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Un mensaje a los empresarios en Palestina

«¡No planifiquen nuestra expulsión!»

Fuentes: Stop the wall

Las políticas israelíes de limpieza étnica de las comunidades beduinas palestinas del Valle del Jordán y de la zona Este de Jerusalén incluyen la construcción de tres municipios tipo apartheid. Una vez expulsadas, esas comunidades serían ubicadas allí. Sin embargo, en las últimas semanas los palestinos que hacen campañas y las comunidades beduinas han hecho […]

Las políticas israelíes de limpieza étnica de las comunidades beduinas palestinas del Valle del Jordán y de la zona Este de Jerusalén incluyen la construcción de tres municipios tipo apartheid. Una vez expulsadas, esas comunidades serían ubicadas allí. Sin embargo, en las últimas semanas los palestinos que hacen campañas y las comunidades beduinas han hecho grandes avances para entorpecer este plan: Han elegido directamente como blanco las empresas involucradas en la construcción de los municipios que están siendo desarrollados en la actualidad.

Uno de los municipios será construido cerca de Al Aizariya. Este lugar debería alojar alrededor de 2.300 palestinos que viven hoy en 20 comunidades beduinas en las Colinas al Este de Jerusalén en una franja de unos 14 km que llega desde Jerusalén Este a Jericó y engloba unas 4.800 hectáreas. Israel ahora considera que esta zona está dentro de los límites municipales del asentamiento ilegal de Ma’ale Adummim. Este lugar en particular alimenta serias preocupaciones sanitarias debido a su ubicación cerca de un vertedero abierto.

El Segundo está planeado en al Inweimeh en el Valle del Jordán, cerca de Jericó. Este sería el lugar para las 12.500 personas de 28 comunidades beduinas que serían expulsadas del resto de la zona Este de Ma’ale Adumim hasta Jericó y de Belén hasta Al-Ouja, al Norte de Jericó. La tierra en la que este municipio será edificado es considerada ‘tierra estatal’, es decir, para las autoridades israelíes, tierra sin dueño. De hecho, es tierra que históricamente ha sido usada por las comunidades beduinas y que ahora se les roba para permitir la expulsión del resto de su tierra.

Jamal Juma’ , coordinador de la Campaña Stop the Wall, explica como la gente realizó acciones exitosas contra este programa, contra los impactos sobre las comunidades beduinas si el programa de reubicación es aplicado, así mismo recalcando los antecedentes políticos e históricos de los planes de reubicación y usando la lucha popular parav resistir esos planes.

Poder popular versus intereses corporativos

«Hace unas dos semanas las comunidades beduinas, los comités populares dentro de Stop The Wall y el Comité Popular de Coordinación se enteraron de que tres empresas palestinas están involucradas en los programas de reubicación y en la construcción de los municipios. En el caso de al Inweimeh, una empresa ha sido contratada para hacer el planeamiento urbanístico, la segunda para el planeamiento de infraestructuras y la tercera para el reconocimiento de la tierra.

«Cuando nos dimos cuenta del hecho de que empresas palestinas estaban involucradas en este plan de limpieza étnica, organizamos inmediatamente la primer protesta frente a la empresa que estaba haciendo el planeamiento urbanístico. Éramos unos 50 activistas y representantes de las comunidades beduinas. Mantuvimos una conferencia de prensa allí mismo en la calle y los activistas pintaron grafitis en las paredes de la empresa denunciando su implicación con la política de limpieza étnica israelí. Conseguimos muchísima atención por parte de la prensa local.

«Esta acción fue organizada justo el día antes de una visita anunciada de las autoridades de ocupación israelís a al Aizariya para mostrar a los potenciales licitadores la ubicación del segundo municipio que se construirá. También estuvimos allí el segundo día.

«Los activistas y los representantes de las comunidades beduinas se enfrentaron a las autoridades israelíes y a las empresas presentes. Esta vez ningún empresario de Cisjordania se atrevió a mostrarse. Había solo tres empresas israelíes y una palestina del Naqab/Negev. Las tres empresas israelíes abandonaron la zona inmediatamente nada más ver la protesta. Después de que los beduinos le explicaran a la empresa palestina que cualquier construcción se enfrentaría a continuadas protestas y a la resistencia popular, la empresa explicó que ellos no habían sido ‘prevenidos’ del significado del proyecto y que no participarían en ninguna licitación.

«Esta protestas, el apoyo de todos los rincones de Palestina a nuestro llamamiento para detener toda participación en tales proyectos y el boicot a dichas empresas así como la continuada atención de la prensa mantienen la situación candente. En una entrevista en directo el director de la empresa del planeamiento urbanístico admitió tener otros 28 contratos con la administración civil israelí, mostrando que en realidad solo hemos tocado aquí la punta del iceberg. Durante los debates quedó claro que Israel está planeando estos municipios desde el 2011. Esto explica por qué a la Autoridad Nacional Palestina, que desde siempre quiso construir en esta tierra, nunca le fue concedido un simple permiso por parte de Israel. Al final, las compañías palestinas declararon que habían sido engañadas por la Administración Civil Israelí y que no sabían que esas localizaciones estaban pensadas para concentrar a los beduinos que serían objeto de la limpieza étnica en su propia tierra.

«Continuaremos construyendo un consenso general para que las empresas se abstengan de cualquier participación en tales proyectos o en la cooperación con la ocupación israelí de nuestra tierra. Finalmente, la semana pasada las empresas se rindieron y pidieron un encuentro con todos los involucrados. Durante estos debates prometieron cumplir con nuestras demandas. Ahora estamos esperando atentamente por su posición oficial y estaremos controlando cualquier acción futura que se tome.»

El plan de desconexión: bantustanes del siglo 21

Aproximadamente 28 mil beduinos están viviendo en la zona C, que constituye el 60% de Cisjordania. De acuerdo con los Acuerdos de Oslo, Cisjordania quedó dividida en tres tipos diferentes de control administrativo. La zona C se supone que quedaría bajo el pleno control israelí hasta el fin del ‘período de transición’ hacia el estado palestino, y que terminaría en 1999. 15 años más tarde estamos aún más lejos que nunca de nuestra autodeterminación o de ser un estado. El resultado real de esta clasificación es que Israel desde entonces ha estado negociando con la Zona C como si la tuviera anexionada. La ocupación ha estado sofocando sistemáticamente a las comunidades palestinas para obligarlas a abandonar la zona y mover a la población palestina a verdaderos bantustanes, superponiéndolos en lo que ha sido definido por Oslo las zonas B y A.

En el 2002 Israel comenzó a institucionalizar y literalmente cementó esas políticas sobre el terreno al construir el Muro del Apartheid alrededor de las Zonas A y B para dejar libre la zona C para a expandir los asentamientos. Tres años más tarde, en el 2005, Israel presentó y comenzó a aplicar el ‘plan de desconexión’, que no solo afecta a Gaza sino a todos los territorios palestinos ocupados desde 1967. Gaza fue transformada en una cárcel a cielo abierto y en el primero de los bantustanes, el laboratorio para Cisjordania. Al mismo tiempo, la construcción de infraestructuras para edificar los bantustanes en Cisjordania se aceleró, así como la expulsión de la población palestina de la zona A y la expansión de los asentamientos en esas zonas.

«En el 2007 Israel desplazó a 300 fasmilias beduinas y destruyó sus ubicaciones al este de Ma’ale Adumim y los reubicó a la fuerza en tierra confiscada perteneciente a la aldea de Abu Dis en la zona B. Después de presiones por parte de la UE sobre Israel para detener las demoliciones de las comunidades beduinas, Israel permitió a la Autoridad Palestina comenzar una planificación urbanística para las comunidades beduinas en la zona C. Esto no habría alterado mucho los planes israelíes ni el destino de las comunidades beduinas. Sin embargo, Israel rechazó todos los planes de la AP y ha comenzado a través de la llamada Administración Civil Israelí la planificación de los municipios palestinos en esas zonas.

Esta evacuación masiva de la zona A será seguida por el cierre de la vieja carretera para palestinos desde Jericó a Jerusalén. Esto aislará etre sí a las diferentes comunidades palestinas aún más y cortará completamente el Sur de Cisjordania del Centro-Norte.

Finalmente, mientras estas políticas son otra Nakba, un desastre a escala total para la búsqueda palestina de la autodeterminación, para las comunidades Beduinas es el fin de su estilo de vida. Este plan para concentrar las comunidades beduinas en municipios socava la cultura tradicional y el modo de vida de las comunidades afectadas. Les impedirán el acceso a la tierra de pastoreo, lo que significa que tendrán que vender su ganado y perder su modo de vida. En la zona de Jerusalén, el 85% de las 200 familias beduinas reubicadas en 1997 en Abu Dis tuvieron que abandonar su medio de vida tradicional.»

Socavando la sostenibilidad del apartheid israelí

«Una de las reacciones más poderosas después del último ataque militar israelí sobre Gaza es la redoblada determinación del pueblo palestino para terminar con la sostenibilidad de las políticas israelíes y no permitir nunca más a Israel aprovecharse de la ocupación. Esto es, tomar como blanco los productos israelíes, los contratos con Israel y la reconstrucción de Gaza, donde se están haciendo planes para asegurar a las empresas israelíes aprovecharse de esa obra.

Desde Oslo, ha habido un mayor enfoque por parte de Israel para asegurarse de que su ocupación sobre nuestras tierras les da beneficios en lugar de gastos. Esto incluye mantener al pueblo palestino como un mercado cautivo para que solo consuman productos israelíes y para fomentar la cooperación con los empresarios palestinos como ‘edificadores de la paz’ y ‘creadores del estado’.

Ahora que las campañas están teniendo éxito en vaciar las tiendas palestinas en todo lo posible de productos israelíes (debido a las restricciones a la importación algunos producto no pueden ser substituidos o fabricados en Palestina), las empresas palestinas se enfrentan a un mayor control. El caso de las tres compañías constructoras seguramente sentará un precedente importante. Además, es un mensaje a todas las empresas – palestinas o internacionales – que se les exigirán responsabilidades.»

Fuente original: http://www.stopthewall.org/es/2014/10/11/un-mensaje-los-empresarios-no-planifiquen-nuestra-expulsi-n