La fuerza de ‘Notas al pie en Gaza’ no reside en sus viñetas. Eso, pese a que las logradas ilustraciones son la marca de su autor, Joe Sacco (Malta, 1960), el reportero de guerra que, en lugar de plasmar la realidad con fotos, frases o una cámara de vídeo, la recrea con trazos de tinta. […]
La fuerza de ‘Notas al pie en Gaza’ no reside en sus viñetas. Eso, pese a que las logradas ilustraciones son la marca de su autor, Joe Sacco (Malta, 1960), el reportero de guerra que, en lugar de plasmar la realidad con fotos, frases o una cámara de vídeo, la recrea con trazos de tinta.
En su último libro, la intensidad del relato es tal que las viñetas pasan a ser mera comparsa de un argumento tan escalofriante como ignorado: dos matanzas de palestinos acontecidas en 1956 en Jan Yunis y Rafah, al sur de Gaza. Según el autor, que se basa en los archivos de la ONU, la primera -275 muertos- fue la más grave cometida jamás en la franja. La segunda, 60 muertos según las mismas fuentes, fue terrible en sus formas, descritas con profusión siguiendo la memoria de los ancianos. Pero no esperen un cuento ilustrado de palestinos e israelíes, sino una investigación que escarba en los recuerdos de supervivientes y testigos para reconstruir unos hechos que, como Sacco lamenta, han sido relegados a las notas al pie de página de la Historia.
Sur de Gaza, 1956. La nacionalización del canal de Suez por parte del presidente Gamal Abdel Naser lleva a Londres, Tel Aviv y París a declarar la guerra a El Cairo. Los israelíes ocupan la franja, hogar de decenas de miles de refugiados palestinos huidos tras la creación del Estado de Israel y base de posiciones militares egipcias. Los combates entre árabes e israelíes no tardan en desatarse.
Semillas del odio
El 3 de noviembre de aquel año, soldados del Tsahal tomaron las calles de la ciudad de Jan Yunis y del campo de refugiados anexo, del mismo nombre. Entraron casa por casa en busca de combatientes y obligaron a los hombres a salir a la calle. Algunos supervivientes relatan cómo sus familiares varones fueron acribillados en sus propias casas, pero la mayoría terminó en el exterior, donde fueron conducidos por los uniformados al norte de la ciudad. Allí fueron alineados y fusilados en grupos por cuatro soldados apostados frente de ametralladoras pesadas.
No hubo acusación ni juicio. Todos fueron considerados combatientes. Médicos, maestros, comerciantes, agricultores… Cuatro horas después, las mujeres fueron avisadas para que recogiesen los cadáveres. Un testigo, de 14 años en la época, vivía cerca del antiguo castillo, al norte de Jan Yunis. Fue enviado por su familia a recoger agua: cuando pasó frente a la fortaleza contempló una interminable hilera de cadáveres que habían sido ejecutados contra al muro, no menos de 100. Según el recuento de Naciones Unidas, 275 palestinos murieron aquel día.
En el informe elaborado en la época por la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA, en sus siglas en inglés) se barajan las versiones israelí y palestina. Para los primeros, los refugiados formaban la resistencia armada contra la ocupación. Para los segundos, los ejecutados eran civiles o estaban desarmados.
El afamado dibujante afincado en EEUU, autor de ‘Palestina’, ‘El Mediador’ y ‘Gorazde, área segura’, entre otros, supo de aquellos acontecimientos en la primavera de 2001, cuando se disponía a viajar a Gaza junto a un compañero de la revista ‘Harper’s’ para cubrir periodísticamente la segunda Intifada. Guiado por la lectura de un libro de Noam Chomsky donde se alude a la matanza de palestinos en Jan Yunis, Sacco y su colega decidieron investigar el episodio para comprender, así, las raíces del actual conflicto.
El artículo resultante nunca salió en Harper’s, para profunda frustación de Sacco, quien continuó la investigación por su cuenta. En 2003, regresó a la franja para continuar indagando. Decenas de testigos coincidieron en el relato, entre ellos Abdel Aziz al Rantisi, que se convertiría en líder de Hamas tras el asesinato del jeque Ahmed Yasin, el anciano tetraplégico que dirigía el Movimiento Islámico. Rantisi, que sólo tenía nueve años cuando ocurrió, perdió a su tío en el episodio. «No pude dormir durante meses después de aquello. Dejó una herida en mi corazón que nunca sanó […] Algo semejante no se olvida nunca, plantó odio en nuestros corazones». Rantisi siguió el destino de su predecesor de forma milimétrica: fue asesinado por un misil israelí, pero Sacco se cuida de no usar su testimonio (no fue testigo ni víctima) salvo en la introducción.
El dibujante no sólo hizo entrevistas en Gaza. Sacco consultó los archivos de la ONU para corroborar los hechos, y contrató a dos investigadores hebreos para localizar toda mención a aquellos acontecimientos en los registros israelíes. Todo para constatar no sólo la veracidad del relato, sino el escaso interés que suscitaron ambas matanzas y cómo fueron borradas de la memoria histórica.
Toque de queda en Rafah
El segundo episodio ocurrió en la vecina Rafah el 12 de noviembre de 1956. En la localidad, ocupada días atrás, Israel declaró toque de queda. Según los testigos, una patrulla móvil del Tsahal anunció, por megafonía, que todos los hombres de entre 15 y 60 años debían acudir a la escuela de la UNRWA. Entre golpes y disparos, los palestinos obedecieron a la carrera, sorteando los cadáveres de aquéllos ejecutados en plena calle.
Llegados al colegio de la ONU, los supervivientes cuentan que fueron alineados contra el muro y obligados a descalzarse mientras les disparaban a los pies. En el acceso al centro, cercado con alambre de espino, soldados con bates les golpeaban al tiempo que entraban. Heridos y aterrorizados, fueron hacinados en el patio, hombre contra hombre, tan cerca que recuerdan cómo se orinaban unos encima de otros. Los israelíes buscaban milicianos. Sólo la providencial aparición de un oficial extranjero -¿la ONU?- que montó en cólera al ver la situación contuvo el balance de víctimas. Por la noche, mujeres y niños fueron a recuperar los cadáveres de los suyos. Tanto los archivos de Israel como los de la ONU hablan de 60 víctimas.
En ‘Notas al pie’, que estará presente en el Festival de Angulema, los hechos de 1956 se funden con la actualidad de Gaza, donde cada día un nuevo episodio de violencia jalona la historia. Esa es la crítica que Sacco escucha de los más jóvenes -¿a quién le interesa qué ocurrió hace 60 años, teniendo en cuenta lo que pasa ahora?- y la que puede constatar durante su estancia, aún durante la ocupación israelí. Casas demolidas por excavadoras israelíes, tiroteos y ‘asesinatos selectivos’ israelíes se entremezclan con el relato histórico, demostrando que, en todo este tiempo, las cosas no han cambiado tanto en tierras palestinas. Su cotidianidad sigue siendo la guerra, y gracias a la indiferencia mundial, su drama sigue constituyendo una anotación al pie de página de la Historia.
Mónica G. Prieto .Desde que comenzase a ejercer el periodismo, en 1995, nunca he abandonado la política internacional. He sido corresponsal en Roma, Moscú y Jerusalén y he cubierto una decena de conflictos, entre ellos Chechenia, Irak, Afganistán, Gaza o El Líbano, así como acontecimientos en una treintena de países. Desde 2002 trabajo exclusivamente en Oriente Próximo y Asia Central.