Las rayas se encuentran en el océano Índico, donde están las islas Seychelles, que se convirtieron en el primer país en contar con bonos azules para financiar proyectos que usen recursos marinos de forma sostenible. Crédito: Nalisha Adams/IPS. NACIONES UNIDAS, 6 mar 2019 (IPS) – Desde hace unos años aumentan los informes impactantes sobre […]
Las rayas se encuentran en el océano Índico, donde están las islas Seychelles, que se convirtieron en el primer país en contar con bonos azules para financiar proyectos que usen recursos marinos de forma sostenible. Crédito: Nalisha Adams/IPS.
NACIONES UNIDAS, 6 mar 2019 (IPS) – Desde hace unos años aumentan los informes impactantes sobre la contaminación plástica y el peligro que esto significa para la vida marina. Las amenazas son claras, por lo que más que nunca es necesario tomar medidas urgentes.
Al celebrar el Día Mundial de la Vida Silvestre , el 3 de marzo, bajo el lema «la vida subacuática», la Organización de las Naciones Unidas (ONU) subrayó la necesidad de promover y mantener la conservación de los océanos, no solo para proteger la vida en el agua, sino también a las personas.
«‘La vida subacuática’ puede parecer alejada de nuestra vida cotidiana y un tema que es mejor dejar a los científicos y a los biólogos marinos, pero es todo menos eso», precisó la presidenta de la Asamblea General de la ONU, María Fernanda Espinosa.
«Cada vez comprendemos mejor cuán conectado está nuestro mundo y cuánto impacto tienen nuestras acciones en los océanos, los ríos y otros cursos de agua y, a su vez, en la vida silvestre, encima y debajo del agua, la que depende de ellos», añadió
Por su parte, la secretaría general de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), Ivonne Higuero, observó: «Cuando pensamos en la vida silvestre, pensamos en elefantes, rinocerontes y tigres».
«Pero no debemos olvidar a la vida subacuática y la importante contribución que hace al desarrollo sostenible, como indica el objetivo 14 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)», subrayó.
Los océanos y sus criaturas son la base de las sociedades humanas. Alrededor de 3.000 millones de personas en el mundo dependen de la diversidad biológica marina y costera para vivir, pues solo la pesca genera más de 360.000 millones de dólares a la economía global.
Y no solo eso, los océanos ayudan a regular el clima, producir 50 por ciento del oxígeno y absorber 30 por ciento del dióxido de carbono liberado a la atmósfera.
Sin embargo, las actividades humanas siguen poniendo en peligro paisajes vitales, por ejemplo a través de la sobrepesca.
Según la ONU, alrededor de 30 por ciento de las reservas de peces están sobreexplotadas, a menudo de una forma que no es sostenible. Hay políticas para reducir la sobrepesca, pero la actividad ilegal sigue siendo una práctica común.
La pesca ilegal y no reglamentada representa alrededor de entre 12 y 30 por ciento de la captura mundial.
Por ejemplo, el elevado precio del caviar alimentó la sobrepesca ilegal y casi llevó a la extinción a las especies de esturión y de peces espátula.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) incluyó a 16 de las 27 especies de esturión y a una de las seis de peces espátula en lista de especies en peligro.
Espinosa se refirió especialmente a la contaminación plástica en los océanos, un problema creciente en el mundo.
«Un camión de basura plástica termina en el mar a cada minuto. Parte del plástico queda en su forma original, pero la mayoría se destruye dejando microplásticos que consumen los peces y otros animales marinos y que terminan en nuestros alimentos y nuestra agua», explicó.
«No es la forma de tratar a nuestro hogar, a nuestro planeta. No es la forma de mantener un ecosistema sostenible y saludable», añadió Espinosa.
Se estima que entre cinco y 12 millones de toneladas de plástico llegan a los océanos cada año, una gran parte de las cuales termina en las playas de las islas más alejadas y otra en las entrañas de ballenas y tortugas marinas.
Aun en la Fosa de las Marianas, de 91.034 metros de profundidad, las investigaciones concluyen que las distintas especies tienen plástico en sus entrañas.
Según un estudio de la Fundación Ellen MacArthur , los océanos podrían tener más plástico que peces en 2050 si continúa la tendencia actual.
Pero en medio de este panorama gris aparecen chispazos de esperanza, pues las organizaciones de la sociedad civil, las agencias de la ONU y los gobiernos se unen para proteger los océanos.
Lanzada por ONU Medio Ambiente, la campaña Mares Limpios se convirtió en la alianza mundial más grande del mundo para combatir la contaminación plástica con el compromiso de cubrir más de 60 por ciento de las franjas costeras del planeta.
Los 57 países que se unieron a la campaña se comprometieron a reducir el consumo de plásticos desechables y a fomentar el reciclaje.
Muchos gobiernos ya asumieron ese desafío.
En diciembre, Perú decidió retirar el uso de bolsas plásticas de forma progresiva en los próximos tres años.
En Estados Unidos, ciudades como Seattle y Washington prohibieron los sorbetes de plástico, y las empresas podrían recibir multas por seguir usándolos.
Eso constituye una ínfima proporción de la contaminación plástica, pero es una medida fácil de implementar que es lo mejor para comenzar.
La organización no gubernamental Global Fishing Watch creó una plataforma en línea donde registra y publica datos sobre la actividad de barcos pesqueros y ofrecen un mapa de lugares conflictivos, donde puede haber sobrepesca y señala los responsables.
Tras recolectar datos en más de 40 millones de horas de pesca en 2016, concluyeron que solo cinco países y territorios, entre los que se destacan China, España y Japón, son responsables de más de 85 por ciento de la pesca observada.
Por otra parte, el Fondo para la Defensa Ambiental (EDF, en inglés) utilizó un enfoque de gestión basado en derechos, trabajando directamente con los pescadores que reciben una «porción de la captura» por cumplir con límites estrictos que permiten la recuperación de las poblaciones de peces.
El mecanismo ha permitido combatir el problema de la sobrepesca, la que disminuyó 60 por ciento en 2000 en Estados Unidos, y ofrecer empleo estable con mayores ingresos.
Por ejemplo, EDF trabajó con pescadores del Golfo de México, donde el pargo rojo estaba sobreexplotado y disminuía de forma constante. Los científicos fijaron una captura límite sostenible, que dividieron en partes y asignaron a los pescadores.
Con límites estrictos de pesca, el pargo rojo se recuperó rápidamente y, para 2013 estaba afuera de la lista «a evitar» del Acuario de la Bahía de Monterey.
Higuero también subrayó el papel de la Cites, que regula el comercio internacional de especies marinas, garantizando sus sostenibilidad y legalidad.
«El comercio internacional sostenible y bien gestionado contribuye enormemente al sustento y a la conservación de las especies marinas», subrayó.
«Todos tratamos de lograr el mismo objetivo de sostenibilidad para las personas y el planeta, y donde la vida silvestre, ya sea terrestre o marina, pueda prosperar en su ambiente así como beneficiar a las sociedades», explicó Higuero.
Asimismo, el secretario general de la ONU, António Guterres, subrayó la importancia de la vida marina para las sociedades actuales y futuras.
«Las especies marinas ofrecen servicios ambientales indispensables; generemos conciencia sobre la extraordinaria diversidad de la vida marina y la importancia crucial de las especies marinas en el desarrollo sostenible. De esa forma, podremos seguir ofreciendo esos servicios a las generaciones futuras», pidió Guterres.
Traducción: Verónica Firme
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2019/03/oceanos-saludables-sociedades-prosperas/