Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
Una única nacionalidad para todos los ciudadanos, sea cual sea su religión o ausencia de ella, como lo marca la Declaración de Independencia y las leyes del Estado.
El año judío de 5772 comenzó con buenas nuevas importantes. El Tribunal de Distrito de Tel Aviv reconoció el derecho del escritor Yoram Kaniuk a que lo incluyesen en el registro de la población como «sin religión» en lugar de «judío». En su petición de apelación Kaniuk explicó que preferiría que su nacionalidad se registre como «israelí», pero esto aún no es posible ya que no puede presentar un certificado de conversión a otra religión.
¿Algo anda mal en esta imagen? Esto confunde a la lógica más elemental: si alguien que no profesa ninguna religión, ¿cómo se puede pedir que demuestre su conversión a otra religión? Kaniuk, autor de «1948«, ha concluido que esta decisión es importante porque significa que no tiene religión, pero es judío por su nacionalidad.
¿Es este realmente el caso? ¿Cómo y dónde hay una nación judía que es independiente y se distingue de la religión judía? La ley israelí define a una persona como «judía» cuando tiene una madre judía y no tiene ninguna otra religión. La condición -haber nacido de una madre judía- es una condición establecida por la ley judía. En otras palabras, la condición es de naturaleza religiosa. La conclusión de que la separación entre religión y Estado se ha logrado debido a que a un ciudadano israelí, cuya madre era judía, se le ha permitido la clasificación de ciudadano que no tiene ninguna religión, sigue siendo un ferviente deseo solamente.
La enorme importancia de la decisión del juez Gedeón Ginat, sin embargo, no reside en lo que no dice la decisión, sino más bien en lo que dice y en sus implicaciones. Kaniuk declaró que el tribunal «concedió legitimidad» a todas las personas para vivir de acuerdo con su conciencia. Para ser más precisos, este derecho -no la legitimidad- es el derecho de toda persona en Israel, por la fuerza de la Declaración de Independencia y la Ley Orgánica de la Dignidad Humana y Libertad, que el tribunal hizo muy claro.
Sin embargo, esta misma Ley Fundamental, ha sido brutal y sistemáticamente violada por el Estado desde su creación; todos los esfuerzos para exigir del sistema judicial para hacer valer su cumplimiento en las instituciones estatales (como en la cuestión del reconocimiento de la nacionalidad judía) han fracasado, y pasan de un tribunal a otro: de la Corte Suprema de Justicia al Tribunal de Distrito, del Tribunal de Distrito a la Corte Suprema y viceversa. La Corte de distrito de Jerusalén ha decidido que la cuestión del reconocimiento de «israelí» como una nacionalidad, no es cuestión judicial. La apelación de este fallo aún está pendiente en la Corte Suprema de Justicia.
En consecuencia, el fallo del juez Ginat no establece la existencia de una nacionalidad judía como una diferencia de la religión judía. Ni la ley, ni la simple lógica, admite para cualquiera la existencia por separado. La implicancia de la reciente decisión en el caso de Kaniuk es que cualquier israelí nacido de una madre judía que se declara a sí mismo como no seguidor de ninguna religión, se clasifica como alguien que no pertenece a la nación.
¿Es este resultado inadmisible? Por supuesto, a menos que y hasta que el tribunal ordene al Poder Ejecutivo del Estado reconocer la existencia de una nacionalidad israelí: una única nacionalidad e igualdad para todos los ciudadanos, sea cual sea su religión o la ausencia de la misma, como lo requieren la Declaración de Independencia y las leyes del Estado.
Cabe señalar que el propio Estado reconoce la nacionalidad israelí en un solo documento, el pasaporte israelí. Como dice el refrán, ser un hombre en el exterior y un judío en su casa. La visión iluminada del judaísmo no distingue entre ser una persona judía y ser una persona.
El autor es abogado y mediador.
Fuente: http://www.haaretz.com/print-