Quienes hayan seguido más o menos de cerca los pasos de Cuba revolucionaria, se habrán dado perfecta cuenta de los muchos y admirables logros obtenidos hasta la fecha. Y todo ello a pesar de los grandes impedimentos externos sufridos durante casi medio siglo de andadura. Uno de esos logros es, precisamente, la alta calidad […]
Quienes hayan seguido más o menos de cerca los pasos de Cuba revolucionaria, se habrán dado perfecta cuenta de los muchos y admirables logros obtenidos hasta la fecha. Y todo ello a pesar de los grandes impedimentos externos sufridos durante casi medio siglo de andadura. Uno de esos logros es, precisamente, la alta calidad y el enorme prestigio alcanzados por su Biotecnología.
Ejemplo inequívoco de esto que digo es la noticia reportada por la Agencia de Información Nacional, de que Cuba acaba de registrar -en junio de 2008- la primera vacuna terapéutica en el mundo para el tratamiento del cáncer de pulmón avanzado.
De probada eficacia, el inmunógeno ha sido registrado con el nombre de CIMAVAX EGF y, a juzgar por los resultados obtenidos en los ensayos, incrementa la sobrevida y la calidad de los pacientes con la citada enfermedad, permitiéndoles a éstos la reincorporación a la vida social en condiciones nada desdeñables.
Desarrollados en el Centro de Inmunología Molecular -CIM-, los estudios con esta vacuna -incluidos los ensayos preclínicos y de animales de laboratorios- comenzaron en 1992; realizándose el primer ensayo clínico tres años después.
Este ensayo fue llevado a cabo con más de 400 enfermos, quienes anteriormente ya habían recibido tratamiento convencional de quimioterapia o radioterapia, y, entre las ventajas experimentadas, cabe señalar la disminución o desaparición de la falta de aire, la recuperación de peso corporal, la mejora de apetito y la posibilidad real de ejercer un control sobre el dolor del paciente.
Gisela González, doctora en Ciencias Biológicas y gerente del proyecto, informó que se han efectuado cinco ensayos fase uno y dos ensayos fase dos ya concluidos -uno en Cuba y otro en Canadá e Inglaterra-. Así mismo, en estos momentos se realiza en once hospitales cubanos el tercer ensayo clínico a 574 pacientes, y se prevé que, el próximo mes de agosto, comiencen los estudios fase dos en Perú y posteriormente en China.
La vacuna provoca una respuesta inmune y no tiene efectos secundarios de importancia. Compuesta por dos proteínas -por el factor de crecimiento epidérmico y la P-64 K de la membrana-, ambas fueron obtenidas por vía recombinante en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología -CIGB.
Otra buena noticia respecto a esta vacuna es que su aportación terapéutica aún no se ha agotado, ya que científicos del país investigan la CIMAVAX EGF para otros tumores de origen epidermoide -sólidos-, habiéndose demostrado su eficaz utilidad en neoplasias de pulmón, cabeza y cuello, cerebro, cáncer gástrico, de mama, recto próstata, cuello de útero, vejiga, ovario y páncreas.
Creadas las primeras instituciones de investigación y producción biotecnológica a primeros de la década de los 80 -en Estados Unidos surgieron casi de manera simultanea, y en Europa su expansión llegó diez años después-, actualmente el Polo Científico del oeste de la ciudad de La Habana está compuesto por más de 40 instituciones, donde más de 11.000 trabajadores laboran en aras de la salud. Y existen también instituciones científico-productivas en otras provincias, como Sancti Spíritus, Villa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba.
La primera avanzada de investigadores cubanos inició, en 1981, la producción de interferón alfa leucocitario humano, utilizándose ese mismo año y con efectividad el interferón producido en el tratamiento de epidemias de dengue y conjuntivitis hemorrágica aguada. A partir de ese momento, las investigaciones en los campos de la biología molecular, la ingeniería genética y otras ramas colaterales siempre fueron en rápido aumento.
Dotado de la más moderna y eficiente tecnología para el desarrollo de las investigaciones biocientíficas, el CIGB fue inaugurado el 1 de julio de 1986, y cuenta con un área total de más de 60.000 m2, abarcando 43.000 de estos las edificaciones principales, donde están ubicados los laboratorios climatizados, las oficinas administrativas y las áreas de servicios generales y de labor investigativa.
Posee también un bioterio equipado para diferentes especies de animales, que incluye zonas de barreras y zonas protegidas o salas blancas, lo que permite realizar ensayos de potencia de vacunas recombinantes con garantías de obtener resultados confiables en las investigaciones. Y para las investigaciones relacionadas con las especies vegetales, al margen de los sofisticados laboratorios, se cuenta con 1.500 m2 de invernaderos y 2,5 hectáreas de terreno cultivable.
El CIGB, además, celebra eventos científicos nacionales e internacionales, como «Biotecnología Habana»; publica la revista «Biotecnología Aplicada» en dos idiomas; y presta especial atención a la formación de nuevos científicos, que va desde la educación de pregrado hasta estudios de postgrado, incluyendo maestrías en ciencias y doctorados.
Hoy en día, la Biotecnología cubana posee resultados de primer nivel mundial en la obtención de vacunas humanas y veterinarias, medios diagnósticos, anticuerpos monoclonales, fármacos, interferones y bioproductos.
Entre 1981 y 1990, años en que la creación de infraestructuras exigió grandes esfuerzos, los productos biotecnológicos disponibles sólo eran tres, 19 en 2000, para alcanzar la elevada cifra de 38 al cierre de 2007. Y, desde el punto de vista de la propiedad intelectual, se aportaron el registro de 180 patentes de invención cubana, así como más de 1.300 aplicaciones de patentes en diferentes naciones.
De más está decir que la aplicación cubana, sobre sus patentes, nada tiene que ver con la leonina aplicación ejercida con las suyas por otros países donde las multinacionales suplen al Estado. Cuba nunca ha descuidado los problemas de salud de los países más pobres porque, en virtud de sus principios solidarios, siempre los ha considerado suyos. Así, enfermedades que no existen en la Isla han sido investigadas en los centros cubanos, creándose, por ejemplo, un sistema de diagnóstico para la enfermedad de Chagas; o la vacuna contra el cólera, enfermedad igualmente inexistente en Cuba… Así mismo, cuando el pueblo uruguayo fue víctima de una grave epidemia de meningitis meningocócica, Cuba, el único país que disponía de la vacuna adecuada, envió millones de dosis para proteger la vida de los niños uruguayos, aun cuando el reaccionario gobierno de Jorge Batlle, conociendo la existencia de las mismas, no quiso adquirirlas porque eran cubanas.
Hace no tantos años, la Organización Mundial de la Salud -OMS- denunció lo que se vino a llamar «sesgo 10/90», que significa que el 90% de los recursos mundiales aportados a la investigación médica se dedican a las enfermedades que causan el 10% de la mortalidad mundial -las enfermedades de los ricos-, y sólo el 10% de los recursos a las enfermedades que causan el 90% de la mortalidad.
Debido a su demostrada calidad y eficacia, los productos cubanos se utilizan en la atención médica en más de 40 países. Además se trabaja conjuntamente con varios países del Tercer Mundo, para ayudarlos a construir sus propias fábricas de vacunas.
Y es que, a diferencia de en los Estados Unidos y Europa, en Cuba las empresas Biotecnológicas surgieron para crear salud, no única y exclusivamente para hacer dinero, y menos a costa de los pobres.
Más de dos décadas después, el territorio de Estados Unidos alberga a más de 1.500 empresas biotecnológicas, pero, en 2003, más del 80% de esas empresas todavía no contaba con ningún producto en uso en los hospitales. Sencillamente porque todos sus esfuerzos fueron dedicados a levantar miles de millones de dólares en la economía de casino, vendiendo acciones en las bolsas de valores y acumulando miles de patentes con las que siempre procuró -y procura- bloquear el desarrollo de los demás.
Cuba nunca renunció al desarrollo, ni en los peores momentos del período especial, porque el desarrollo era y es parte de su resistencia frente al enemigo imperialista. «Resistir, vencer y desarrollarnos», esa fue la orientación de Fidel a principios de los complicados 90.
La calidad y el prestigio alcanzado por la Biotecnología cubana, no es fruto de la casualidad, sino del esfuerzo ingente de todo un pueblo.
Agustín Lage lo explicó muy bien con estas palabras: […] «cuando el compañero Fidel comenzó a conducir en los años 80 el proceso inversionista que dio origen al Polo Científico, ya una parte de la inmensa obra de la Revolución en la formación de recursos humanos para la investigación científica había sido hecha y tenía resultados: miles de científicos en todas las ramas de la ciencia, formados en Cuba y entrenados en decenas de países.
Esto es posible por el socialismo y sólo por el socialismo.
Y lo que acabo de decir no es una consigna, es la seria conclusión de la evidencia de que el desarrollo educacional y científico y la salud, y mucho menos la justicia social, no se pueden dejar a merced de las leyes del mercado. El Mercado, sencilla y llanamente, no sirve para esto».
Veintisiete años después de la producción de interferón alfa leucocitario humano, los sueños enormes de una pequeña isla palpan la realidad. El reciente anuncio de la nueva vacuna creada por su Biotecnología no hace sino corroborar dicho criterio.