Traducido del árabe por J. Sadaka.
El rechazo de Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania de la solicitud palestina presentada ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, para su reconocimiento con el estatuto de Estado observador no miembro, no es sólo una postura vergonzosa, que revela una degeneración moral y ética, sino es un gesto hostil hacia todos los árabes y musulmanes. Nos resulta muy difícil entender las razones de estos países contrarios a la demanda palestina, teniendo en cuenta sus reiterados llamamientos al diálogo, al rechazo de la violencia y al respeto de las normas del derecho internacional. Estos países, que han prometido su apoyo a la creación de un verdadero Estado palestino, han mostrado sus verdaderas intenciones con su oposición a reconocer incluso el estatuto de Estado observador, sin atributos concretos y como medida más bien simbólica.
La actual administración norteamericana, presidida por Obama, que inició su primer mandato comprometiéndose a crear un verdadero Estado palestino, no se limitó esta vez a ejercer una fuerte presión sobre el presidente palestino Mahmud Abbas para que renunciara a esta demanda, amenazando con poner fin a las ayudas que presta a los palestinos, sino que fue más allá enviando misivas a muchos mandatarios europeos pidiéndoles que voten en contra de la demanda palestina, incluso que utilicen su influencia ante otros países para que hagan lo mismo.
Desconocemos las causas de este rencor hacia los palestinos, sometidos a un bloqueo total y al hambre, privados de los más elementales derechos humanos con la complicidad de los EE.UU., que presumen de ser el garante del mundo libre campeón de la democracia y de la justicia en todo el mundo.
¿Qué es lo que le hemos hecho, como palestinos, a Estados Unidos, para merecer este odio y rencor? Los ejércitos palestinos nunca han invadido este país, ni han ocupado su territorio. Pero el colmo de los colmos es la posición de Gran Bretaña y de su actual gobierno, expresada por su Ministro de Exteriores William Hague, quien anunció ante el parlamento que su gobierno podría apoyar la demanda palestina con dos condiciones: que ofrecieran garantías de que no iban a recurrir al Tribunal Penal Internacional para denunciar los crímenes de guerra israelíes y que volvieran a las negociaciones, sin condiciones previas.
William Hague, el palestinofóbico Ministro británico de Exteriores que se unió al lobby israelí a la edad de 16 años, se presenta con sus declaraciones como uno de los más cínicos personajes de la política internacional; con su hipocresía y doble moral intenta poner condiciones previas a los palestinos para reconocer su Estado ficticio, pidiendo la vuelta a la mesa de negociaciones sin condiciones previas, es difícil encontrar mayor desfachatez.
Gran Bretaña, el país que jugó un papel fundamental en la entrega de Palestina como obsequio al sionismo, debería sentirse culpable del drama palestino, por lo que se espera que confiese y redima su culpa, indemnizando a los palestinos por su crimen histórico, siguiendo el ejemplo de muchos países coloniales.
Los palestinos, al presentar su demanda ante la Asamblea General de la Naciones Unidas para que les reconozca como Estado observador, no necesitan el voto de Gran Bretaña, o el de Estados Unidos, ni siquiera el voto de Alemania. Tienen garantizados 135 votos como mínimo, suficientes para aprobar su demanda, pero jamás olvidaremos la oposición de estos países y otros que les han dado la espalda cuando más les necesitaban, en este crucial momento histórico.
Estos países no conocen los principios de la justicia universal, ni los valores humanos, con su alineamiento con la ilegalidad, la represión, el bloqueo, la usurpación de tierras, la tiranía de la colonización, apoyando la agresión, los crímenes de guerra, el asesinato de niños y la destrucción de las casas sobre sus moradores.
Justifican su alineamiento con el sionismo alegando que el Estado palestino se creará mediante negociaciones y acuerdos. Cabe preguntar entonces, ¿dónde están esas pretendidas negociaciones? ¿Quién es el responsable de su fracaso más que el apestado estado de Israel? El presidente Abbas lleva negociando más de veinte años, soportando todo tipo de humillaciones por los israelíes. ¿Dónde está el estado palestino que dicen apoyar?
Personalmente, no soy un entusiasta de este movimiento diplomático y sus modestos logros: un estado ficticio; porque soy consciente de que los derechos internacionales sólo se respetan cuando benefician a Israel y Estados Unidos, pero ya que el Presidente Abbas ha decido moverse en este sentido, lo único positivo que debemos reconocerle es haber podido soportar las presiones de EE.UU. e Israel, volviendo a situar el problema palestino en el centro de la atención mundial después de haber sido marginado por los árabes antes que por los demás.
El Presidente Abbas debe presentarse ante el TPI inmediatamente después de conseguir el ingreso en las Naciones Unidas, para adherirse a este organismo e iniciar la persecución de los criminales de guerra sionistas, en base al informe Goldstein, que contiene pruebas y relatos de los crímenes israelíes.
El reconocimiento internacional de Palestina que se obtendrá hoy, y el cambio de posicionamiento de países como España, Francia, o Portugal, no habría sido posible sin la heroica resistencia de la Franja de Gaza y su respuesta disuasiva a la agresión, golpeando, por primera vez Tel Aviv. Esta resistencia nos ha costado la pérdida de 170 palestinos, muchos de ellos niños.
El pueblo palestino seguirá llamando a las puertas del muro de la hipocresía occidental y la injusticia universal hasta alcanzar sus objetivos, la recuperación de todos sus territorios usurpados, obligando a países como Estados Unidos, o Gran Bretaña, que se han alineado con su enemigo, a pedir disculpas y a pagar las correspondientes indemnizaciones. Respecto a Israel y su régimen de apartheid, su castigo será mayor, en función de sus horrendos crímenes.
(Este artículo se publicó el 28 de noviembre en el periódico Al-Quds Al-Arabi)
Abdel Bari Atwan nació en Gaza. Vive en Londres desde 1979. Ha sido editor del diario en lengua árabe Al-Quds al-Arabi (donde apareció el presente artículo el pasado 3 de noviembre), que se publica en esa capital desde 1989. Es autor del libro «The Secret History of al-Qaida» y de un libro de memorias «A Country of Words».