La Tregua de 2008 Del 19 de Junio al 19 de Diciembre Hamas cumplió su parte del trato. Tan solo cuando a principios de noviembre el ejercito israelí llevó a cabo un ataque a la Franja asesinando a seis palestinos, se lanzaron varios cohetes Qassam sobre el sur de Israel, sin causar bajas. No era […]
La Tregua de 2008
Del 19 de Junio al 19 de Diciembre Hamas cumplió su parte del trato. Tan solo cuando a principios de noviembre el ejercito israelí llevó a cabo un ataque a la Franja asesinando a seis palestinos, se lanzaron varios cohetes Qassam sobre el sur de Israel, sin causar bajas. No era el primer ataque del ejercito hebreo, pues Israel, sin excesivo ruido, sigilosamente, siempre ha ido cometiendo pequeños asaltos, pequeñas incursiones, uno, dos muertos, los necesarios para hacer daño, pero sin llegar a un numero considerado suficiente por nuestros medios para ser contado y mostrado. De hecho en esos seis meses de tregua más de 20 palestinos fueron asesinados por el ejercito israelí. Es su práctica más habitual: la política de promesas incumplidas y hechos consumados: asesinatos en tiempos de treguas, construcción de colonias en tiempos de «proceso de paz» con supuestas políticas de congelación de asentamientos, la liberación de presos por motivos humanitarios, los asesinatos de civiles como daños colaterales de ataques selectivos, mentiras, mentiras y más mentiras
La destrucción de Hamas
Por otro lado, por todo el mundo es sabido que en los años 80 Israel facilitó la creación y el asentamiento de Hamas con el objetivo de debilitar a la OLP y así plantar el germen de una futura confrontación interpalestina. Por lo tanto a Israel no le interesa en absoluto la destrucción de Hamas, más bien, al contrario, le interesa una fuerza islamista fuerte que le sirva de excusa ante el civilizado mundo occidental para llevar a cabo sus actos de terrorismo de estado.
Israel, dentro del concepto ampliamente manejado por los neocon de guerra de civilizaciones, prefiere enfrentarse a una fuerza islámista y a una sociedad islamizada que a una sociedad laica y aconfesional. Efectivamente, con sus acciones de la última década Israel ha conseguido hasta ahora y sigue consiguiendo lo que en 60 años no consiguió Mujama, la antecesora de Hamas, que procedente de los hermanos musulmanes de Egipto tenía el mismo objetivo: islamizar Palestina.
En los años 70, 80 y principios de los 90, las mezquitas en Palestina estaban prácticamente vacías, la mayoría de la población, sin poder afirmar que fuera aconfesional, si podría definirse como religiosa no practicante. Sin embargo la dureza in crescendo de la ocupación, la implantación de nuevas estrategias de asfixia social y económica (el muro, las carreteras que unen colonias separando el territorio palestino, la pérdida de confianza en occidente y en sus organismos), han llevado a que la población palestina desesperada vuelva su mirada hacia la religión.
Por supuesto hay más factores que provocan el ascenso de Hamas, como el hecho de que tenga unas importantes estructuras caritativas o unas milicias armadas fuertes y combativas a las que la gente considera su verdadero ejercito, sin olvidar las nefastas políticas implementadas durante estos últimos años por la Autoridad Palestina, siempre en manos de Al Fatah.
Siendo todo ello causas necesarias para la ganancia de simpatía entre la población palestina por Hamas, es indudable que las políticas de ocupación israelí, en vez de debilitarles ante su sociedad, les dan más peso y legitimidad.
Limpieza étnica
El ataque de Israel a la Franja de Gaza no es sino un capítulo más dentro del plan establecido por el sionismo hace cien años para desarabizar el territorio de Palestina y proceder a su judeización. Para ello resultaba fundamental destruir las estructuras identitarias árabes, en lo económico, político y social. Estas estructuras, históricamente plurales e integradoras, tenían que ser sustituidas por un modelo de sociedad empobrecida, dependiente y con un marcado carácter confesional a la que confrontar, dentro de un contexto regional desarabizado y con las estructuras propias de una sistema neoliberal.
El sionismo desde su inicio se plantea la expulsión de la población autóctona y la confiscación de las tierras, como describe Herzl, fundador del sionismo, en su libro Estado Judío (1896): «Hay que expulsar discretamente a la población miserable(población indígena palestina) a través de la frontera negándoles el empleo…Tanto el proceso de expropiación como el de deshacerse de los pobres debe llevarse a cabo discretamente y con disimulo.» En otro párrafo de dicho libro Herzl escribe: «Allí (en Palestina) deberíamos ser un trozo de la muralla europea contra Asia, un puesto avanzado de la civilización frente a la barbarie» Este concepto, que movilizó a los poderes mundiales en aquel entonces, léase el Imperio Británico, es el que mueve al mundo occidental y concretamente al imperialismo norteamericano a proteger sin reservas a la sucursal del capitalismo en el Mundo árabe: el estado de Israel. Hoy en día el muro del Apartheid que el estado sionista construye en el interior de Cisjordania representa y materializa este concepto tan antiguo como actual.
El objetivo del plan de limpieza étnica que se estableció en el 1 Congreso Mundial Sionista en 1897, se va gestando posteriormente y se concreta en los años 40 en la llamada Casa Roja, la sede del sindicato sionista, como describe pormenorizadamente Ilan Pappe en su libro «La limpieza Étnica de Palestina«. La actualización de dicho plan de limpieza étnica se produce con cada nuevo equipo que dirige el país. Cada gobierno, sencillamente le da un matiz, un color, pero la esencia colonial del estado de Israel permanece inalterable: la ocupación es un asunto de estado, no de gobierno.
En la primera mitad del siglo XX se planificaron acciones como la masacre de Deir Yassin o de Qaffar Qassem, la toma de Jerusalén o la expulsión de los beduinos del Negev . El Plan Dalet, diseñado por un grupo de sionistas liderados por David Ben Gurion, recoge parte de las estrategias a implementar en este proceso a largo plazo de limpieza étnica. En el siguiente párrafo de dicho plan se puede apreciar el carácter racista y se pueden reconocer las prácticas largamente utilizadas por el sionismo: «Estas operaciones pueden llevarse a cabo de la siguiente manera: ya sea destruyendo las aldeas (prendiéndoles fuego, volándolas y poniendo minas entre los escombros) y en especial aquellos asentamientos que resulta difícil controlar de forma constante; o bien organizando operaciones de peinado y control según estas directrices: se rodea a las aldeas, se realiza una búsqueda dentro de ellas. En caso de resistencia, las fuerzas armadas deben ser liquidadas y la población expulsada fuera de las fronteras del estado».
De aquellos actos macabros, de aquellos crímenes de guerra a los recientemente cometidos, como la masacre de Jenin en 2002, el cerco a Nablus en 2003, los ataques a Gaza en 2006 o la última operación llamada «plomo fundido», las únicas diferencias son las coordenadas espaciotemporales y la sofisticación de las maquinarias de guerra. El objetivo de limpieza étnica permanece inalterable y el espíritu de desprecio absoluto por todo aquello que no sea judío, también.
Nacional-socialismo y Nacional-sionismo
El comportamiento del ejercito israelí nos trae a la memoria duros y terribles recuerdos. El nacional socialismo durante los años 40 se dedicó a encerrar en guettos y campos de concetración a cientos de miles de judíos, junto a comunistas, homosexuales y gitanos entre otros. Allí les torturaban, les mataban de hambre, experimentaban con ellos, no les daban medicamentos para tratar sus enfermedades, les humillaban, les intentaban deshumanizar hasta límites insospechados…..
El campo de concentración de Gaza es muy similar, también allí les torturan con vuelos rasantes, aviones espias, bombas de sonido y luz a cualquier hora del dia y de la noche, imposibilidad de movimiento. Impiden a los camiones de la ONU que lleve los alimentos y medicamentos que las población necesita, destruyen los almacenes de comida y medicinas, aunque pertenezcan a la ONU (reserva moral del sistema capitalista), experimentan con ellos como ratas de laboratorio… Pero además, en este caso, el nacional sionismo, tras encerrar a la población en un gueto, les dispara con modernas ametralladoras, con fusiles de asalto, les bombardea, con letales misiles disparados desde los modernos Apache o F16 y les lanza bombas con materiales prohibidos como el Fósforo Blanco. Destruye casas e infraestructuras y con su ingente arsenal bélico asesina cobardemente a hombres, mujeres, ancianos, ancianas, personas con discapacidad, niños y niñas, recién nacidos, no nacidos en las tripas de sus madres. En 3 semanas mas de mil trescientas personas asesinadas, mas de 4000 heridas. La inmensa mayoría civiles no combatientes. Todos ellos seres que no pueden huir, seres humanos que no pueden escapar de los ataques porque están rodeados por muros y tanques que siembran muerte y destrucción, seres a quien el enemigo deshumaniza para poder asesinar sin remordimientos y con convicción.
Desgraciadamente, lo ocurrido no es nada nuevo para el pueblo palestino y cualquiera que tenga un mínimo de conocimiento sobre el tema sabe que Hamas, es solo la excusa actual para perpetrar dichos crímenes pues estos mismos actos de terror entre la población civil los llevan cometiendo durante décadas.
No pretendo comparar los crímenes cometidos por los nazis durante la segunda guerra mundial con los cometidos por los israelíes durante más de 60 años. Tampoco estos se pueden comparar con los millones de indígenas que el imperio español asesinó en America latina durante los siglos XVI y XVII. No, efectivamente, no se pueden comparar los sufrimientos, cada uno es diferente, único y absoluto. Pero sí pueden hacerse reflexiones, análisis y llevar a cabo paralelismos sobre sus causas. No tenemos que tener miedo a llamar a las cosas por su nombre y la historia nos debería servir para aprender a no cometer los mismos errores, para ello es fundamental hablar sin tapujos ni tabúes de todo lo acontecido.
Y si analizar la historia para extraer conclusiones es importante, aún lo es más romper el monopolio sobre el dolor, el sufrimiento y el victimismo.
Indudablemente desde hace medio siglo este monopolio esta en manos de Israel. El sionismo, movimiento mesiánico-nacionalista de carácter racista, ha utilizado repugnantemente, desde sus inicios, a las victimas del holocausto para obtener rédito político y como un excelente croupier se saca de la manga una película o un acto sobre el holocausto cada vez que su imagen pública esta siendo dañada por alguna de sus acciones bélicas. Sin embargo deja patente que su desprecio hacia el resto de las victimas, incluidas las que fueron brutalmente asesinadas junto a los judios en los campos de exterminio, lease gitanos, homosexuales, comunistas,…, es el mismo que sienten por los árabes, musulmanes y cristianos, en vida.
En algunos países es delito negar el holocausto nazi o hacer comentarios inapropiados al respecto. Sin embargo, en Israel estos mismos días varias cadenas de televisión han emitido programas en los que se hacían parodias de los muertos palestinos, de las mujeres, hombres y especialmente de los niños y niñas asesinadas en escuelas y guarderías. Eso no es delito, ni tan siquiera mal gusto, los muertos palestinos no tienen el mismo rango, no se cuentan dentro de ese concepto liberal de «victimas del terrorismo».
«Los muertos de los demás no son importantes, sobre todo si los causamos nosotros», «las personas que nosotros asesinamos, se lo merecen». Estos son los mensajes que con su actitud arrogante, prepotente y fascista lanzan al mundo. Y lo peor de todo es que esas ideas son las que subyacen en las mentes de la inmensa mayoría de los israelíes. El nacional sionismo lo impregna todo y a todos alecciona.
El mundo, ante esta apropiación indebida de significante, significado y valor, calla; no protesta por miedo a ser tildado de «antisemita» ¡Pero si hasta ese término se lo han apropiado! Pues semitas eran todas las tribus que compartían unas determinadas particularidades lingüisticas, como los hebreos, pero también otras tribus árabes como los amoritas, filisteos, babilonios, etc…,
Otro de los comentarios recurrentes cuando la gente ve con una mezcla de incredulidad y espanto a los palestinos muertos y heridos por televisión es:»Con lo que ha sufrido esta gente, cómo pueden hacer ellos ahora lo mismo» A toda esa gente bien pensante deberían decirle que la mayoría de jóvenes que están asesinando impunemente a cientos de personas en sus casas, en las calles, en las escuelas, en lugares sagrados, la mayoría de esos jóvenes israelíes han sufrido el holocausto de la misma forma que usted y que yo: viéndolo en formato de películas, leyendo al respecto y sintiendo un dolor inmenso por las terrible y crueles masacres que los nazis cometieron en tan negro periodo de la historia.
No, esos soldados adiestrados en el más absoluto de los odios a lo diferente, especialmente a lo indígena y concretamente a lo palestino, no han sufrido el holocausto y la mayoría de sus familias tampoco (ver www.breakingthesilence.org). Muchos de esos jóvenes soldados vinieron de Argentina, Nueva York, Francia, Perú, Etiopía, Sydney……algunos quizá hace tan solo unos meses, otros hace unos años. Algunos, como la cantante Noa, fueron a Israel, precisamente para hacer el servicio militar, ella que con tanto candor se vende como la perfecta pacifista. Muchos de los soldados cuyos padres llevan más tiempo en Palestina tampoco sufrieron el holocausto pues su pensamiento sionista les alejó de Europa en ese periodo. Los judíos que en mayor medida sufrieron las brutalidades del holocausto fueron los llamados asimilacionistas, aquellos que se oponían a la idea nacional sionista, que curiosamente, coincidía con la idea nacionalsocialista de crear un estado exclusivo para los judíos fuera de Europa, de ahí los contactos y acuerdos entre el nazismo y sionismo (existe mucha bibliografía al respecto como el bien documentado «Eichmann en Jerusalén» de Hannah Arendt). A estos judios que en muchos casos fueron llevados contra su voluntad a la tierra de Palestina los judíos sionistas les recibían con evidente desprecio por no haber querido participar de forma voluntaria en la creación del estado de Israel, por no haber elegido ser un «pionero». De hecho, hasta hace un par de años, las pensiones que les pagaban a los pocos supervivientes del exterminio eran realmente irrisorias y tuvieron que movilizarse ellos y sus familiares, incluso con manifestaciones, para exigir un montante que les permitiera vivir con dignidad.
De todas formas, es obvio que el sufrimiento del holocausto en familiares o conocidos tampoco puede otorgar a nadie bula para cometer crímenes de guerra, ni eximir a nadie de culpa por la participación en crímenes de lesa humanidad.
El holocausto, desgraciada y repugnantemente, ha sido y es un instrumento político que le sirve a Israel en su lucha por la pervivencia del estado y lo utiliza como garante de la impunidad permanente ante sus actos criminales. Ello a pesar del desprecio y abandono que ha mostrado de puertas a dentro hacia los supervivientes de dicho genocidio.
Otra de las mentiras recurrentes del nacional sionismo es la de que todos los judíos del mundo forman un solo pueblo, que son el pueblo elegido y que la tierra de Palestina les corresponde por mandato divino. Para desmontar esa afirmación no hay mas que conocer a los judíos organizados del mundo que no se sienten parte de esa mentira y la denuncian, como los integrantes de la Red judía antisionista. O leer a diferentes escritores israelíes exiliados como Gilad Atzmon, Ilan Pappe o Israel Shahak, entre otros. Éste último, en su libro «Historia judía, religión judía» escribe: «mi oposición básica al sionismo descansa en algo más profundo que en una reacción a lo que el sionismo les está haciendo a los palestinos o a los árabes. Me habría opuesto al sionismo incluso si el estado judío hubiera sido fundado sobre una isla desierta que hubiera emergido de la nada en el océano, porque pienso que sus premisas básicas acerca de los judíos y de la raza humana en su totalidad son incorrectas».
Y es que si por algo se caracteriza el nacional sionismo es por su carácter racista. Al igual que el nacional-socialismo, el nacional-sionismo también sueña con el concepto del «hombre superior». En esta ocasión la característica principal no es que sea ario, sino que sea judío. Pero no un judío cualquiera: un judío fuerte, atlético, inteligente, agresivo con lo ajeno y protector de lo propio, de lo idéntico y que además luche por la creación de un estado nacional étnicamente puro, el estado judío de Israel.
Otra similitud entre ambos movimientos nacionalistas es su expansionismo. El territorio para el nacional socialismo iba más allá de un único estado y aspiraba a dominar un amplio territorio denominado Imperio Germánico. El nacional sionismo por su parte tampoco se contenta con el 78% del territorio de la Palestina histórica, su objetivo es el dominio del Gran Eretz-Israel. Como su bandera indica, todo el territorio desde el Nilo al Eufrates debe ser judeizado.
Aunque, como he dicho al principio, los sufrimientos son únicos e incomparables, es indudable que tanto los principios racistas fundacionales del nacional-sionismo, como los del nacional-socialismo (que copia parte de sus principios del primero, históricamente anterior), así como los objetivos prepotentes y megalómanos, y no menos las herramientas para implementar sus políticas xenófobas, coinciden.
Richard Falks habló de «preludio al genocidio» en referencia a la situación de la población de Gaza antes de los ataques. A día de hoy y tras 60 años de expulsión, desahucio, sufrimiento y lucha, creo que podemos hablar, desgraciada y tristemente, de genocidio al referirnos a lo que ha sucedido en la Franja de Gaza estas tres semanas pasadas. Un genocidio dentro del plan de limpieza étnica, en el que los palestinos no son sino la victima primera del sionismo expansionista y criminal.
Gracias a la inestimable ayuda, en forma de silencio, apoyo o exculpación, de los organismos internacionales y con la colaboración necesaria de los gobiernos occidentales estos actos de guerra quedaran impunes. A los líderes mundiales les ha faltado tiempo para correr a abrazar a Olmert , para recordarle su amistad, para asegurarle que harán lo imposible para que no pasen más armas por los túneles hacia Gaza. ¡Como si ese fuera el problema! Ni una palabra de condena ante los ataques israelíes tipificados como crímenes de guerra por la legalidad internacional. Ni una palabra de pésame a los familiares de las personas brutalmente asesinadas, heridas. Ni una mención a la ocupación, causa primaria y primigenia de desestabilización en la región. Tan solo, una vez mas, ayuda y caridad para el pueblo palestino. Reconstrucción para que, más adelante, Israel tenga algo que destruir. Nuevamente, los gobiernos occidentales con sus actos demuestran de qué lado están, dejando claro su desprecio por el derecho internacional al castigar la violencia del ocupado, resistencia legítima desde el punto de vista de la legalidad internacional y premiar al ocupante, cuya violencia es ilegítima, ilegal e inmoral. Así son nuestros gobiernos: interesados, despreciables e inmorales. Pero seguiremos recordándoles lo que son y lo que deberían ser, garantes del derecho internacional y los derechos humanos y no participes y colaboradores de crímenes de guerra, asesinos sonrientes y desalmados hipócritas. Les seguiremos recordando que tienen la obligación de aplicar sanciones contra Israel y mientras tanto, la sociedad civil organizada seguiremos trabajando en la campaña de boicot a Israel, boicot total a toda expresión israelí que no condene las políticas racistas de su estado, esas políticas de segregación que, como dijo Ronnie Kasrils, importante político surafricano cuando en 2007 visitó Cisjordania y Gaza, son infinitamente peores que las que se implementaron en Surafrica durante el régimen de apartheid.
Me considero antisionista porque estoy en contra de toda forma de racismo y discriminación, porque defiendo el derecho de todo pueblo a existir en base a su idiosincrasia y características. Es por ello que condeno todos los fascismos y los equiparo. Los crímenes del nacional-socialismo fueron atroces y los del nacional sionismo fueron y son igualmente execrables. Los sufrimientos son incomparables, pero igualmente terribles; sin embargo, entre las diferencias que definen ambos crueles e ignominiosos genocidios, hay una que me resulta especial: en este caso el mundo no podrá decir que no lo sabía.
Lidón Soriano forma parte del Komite Internazionalistak y Palestinarekin Elkartasuna (integrantes de la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina)