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El boom del aceite de palma es una de las peores maldiciones para Indonesia

¡No llenemos nuestros tanques con diesel destructor de bosques!

Fuentes:

Declaración conjunta de organizaciones no gubernamentales

Un amplio grupo de organizaciones ambientales y de derechos humanos rechazamos la introducción de carburantes de aceite de palma a costa de los ecosistemas de bosque.

El boom del aceite de palma a nivel mundial es una de las peores maldiciones para los bosques tropicales y sus habitantes. Tala de bosques, envenenamiento de suelos, agua y aire por medio de venenos agrícolas, así como conflictos de tierra y empobrecimiento de las poblaciones afectadas son algunas de las consecuencias. También el hábitat de especies animales amenazadas de extinción como orangutanes, elefantes y tigres en Sumatra y Borneo se convierte a velocidades exorbitantes en víctima de la tala de bosques para la instalación de plantaciones de palma.

Precisamente, en los últimos 15 ańos se ha constatado que es necesaria la tala de bosques para la implementación de prácticamente cada nueva plantación de palma, y que el ramo productivo de aceite de palma, a menudo acaba con los bosques tropicales por medio de tala y quema para ganar nuevas superficies. La industria de aceite de palma, parcialmente financiada por bancos occidentales, constituye así uno de los más grandes destructores de los bosques tropicales en Indonesia. Según Sawit Watch, las plantaciones de palmeras aceiteras no pueden ser bajo ningún concepto, ecológica y socialmente sostenibles.

Como consecuencia de lo mencionado, hoy día apenas queda bosque tropical en las tierras bajas de Sumatra y Borneo. Es por eso que ahora ha comenzado la carrera por los últimos bosques de montańa y parques nacionales. Indonesia ya es hoy el segundo productor de aceite de palma. La enorme expansión de las superficies plantadas, solo para la producción de diesel a base de aceite de palma, constituye una amenaza extrema. Por eso, nosotros rechazamos sistemáticamente la producción de carburantes de aceite de palma, a costa de bosques primarios y otros ecosistemas asociados al mismo.

El ejemplo de la producción de celulosa en la misma Indonesia nos muestra, hacia donde conduce un boom de este tipo. Impulsada entre otros con bonos estatales y créditos de bancos alemanes, la industria indonesia de celulosa incrementó ocho veces sus capacidades desde los ańos 90. Solo en la isla Sumatra se destruyeron para ello más de 830.000 hectáreas de bosques tropicales, en gran parte de manera ilegal. El que nuestros bancos, industria y políticos se pongan ahora de parte de los carburantes de aceite de palma, nos muestra que no han aprendido nada del desastre con la industria de papel, o que cierran los ojos conscientemente. En el tren de la expansión explosiva de la industria indonesia de papel se destruyeron amplias áreas de bosques, y la implementación de plantaciones de madera fue deficiente. Financieramente, la apuesta de muchos bancos occidentales por la industria papelera en Indonesia terminó de todos modos en un desastre.

A pesar de estas experiencias la Unión Europea y el Gobierno Federal de Alemania impulsan actualmente la producción industrial a gran escala de biocombustibles, entre otros también de regiones de bosques tropicales. El cultivo de plantas tropicales que sirven para la producción de aceites biocombustibles destruirá considerables áreas de valiosos bosques. Ya la tala ilegal en los bosques indonesios es difícilmente controlable. Para nuevas plantaciones se construyen nuevas carreteras que conducen cada vez más a la tala ilegal.

Con su política, la Unión Europea es co-responsable, de que se destruyan los últimos bosques tropicales para fabricar carburantes supuestamente «renovables». Con ello recargamos a los países que aún poseen bosques tropicales de los problemas provocados por nuestro consumo. El supuesto balance neutral del clima a través de la extracción de energía de aceite de palma es una «cuenta de la vieja» que no toma en cuenta los lugares en los que van a ser sembradas las materias primas. Así, los bosques pantanosos y de turba en Sumatra y Borneo son significativos sumideros de CO2. Justo estos valiosos bosques son talados y quemados y las superficies son utilizadas para plantaciones de palma. Con ello desaparecen no sólo importantes ecosistemas, sino que también, con la destrucción de los sumideros de CO2, se relativizan las supuestas ventajas de la utilización de biocarburantes.

Ante este telón de fondo, deben establecerse criterios estrictos para la introducción de combustibles elaborados a partir de plantas. Biocombustibles a base de «restos» procedentes de la agricultura europea o del cultivo por ejemplo de colza sobre terrenos baldíos son aceptables. En vez de simplemente sustituir parcialmente el petróleo por biocombustibles, necesitamos un cambio fundamental de nuestra política energética y de transporte.

Entre otras medidas se encontrarían:
– El fomento del transporte público frente al uso de los autos particulares y del transporte aéreo
– Medidas consecuentes de ahorro de energía, como por ejemplo el establecimiento por ley de un consumo máximo de combustible de tres litros para cada 100 kms para vehículos particulares (autos de tres litros)
– La ampliación del uso de energías renovables como la solar y la eólica

Junto con organizaciones ambientales y de derechos humanos en Indonesia, como Sawit Watch o Walhi promovemos que la introducción de productos tropicales para satisfacer nuestra hambre energética, debe observar criterios estrictos. Entre estos, sobre todo:

– No se transformarán bosques primarios en plantaciones
– No se quemarán bosques para implementar plantaciones
– No certificarán plantaciones, ya que estas no son sostenibles social y ecológicamente
– Se respetarán derechos tradicionales y derechos de tierra
– No se ejercerá la violencia, no se violarán los derechos humanos, no se efectuarán desalojos ni intervenciones policiales ni militares
– Se respetarán convenios internacionales ratificados en países en los que se encuentran los cultivos, como Indonesia (entre otros sobre pueblos indígenas, biodiversidad, derechos laborales, protección de trabajadores de plantaciones, salud)
– No se financiarán ni se darán garantías estatales de Hermes a proyectos destructores de la naturaleza
– No se utilizarán plantas alimenticias para la obtención de energía
– No se ejercerá competencia frente a las plantaciones de cultivos alimentarios en los países en los que se encuentran las plantaciones
– Se fomentará la agricultura biológica que no haga uso de abonos químicos y agrotóxicos
– Se fomentarán estructuras para los pequeńos agricultores en los países de cultivo

April 2006

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22337 Hamburg

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