Toda guerra siempre producirá graves daños al ambiente y a las riquezas culturales y materiales de los pueblos; así como obviamente, a los habitantes del territorio agredido, y a los soldados agresores, que morirán, o sufrirán heridas importantes en su cuerpo y en su espíritu. Sin embargo, la ONU (2017) misma reafirma la advertencia de […]
Toda guerra siempre producirá graves daños al ambiente y a las riquezas culturales y materiales de los pueblos; así como obviamente, a los habitantes del territorio agredido, y a los soldados agresores, que morirán, o sufrirán heridas importantes en su cuerpo y en su espíritu. Sin embargo, la ONU (2017) misma reafirma la advertencia de Michael Gorbachev (2017): «el mundo se está preparando para la guerra».
No sólo está Trump actuando de manera imprevisible al mando de la primera potencia bélica mundial, como lo demuestra el ataque a Siria con misiles Tomahawk, aunque todo indica que fueron los terroristas los que usaron armas químicas; el ataque a Afganistán con la madre de todas las bombas, para bombardear las mismas cuevas creadas por los EEUU contra Rusia a principios de los 90’s; la permanencia ilegal de tropas de EEUU en Siria con el pretexto de combatir a grupos terroristas que los mismos EEUU crearon y abastecen; y el incremento de las mismas tropas de EEUU en Irak; sino que además, está repitiendo el mismo esquema guerrerista de anteriores gobiernos estadounidenses. En la República Bolivariana de Venezuela, dirige, apoya abierta y sistemáticamente los intentos de la MUD de crear una situación que posibilite una guerra interna en Venezuela, con el apoyo de paramilitares y de gobiernos fascistas de Latinoamérica, y por supuesto, del ejército estadounidense y de los medios internacionales de difusión de propaganda proimperialista.
No se puede calificar de menos que demencial, a la propuesta de insistir e imponerle al pueblo mayormente pacifista de Venezuela una desalmada intervención militar, auspiciada y financiada por el gobierno norteamericano. Pero todo parece ser parte de una tendencia mundial. «Claramente se distinguen los signos vitales de la guerra fría, mientras la carrera de armamentos en algunos países está en marcha». Señaló en su entrevista Gorbachov, que «la retórica de los líderes políticos en los últimos años se está haciendo cada vez más militar y los medios de comunicación utilizan sus palabras, para añadir leña al fuego». Y en casos como el de Venezuela los medios internacionales manejan un lenguaje más beligerante que los mismos políticos fascistas.
Curiosamente, es el mismo Gorbachov quién, hace más de 10 años, lideró la coordinación de la propuesta «Carta de la Tierra»; ésta es una declaración de principios fundamentales para la construcción de una nueva civilización global, justa, sustentable y pacífica. En su visión ética-inclusiva, el documento reconoce que la protección ambiental, los derechos humanos, el desarrollo humano equitativo y la paz, son interdependientes e indivisibles. Además exige; «eliminar todas las armas nucleares, biológicas, tóxicas y otras de destrucción masiva» (2007).
Este documento, que ha sido traducido en varios idiomas, pide previsibilidad ante el agotamiento de algunos recursos, a fin de crear un escenario favorable para evitar nuevas guerras. Por ello, solicita prudencia, recato y austeridad responsable en la utilización de los recursos naturales y frenar el apasionado consumismo que la humanidad entera ha asumido.
Hemos sobrepasado los límites bio-físicos del planeta e hipotecado la biocapacidad de la misma. Nuestra huella humana global, supera más del 80%. En otras palabras, nuestras próximas generaciones difícilmente disfrutarán de muchos servicios de nuestra naturaleza y ojalá, podamos evitar la tan anunciada catástrofe ecológica-social en camino, que se manifiesta en:
– Aceleración del número de especies en extinción.
– Los múltiples desajustes geo-ecológicos que vienen ocasionando los cambios climáticos y los déficits de los límites bio-físicos planetarios.
La pérdida de algunos de estos servicios de la naturaleza-en su uso, manejo, sobre-consumo y contaminación-se han valorado y determinado en términos exponenciales entre 1950-2010. Por ejemplo: el consumo de agua se multiplicó por 10; el de energía por 50; consumo de fertilizantes nitrogenados por 7. Con consecuencias análogas para los niveles de contaminación y sobre-producción. Por ejemplo: las emisiones de dióxido de carbono se multiplicaron por 5; la acidificación de los océanos aumentó en 30 veces; la pérdida de bosques se elevó en 30 veces. Habiéndose aumentado en 40 veces la captura de peces y la producción de camarones en 6 veces.
Otros tantos gráficos, cifras y proyecciones se pueden apreciar en la investigación de Aguado (2017) quién nos agrupa y cabalmente explica, lo que han sido los impulsores directos e indirectos de lo que se ha venido denominando «la Gran Aceleración». En estos últimos 65 años.
Esta alarma planetaria, es una permanente preocupación de miles activistas, religiosos, algunos políticos y científicos, de diferentes áreas del conocimiento; quiénes entre sus reflexiones, exponen las distintas precariedades que confrontamos, por las limitaciones de distintos recursos básicos para las innovaciones e investigaciones.
Esta etapa o momento de «la Gran Aceleración», además de ubicarnos en una crisis civilizatoria sin precedentes, nos permite comprender y entender, la urgencia o emergencia real de avanzar de manera diferente con otra lógica distinta; otra manera distinta de actuar y de relacionarnos con la naturaleza y sus disminuidos servicios.
Esto implica profundas transformaciones permanentes en nuestras maneras de pensar-actuar-reflexionar, sobre lo que nos compromete y corresponsabiliza, en nuestras formas de relacionarnos con la naturaleza.
De allí, la otra emergencia que surge, al considerar incorporar y deliberar, en nuestros debates, la razones de una eco-ética como nueva disciplina, para cambiar nuestros comportamientos, costumbres y relaciones entre nosotros y con la naturaleza y el multiverso en general.
La eco-ética es una base ideológica fundamental para los distintos instrumentos de lucha, que debemos utilizar en la defensa y recuperación de nuestros ecosistemas.
La eco-ética conlleva, implícita, nuevas normas internas para nuestro ser, las cuáles han de amalgamarse, con las normas, leyes y postulados que nos ha estado brindando nuestra madre naturaleza.
Se trata de transitar hacia una nueva civilización planetaria, que promueve la construcción de una cosmobiología diferente, a la impuesta por Occidente, sobre la base de la explotación mecánica-extractivista y de la acumulación financiera e individualista, y que se soporta en la ideología fragmentaria y diversionista que la caracteriza.
Nuestra eco-ética, se está construyendo, a partir de un entramado de interrelaciones bióticas y abióticas, todas complementarias entre ellas y de donde ha de emerger la nueva cosmobiología que se establecerá y reproducirá en nuestras relaciones sociales.
Tanto la eco-ética como la nueva cosmobiología tienen su episteme en entender que nuestra «Gaia» es un ser viviente. Como tal deben privar los equilibrios en la lógica-razón y en el afecto-cuido de nuestras relaciones con ella. Es definitivamente imperativo y posible transformar nuestros pensamientos y ser diferentes. Como tales, ir incidiendo en la nueva coresponsabilidad social, que a cada quien nos toca asumir entre los cambios sociales y políticos en camino.
La cosmobiología y la eco-ética de la nueva era van de la mano. Se dan en reproducciones simultáneas y recursivas, construyendo los distintos paradigmas para la nueva civilización que se edifica. Son nuevos conceptos, categorías y criterios por discernir, debatir y ampliar, bajo nuevas racionalidades ambientalmente sustentables en contraposición a lo que los pequeños sectores dominantes de la sociedad habitualmente nos han impuesto y nos han acostumbrado a aceptar.
Recordemos, que nosotros también somos Tierra. Poseemos las mismas bases bioquímicas que la «Gaia» sustenta. De allí nuestra inequívoca relación directa con ella. Estamos obligados a respetar sus procesos y articulaciones en lo físico, lo químico y biológico de tal forma, que el resultado es siempre favorable a la vida. Todos sus elementos están dosificados de una forma muy sutil, como sólo un organismo vivo puede hacerlo. De allí la nueva racionalidad que debemos asumir y vivenciar para que se faciliten las transformaciones necesarias.
Como bien lo han venido argumentando distintos cosmobiológos, entre ellos, Harthaway y Boff (2014). La nueva cosmobiología no se puede ver, ni entender como un cosmos fragmentado, compuesto de una suma de seres inertes y desconectados. La nueva cosmología ve el multiverso, como el conjunto de sujetos relacionales, todos inter-retro-conectados. Espacio, tiempo, energía, información y materia son dimensiones de un único gran todo. Incluso los átomos, más que partículas, son entendidos como ondas y cuerdas en permanente vibración. Antes que una máquina, el cosmos, incluyendo la Tierra, se muestra como un organismo vivo que se autorregula, se adapta, evoluciona y eventualmente, en situación de crisis busca un nuevo equilibrio.
Venezuela, en particular, vive tiempos de desestabilización social, incertidumbres e improntas terroristas. Esto tiende a abrumarnos. Pero tales condiciones, nos exigen aún más, no bajar la guardia y hacer todos los esfuerzos necesarios, por encontrar los equilibrios necesarios en nuestras relaciones sociales y con el ambiente.
Definitivamente debemos entender, que la degradación ambiental y la degradación humana están íntimamente ligadas y deben trabajarse integralmente en cualquier espacio y dimensión que se requiera, para avanzar en la construcción de la nueva civilización planetaria y evitar el holocausto que se nos tiene anunciado. Para eso necesitamos la eco-ética
La valentía y los compromisos que compartimos, los que creemos y fomentamos la justicia, la paz y la sustentabilidad para la vida, nos invitan a no perder la sindéresis, el recato y la modestia en cualquier escenario por venir, en la defensa de nuestra Patria y la Madre Tierra.
Referencias Bibliográficas
Aguado, M. (2017). Llamando a las puertas del antropoceno. Iberoamérica Social: revista-red de estudios sociales VII, pp. 41 – 59. Recuperado en http://iberoamericasocial.com/llamando-a-las-puertas-del-antropoceno/
Carta de la Tierra (2007). en línea. http://www.igsustentable.ugto.mx/imagen/revista/carta de la tierra.pdf.
ONU (2017). Se da iniciada la Tercera Guerra Mundial. En línea: https://www.youtube.com/watch?v=5Aa0h0huuCk 8 Abril 2017.
Gorbachev, M., (2017) «El Mundo se está preparando para la guerra». En línea: http://www.Actualidad.RT.com.
Hathaway, M., Boff, L. y Capra. (2014). «El Tao de la Liberación. Una Ecología de la Transformación. Ed. Trotta. Madrid, España.