El investigador y autor del libro ‘Las que limpian los hoteles’, Ernest Cañada, denuncia la situación de precariedad en la que trabajan las camareras de piso.
Durante 2016, España superó los 70 millones de turistas internacionales. Una cifra histórica para un sector que, en palabras del ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal, «no solo es fuente de crecimiento, de empleo y actividad económica de primera orden, sino uno de los sectores donde España está mejor posicionada para vender país y en el que más aporta a nuestra buena imagen». Tras las cifras, muchos trabajadores y trabajadoras del sector hotelero soportan la precariedad laboral. El de las camareras de piso es uno de los trabajos más invisibles. Sin embargo, las mujeres que lo ejercen se ven sometidas a la sobrecarga de tareas y a la subcontratación de sus servicios mediante empresas externas. Las bajadas salariales, la inestabilidad de los contratos temporales y el impacto en la salud de las trabajadoras son algunos de los problemas que destaca el coordinador de la asociación Alba Sud, Ernest Cañada, investigador y autor del libro Las que limpian los hoteles (Icaria Editorial). «Entre las camareras de piso se ha generalizado el miedo», afirma.
¿En qué situación encuentras el trabajo de las camareras de piso?
La práctica totalidad de las personas que realizan este trabajo son mujeres. Aunque ha sido siempre duro e invisible, entre 2007 y 2008 aumenta la precariedad en el sector. Esto tiene que ver con dos cuestiones: primero, el desempleo que existe en el momento, y segundo, las reformas laborales que aprueban PSOE y PP en 2010 y 2012 respectivamente con el apoyo de Convergència i Unió. Introdujeron cambios que permitieron una ofensiva patronal en toda regla, ya que dieron carta blanca a las externalizaciones. De esta forma, se da preeminencia al convenio de empresa por encima del convenio del sector. Esto quiere decir que ahora se pueden negociar convenios directamente con una empresa. La subcontratación las ha llevado a una degradación de sus condiciones laborales. Se pierde trabajo fijo y fijo-discontinuo y se incrementa el empleo eventual y a tiempo parcial, sobre todo a través de las externalizaciones. Aparece además un nuevo elemento: trabajadoras con contratos de formación o de prácticas que llegan ahí a través de sus estudios o de programas de inclusión social. Esto significa mano de obra gratis. Además, la carga de trabajo de las camareras de piso ha aumentado en los últimos años por factores más sutiles, como la desaparición del trabajo de valet o mozo de almacén, principalmente realizado por hombres. Ellos eran los encargados de mover los muebles de las habitaciones, limpiar vidrios, sacar ropa sucia… Ahora estas son tareas de las camareras de piso. Asimismo, la renovación de los interiores de las habitaciones en función de la moda, como la sustitución de cortinas de baño por mamparas, implica más tareas.
¿Qué efectos tiene la sobrecarga del trabajo para las camareras de piso?
El principal es el impacto sobre la salud. Tienen la salud mermada, tanto física como mental, un agotamiento constante y problemas lumbares, del túnel carpiano… En este contexto, lo que hacen es medicarse. A diario toman antiinflamatorios para el dolor y al mismo tiempo estimulantes para aguantar la jornada. Sus condiciones contractuales les generan inseguridad, que deriva en ansiedad y estrés, por lo que muchas consumen pastillas para dormir. Las trabajadoras mayores van saliendo del mercado porque están agotadas y ven que no pueden aguantar. Muy pocas llegan a la edad de jubilación que les corresponde. Las que se incorporan nuevas lo hacen a través de empresas multiservicios, en condiciones de inestabilidad, de modo que no establecen un vínculo ni con su profesión ni con el lugar de trabajo. Entre ellas se ha generalizado el miedo: a perder su puesto, a no ser renovadas o a tener que aceptar hacer más horas. Es muy habitual que empleadas con contratos de cinco horas acaben haciendo dos o tres más cada día sin cobrar.
¿La externalización es una práctica generalizada en toda España?
Se trata de una apuesta muy clara de los empresarios hoteleros. Está muy extendida en toda España. En ciudades como Madrid y Barcelona es el pan de cada día en la mayoría de hoteles. Los que se abren nuevos ya lo hacen externalizados y los demás están despidiendo trabajadoras y subcontratando al personal de limpieza y servicios a través de empresas. Desde la última reforma laboral, en 2012, este proceso se ha acelerado. Hay lugares como Baleares, Canarias y Málaga donde se ha podido regular a través de la negociación del convenio. Allí no se da tanto.
¿Cuáles han sido las consecuencias de la externalización para las trabajadoras?
La más clara es la pérdida salarial. Es una experiencia traumática trabajar en un hotel, contratada de forma directa, ser despedida y contratada de nuevo mediante una empresa multiservicios. Por el mismo trabajo, cobras en torno a un 40% menos. Además, les pagan a destajo, según las habitaciones que hagan. Muchas veces no son contratadas como camareras de piso sino como peones. A esto se suma que es frecuente que no conozcan su calendario laboral ni los días que van a trabajar la próxima semana.
Sin embargo, las cifras del turismo en España baten récords…
A pesar de la cantidad de llegadas de turistas a España y las nuevas inversiones hoteleras, el empleo que se genera en este sector no tiene nada que ver con un trabajo decente. Los hoteles se han convertido en objeto de grandes fondos de inversión internacional que están buscando recuperación muy rápida y a quienes les importa poco la calidad del servicio y del empleo. Todo esto repercute en la gestión del sector hotelero, que queda desprofesionalizado, con poca calidad y bajos salarios. Empezamos a escuchar a algunos empresarios que alertan sobre esto, pero la patronal apuesta por la externalización y no permite voces díscolas.
¿Se refiere a las declaraciones del director de AC, Antonio Catalán, aludiendo a la responsabilidad de los empresarios para generar «más y mejor» empleo en el sector hotelero?
Sí, pero también a otros empresarios, sobre todo en Barcelona, que tienen prácticas distintas o han intentado mantener una apuesta por la calidad en el servicio. Y a quienes la patronal hotelera les dificulta hablar.
Hay grandes cadenas hoteleras que ya hablan del turismo sostenible. ¿Cambiar el paradigma hacia un turismo más responsable pasa por tener en cuenta las condiciones de quienes trabajan dentro del sector?
No puede haber un turismo de calidad sin un empleo decente. Los hoteles no se pueden quedar en elementos del final de la cadena, como lo de lavar las toallas a diario. Cuando tienes un modelo que consume niveles de energía tan grandes, discutir sobre las toallas es anecdótico. Esta estrategia estalla en la cara a los empresarios cada vez que las camareras de piso denuncian sus condiciones. Entonces, la lógica de tapar los grandes problemas con marketing social no funciona. El turismo sostenible no puede ser una mera estrategia de marketing. Al mismo tiempo, es necesario un decrecimiento de la actividad. No podemos seguir creciendo del mismo modo que lo estamos haciendo ahora. Urge un reequilibrio en las economías de distintos territorios que se están especializando en hacer ciudades turísticas.
Fuente: http://www.lamarea.com/2016/12/17/no-puede-haber-turismo-calidad-sin-empleo-decente/