Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Durante muchos años he creído que los dirigentes israelíes no tienen rival el arte de decir una cosa y hacer otra. Pero Mubarak ha demostrado que me equivocaba. Apareció en la televisión para decir a los egipcios que se quedará unos meses más porque sólo él puede restaurar la estabilidad y garantizar que continúe después de su retiro. Horas después sus matones lanzaron un violento ataque contra los manifestantes pacíficos por la democracia en la Plaza Tahir de El Cairo.
Dicho sea en su favor, el primer ministro de Gran Bretaña, David Cameron, fue el primer dirigente occidental dispuesto a indicar que no fue engañado. Con el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon a su lado, salió del Número 10 de Downing Street para decir que si el «régimen» de El Cairo «auspicia o tolera» la violencia, sería «indigno» y que una acción semejante es completamente inaceptable.
Hay que reconocer que los presentadores y periodistas de las noticias televisivas de BBC World Service hicieron las preguntas correctas sobre quién estaba tras la violencia, casi desde el momento en que comenzó. Con poco tiempo para reflexionar, el editor de Medio Oriente, Jeremy Bowen, presentó un excelente informe en el cual dijo lo siguiente: «Las manifestaciones pro Mubarak fueron bien organizadas, nada espontáneas. Autobuses numerados llevaron a los partidarios. Muchas pancartas parecían hechas por pintores profesionales.» Este informe también entrevistó a un manifestante pro democracia que dijo: «Mubarak destruirá toda la nación antes de irse». El informe concluyó mientras Jeremy, ante la cámara, comentaba: «No se irá tranquilamente».
La secretaria de Estado de EE.UU. Hillary Clinton, apareció finalmente en la misma página que el británico Cameron. Telefoneó a Omar Suleiman, el nuevo vicepresidente de Mubarak (el jefe de inteligencia de la policía estatal de Egipto durante dos décadas, considerado por el Mossad de Israel como colega en una causa común). Clinton condenó la violencia y dijo que hay que buscar a los responsables de lo que fue «un intento evidente de intimidar a los manifestantes». También dijo a Suleiman que la transición a una sociedad más democrática debía comenzar «ahora». (Cuando los periodistas preguntaron posteriormente qué significaba «ahora», un portavoz dijo: «Ayer»).
Extraoficialmente, los diplomáticos occidentales parece que no tienen dudas de que la violencia fue dirigida por algunos agentes de la seguridad estatal de Mubarak, incluidos policías sin uniforme. Por desgracia para el régimen algunos policías no dejaron sus tarjetas de identidad y éstas aparecieron en poder de los matones cuando los manifestantes pro democracia los agarraron y cachearon.
La estrategia del régimen de Mubarak fue (y al escribir estas líneas sigue siendo) desacreditar a los manifestantes pro democracia provocando en los egipcios un miedo abrumador hacia la inseguridad y por lo tanto una inclinación a ponerse de parte del gobierno basándose en que el fin de las protestas contra Mubarak es esencial para que vuelva y se mantengta la estabilidad.
¿Y el propio Mubarak? Imagino que cree que si puede librarse de los manifestantes puede aprovechar el tiempo que piensa que le queda en el poder para crear un nuevo orden que continúe cuando se haya ido. Es sin duda alguna el resultado que desean Netanyahu y Cía. De modo que deben de haberse alegrado muchísimo cuando Mubarak o alguien en su círculo íntimo (gobierno o partido) dio luz verde a los matones del sistema para lo que Mohamed El-Baradei calificó correctamente de «acto criminal».
En teoría, ahora serán los generales de Egipto quienes decidirán cuándo se va Mubarak. El problema es que muchos de ellos son profundamente corruptos, y a pocos, si es que hay alguno, les gustará la idea de decirle que se acabó su tiempo.
Puede que sea necesario un llamado telefónico de Obama a uno de ellos para que suceda.
Si no sucede, Egipto puede dirigirse en lo que queda del prolongado mandato de Mubarak hacia el colapso económico y el caos total, incluso hacia algo que se parezca a una guerra civil. (No creo que los acontecimientos demuestren que tiene razón la señora que dijo a Jeremy Bowen de la BBC que Mubarak destruirá todo antes de irse. Pero podría ser el caso).
NOTA AL PIE
Hace poco un amigo judío antisionista me llamó para preguntarme qué pienso que se propone actualmente el Mossad. Dije que pienso que no es imposible que algunos de sus mejores contactos en El Cairo estén aconsejando al régimen de Mubarak sobre lo que tiene que hacer para prolongar su existencia. También le dije que pienso que es muy probable que agentes y recursos del Mossad en lo más profundo de las instituciones de inteligencia, militares y políticas de otros Estados árabes cruciales estén ayudando a sus gobernantes a formular estrategias contra la democracia.
* Alan Hart ha sido corresponsal extranjero de ITN y de Panorama de la BBC. Ha cubierto guerras y conflictos por todas partes del mundo y se especializó en Medio Oriente. Autor de: Zionism: The Real Enemy of the Jews: The False Messiah. Tiene su blog en www.alanhart.net
rCR