«Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, y cuando tropezare, no se alegre tu corazón. No sea que el Señor lo mire y le desagrade.» Este mandato bíblico (Proverbios 24:17) es una de las más profundas afirmaciones doctrinarias de la moral judía. En este contexto, Israel está muy lejos de ser un «Estado Judío», como […]
«Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, y cuando tropezare, no se alegre tu corazón. No sea que el Señor lo mire y le desagrade.» Este mandato bíblico (Proverbios 24:17) es una de las más profundas afirmaciones doctrinarias de la moral judía.
En este contexto, Israel está muy lejos de ser un «Estado Judío», como le gusta definirse a sí mismo. La inmundicia de mal gusto vertida sobre Yasser Arafat durante los últimos días en la práctica totalidad de los medios de comunicación israelíes hacen a uno avergonzarse de ser israelí.
La demonización del líder nacional palestino, que ha sido la pieza central de la propaganda israelí durante décadas, continúa incluso después de su muerte. Parece que 37 años como ocupantes han abestializado nuestra sociedad y la han dejado despojada incluso de la mas elemental decencia. Ministros y pescaderos, iconos de la televisión y profesores universitarios, «izquierdistas» y fascistas declarados han tratado de superarse unos a otros en pronunciar vulgaridades.
Nunca había sido más enorme la brecha en las percepciones más golpeadas de los dos pueblos que el día del funeral de Arafat. Mientras que los comentaristas israelíes y «expertos en asuntos árabes» – casi todos ellos veteranos de varias agencias de inteligencia – describían al último líder como un verdadero monstruo, el epítome de la crueldad, perverso y corrupto; cien mil afligidos, dolientes y apenados en Ramallah estallaban en una explosión de emociones que casi arrojan el funeral al caos. Si el ejército israelí no hubiera rodeado y aislado todas las ciudades palestinas ese día, más de un millón de personas habrían estado allí.
Gush Shalom, la única organización israelí, que abiertamente ha mostrado su conduelo al pueblo palestino, decidió enviar una delegación al funeral. Todos nuestros activistas, hombres y mujeres, llevábamos en nuestro pecho una gran pegatina mostrando las banderas israelí y palestina. La enorme presión de la multitud nos dispersó entre la muchedumbre. Durante las horas del funeral, nos sentimos completamente seguros, aún cuando miles de disparos al aire fueron efectuados a nuestro alrededor para expresar pena y duelo. Nos encontramos con centenares de expresiones de gratitud y amistad de palestinos de todas las edades y condición social.
Yo estaba en medio del barullo cuando el helicóptero que llevaba el ataúd llegó desde El Cairo. De pie junto a la sepultura entre los ministros palestinos, dignatarios religiosos y diplomáticos, era vividamente consciente de las intensas emociones de la multitud que nos rodeaba cuando el helicóptero tocó tierra. Recordé la escena del funeral de Gamal Abd-al-Nasser en 1970, cuando las masas se echaron adelante y literalmente capturaron el cuerpo de su amado líder de los soldados, y sentí que eso iba a pasar aquí en cualquier momento. Y pasó.
Ningún líder árabe – y muy pocos líderes mundiales – evocan tal profundo amor y admiración entre su pueblo como este hombre, al que los israelíes consideran un verdadero monstruo con forma humana. Los palestinos confiaron en él, se fiaron de él, le dejaron tomar las grandes decisiones que exigían coraje, derivaron en él la lucha para derrotar las intolerables condiciones bajo una brutal ocupación. Ahora, de repente, increíblemente, se encuentran a sí mismos solos, como niños huérfanos y abandonados, en un mundo cambiado por la muerte de un hombre que deja un enorme vació detrás.
¿ Que pasará ahora? Arafat ha llevado a su pueblo desde el filo del olvido a los umbrales de la independencia. Pero la batalla por la liberación está todavía lejos. . El nuevo liderazgo va a tener que enfrentarse a todos los problemas a los que Arafat se enfrentó pero sin la elevada autoridad de Arafat.
Abu Mazen, Abu-Ala y sus colegas están erigiéndose como gente decente. Les conozco desde hace años, principalmente de reuniones con Arafat. Pero no tienen hondas raíces entre su pueblo. Pueden pasar años antes de que un liderazgo fuerte emerja.
Por el momento, los palestinos están unidos en su resolución de mostrarle al mundo de que ellos pueden resolver su crisis de una manera civilizada y responsable. Podría haber sido una oportunidad para Israel ( y para los Estados Unidos, por supuesto) de abrir un nuevo capítulo en las relaciones con el pueblo palestino.
¿ Que podría haberse hecho? Bien, hubiera sido una muestra de buena voluntad gestos tales como la liberación de los numerosos presos palestinos, incluida la del líder más respetado de Fatah, Marwan Barghouti, que ha sido sentenciado a cumplir cinco cadenas perpetuas. Los asedios debían haber sido levantados y las operaciones militares por lo menos reducidas. Debían haberse anunciado negociaciones de paz para un futuro cercano.
La primera prueba era, por supuesto, el propio funeral. Arafat debía haber sido enterrado en Jerusalén, conforme a sus deseos. Su sepelio en Ramallah únicamente reforzará la resolución de los palestinos para luchar hasta que sean capaces de enterrarlo nuevamente allí. El Ministro de Justicia, Tommy Lapid, un extremista de derechas que presume de liberal, alcanzó nuevos cenits de vulgaridad cuando declaró que «Los Reyes Judíos, no los terroristas árabes, son enterrados en Jerusalén». Pues bien, Menajem Begin, un terrorista que se convirtió en «rey» y fue enterrado en Jerusalén, podía haber servido como precedente.
Pero el asunto más importante es capacitar a los palestinos para celebrar elecciones en 60 días a partir de la muerte del Presidente, como su constitución exige. Ciertamente, mi última conversación con Arafat, hace pocas semanas (cuando, por cierto, parecía completamente saludable) fue sobre las elecciones. Estuvimos de acuerdo en que eran impracticables mientras el ejército israelí asesine rutinariamente a potenciales candidatos y haga el movimiento entre pueblos y ciudades prácticamente imposible. ¿Cómo harán campaña los candidatos – si se mantienen vivos – a sus votantes? ¿ Cómo van a distribuir material, celebrar mítines y debates políticos con tanques en la espalda y helicópteros artillados sobrevolando sus cabezas?
Esta situación de be cambiar de una vez. Todas las tropas deben ser retiradas al menos de las áreas bajo la jurisdicción de la Autoridad Palestina ( las denominadas Áreas A y B, conforme a los Acuerdos de Oslo), la libertad de movimientos restituida, la campaña de asesinatos detenida y, lo más importante, observadores internacionales invitados.
¿Sucederá esto?. Probablemente no. Ariel Sharon no tiene ningún interés en absoluto en sentarse frente a un liderazgo elegido democráticamente y que disfrute de la legitimidad y respeto internacionales, quizá incluso debilitando la influencia que él ejerce sobre el Presidente Bush y obstruyendo su plan para anexarse la mayoría de Cisjordania. Va ha hacer todo lo posible para impedir las elecciones, y, por supuesto, culpará a los palestinos.
Como siempre, es aconsejable ignorar lo que Sharon dice – y prestar atención a lo que hace.
13.11.04. Traducido para Gush Shalom: Carlos Sanchis