Las encuestas muestran que la agresión israelí a Irán cuenta con el apoyo abrumador de los votantes. En parte, esto se debe a que los dirigentes “progresistas” de Israel llevan décadas preparando el terreno, exigiendo un ataque a Irán para mantener el dominio israelí.
Las personas progresistas de Occidente que quieren criticar a Israel suelen opinar que el primer ministro Benjamin Netanyahu es el origen de los problemas del país. Hacen hincapié en su corrupción, sus intentos de evadir la cárcel o su necesidad de atraer a quienes están más a su derecha para explicar desde la ampliación de las colonias en Cisjordania hasta el genocidio que se está cometiendo en Gaza.
Ahora hablan de la agresión de Israel a Irán como si fuera la guerra de Netanyahu, pero las opiniones dentro de Israel, incluidas las de los “israelíes progresistas”, sugieren lo contrario. De hecho, la guerra contra Irán ha sido históricamente, así como actualmente, impulsada y apoyada por todo el espectro político sionista, desde la izquierda hasta la derecha.
Es importante entender esto para apreciar el abrumador apoyo existente en Israel al actual ataque ilegal a Irán. Las encuestas demuestran que esto es así.
Un reciente sondeo dirigido por la Universidad Hebrea de Jerusalén Agam Labs muestra que los israelíes apoyan masivamente la agresión contra el país vecino, mientras que apenas un 16% se oponen. Ese 16% está muy condicionado por el 68% de palestinos [de Israel] que se oponen (20% no está seguro, 12% apoya). Entre los israelíes judíos, menos del 5% se opone.
Esto se ha visto reflejado durante mucho tiempo en los líderes políticos de Israel, incluida la llamada oposición.
Menos de una semana antes del ataque, el líder de la oposición israelí Yair Lapid reprendió a Netanyahu por no haber atacado antes a Irán. En un podcast de [el diario israelí] Haaretz dijo:
“Habría sido posible manejarlo de otro modo, de tal manera que se infligiese un duro golpe a Irán, un golpe que tendría el potencial de derribar el régimen iraní, porque colapsa la economía, que estaba en problemas de todos modos… era simplemente una oportunidad mucho mejor, una de las muchas oportunidades que no se han aprovechado”.
No es infrecuente que una figura asociada a la clase progresista israelí sea más beligerante que el propio Netanyahu cuando se trata de Irán.
En sus memorias, el antiguo líder laborista y primer ministro Ehud Barak alardea de ser más “halcón” que Netanyahu respecto al tema de atacar Irán cuando era ministro de defensa entre 2009 y 2013. Barack, a menudo apodado “Míster Seguridad” en Israel, no creía que Irán supusiera una “amenaza existencial”; a sus ojos, se trataba de cambiar el equilibrio regional de poder y evitar la pérdida del monopolio nuclear israelí en la región. Barak quería impedir la “zona de inmunidad” de Irán, donde ya no era posible dañar significativamente el programa nuclear iraní. Su idea era transmitir a los iraníes el mensaje de que “siempre podríamos volver a atacar” y que no merecería la pena reconstruir sus instalaciones nucleares.
De modo que Irán siempre ha sido una cuestión política que Barak y muchos otros han sugerido que debe tratarse con agresividad y beligerancia. Y la mayoría de los israelíes lo apoyan. ¿Cuál es el objetivo ahora, más concretamente?
Según el jefe israelí del Consejo de Seguridad Nacional, Tzachi Hanegbi (Likud), Israel ni siquiera espera destruir por completo el proyecto nuclear iraní, porque lo considera imposible. En una entrevista concedida el pasado sábado a la radiotelevisión pública, Kan declaró que el objetivo era forzar a los iraníes a un nuevo acuerdo nuclear con Estados Unidos. Las noticias del Canal 12 informaron entonces de que el cálculo del gobierno antes de su ataque a Irán era que costaría entre 800 y 4.000 vidas israelíes. Un precio que evidentemente merecía la pena pagar para conservar la superioridad militar en la región.
Ehud Barak reafirmó la valoración de Hanegbi sobre un posible logro militar. El sábado, dijo a Christiane Amanpour en la CNN:
“A mi juicio, no es un secreto que Israel por sí solo no puede retrasar el programa nuclear de Irán por un período de tiempo significativo, probablemente varias semanas, posiblemente un mes, pero ni siquiera EE.UU. puede retrasarlos más de unos cuantos meses”.
Por lo que Amanpour se pregunta: “¿entonces, cual es el objetivo?”.
Barak comienza a mascullar:
“Umm, es problemático, aunque tiene una justificación desde el punto de vista de Israel. Ummm, bueno, en lugar de quedarnos sin hacer nada, nuestro gobierno siente que tiene que hacer algo… probablemente si vamos con los estadounidenses podemos hacer más”.
Barak repite lo de la “zona de inmunidad” y la idea del “umbral” por las que siempre ha apostado:
“Mi parecer es que como Irán ya es lo que se llama una “potencia nuclear [en el] umbral”, la única manera de bloquearlo es o bien imponerle un nuevo acuerdo convincente, o bien iniciar una guerra a gran escala para derribar el régimen. Eso es algo que junto con EE.UU. podemos hacer, pero, dicho esto, no creo que ningún presidente estadounidense –ni Trump ni ninguno de sus predecesores– lo hubiera decidido».
Los “pilotos de Kaplan”
El sábado por la noche un misil iraní alcanzó Tel Aviv muy cerca del principal cuartel militar de Israel, en la calle Kaplan. Este cuartel militar, conocido como HaKirya, está situado en una de las zonas civiles más bulliciosas del país, junto al centro comercial Sarona, al lado del Museo de Tel Aviv y cerca de muchas viviendas. Sin duda, si Hamás tuviera su cuartel general en una zona así, sería para Israel un pretexto más para su eterna afirmación propagandística de que “Hamás utiliza a civiles como escudos humanos”.
La calle Kaplan también es conocida en Israel por algo completamente distinto al cuartel militar: la avenida ha sido escenario de las manifestaciones masivas (antes del 7 de octubre de 2023) contra la reforma judicial del gobierno. Estas protestas se denominaron a menudo las “manifestaciones de Kaplan”. Así, también ocupa un lugar icónico en el pensamiento liberal israelí como significante de “democracia”. El viernes, Orna Berry, que es una empresaria y exjefa científica del gobierno israelí, tuiteó el meme: «En este momento, todo Kaplan está por encima de Teherán. Volved en paz». Con ello ofrecía su apoyo a los pilotos que también han destacado en el movimiento de protesta por la “democracia” israelí y que ahora son los que atacan a Irán. De hecho, muchos de esos mismos pilotos que bombardean a niños en toda Palestina también se consideran progresistas, y el público israelí generalmente dice que son “los mejores”.
Así es como la opinión pública israelí ve la agresión a Irán. Aunque no sepan exactamente cómo van a salir de esta guerra y qué van a conseguir con ella, llevan años diciéndoles, tanto los políticos más a la izquierda como a la derecha, que atacar a Irán es una buena idea.
Seguramente Netanyahu considera que este tema puede unir realmente a la nación, y eso es algo que le encanta y que necesita, especialmente él mismo, en este momento. También añade una cortina de humo sobre el genocidio de Gaza y la acelerada limpieza étnica de Cisjordania.