Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
Los partidos de derecha de Israel culpan a las organizaciones de derechos humanos de ayudar a lo que ellos llaman «campaña para deslegitimar a Israel», y los han convertido en un chivo expiatorio.
El «precio» puesto el martes al grafiti pintado en la casa de Hagit Ofran, de «Paz Ahora», forma parte de una campaña de deslegitimación constante contra las organizaciones de izquierda. Prácticamente no pasa un día sin que los activistas por la paz sufran amenazas de muerte o daños en su propiedad. En la víspera del día de conmemoración del 16 aniversario en honor del ex primer ministro Yitzhak Rabin, quien fue víctima de una campaña de incitación por la extrema derecha, parece que la lección no se ha aprendido.
Ministros y miembros de la Knesset israelí han convertido a las organizaciones de derechos humanos en chivos expiatorios. Los partidos de derecha, con el primer ministro, Benjamin Netanyahu liderando la banda, culpa a estas organizaciones de ayudar a lo que ellos llaman una «campaña para deslegitimar a Israel». Esta campaña viene a cambio de terminar con la construcción de asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este, que atormentan a los seguidores de Israel en todo el mundo.
Con el inicio de la sesión de invierno de la Knesset, Netanyahu salió en apoyo de un proyecto de ley presentado por su íntimo confidente, el diputado Ofir Akunis (Likud), que prohibiría a las organizaciones «políticas» no gubernamentales recibir donaciones de más de 20.000 NIS por parte de gobiernos extranjeros u organizaciones internacionales. El término «ONG políticas» es el camuflaje transparente para una ley destinada a estigmatizar y trabar las actividades de las ONG que se centran en la protección de los derechos de las minorías y el control de la conducta de las agencias gubernamentales. Las notas explicativas del proyecto de ley explican que se pretende hacer frente a «las organizaciones que actúan bajo la apariencia de organizaciones de derechos humanos que tratan de influir en el discurso de carácter político y las políticas del Estado de Israel».
Considerando que no tienen ninguna justificación legal para el cierre de estas organizaciones de derechos humanos, Netanyahu y sus colegas están tratando de lograr este objetivo a través de la mayoría parlamentaria de la cual disponen. A diferencia de las donaciones de fuentes privadas sin supervisión, que también llegan a las organizaciones de derecha, las organizaciones de derechos humanos reciben la ayuda de organismos legítimos como las Naciones Unidas y la Unión Europea, que respetan escrupulosamente las normas de transparencia.
El apoyo activo del primer ministro a este ridículo proyecto de ley demuestra que no ha interiorizado las enseñanzas de Vladimir Jabotinsky o el legado de Menahem Begin sobre la esencia de la democracia. Todo lo que podemos hacer es instar a sus colegas que se preocupan por la preservación de la democracia de Israel -y en primer lugar al vocero de la Knesset, Reuven Rivlin (Likud)- para que no se aparten del camino.
El ‘precio’ al Grafiti en la entrada de «Paz Ahora» dedicado a Hagit Ofran donde se lee:»Ofran, Rabin te está esperando». Foto: Tomer Appelbaum