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Crisis de petróleo en Siria

No hay salida fácil para Asad

Fuentes: Al-Jumhuriya English

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Salam Alsaadi sostiene que Irán se siente poco motivado para ayudar al régimen de Asad a resolver su aguda crisis petrolera; por otra parte, cualquier ayuda procedente de Moscú supondrá un elevado coste.

El pasado 10 de mayo, según diversas informaciones, Irán logró enviar su primer cargamento ilícito de petróleo a Siria desde la reimposición de las sanciones estadounidenses a mediados de octubre de 2018, lo que ha impedido desde entonces que los buques petroleros lleguen a Siria. Las autoridades sirias se mostraron muy cautelosas, absteniéndose de celebrar tal desarrollo y de propagar, entre la indignada población, la esperanza de que el envío pueda finalmente aliviar la grave crisis de combustible que se prolonga sin tregua desde marzo. Saben muy bien que la escasez de petróleo del país no va a resolverse a corto plazo.

Para sustituir el bloqueado petróleo iraní pagado con créditos iraníes, el régimen sirio necesita 200 millones de dólares al mes para importar crudo y productos derivados del petróleo de otros países, lo que a su vez requiere una mayor ayuda de Irán, el aliado más cercano al régimen. Sin embargo, Teherán parece no estar dispuesto a financiar las importaciones de petróleo sirias, debido, por un lado, a su propia crisis financiera, que ha minado su capacidad para apoyar a los grupos militantes y aliados políticos en la región; y, por otro lado, a su creencia en que reducir el apoyo financiero a su aliado ya no supone amenaza alguna ni para el propio régimen ni para la influencia ya profundamente arraigada de Irán en el país.

Las sanciones apuntan a Irán, no a Siria

La crisis del combustible no apunta a la efectividad del «asedio occidental» y la «guerra económica» contra Siria, algo que a los funcionarios sirios, incluido Bashar al-Asad, les gustaría que creyeran los sirios y la opinión pública occidental. Más bien indica la efectividad de las sanciones de EE. UU. contra Irán y la determinación de la administración Trump de aplicar estas sanciones de forma estricta. A pesar de las advertencias del Departamento del Tesoro estadounidense de que las entidades y personas que suministren petróleo al gobierno sirio serán sancionadas, parece que EE. UU. solo lleva a cabo estas amenazas cuando el petróleo en cuestión es iraní.

En otras palabras, el régimen sirio dispone de varias opciones para sustituir el petróleo iraní. La mayoría de las sanciones occidentales contra Siria se dirigen principalmente al círculo empresarial vinculado al régimen. Las sanciones parciales dirigidas a ciertos sectores, como la energía, la tecnología, los bancos y el petróleo, no han sido impuestas por la ONU y, por lo tanto, no impiden que Siria importe petróleo de otros países. Eso es precisamente lo que el régimen ya ha estado haciendo, negociando con Rusia, Ucrania y la Crimea ocupada por Rusia. En cualquier caso, es probable que esto siga siendo así a menos y hasta que se apruebe la «Ley de Protección Civil Siria Caesar«, que iría contra los no estadounidenses que realicen una variedad más amplia de negocios con el régimen sirio.

El régimen puede llevar a cabo acuerdos secretos, como ha estado haciendo durante los últimos años, que le han permitido recibir sustanciales importaciones de crudo iraquí desde un puerto egipcio. Cuando fue necesario, Iraq y el Líbano fueron parte de la cadena de suministro de Asad como intermediarios para enviar petróleo por tierra, suministrando alrededor del 20% de las necesidades de petróleo de las zonas controladas por el gobierno.

Otra opción ha sido permitir que los sectores privados de Siria importen combustible. Desde marzo de 2019, el gobierno sirio ha permitido que los inversionistas privados en el sector industrial importen combustible por tierra y mar durante tres meses, poniendo fin temporalmente a un monopolio estatal de décadas de duración sobre el sector energético. No obstante, el régimen parece muy cauteloso al respecto, impone diversas condiciones y restricciones y rechaza demandas del sector comercial para importar combustible.

Además, Damasco ha estado recibiendo envíos de petróleo de un aliado de Washington en Siria, las Fuerzas Democráticas Sirias lideradas por los kurdos. Las FDS controlan la mayoría de los campos petrolíferos de Siria en el noreste del país y han vendido durante mucho tiempo petróleo crudo, trigo y otros productos básicos al régimen sirio a través de intermediarios locales. Se estima que el petróleo que pasa de contrabando desde los territorios controlados por las FDS a zonas de Siria al oeste del Éufrates controlado por el régimen, es de alrededor de 16.000 barriles por día. Hasta hace poco, no existía ningún esfuerzo tangible por parte de Estados Unidos para detener estos envíos de petróleo, que han florecido durante la aguda escasez actual de combustible.

Sin embargo, recientemente, la venta de petróleo crudo al gobierno sirio, además de otros agravios socioeconómicos, ha enfurecido a los habitantes árabes de la provincia de Deir al-Zor, provocando una ola de protestas contra el gobierno de las FDS. Solo desde que estallaron estas protestas, Estados Unidos se mostró más serio respecto a poner límites a las redes de contrabandistas, llevando a cabo ataques aéreos dirigidos a la infraestructura de contrabando, incluidos los oleoductos que conectan las orillas oriental y occidental del Éufrates.

Irán no tiene intención de ayudar

Como el régimen sirio tiene bloqueado el acceso al petróleo iraní, su principal problema no es evadir las sanciones estadounidenses, lo cual le resultaría bastante posible, sino más bien asignar 200 millones de dólares al mes para las importaciones de petróleo. Esta cifra está mucho más allá de las capacidades financieras actuales de Siria y requiere la ayuda de sus aliados.

Sin embargo, Irán no parece capaz ni estar dispuesto a comprometer esa cifra por dos razones. En primer lugar, la propia economía de Irán se ha visto gravemente afectada por las nuevas sanciones impuestas por Estados Unidos. Según el FMI, se espera que el PIB de Irán se contraiga un 6% este año. Esto ha mermado su capacidad para apoyar y financiar a sus aliados y representantes en la región al estar dando señales por su parte de sobrecarga financiera. Esto está claro no solo en Siria, sino también en el Líbano, donde Hassan Nasrallah de Hizbolá ha instado a sus partidarios a enviar donaciones a su grupo. Se dice que Hizbolá se ha visto obligado a introducir severos recortes de gastos bajando salarios, retirando combatientes de Siria, cancelando programas de televisión y despidiendo personal. El lunes, incluso se informó que los militantes hutíes del Yemen estaban llevando a cabo una campaña de recaudación de fondos en nombre de la organización libanesa.

En segundo lugar, no se espera que la escasez de petróleo iraní en Siria tenga cruciales consecuencias militares desde la perspectiva de Teherán, ya que el régimen de Asad ya no se halla bajo la amenaza existencial que tuvo que enfrentar entre 2011 y 2017. El petróleo de Irán ha sido vital para que el régimen sirio alimente la maquinaria bélica de su ejército y gane la guerra. Sin embargo, a partir de 2018, el régimen, con sus aliados iraníes y rusos, ha reconquistado vastas franjas de territorio y ha derrotado en gran medida a sus oponentes. La comunidad internacional y Estados Unidos han aceptado la «realidad política» de que Asad permanezca en el poder, mientras los Estados regionales, incluidos los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, han reabierto sus embajadas. El papel del petróleo en la prestación de servicios y la satisfacción de las necesidades de la población siria es algo que a Irán le trae sin cuidado.

Influencia iraní profundamente arraigada

No se espera que la negativa de Irán a financiar las importaciones de petróleo de Siria socave su influencia en el país. Reducir la influencia de Teherán en Siria es un objetivo declarado de la administración Trump, que podría imaginar que tiene algo de qué jactarse si Irán deja de ser el principal proveedor de petróleo del régimen. Sin embargo, la influencia de Irán y su dominio han llegado ya, de hecho, a lo más profundo del Estado y la sociedad de Siria.

Irán ha desarrollado una presencia significativa e influencia a largo plazo en las instituciones coercitivas, militares y relacionadas con la seguridad del país. Las milicias apoyadas por Irán continúan expandiéndose, ocupando grandes franjas del país y superando a las propias fuerzas armadas del Gobierno. La Guardia Revolucionaria de Irán no solo está creando su propio sistema de poderes que están fuera del control del Gobierno sirio, sino que también se está integrando para convertirse en «parte indivisible del sistema«, como expresó un analista.

Además, el desplazamiento forzado sistemático, que ha formado parte de una política más amplia de «cambio demográfico«, ha fortalecido aún más la influencia de Irán en el país. El régimen ha desplazado intencionadamente a las comunidades de la oposición de ciertos lugares estratégicos, reemplazándolos por leales al régimen, principalmente chiíes. También ha presionado a las familias en las áreas recién capturadas alrededor de Damasco para que vendan sus propiedades a precios muy bajos a los agentes inmobiliarios vinculados con Irán y sus representantes, incluido Hizbolá. Además, Irán ha estado cultivando lealtades, reclutando a sirios e incluso ganando conversos a la secta musulmana chií.

En el plano económico, Irán mantiene un acceso privilegiado a la economía siria y ya está cosechando beneficios obteniendo contratos de reconstrucción y nuevas inversiones, así como notables acuerdos comerciales.

En resumen, Irán parece creer que reducir el apoyo financiero a su aliado ya no va a suponer una amenaza, ni para el régimen ni para su propia influencia bien arraigada en el país. Esto deja a Damasco sin otra opción que acudir a Moscú en busca de ayuda. Informes recientes sobre el alquiler del puerto de Tartus a Rusia durante 49 años pueden indicar que esto es precisamente lo que ha hecho el régimen. Sin embargo, Moscú, evidentemente, buscará una compensación sustancial por este gasto; es probable que la compensación incluya, entre otras cosas, la consolidación del acceso al Mediterráneo, a largo plazo y sin restricciones, a través de los puertos de Siria, así como mejores posibilidades en sectores clave de la economía siria.

Salam Alsaadi es periodista palestino-sirio, investigador y colaborador de varias publicaciones en árabe e inglés. Actualmente cursa un doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Toronto. Twitter: @AlsaadiSalam

Fuente: https://www.aljumhuriya.net/en/content/syria%E2%80%99s-oil-crisis-no-easy-way-out-assad

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.