Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Nadia Hasan y revisado por Caty R.
La viuda Noora Nadi, de 40 años, refugiada palestina que vive en el campo de refugiados de Baqaa, 20 km al oeste de Amán, está luchando para encontrar apoyo para sacar adelante a sus tres hijos después de que su padre muriera hace dos años.
Ella habló con IRIN [1] sobre su situación y el desolador futuro que se le avecina.
«He estado luchando para alimentar a mi familia desde que mi esposo murió. La UNRWA [2] no me ayuda con asistencia económica y los oficiales del gobierno jordano me dicen que, como muchas viudas en el país, no reúno los requisitos para obtener asistencia social, ya que no cuento con la nacionalidad jordana.
Estoy pagando el precio de la decisión que tomaron mis padres de venir a Jordania después de la guerra árabe-israelí de 1967. A los refugiados que llegaron al país después de esa fecha les entregaron pasaportes temporales, pero no la nacionalidad jordana, al contrario que a los refugiados que llegaron a Jordania después de la guerra de 1948. Estos últimos pueden trabajar donde quieran e ingresar en universidades gubernamentales, pro a nosotros nos tratan como extranjeros.
A mi hijo de 22 años no se le permite trabajar para el gobierno ya que no se le considera jordano a pesar de que nació aquí.
Yo trabajo en las granjas vecinas recolectando frutas y cuidando a los animales desde el alba hasta el atardecer. Mi madre está enferma y es muy vieja para poder cuidarse sola.
No sé lo que pasará con mi familia si me pongo enferma. Nadie parece preocuparse de los refugiados que venimos de Gaza. Pedí ayuda a la embajada de Palestina para poder irme a Gaza, donde vive la mayoría de mi familia, pero me rechazaron diciendo que debido a un acuerdo con Israel no puedo ir hasta que se logre una solución permanente para el problema de los refugiados.
En Jordania me tratan como si fuera una turista millonaria. No se me permite pedir asistencia en hospitales gubernamentales para un tratamiento gratuito, mientras que las listas de espera en las clínicas de la UNRWA son interminables. Me temo que si uno de mis hijos enferma tendré que vender mis muebles para poder comprar las medicinas.
Ha llegado el invierno. Cuando llueve, el techo de la casa gotea sobre nuestras cabezas. No tengo el dinero para arreglarlo. Es más, no puedo comprar combustible para la estufa y mis hijos no tienen ropa suficiente para protegerse del frío.
Soy una refugiada que perdió todo: mi casa natal, mi marido y ahora temo que puedo perder también a mis hijos. La ONU debe hacer frente a sus responsabilidades y proporcionarme asistencia. En caso contrario, Jordania debe hacerse cargo y permitir a mi hijo que trabaje».
[1] http://es.wikipedia.org/wiki/IRIN
[2] http://www.un.org/unrwa/spanish/overview/p01.html
Original en inglés: http://electronicintifada.net/v2/article6255.shtml
Nadia Hasan y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y la fuente.