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Ofensiva mundial contra Hizbulá, con Siria de fondo

Fuentes: CEPRID

«Todos contra Hizbulá para acabar, de una vez, con Al-Assad». Este es el lema que hoy agrupa a una parte del planeta una vez ha quedado patente que el gobierno de Bashar al-Assad lleva la iniciativa en la guerra que se desarrolla en Siria, recupera terreno y pone al borde del caos a la denominada […]

«Todos contra Hizbulá para acabar, de una vez, con Al-Assad». Este es el lema que hoy agrupa a una parte del planeta una vez ha quedado patente que el gobierno de Bashar al-Assad lleva la iniciativa en la guerra que se desarrolla en Siria, recupera terreno y pone al borde del caos a la denominada -por Occidente, reaccionarios árabes y algunos progres- «oposición democrática».

Resulta que la OTAN acaba de reconocer que la situación en Siria no es la que venían preconizando con insistencia machacona: el pueblo está con Al-Assad y no con la «oposición democrática». No es, claro está, una afirmación que la OTAN haya publicado a los cuatro vientos, pero sí tiene la suficiente entidad como para que algunos periódicos más o menos confidenciales se hayan echo eco de ella (1). En síntesis, la OTAN reconoce que el 70% de la población de Siria apoya al gobierno, el 20% se considera «neutro» y el 10% restante es quien expresa su apoyo «a los rebeldes». Es curioso que se haya obviado esta información, como bien dijo Vladimir Putin en la reunión que el G-8 mantuvo recientemente el pasado mes de junio.

El confidencial que recoge tan sorprendente afirmación explica que los datos han sido recopilados «por activistas y organizaciones patrocinadas por Occidente», que se muestran «alarmados por la toma de control de la rebelión sunita por Al Qaeda» y que «junto al cansancio por la guerra» hay que anotar «el odio a los yihadistas más que a Al-Assad» como la razón de peso, junto a que «lo que queda [de la rebelión] son los combatientes extranjeros patrocinados por Qatar y Arabia Saudita», para explicar esos porcentajes.

Ante esta realidad, y dado que ya no queda ningún término en el diccionario que no se haya utilizado para satanizar a Al-Assad; que ya han pasado a la historia esas rimbombantes frases sobre que al «régimen» le quedaban semanas de vida -y han pasado dos años-; que ha quedado bien patente que Rusia no va a dar un paso atrás en la defensa de lo que considera sus intereses vitales, y que de poco han servido los miles de millones de dólares en armas y salarios que han nutrido a la llamada «oposición democrática» (a la que vuelven a armar, ahora de forma abierta), hay que buscar alguna razón que justifique, es un decir, tanto desatino. Y la razón que han encontrado los reaccionarios del mundo (y algunos progres) es Hizbulá.

La organización político-militar libanesa ha justificado su presencia en los combates de Al-Qusseir como «acto preventivo» para proteger a la comunidad shíi-libanesa que habita en esa zona y que había venido sufriendo grandes pérdidas humanas y materiales con los ataques perpetrados por la llamada «oposición» siria. Antes de que Hizbulá se hiciese presente, los residentes de las localidades cercanas a Al-Qusseir habían formado comités populares armados que no pudieron frenar las acometidas sectarias de la «oposición sunní», por lo que pidieron ayuda a Hizbulá.

Además, añadió que «Siria es la defensa de la retaguardia de la Resistencia, el sostén de la Resistencia. La Resistencia no puede quedarse cruzada de brazos cuando está en peligro la defensa de su retaguardia y cuando se resquebraja su punto de apoyo». Una afirmación similar hicieron los palestinos, en especial el Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando General, que combatió junto a las tropas regulares sirias en el campamento de refugiados de Yarmouk en diciembre de 2012 cuando fue atacado por las fuerzas de la «oposición democrática».

Hizbulá ha dicho, también públicamente y mucho antes de asumir «todos los sacrificios y consecuencias» de su presencia el Al-Qusseir, que el gobierno Al-Assad tiene aspectos positivos y negativos, que es necesaria una reforma política en el país y que la única forma de alcanzarla es a través del diálogo político.

Sin embargo, eso no ha sido óbice para que se haya redoblado la campaña que se viene desarrollando desde hace años para que el movimiento político-militar libanés sea considerado «organización terrorista». Ya tenemos cerrado el círculo, los terroristas defendiendo al gobierno sirio mientras que la «oposición» es un coro de ángeles. Y por si fallase la simpleza, siempre queda el recurrente uso de armas químicas para asustar a los niños y no tan niños reaccionarios. Es lo que están haciendo EEUU, Gran Bretaña y Francia con el uso del gas sarín.

La vanguardia: los países del Golfo

Es curioso que quien ha dado el primer paso en la ofensiva mundial contra Hizbulá haya sido un gobierno tan democrático como el de Bahrein. Pero más curioso, aún, es que fuese mucho antes de la participación de Hizbulá en los combates de Al-Qusseir. En concreto, un mes y medio antes. El monarca de este país, donde se asienta la V Flota estadounidense, protegido por los tanques saudíes y los policías paquistaníes, decidió enviar al parlamento, a primeros de año, una propuesta para considerar a Hizbulá como «organización terrorista». El 7 de abril el parlamento aprobaba la propuesta real, una medida sin precedentes en el mundo árabe. La excusa, como no podía ser de otro modo, es que Hizbulá e Irán están detrás de las protestas que la mayoría de la población, de origen shií, viene desarrollando contra la satrapía bahrení desde el año 2011. La monarquía de Al-Jalifa, suní, no ha visto en las protestas populares otra cosa que injerencia de Irán, implementada a través de la mano de Hizbulá puesto que, según lo recogido en la aprobada resolución parlamentaria, habría formado a los activistas bahreníes en campamentos de Líbano.

La decisión de Bahrein ha sido acogida con júbilo por el resto de países del Consejo de Cooperación del Golfo, y cada vez se oyen más voces sobre que estos países podrían adoptar una resolución similar. Kuwait es quien con más insistencia lo reclama. En este país, con una tercera parte de su población de origen shíí, se vienen produciendo manifestaciones desde hace un año y los gobernantes dicen, como en Bahrein, que son los iraníes quienes están detrás junto a Hizbulá. Por el momento, y como antesala, los países del Golfo ya han «recomendado» a sus ciudadanos no viajar a Líbano mientras «estudian» qué medidas adoptar contra Hizbulá (2) y que pueden llegar a la expulsión de trabajadores libaneses shíies que hay en estos países. De hecho, es algo que ya ha empezado a hacer Emiratos Árabes Unidos al no renovar permisos de trabajo de decenas de trabajadores libaneses (3).

Pero no sólo arrecia la ofensiva en el Golfo. También los ministros de Exteriores del resto de países árabes han mantenido una reunión en El Cairo en la que se ha tratado la condena a Hizbulá por su presencia en los combates de Al-Qusseir (4) exigiendo su retirada de la zona. En esta reunión es en la que el ministro de Exteriores libanés dijo lo recogido más arriba. El intento no ha fructificado debido al rechazo de Argelia, Irak, Líbano y Egipto, que dijeron que una declaración en ese sentido debía ir acompañada del rechazo expreso a la intervención extranjera en Siria, algo inaceptable para el Golfo.

Aprovechando la iniciativa de los reaccionarios del Golfo, como en Libia, Gran Bretaña ha decidido presionar a la Unión Europea en el mismo sentido y rápidamente han hecho lo mismo Francia y Alemania. El pasado 24 de junio los ministros de Exteriores de la UE trataron sobre la inclusión de Hizbulá, al menos su rama militar, en la lista de «organizaciones terroristas» de la Unión Europea. Y ante el gran disgusto que ha supuesto para ellos la derrota de la «oposición democrática» en Al-Qusseir, se está acompañando la petición con las acusaciones sobre el uso por parte del gobierno sirio de gas sarín. Es curioso que insistan en ello cuando un comité de la ONU ya se había referido a esa cuestión pero acusando a la «oposición» de su uso, y no al gobierno sirio (5).

La derrota de Al-Qusseir les ha dejado tan tocados a los patrocinadores de la «rebelión de la oposición democrática» que ya no queda otra opción que la guerra abierta, para lo que hay que recurrir abiertamente a la mentira y a la desinformación a la que tan acostumbrados estamos. Como dice el editor del diario Al Quds-Al Arabi, Abdel Bari Atwan, «con las acusaciones contra Nasralá [secretario general de Hizbulá] y por el supuesto uso de gas sarín (…) se ve ahora la ansiedad y el terror de estas personas [occidentales] y las naciones del Golfo, que no han logrado rentabilizar el flujo de armas, voluntarios y cientos de millones de dólares invertidos para acelerar la caída de Al-Assad» (6).

Occidente y sus aliados reaccionarios árabes ya saben que sólo con la guerra abierta pueden derrotar al gobierno sirio, por lo tanto las perspectivas desatadas con la conferencia de Ginebra que auspiciaba Rusia y a la que se tuvo que sumar EEUU se diluyen hasta el punto que, hoy por hoy, no se puede asegurar que se vaya a producir dicha conferencia ni en julio ni en ningún otro mes. En un comunicado conjunto (7), la UE y el Consejo de Cooperación del Golfo aducen ahora que no puede hacer diálogo alguno mientras no se retiren las fuerzas de Hizbulá de Siria, a quien catalogan como «bandera de la Guardia Revolucionaria de Irán» (sic). Y ese discurso lo asume sin complejos la UE donde Gran Bretaña, Francia y otros abogan de forma abierta por armar a la llamada «oposición democrática».

Sin embargo, esto es a lo más que va a llegar la UE, muy cauta a la hora de incluir a Hizbulá en su dichosa lista de terroristas porque tiene miedo a lo que pueda ocurrir con sus tropas de la FINUL en el sur de Líbano, zona controlada por Hizbulá, aunque hay quien piensa que el hacerlo no implica que la organización sea atacada en Líbano, sino fuera de ese país, como por ejemplo ahora que está en Al-Qusseir.

Dicho de otra forma: están de los nervios y no saben muy bien qué hacer. El Centro de Estudios Doha que, como su nombre indica, está situado en Qatar, reconoce que «los rebeldes están perdiendo la moral», que la toma de Al-Qusseir puso de manifiesto «la destreza en la lucha de Hizbulá» y que «se corre el riesgo de una radicalización de la oposición» (8). ¿Más aún? Un informe de la ONU, siempre tan parcial, ha tenido que reconocer que «los rebeldes controlan zonas del país mediante el asesinato y el terror despótico» y que «los grupos armados contra el gobierno han cometido crímenes de guerra, incluyendo el asesinato, la sentencia y la ejecución sin el debido proceso, la tortura, toma de rehenes y el pillaje». Y sigue: «los rebeldes siguen poniendo en peligro a la población civil mediante la colocación de objetivos militares en zonas civiles» (9). O sea, que lo que contaban que hacía el gobierno resulta que lo hace, también o sobre todo, según se mire, la «oposición democrática». Vaya, vaya.

Debe ser por eso por lo que el llamado Observatorio Sirio de Derechos Humanos, tan propagandizado por Occidente y los reaccionarios del mundo, ha tenido que reconocer que «al menos el 43% de las víctimas de la guerra son partidarios de Bashar Al-Assad». Y da cifras: «los soldados sirios y miembros de las fuerzas de seguridad con 24.617, los miembros de las milicias progubernamentales 17.031, los civiles 35.476, los combatientes anti-Assad 16.699 y, de ellos, 1.965 desertores del ejército sirio y 2.119 extranjeros» (10). Desde luego, no hay que hacer mucho caso de los datos que ofrece este llamado Observatorio, pero el que se haya atrevido a darlos, y en estos momentos en los que la iniciativa política y militar está en manos del gobierno sirio, significa que no se puede tapar el sol con el dedo. Y, por supuesto, no busques lector, lectora, estos datos en los medios habituales. Ni siquiera en los pretendidamente alternativos.

«El partido de Satán»

Esa «radicalización» ya ha sido bendecida por las principales instancias religiosas sunníes. Muchos clérigos se han lanzado a la carrera de emitir fatuas alentando a los fieles de esta rama del Islam a trasladarse a Siria para combatir «al partido de Satán», es decir, Hizbulá (el Partido de Dios). En esas fatuas se dice que «no se puede consentir que 1.700 millones de musulmanes sunníes se dejen dominar por 100 millones de shíies». Y quien ha dado el primer paso no es un cualquiera, sino Yusuf Al-Qaradaui, presidente de la Unión Internacional de Ulemas Musulmanes (11). Abierta la veda, se lanzan los cazadores a cobrar su presa y así en cientos de portales se hacen abiertos llamamientos a trasladarse a Siria para combatir contra «los alauitas [rama del Islam cercana a los shíies y a la que pertenece el núcleo de Bashar Al-Assad], que son más infieles que los judíos, y contra Hizbulá». Incluso se alienta a cometer atentados suicidas en Líbano en las zonas que controla Hizbulá (12).

Y a ello se añade, como es habitual, la mentira. A raudales. El periódico Al-Akhbar ha publicado un informe sobre cómo tres canales de televisión, Al-Jazeera, Al-Arabiya y Future TV, han «informado» sobre la toma de Al-Qusseir. Estos canales han pasado de negar la noticia en un primer momento -«es propaganda del régimen asentada en imágenes falsas y tomas prefabricadas»- a afirmar que «el régimen y Hizbulá han cometido una masacre de cientos de personas» y, ante la evidencia, ahora dicen que hay que «incentivar la guerra santa» contra ellos tal y como han ratificado las fatuas (13).

Así que, dicho y hecho. El primero en dar el paso ha sido el clérigo salafista libanés Ahmad al-Assir en la ciudad de Saida, en el sur libanés, aunque el ejército ha podido aplacar rápidamente el foco sectario que no ha sido condenado por los pro-occidentales de la Corriente del Futuro liderados por Saad Hariri. Los segundos han sido, curiosamente, los políticos de Hamás, que tienen un peligroso frente interno abierto puesto que su brazo militar, las Brigadas de Izzedin al-Kassam, se niega a romper vínculos con Hizbulá. Como dice el principal diario panárabe, «la fortaleza [de Al Assad] desde hace más de dos años ha sorprendido a Hamás, al igual que a muchos regímenes árabes y occidentales, por lo que apostar de nuevo por sus nuevas alianzas [en referencia a Arabia Saudita y Qatar y su postura con Hizbulá] arriesga una parte importante de su fuerza y de su popularidad, adquiridas gracias a su posición en el campo de la resistencia» (14). Los reaccionarios del mundo, árabes y occidentales, están desesperados porque la situación en Siria se inclina, cada día que pasa, más a favor de Al Assad. Sólo una incentivación de la guerra a gran escala -envío de armas, «zonas de exclusión aérea»- puede revertir una situación que se les escapa como el agua de las manos. Pero para eso hace falta tiempo, algunos meses. Mientras tanto, sí se puede atacar a quien consideran -otro error más- el eslabón más débil y, de paso, desviar el foco de atención de lo realmente importante: Siria está remachando el clavo en el ataúd de la prepotencia occidental.

Y lo está haciendo porque Rusia ha dado un puñetazo encima de la mesa. Está dando un apoyo incondicional a Al Assad en todos los campos y lo más importante, ha logrado arrastrar a China a su postura. Ahora mismo el nivel de cooperación y colaboración entre los dos países en este y otros temas ha llegado a un nivel sin precedentes en la historia bilateral. Sin el eje ruso-chino no estuviese bien engrasado Putin no habría actuado en la cumbre del G-8 que se celebró a mediados de junio en Irlanda del Norte como lo ha hecho, casi haciendo desplantes diarios a los occidentales. No sólo de atrevió a desafiar abiertamente a todos con respecto a Siria, sino que les acusó públicamente de hipócritas y matones. Y es que lo son. Por eso no debe sorprender la actitud con Hizbulá, ni la de ellos ni la de sus buenos amigos reaccionarios árabes. A fin de cuentas, esta organización político-militar libanesa pone a muchos ante el espejo.

Notas:

(1) http://www.worldtribune.com/2013/05/31/nato-data-assad-winning-the-war-for-syrians-hearts-and-minds/

(2) Al Quds-Al Arabi (Londres), 5 de junio de 2013.

(3) Al Quds-Al Arabi, 29 de junio de 2013.

(4) As Safir (Líbano), 5 de junio de 2013.

(5) El País, ABC, El Mundo, RTVE, 6 de mayo de 2013.

(6) Al Quds-Al Arabi, 5 de junio de 2013.

(7) Daily Star (Líbano), 1 de julio de 2013.

(8) Al Arabiya (Emiratos Árabes Unidos), 6 de junio de 2013.

(9) Information Clearing House, 6 de junio de 2013.

(10) http://www.mcclatchydc.com/2013/06/03/192881/assad-backers-reportedly-make.html#.UbRU1PnWOSo

(11) Al-Sharq Al-Awsat (Londres), 28 de mayo de 2013.

(12) Al-Hayat (Londres), 3 de junio de 2013.

(13) Al-Akhbar (Líbano), 7 de junio de 2013.

(14) Al Quds-Al Arabi, 20 de junio de 2013.

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es «Las brujas de la noche. El 46 Regimiento «Taman» de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial», actualmente en imprenta y que será editado por La Caída con la colaboración del CEPRID. Los pedidos se pueden hacer a [email protected] o bien a [email protected]

Fuente original: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1695