Traducido por Caty R.
Palestina está viviendo una crisis entre una élite de palestinos apoyada por Occidente y los palestinos corrientes cada vez más cansados de sus dificultades para ganarse la vida.
Para la conmemoración de su 60 aniversario el año próximo, Israel quiere elegir un pájaro nacional como emblema. Según los dirigentes israelíes, «esto forma parte de la cultura de las naciones respetuosas con la naturaleza y es una manera de identificar a un país. También es una forma de poner en primer plano las cuestiones relativas al medio ambiente y la protección de los animales».
El director del observatorio ornitológico de Jerusalén propuso que la opinión israelí se implique en la elección del pájaro y se identifique en unión con el país. Se barajaron el «bulbul», un ave canora alegre, común en las reservas naturales de Wadi El Bazan, Wadi Al Qilt y Ein Qeenia, y el «sunbird de Palestina», un pequeño pájaro negro salpicado de lentejuelas de colores irisados extendido en las regiones desérticas, pero su nombre inglés hizo que se descartase a este último, según Haaretz.
Mientras se lanzaba esa discusión sobre los pájaros entre los Israelíes, algunos palestinos declaraban una revolución a propósito de otro pájaro: el que da título al libro «Habla pájaro, sigue hablando», una colección de cuentos tradicionales palestinos. Un funcionario del ministerio de Enseñanza palestino ha dado la orden de retirar el libro de las bibliotecas escolares arguyendo que contiene insinuaciones sexuales y «expresiones vergonzosas» que no deben, según el decreto, ser expuestas delante de los alumnos.
Aunque el ministro de Enseñanza, Naser-Al Deen Al Shaer, ha precisado que el libro puede seguir en manos de los profesores pero no de los alumnos, la polémica suscitó algunas protestas y manifestaciones en las calles palestinas y se ha aprovechado ese asunto para calificar al gobierno de «gobierno militante radical de Hamás», «hombres de las tinieblas» o «talibanes de Palestina».
Naturalmente estas reacciones han sido repetidas a bombo y platillo por los medios de comunicación occidentales dominantes. Mientras que esa prensa habla muy poco de las atrocidades diarias que comete Israel contra los palestinos, de repente se alarmó por los «intelectuales palestinos enfurecidos y oprimidos» y se inquietó porque «Hamás se serviría de su victoria electoral del año pasado para reorganizar los territorios palestinos según una interpretación radical del Islam».
Sin embargo los medios occidentales no llegaron a decir que no es el primer libro prohibido en Palestina. Los libros del difunto Edward Said fueron prohibidos en Palestina por estos mismos palestinos que hoy se alteran tanto y los intelectuales se quedaron callados. Tampoco dijeron que en Palestina hay censores en el ministerio de Enseñanza que tienen a su cargo la práctica y el espíritu de los alumnos cuando sobrevienen controversias similares, igual que en Francia y Estados Unidos.
Con toda esta maloliente propaganda ningún medio de comunicación internacional, ninguno de esos «intelectuales palestinos» y ni siquiera el gobierno a la defensiva han prestado la menor atención a los pobres bulbul y sunbird, arrebatados por Israel para su uso personal.
Entre otras cosas, Palestina está viviendo una crisis entre una élite de palestinos apoyada por Occidente, que tiene sus propias asociaciones e instituciones y se considera la representante de la cultura de Palestina, y los palestinos corrientes, entre los que se hallan numerosos funcionarios del gobierno, que cada vez están más cansados de sus dificultades para ganarse la vida. La voz de estos últimos no se escucha ni local ni internacionalmente. Aunque muchos no se dan cuenta, el foso entre estas dos clases se ensancha y la división de la sociedad palestina continúa extendiéndose como la peste entre nuestro pueblo.
Según un estudio de la Oficina central palestina de estadísticas sobre la situación demográfica y socioeconómica del pueblo palestino realizada a finales de 2006, la clase de las élites palestinas se enriqueció a pesar del embargo y la extensa pobreza que ocasionó. La distribución de las rentas en 2006 se modificó a favor de las familias ricas y a costa de la clase media. De hecho, la parte de las rentas obtenida por el 10% de las familias más ricas aumentó un 24% durante el año 2006 (del 25,1% en 2005 al 30,6% a finales del segundo trimestre de 2006). En cambio las rentas de la clase media bajaron un 12% y la parte de las rentas del 20% de las familias más pobres no cambió.
Mientras Washington con su punitivo embargo con una mano toma, con la otra da a quienes le son favorables. El Departamento de Estado de EEUU asignó un presupuesto enorme para «proteger y promover a los moderados y las alternativas democráticas a Hamás» y entrega dinero a las ONG y otros grupos vinculados a partidos políticos palestinos «no etiquetados como grupos terroristas». El dinero se emplea para captar a los partidos políticos y laicos opuestos a Hamás «para crear alternativas democráticas a las opciones autoritarias o islámicas radicales» y para remunerar a los periodistas que vilipendian al gobierno y manipulan la opinión pública.
Según los informes las escuelas privadas palestinas recibieron 5 millones de dólares para proponer una alternativa al sistema educativo público instaurado por el gobierno, lo que significa que el lavado de cerebro va a comenzar en la infancia.
El dinero de Occidente sirve para crear las élites de la sociedad política y civil, fabricando ídolos con el alma esclavizada por el miedo y la avidez. Estos palestinos domesticados ajustan su lenguaje a las exigencias de sus maestros. Actuando contra nuestros valores y nuestra realidad nos dejan a un lado pero se creen autorizados para hablar en nuestro nombre. Mientras ellos estén dispuestos a venderse y a desviar las aspiraciones nacionales palestinas, la comunidad internacional está dispuesta a darles todos los derechos y el derecho a todo.
Todos los días me encuentro con gente de ésta. Oigo sus fanfarronadas y los observo hablándonos desde su altura a «los otros» como si no supiéramos nada y ellos lo supieran todo. Sin embargo ellos comparten el mismo dogma que la gente a quien critican; la misma mentalidad fraccionaria, étnica y regionalista; funcionan en el mismo centralismo, con una persona a la cabeza en posición de poder que no tiene en cuenta ni la erudición ni la profesionalidad de los demás. Tienen el monopolio del mercado del trabajo y el poder de contratar a sus secuaces, que vienen del mismo medio político e ideológico. Y sin embargo, al contrario que la mayoría de nosotros, algunos de esos palestinos trabajan en ONG con cartas especiales y toman ciertos caminos que nosotros no estamos autorizados a tomar.
Consideran que tienen la misión de civilizar a los habitantes de la jungla, los llamados palestinos, e inculcarnos los ideales que tan bien se venden en el extranjero: la enseñanza de la paz y la democracia (sólo en teoría), las cuestiones de género y los derechos de las mujeres (como si los demás palestinos disfrutasen de derechos humanos), el diálogo y la colaboración (una cuestión «obligatoria» en estos tiempos).
No es con los donantes occidentales con quienes hay que contar para financiar a una ONG palestina en Jerusalén que trabaje por los presos palestinos o por los derechos de los refugiados.
Cuando participo en talleres y conferencias sobre la salud mental en Palestina, demasiado a menudo oigo observaciones sobre el incesto -algo que es muy raro en Palestina y si ocurre es como consecuencia de patologías psicológicas- y mucho menos sobre los problemas de retrasos mentales que son tan trágicamente frecuentes y para los que no tenemos ningún establecimiento decente. Pero satanizar a los hombres y condenar el patriarcado palestino es una buena causa para los que buscan fondos y para los donantes que pretenden reforzar nuestros estereotipos.
Sí, hay un patriarcado en Palestina, un patriarcado que protege a las mujeres y aporta una resolución a los conflictos en la ausencia total de Estado. Si mi coche tiene un pinchazo, 10 hombres a quienes no conozco vendrán para ayudarme a cambiar la rueda. En cambio en París violaron a una mujer en el metro y nadie movió un dedo. Esas cosas repugnantes pueden producirse en cualquier sitio. Seamos justos con nuestra comunidad, concentrémonos más en la norma que en la excepción y aprendamos a establecer las prioridades en lugar de rivalizar siempre para conseguir el dinero de afuera. Entre los donantes extranjeros y sus organizaciones benéficas preferidas, muchos pájaros de aquí no encuentran nada para hacer su nido en Palestina.
http://www.aloufok.net/article.php3?id_article=3897
Samah Jabr, palestina, es escritora, periodista y psiquiatra; pertenece a la Asociación Psiquiátrica Palestina y vive en Jerusalén Este (Palestina ocupada). En 1999 y 2000 fue columnista del The Palestine Report, su columna se titulaba «Fingerprintis» (Huellas digitales). Desde la Intifada colabora regularmente en Washington Report on Middle East Affairs y Palestine Times of London. Sus artículos se difunden en numerosas publicaciones.
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, la traductora y la fuente.