Recomiendo:
0

Nuestra salud en estado de alarma

Fuentes:

AL ARMA, AL ARMA!» era el grito que se escuchaba dentro de las ciudades amenazadas para poner en marcha el dispositivo defensivo, ante la inminente llegada del invasor. El estado psíquico de una acostumbrada-leve-latente «alarma» genera un acumulativo efecto «estresor» (angustioso) que deviene en adaptaciones del organismo que primero son funcionales y luego estructurales, jugando […]

AL ARMA, AL ARMA!» era el grito que se escuchaba dentro de las ciudades amenazadas para poner en marcha el dispositivo defensivo, ante la inminente llegada del invasor.

El estado psíquico de una acostumbrada-leve-latente «alarma» genera un acumulativo efecto «estresor» (angustioso) que deviene en adaptaciones del organismo que primero son funcionales y luego estructurales, jugando un rol preponderante en el origen y mantenimiento de un amplio abanico de patologías crónicas tenidas por «incurables» por «desconocerse» su causa.

Dichas adaptaciones son respuestas lógicas esperables de áreas del organismo que «entienden» que esa es la manera correcta de funcionar, por lo que se reajustan a ella, independientemente del impacto posterior que ello pueda tener en otras áreas.
Ese nocivo estado de latente alarma no es algo «poético», «lírico» o solo registrable por «seres con sensibilidades especiales»; es una hipertrofia e inadecuada extensión de la básica respuesta animal de supervivencia que proviene de «la vía rápida» cerebral.

Seamos conscientes de ello o no, ese nocivo estado de latente angustia-alarma está presente en toda persona que viva expuesta a estímulos (sobre todo sonoros) que superen en número, superposición e intensidad los umbrales manejables; es decir : una gran parte de los habitantes de Buenos Aires, la 4ª ciudad más ruidosa del mundo, que duermen, se despiertan, trabajan, deambulan, y vuelven a dormir expuestos a innecesarios e injustificables ruidos molestos producidos no solo por fuentes móviles «anónimas» sino y principalmente por fuentes fijas identificables pertenecientes a impunes vecinos carentes de un mínimo sentido de convivencia apañados por funcionarios de todo rango o bien cómplices en su inoperancia y endulzados por las consabidas y eventuales tradicionales «gentilezas», o bien indiferentes en su «autista» disfrute de la política posición alcanzada en su gestión, excusados en la supuesta razón de ignorancia en temas ambientales.

Es cierto que el origen de la conflictiva personal que deviene en somatizaciones de la más diversa índole no puede adjudicarse a la contaminación ambiental, pero esto no implica que no deba destacarse el impacto que ella tiene sobre los seres vivos y las consecuencias irrefutables que tiene sobre la salud.
Los «estados de alarma» se constituyen en generadores de patología en la medida en que dejan de ser los naturales cortos períodos en los que el organismo detecta un peligro y responde en «lucha o huida», es decir: coyunturalmente, para pasar a ser el estado «normal» y constante del ciudadano

Lic. Humberto Luis Schenone
Psicólogo estudioso de los fenómenos psicosomáticos y estudioso del impacto del innecesario ruido molesto en el organismo humano.
www.asma.esguay.com