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Análisis de las luchas ciudadanas a los cuatro años del hundimiento del ‘Prestige’

Movimientos sociales en Galiza: hacia nuevas formas de participación política

Fuentes: Diagonal

Tras la fuerte agitación social durante los últimos años del Gobierno de Fraga y la efervescencia de las asambleas contra la LOU y la crisis del ‘Prestige’, las iniciativas sociales hacen frente a la desmovilización.

Los últimos años del Gobierno de Fraga fueron de una enorme agitación social en Galiza. Coincidiendo con la mayoría absoluta del Partido Popular en el Gobierno del Estado, este período dejó dos huelgas generales (una de ellas, exclusivamente gallega, convocada por el sindicato nacionalista CIG y la UGT), y dos movimientos de enorme importancia: el estudiantil anti LOU y el ciudadano Nunca Máis como respuesta a la indefensión de la costa gallega ante la circulación de barcos peligrosos.

Después de la derrota electoral del PP en el Estado y de la pérdida de la mayoría absoluta de los populares gallegos, el panorama se tranquiliza y se entra en una etapa de menor ritmo movilizador. Si bien muchas de las causas que sacaron a la calle a miles de gallegos y gallegas siguen ahí, una excesiva dependencia de los movimientos de las posiciones anti Fraga los han llevado a un callejón sin salida, una vez que lo que era visto como «uno de los principales problemas» ha salido de escena.

Esta desmovilización es importante en aquellos movimientos especialmente afines al nacionalismo representado por el BNG que ahora ocupa responsabilidades de gobierno. De todas formas sería un análisis tremendamente simplista el reducir a esta última causa el descenso del ritmo movilizador en los últimos meses. Entre otras cosas, porque existe una crisis de los distintos movimientos sociales producto de diversos factores, tanto socioeconómicos como políticos, algo demasiado complejo para ser analizado en este artículo. Tradicionalmente en Galiza, el nacionalismo era entendido como un gran movimiento que incluía tanto su rama institucional como a las distintas organizaciones sociales. Hasta el momento, el BNG era la organización política que más conectaba con los distintos movimientos.

De un tiempo a esta parte, la organización frentista se ha ido alejando cada vez más de la movilización social y la conexión con los distintos movimientos se ha ido quebrando una vez que, desde los cuadros dirigentes del Bloque, se entiende que aquellos no deben de ser más que una mera correa de transmisión de las posiciones políticas que vaya adoptando la organización nacionalista, y una vez que ésta se va acercando cada vez más a posiciones meramente institucionalistas y de gestión. Este proceso se ve enormemente agudizado al entrar el BNG en el Gobierno autonómico. Algunas de las tensiones existentes entre el Bloque y los movimientos se han ido resolviendo a través de escisiones como en el caso de la organización ambientalista Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galiza (ADEGA), de la que ha surgido Verdegaia (una organización celosa de su independencia frente a los partidos políticos y a la gestión institucional). En otros campos como en el de la defensa de la lengua gallega se percibe una mayor falta de tensión en la movilización social y una pérdida alarmante de espacios normalizados lingüísticamente. Por lo que se refiere al movimiento estudiantil nacionalista más afín al BNG (CAF), está atravesado por una grave crisis después de que quedase sobrepasado por el importante movimiento asambleario anti LOU. Una excepción la encontramos en el movimiento sindical (concretamente el de la central nacionalista CIG), que es el que mantiene una mayor tensión movilizadora y que encabezó la importante huelga del sector del metal en la provincia de Pontevedra, centrando su discurso en la lucha contra la precariedad laboral. Esto por lo que se refiere a los movimientos sociales más directamente vinculados al nacionalismo representado por el BNG.

Por lo que respecta al movimiento de la izquierda independentista organizada al margen del Bloque, las cosas han sido distintas. El proceso de unificación orgánica que culminó en la creación de Nós-Unidade Popular no ha sido total, quedando al margen la organización juvenil Assembleia da Mocidade Independentista (AMI) importante tanto por su implantación territorial como por su trayectoria. Desde esta última organización se han ido impulsando proyectos de clara vocación unitaria que ponen el acento en la liberación de espacios desde una óptica anticapitalista y nacionalista. Desde hace un tiempo, surgen centros sociales en diversos puntos del país que se coordinan y que se unen a los que ya existían anteriormente y que estaban más vinculados a movimientos libertarios. Todavía es pronto para valorar el impacto y la repercusión que este nuevo movimiento social va a tener en la sociedad gallega y en el resto de movimientos.

En estos momentos la organización juvenil AMI está siendo objeto de una fuerte represión por parte de los poderes del Estado que la intentan vincular al ejercicio de la violencia (Operación Castiñeiras). Hay ya una causa abierta contra esta organización, que busca su ilegalización y cuyo proceso ya está en manos de la Audiencia Nacional. En este sentido, los centros sociales sufrieron registros e incautación de bienes durante la Operación Castiñeiras hace ahora un año en una estrategia represiva que buscaba debilitarlos y relacionarlos con la violencia.

Estas actuaciones policiales fueron rechazadas por una importante pluralidad de organizaciones y de sectores sociales preocupados por lo que supone la criminalización de movimientos, organizaciones e ideas totalmente legítimas y con una importante y conocida trayectoria en la sociedad gallega.

El movimiento estudiantil vinculado a la izquierda independentista (AGIR) no ha sido capaz de ocupar el espacio que las organizaciones estudiantiles de la órbita del nacionalismo han ido dejando libre. De todas formas desde los militantes independentistas del movimiento estudiantil, aunque no sólo desde ellos, se están impulsando asambleas de estudiantes contra la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior que quizá reviertan la crisis del movimiento estudiantil gallego. En Galiza se está asistiendo en estos momentos, tal y como hemos visto, a la crisis de una determinada manera de entender la política y la relación de ésta con las organizaciones sociales. Es un momento crítico pero también esperanzador ya que la crisis de las viejas estructuras organizativas está dando lugar a la aparición de nuevos movimientos sociales y a nuevas formas de entender la participación política.

Entre la contestación y la integración
Miguel de Lucas

El 12 de noviembre 2.000 personas (según los convocantes) se manifestaron en las calles de Santiago con motivo del cuarto aniversario del Prestige. Dos años antes, con Fraga aún en el poder, la cifra era al menos diez veces mayor, con 20.000 manifestantes en la capital gallega (según fuentes policiales). Aun con el paso del tiempo, la situación es ilustrativa del momento por el que atraviesan los movimientos sociales. Para Roi Ribeira, «se está en una fase de cambio, y todavía es pronto para saber qué va a pasar, pero sí es cierto que lo que se formó en las movilizaciones contra PP se ha roto». Actualmente, cierta parte de la contestación social ha pasado a sentirse integrada con la llegada al poder de la coalición de PSdG y BNG. Según Ribeira, en lugar de Nunca Máis, «las propuestas más interesantes están llegando de los centros sociales, un movimiento que ha empezado a crecer y que agrupa a gente de varias tendencias, desde el nacionalismo al anarquismo». Y al margen del relevo en la Xunta, algunos de estos grupos siguen sufriendo persecuciones. Con Touriño recién llegado al poder, en noviembre de 2005, miembros de la Assambleia da Mocidade Independentista (AMI) eran detenidos por «apología del terror».

* Roi Ribeira es miembro de la asociación juvenil nacionalista ISCA