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Obama continúa su estrategia contra Cuba

Fuentes: Rebelión

Al tomar posesión de la presidencia en 2008, Obama comenzó a poner en práctica lo que consideramos entonces, tempranamente, como su política hacia Cuba. En aquella ocasión hablábamos ya de una estrategia con respecto a la Isla. Hoy consideramos que esa estrategia esta más que definida. Pues resulta demasiada la atención que Obama le ha […]

Al tomar posesión de la presidencia en 2008, Obama comenzó a poner en práctica lo que consideramos entonces, tempranamente, como su política hacia Cuba. En aquella ocasión hablábamos ya de una estrategia con respecto a la Isla. Hoy consideramos que esa estrategia esta más que definida. Pues resulta demasiada la atención que Obama le ha prestado a Cuba, a pesar de que en medio de las condiciones tan difíciles por las que atraviesa Estados Unidos, cabría pensar que ahora Cuba tendría un grado de prioridad más bajo en la política estadounidense.

Además el presidente, parece más seguro y firme que nunca en su actuación con respecto a Cuba, porque no ha hecho el menor caso a las críticas que sus medidas han provocado en la extrema derecha de Miami. Especialmente no ha prestado la menor atención a los ataques de la congresista Ileana Ross.

Las medidas más recientes, adoptadas en la primera quincena de enero del 2011, nos reafirman en la opinión de que Obama ha dividido el bloqueo en dos. Con la mano derecha conduce su actitud hacia el gobierno cubano, presionándolo hasta lo indecible, y con la izquierda ejecuta sus acciones respecto a la sociedad civil cubana, que son las más proclives para dar a entender al ciudadano común que lo del bloqueo no va con ellos. El gobierno estadounidense no ha prestado la menor atención a la agenda, ya hace algún tiempo propuesta por Cuba, sobre asuntos que podrían ser objeto de negociación entre ambos países.

A las medidas ya adoptadas con respecto a las remesas, el contenido y valor de los paquetes que se envían hacia Cuba, la ampliación de los vuelos y el incremento de la cantidad de dinero que los cubano-estadounidenses pueden gastar cuando visitan a sus familiares en la Isla, han seguido otras medidas puntuales.

El presidente se ha apresurado a tomar un conjunto de medidas que, al estar dentro de sus prerrogativas, no pasan por el Congreso, pudiendo además hacer oídos sordos a las críticas de la extrema derecha como ya está haciendo.

  • Se reconocieron las conversaciones migratorias, recientemente celebradas, como un adecuado canal de comunicación en el tema. Aunque la representación estadounidense aprovechó la ocasión para reunirse con la «disidencia», lo cual, como es de esperar, fue fuertemente criticado por la parte cubana.

  • En las conversaciones migratorias se reconoció una disminución significativa de los riegos de la emigración entre ambos países.

En tal contexto, aunque no como parte del diálogo, sino como acciones puntuales y unilaterales de la administración estadounidense, se adoptaron las medidas siguientes:

– Parecen abrirse ahora las avenidas para el intercambio académico, religioso y cultural, sobre la base de restaurar la política, ya seguida por W. Clinton, del Intercambio «pueblo a pueblo».

– Cualquier persona en estados Unidos puede enviar 2.000 dólares anuales a Cuba para beneficiar a quien considere, con excepción de miembros del gobierno y militantes de Partido Comunista de Cuba. Permitiendo así las remesas no familiares. Dentro de ello, las iglesias pueden recibir un monto ilimitado de dinero para sus actividades.

– Es posible recibir herencias por el mecanismo de las remesas mediante el envío, a Cuba, de giros postales no superiores a los 50.000 dólares.

– Se toman medidas que en la práctica permiten a los cubanos recibir las remesas en CUC, lo cual las libera del descuento interno del 20%, al no recibirlas en dólares.

-Se amplía el número de aeropuertos desde los que se pueden hacer viajes directos a Cuba. Hasta ahora son tres: Miami, Nueva York y Los Ángeles.

En particular la apertura al intercambio académico, en medio de la coyuntura que actualmente atraviesa Cuba, se convierte para Obama en un canal adicional de comunicación para pulsar la situación interna cubana de manera más cercana. Aunque también para que la parte cubana explore el pensamiento de cómo se ve a Cuba dentro de la realidad estadounidense en la actualidad. Tratándose, en realidad, de una avenida en ambos sentidos.

Sin duda Obama también mueve dinero hacia Cuba o facilidades para obtenerlo, considerando que ello tendrá algún impacto en la apertura del negocio privado en la isla.

Sin embargo los ciudadanos estadounidenses comunes siguen siendo los únicos que no pueden viajar libremente a Cuba, aunque el gobierno decidió ampliar las categorías de los que pueden hacerlo por medio de una licencia.

Lo cual quiere decir, de todos modos, que no se puede viajar a Cuba simplemente por motivos libres, pues se parte de que esto beneficiaria al turismo cubano, que se considera un negocio gubernamental.

De acuerdo con la estrategia del presidente con respecto a Cuba, hay que viajar dentro de alguno de los propósitos que sirven para promover la subversión interna. Habiéndose declarado por la administración que tales flexibilidades en los viajes no tienen nada que ver con un intento de mejorar las relaciones con la isla, sino de situar a la administración estadounidense en mejores condiciones para influir en la política interna cubana.

En nuestra opinión esto indica que la orientación que domina ahora en la política hacia Cuba no está liderada directamente por la extrema derecha de Miami, sino por un sector de la política estadounidense, también de extrema derecha, pero con propósitos e instrumentos que buscan el «acercamiento», el «tendido de puentes», aunque no entre los gobiernos, sino entre las sociedades. Desplegando con sentido mercantil una serie de medidas que persiguen, a nuestro entender, los objetivos siguientes:

– Ayudar económicamente a aquellos sectores de la sociedad civil que por tener vínculos o familiares en Estados Unidos se les considera más proclives a compartir los intereses de la política estadounidense.

– Promover la influencia familiar acercando a sus miembros, de ambos lados del estrecho de La Florida, sobre la base de una plataforma de ayuda mutua e intereses comunes que impacten ideológicamente en la sociedad civil cubana.

– Limitar al máximo lo que ellos llaman la dependencia de los cubanos con respecto al gobierno.

– Evitar que los cubanos puedan identificar la mejora personal o familiar con acciones del gobierno cubano, sino con sus familiares en Estados Unidos y, en última instancia, con acciones del gobierno estadounidense dirigidas a beneficiarlos.

– Generar un régimen de competencia, en términos de velocidad y nivel de soluciones materiales, que sea desfavorable al gobierno cubano en cuanto al tratamiento de los problemas más apremiantes de la población.

-Siempre que sea posible, tratar de enfrentar al liderazgo político y la sociedad civil. Adoptando medidas que puedan resultar difíciles de aceptar al gobierno para hacerlo aparecer como inflexible ante sus ciudadanos.

No obstante, las medidas de flexibilización que Obama adopta con la sociedad civil, y que permiten que la población sufra de manera menos directa las dificultades del bloqueo, quiéranlo o no los políticos estadounidenses, alivian la situación interna, en términos de buena parte de las necesidades materiales más apremiantes. Aunque tales medidas consideramos que no producen tampoco un efecto proporcional de simpatía hacia Estados Unidos.

Muchos ciudadanos, bastantes más de los que Obama quisiera, no aceptan las «mercaderías» que está entregando el presidente, a cambio de concesiones políticas a Estados Unidos.

En la actualidad la sociedad cubana es políticamente más compleja y heterogénea, pero sigue siendo una sociedad revolucionaria en la que el socialismo continúa disfrutando de la preferencia de la inmensa mayoría de la población. La lucha que se libra hoy dentro de Cuba es para mejorar el socialismo, no para volver al capitalismo. Mucho menos tratándose del capitalismo que nos correspondería aceptar si Estados Unidos volviera a tomar el control de la nación cubana.

El bloqueo continuará, tal vez reservando medidas más fuertes que puedan adoptarse más adelante, pues hasta ahora la administración estadounidense no ha dado la menor señal en términos de una verdadera flexibilización del bloqueo, todo lo contrario.

Además las medidas adoptadas por Obama se complementan, ya que unas persiguen presionar lo más posible sobre el gobierno, mientras suaviza aquéllas que puntualmente afectan de manera más directa a la sociedad civil cubana.

Como dijimos hace algún tiempo, Obama ha dividido el bloqueo en dos. Lo hizo desde principios de 2008 y ahora refuerza esa dinámica, estilo tijera, alrededor del cuello de la dirección política cubana. Ambos aspectos son inseparables. Pues, al parecer, continúa adoptando medidas de flexibilización con la sociedad civil cubana pero seguirá al mismo tiempo ejerciendo presiones de todo tipo contra el gobierno. Ambos tipos de medidas se complementan en el propósito de generar el ambiente interno en Cuba que Obama considera más conviene para su política.

¿Por qué insiste Obama en esa política?

La razón parece obvia. El escenario actual dentro de Cuba es percibido por el Presidente como favorable para seguir una política de subversión, orientada en la dirección de lograr el «cambio de régimen», tratando de aprovechar una coyuntura interna en Cuba, caracterizada por las situaciones siguientes:

  • La compleja situación en que se encuentra Cuba, dentro de la cual los políticos estadounidenses ven más posibilidades de subvertirla.

  • La existencia de una sociedad civil más dinámica y compleja, en espera de definiciones y soluciones difíciles.

  • Una coyuntura económica interna de crisis, en proceso de posibles mejoras, pero también de potenciales agravamientos.

  • Un proceso de actualización del modelo económico socialista en Cuba, de límites prácticos aún no totalmente definibles. ¿Hasta dónde puede llegar ese proceso? ¿Qué otras medidas tendrían que adoptarse?

  • La existencia de un liderazgo histórico que, por ley de la vida, está en proceso de una sustitución ya anunciada.

  • Una circunstancia histórica interna, definida por el propio liderazgo político de la revolución, como de última oportunidad.

  • Una situación ciudadana en que se mezclan, como nunca antes, esperanzas e incertidumbres.

Tales situaciones, estoy convencido, pueden estar siendo interpretadas por la administración estadounidense actual como las más propicias para intervenir en Cuba, tratando de orientar los procesos internos hacia las condiciones más convenientes para lograr el «cambio de régimen». Es decir, de lo que se trataría ahora es de aprovechar la situación para arrebatar de manos de la dirección revolucionaria cubana la orientación de los cambios que Cuba está obligada a hacer para salvar el socialismo.

Por lo tanto la política de Obama con respecto Cuba no ha cambiado, continúa siendo consecuente con la forma, métodos e instrumentos con los que la definió durante su discurso de campaña en Miami a finales de 2008; mantener el bloqueo y eliminar restricciones para buscar el acercamiento a Cuba; presionar sobre el gobierno y flexibilizar lo que afecte directamente a la sociedad civil cubana; conversar con Cuba sólo lo indispensable y de la manera más oportunista posible.

 Blog del autor: http://www.estebanmoralesdominguez.blogspot.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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