han asesinado a siete niños. Un ataque terrestre es inminente. La Naqbah en presente contínuo, el dolor y la tragedia palestina no cesan.
«Plácida es la noche en Gaza
La oscuridad cae como el agua sobre las casas
la oscuridad está hecha de lucha
y de silencio.
Plácida.
Oh, Dios mío, ayuda a aquellos que se adormecieron después de llenarse la barriga
y a aquellos que se adormecieron sin haberlo hecho,
ayúdalos en su noche
aunque sea
más plácida que un cadáver,
ayúdalos,
tú que conoces lo que hay,
en la placidez elusiva,
de peligro,
conoces bien lo que hay
de dolor que no muere!»
Bássem an-Nabrís
Poeta palestino de Gaza
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.