Traducido para Rebelión por Caty R.
Miembro de la comunidad judía marroquí, Sion Assidon es un hombre de negocios establecido en Casablanca. Militante pro palestino desde hace mucho tiempo y preso político durante los «años de plomo», en la actualidad es miembro activo de varias ONG y fundador y primer secretario general de Transparency Maroc, asociación nacional de lucha contra la corrupción.
«Traidor a su judaísmo» para unos, «judío de turno» para otros, Sion Assidon desvela la ambigüedad con respecto a su oposición a Israel y su apoyo a la causa palestina.
En los últimos tiempos, usted ha afirmado muchas veces su solidaridad incondicional con Gaza y los palestinos. Hasta el punto de que algunos de sus correligionarios judíos marroquíes le tildan de «traidor» ¿Qué dice usted?
En primer lugar es necesario evitar el encasillamiento. En mi país cada uno está asignado por el Estado a un compartimento u otro (individuo musulmán o individuo judío). Eso conlleva las consecuencias jurídicas según el estatus personal, incluso las derivadas del consumo de alcohol o con respecto al Ramadán. Habría mucho que decir sobre la legalidad de todo eso (tanto de las leyes como de los contenidos) en relación con los derechos humanos y la ciudadanía, pero ahora no se trata de eso. Desde el punto de vista social se me considera judío, en el prisma de todos los sectores desposeídos durante el siglo XX por el colonialismo, el sionismo, las guerras y la emigración; eso marca las situaciones de clase: Estoy obligado a reclamar que me llamen «señor» en vez de «tú»; o cuando arreglo mis papeles, incluido mi pasaporte marroquí, la pregunta enojosa aparece regularmente ¿Es usted marroquí?… A eso me refiero con el desencasillamiento. Cuando el diario islamista Attajdid titula «El judío marroquí Sion Assidon dice (esto o lo otro)», no puedo sorprenderme más. Partiendo de sus referencias, no se les ocurre designarme únicamente por mi nombre. Y deben dejarme el derecho (y la misión) de definirme por mí mismo.
Seamos claros ¿Usted se define como judío o no?
Rechazo entrar en una cuestión en la que es obligatorio responder en el espacio público. Me expreso como ciudadano marroquí, amazigh-árabe, y soy plenamente consciente del privilegio que me concede mi origen comunitario. Dicho esto, no niego la ambigüedad que genera mi situación en el pensamiento de muchas personas. Para ellas, mi solidaridad con los palestinos se percibe como procedente de uno de los «otros»; en cierto sentido consideran que, en este caso, me estoy identificando con quien forzosamente debería ser mi «enemigo» A sus ojos soy un judío, pero un judío traidor a su judaísmo. El «buen judío» ¡uf! Por otra parte, es interesante señalar que eso funciona de la misma manera al otro lado del espejo. En la comunidad judía marroquí muchos dicen: «¡Pero ése ya no es un judío! ¡Es un converso! Fíjate, ¡apoya a Hamás! ¿Con qué derecho se sigue llamando Sion?». Sin embargo, mi punto de partida es el siguiente: la ecuación judío igual a sionista es una ecuación racista. Desde cualquier lado que se mire. Eso del Estado de Israel que pretende «representar a todos los judíos del mundo» (lo que se denomina sionismo) y los que siguen pensando «los judíos son forzosamente nuestros enemigos» (lo que se llama antisemitismo). Permítame romper ese esquema binario y maniqueo. En primer lugar están los sionistas cristianos: los amigos del señor Bush que piensan que el fin del mundo llegará cuando «todos los judíos» vayan a Palestina (otra versión de la «solución final» al estilo de Hitler). Después están también los sionistas musulmanes: siga mi mirada, usted verá muchos dirigentes árabes musulmanes que actualmente defienden la idea de la existencia de un Estado reservado a los judíos (¡es la propia definición del sionismo!). Mejor (o peor todavía): esos dirigentes no sólo viven confortablemente bajo el paraguas de la dominación estadounidense, sino que además han participado activamente en la agresión israelí a Gaza al grito de ¡Todos contra Hamás!, es decir, desde mi punto de vista «¡Todos contra la resistencia!». Entonces, cuando los manifestantes cargan contra André Azoulay gritando «¡Qué vergüenza, un consejero sionista!», yo querría responderles «Es al judío a quienes ustedes se dirigen, no al sionista. ¡Busquen objetivos más consistentes!»
Hay otros eslóganes, todavía más ofensivos, que se han esgrimido durante las manifestaciones de apoyo a Gaza en las que usted participó. ¿Eso no le molesta?
Depende de los eslóganes. He oído a menudo «muerte a Israel» durante esas manifestaciones. Desgraciadamente, ciertos miembros de la comunidad judía perciben esa expresión como un siniestro lema antisemita. Ellos entienden «¡muerte a los judíos!», mientras que estamos hablando del proyecto sionista. El proyecto mortífero cuya esencia se ha manifestado en la masacre de Gaza, pero cuya genealogía viene de lejos: Deir Yassin, Kfar Qassem, Qana, Sabra y Chatila… No, no me enfado por esa consigna. El Estado de Israel, en tanto que Estado sionista, acabará por desaparecer, no hay ninguna duda al respecto. A la larga, Palestina será el Estado de todos sus habitantes, iguales en dignidad y derechos. Está también el famoso «¡Khayaber! ¡Khayaber! ¡Oh, judíos, el ejército de Mahoma regresará!», que nos devolverá a una guerra de religiones. ¡Pero la causa palestina no es la guerra de religiones que pretenden entablar los islamistas y los sionistas! Cualquiera que sea la motivación personal de cada uno de los resistentes (o los grupos de resistentes) palestinos, su lucha se inscribe en una batalla más amplia: la que se libra contra el proyecto colonialista de ocupación de Palestina. Hay que recordar que en Palestina no hay sólo musulmanes. También hay católicos, griegos ortodoxos, cristianos de oriente e incluso… ¡judíos antisionistas! Y todos los que defienden, de cerca o de lejos, esta causa justa tienen su sitio -algunos incluso en la línea de fuego- sean cuales sean sus convicciones religiosas o filosóficas. Entonces, tomemos altura. Y en vez de dividir, mejor preguntémonos qué podemos hacer contra el paraguas estadounidense, sin el que Israel no es nada.
Entonces, ¿qué puede hacer usted?
En primer lugar una observación: debido a la atrocidad de los crímenes cometidos en Gaza por Israel, la causa de palestina se ha propulsado a todos los rincones del planeta. Sí, por supuesto, la liberación de Palestina no es únicamente una causa palestina, sino también una causa árabe y musulmana. Pero además, desde su origen, es una causa humana, universal. En la actualidad está más vigente que nunca. La prueba: las manifestaciones que se han levantado por todo el mundo, de Sidney a Buenos Aires, pasando por Tokio y Estocolmo (cito a propósito lugares que no tienen nada que ver con el Islam o incluso con lo árabe). La última agresión contra Gaza ha inducido a expresarse por todo el mundo, a una escala nunca vista antes, a mujeres, hombres y grupos que se declaran judíos a la vez que rechazan cualquier pretensión de Israel de hablar o actuar en su nombre. Si algunos se han expresado de manera radical, son precisamente los judíos antisionistas. Esas mismas personas han organizado de forma activa la solidaridad con la lucha del pueblo palestino contra la soldadesca sionista. Algunas veces a riesgo de sus vidas. La causa palestina (como antaño la causa de la lucha contra el apartheid) se ha convertido en el símbolo de la lucha contra el racismo y las injusticias, una bandera de todos los oprimidos. ¡Mire en las calles europeas las kufiyas sobre los hombros de jóvenes de todos los colores! No tengamos miedo a declarar nuestras perspectivas con claridad: el boicot económico a Israel, el embargo sobre las armas destinadas a Israel, e incluso los procesamientos por crímenes contra la humanidad. Los que militan por todo esto, sea cual sea su origen, su confesión o su filosofía de la vida, contribuyen de una manera decisiva al combate para la liberación de Palestina.
Original en francés: http://www.telquel-online.com/357/actu_maroc4_357.shtml