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Líbano

Ojo por ojo… y todos quedaran ciegos

Fuentes: Rebelión

Al Líbano no le hacía falta más leña para avivar el fuego de la confrontación política antes de que el líder chiíta Imad Mughniyah, fuera asesinado en Damasco el pasado 12 de febrero: La crisis provocada por la imposibilidad de elegir al Presidente de la República desde hace más de dos meses, ya tenía a […]

Al Líbano no le hacía falta más leña para avivar el fuego de la confrontación política antes de que el líder chiíta Imad Mughniyah, fuera asesinado en Damasco el pasado 12 de febrero: La crisis provocada por la imposibilidad de elegir al Presidente de la República desde hace más de dos meses, ya tenía a las facciones sectarias al borde de la guerra civil. El Parlamento se ha reunido en quince ocasiones sin que se logre elegir al nuevo Jefe de Estado del país y aunque hay cierto consenso en designar al Jefe del Ejército Michel Suleiman, la Coalición 14 de Marzo, encabezada por Saad Hariri y la oposición de Hezbollah y sus aliados cristianos de la Corriente Patriótica Libre, CPL, liderada por el general Michel Aoun, siguen enfrascados en una disputa que ni siquiera la Liga Árabe, ha podido resolver a través de los buenos oficios de su secretario general Amr Musa y sus innumerables viajes a Beirut.

El espectro de la guerra civil se asoma ahora con más fuerza que nunca desde que los Acuerdos de Taif de 1989, pusieron fin a la guerra civil que desangró al país durante quince años y provocó 150.000 muertos. Hace unas semanas el dirigente druzo anti-sirio Walid Jumblatt, acusó a Hezbollah de arrastrar al país hacia la anarquía e incluso amenazó a su líder Hassan Nasrallah diciéndole: «¿Quiere usted el caos? Bienvenido sea el caos. ¿Quiere la guerra? Bienvenida sea, las armas no serán un problema».i Ciertamente, las armas han empezado a fluir en el mercado negro, provocando una escalada en los precios: un fusil Kalashnikov que se cotizaba entre 100 y 150 dólares en el mercado negro, se vende ahora en 1000. El diario Al-Akhbar, aseveró a finales del año pasado que Jumblatt había estado repartiendo armas en Tariq Jdeeda, un bastión de Saad Hariri y su partido, quien estaría planificando reclutar a 14.000 milicianos entre las fuerzas privadas de seguridad. El periódico informó también sobre adiestramientos militares llevados a cabo por las Fuerzas Libanesas lideradas por el cristiano Samir Geagea. El objetivo de estas facciones sería alcanzar un «balance estratégico» con Hezbollah.

A principios de febrero el Ejército libanés debió disolver una protesta contra cortes de electricidad en el suburbio de Chia, al sur de Beirut. El saldo de las protestas fue de ocho muertos. Una semana después, simpatizantes del Movimiento Futuro de Hariri, se enfrentaron con garrotes y piedras contra chiítas seguidores de AMAL y Hezbollah.

El asesinato de Mughniyah no sólo tensa aun más la situación política local, sino que amenaza con una escalada de violencia en toda la región. Para agregar más tirantez política a la zona, los Estados Unidos han enviado tres buques de guerra a las costas de Líbano, entre ellos el USS Cole, y un buque de asalto anfibio. Una demostración de fuerza claramente dirigida contra Hezbollah y Siria, a quien Washington responsabiliza del impasse político libanés. El pasado 13 de febrero, apenas un día después del asesinato de Mughniyah, George W. Bush anunció una expansión de las sanciones contra Siria y la congelación de los activos en EE.UU. de funcionarios sirios «que se han beneficiado de la corrupción pública». Acusó además a Damasco de trabajar en contra de la estabilidad en Irak y afirmó que Siria «continúa socavando la soberanía y la democracia del Líbano y patrocinando al terrorismo». Una actitud poco constructiva, teniendo en cuenta las recomendaciones de crear canales de diálogo con Siria, como lo sugiere el Iraq Study Group Report, elaborado por Lee H. Hamilton y James Baker.

El fin de una trayectoria marcado por la violencia

Imad Mughniyah nació en 1962 en la aldea chiíta de Tir Dibba, en el sur del Líbano e inició sus actividades políticas en el grupo de elite Fuerza 17, de la Organización para la Liberación de Palestina, especializándose con gran pericia en el área de explosivos. En 1982 vio como su aldea era ocupada por las tropas israelíes y sus camaradas palestinos junto a sus familias eran asesinados, mientras los líderes del mundo árabe mostraban indiferencia. Mughniyah fue herido durante un feroz bombardeo de las milicias cristianas contra suburbios musulmanes en el sur de Beirut, a plena vista de las fuerzas multinacionales de paz desplegadas en la ciudad. Desilusionado con el fracaso de la OLP, que decidió abandonar Beirut en 1982, e impresionado con el éxito de la Revolución Islámica en Irán, Mughniyah se vinculó a la recién llegada Guardia Revolucionaria de Irán, que le proporcionó protección en los campos de entrenamiento que esta organización había establecido en Baalbek.ii

Como cabecilla de la Jihad Islámica, una organización que operó como satélite de Hezbollah en los años 80, Mughniyah era considerado uno de los terroristas más buscados del mundo y uno de los más escurridizos. Durante mucho tiempo estuvo entre la lista de los más buscados del FBI. Se había sometido a varias cirugías plásticas y viajaba con varios pasaportes.

Era señalado como jefe de operaciones de Hezbollah, jefe de seguridad, director de inteligencia, jefe de las operaciones internacionales, e incluso el comandante de la Resistencia Islámica. Se le considera también responsable intelectual del atentado contra la embajada norteamericana en Beirut en 1983, que cobró la vida de 63 personas y de los coches bomba que explotaron contra los cuarteles de la Fuerza Multinacional, en los que murieron 241 soldados norteamericanos y franceses en 1983. La Jihad Islámica secuestró además a docenas de ingleses, franceses y norteamericanos en Beirut en 1984. En 1985 Mughniyah encabezó el comando de la Jihad Islámica que secuestró el vuelo 847 de TWA que volaba entre Roma y Atenas y que seguidamente fue dirigido a la capital libanesa, donde se exigió la liberación de 17 presos en Kuwait, entre los que se encontraba su cuñado, así como 753 chiítas libaneses presos en cárceles de Israel.iii Este fue el hecho por el cual Mughniyah fue formalmente acusado por los Estados Unidos, que también le responsabilizaban por la muerte del coronel William F. Buckley, jefe de la CIA en Beirut, que murió en cautiverio al año de haber sido secuestrado por la Jihad Islámica. Entrevistado en 1991 por el periodista Robert Fisk, Mughniyah afirmó respecto a los secuestros: «Tomar como rehenes a personas inocentes está mal, pero es una opción y no hay otra opción. Se trata de una reacción a una situación que se nos ha impuesto…«.iv

Según Israel, Mughniyah habría participado en la operación que llevó a la captura de dos soldados israelíes en julio de 2006 y que precipitó la guerra de los 33 días entre Israel y Hezbollah. Sin embargo, según el Jane’s Information Group, que provee información de inteligencia, la cautela que Mughniyah tuvo en todos sus movimientos, hasta cierto punto ha imposibilitado recopilar evidencia contundente que lo involucre en la mayoría de los actos terroristas que se le achacan. v

¿Quién mató a Mughniyah?

El asesinato de Mughniyah, llevado a cabo en las propias narices de la Mukhabarat al-Askariyya, la poderosa agencia de inteligencia militar siria, dirigida por el propio Assef Shawkat, cuñado del presidente Bashar al-Assad, revela un trabajo de planificación espectacular y plantea muchos interrogantes sobre la autoría.

En el Medio Oriente usualmente nada es lo que parece, pero si como en toda investigación criminal se puede comenzar con la clásica interrogante procesal del derecho romano, ¿cui bono? es decir, ¿quién se beneficia con el delito?, lo más lógico sería señalar a Israel como responsable del asesinato. Según el diario Haaretz, durante los años 90, los servicios de inteligencia israelíes habían tratado infructuosamente de liquidar a Mughniyahvi, pero el primer ministro israelí Ehud Olmert ha negado la responsabilidad de su país en el hecho. No obstante, el ex jefe del Mossad, Danny Yatom, ha afirmado que el asesinato supone «un gran logro para el mundo libre en su lucha contra el terror», mientras que el analista retirado de la CIA Bruce Riedel, quien es considerado uno de los mejores expertos del gobierno de los EE.UU. en terrorismo, afirmó al diario israelí Yedioth Ahronoth, que el Mossad, «sería seguramente el autor del operativo».

Es plenamente reconocido que los servicios de inteligencia israelíes y en especial el Mossad, han utilizado recurrentemente la práctica de «asesinatos selectivos» contra activistas árabes. Basta recordar la cadena de asesinatos que se organizó contra palestinos a quienes se consideraba responsables intelectuales de los atentados de las Olimpiadas de Munich en 1972 o incluso el asesinato de otro alto dirigente chiíta libanés, Abbas al-Musawi, secretario general de Hezbollah, quien fue asesinado por helicópteros israelíes en febrero de 1992, junto a su familia.

La «exactitud» de los operativos del Mossad le había convertido en una de las agencias de inteligencia más precisas del mundo a la hora de «ejecutar» sus operaciones. Sin embargo, una serie de «chapuzas» desacreditó la agencia a partir de 1997. El fracaso más espectacular fue el fallido intento de asesinar al líder de Hamas, Khalid Meshal en Amman en julio de ese año, mientras llevaba sus hijos al colegio. El equipo de espías enviado a la capital jordana, no sólo fracasó, sino que fue capturado y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, presionado por el indignado Rey Hussein, se vio obligado a liberar al Sheikh Ahmed Yassin, líder espiritual de Hamas.

Si Israel está detrás del asesinato de Mughniyah, se trata claramente de un mensaje para Hezbollah y Hamas, muchos de cuyos cuadros viven exiliados en Damasco, desde donde operan con el beneplácito del régimen del presidente Assad. Israel habría querido demostrar que es capaz de golpear en cualquier parte del mundo. Según Riedel, Israel ha sido capaz de infiltrar a Hezbollah y el asesinato de Mughniyah sugeriría que el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah es entonces vulnerable e igualmente podría ser asesinado. Si bien, la mayoría de los observadores coinciden en señalar a Israel, pero la camaleónica naturaleza de la política en Medio Oriente obliga a considerar otras posibilidades. Como lo señala Mohamad Bazzi, analista del Council on Foreign Relations, otra posibilidad, aunque poco factible, es que Mughniyah fuera asesinado por los sirios, porque lo veían como una «carga» de la que finalmente decidieron deshacerse o bien como una forma de «congraciarse» con los Estados Unidos.vii

Por otro lado, según la periodista Lucy Fielder del Ahram Weekly, muchos en Beirut creen que los servicios de inteligencia de los EE.UU. mataron a Mughniyah debido a sus recientes actividades en Irak. En los últimos meses Mughniyah había estado operando en las afueras de Basora, con el ánimo de reestructurar al Ejército del Mahdi, la fuerza paramilitar creada por el clérigo chiíta iraquí Muqtada al-Sadr.viii Según la revista Time, los EE.UU, le venían siguiendo los pasos desde hace mucho tiempo y sospechaban además que Mughniyah tenía nexos con Osama Bin Laden.ix

Espiral de violencia

Los asesinatos políticos en Medio Oriente y especialmente en Líbano, únicamente han servido para atizar la llama de los conflictos y el caso de Mughniyah no parece ser la excepción. Es el primer personaje ligado a la oposición libanesa que es asesinado después de la cadena de 17 atentados que han sacudido al país desde el año 2005, cuando el ex Primer Ministro Rafic Hariri, fue asesinado. Hassan Nasrallah, culpó inmediatamente a Israel y aseguró que la guerra desatada en julio de 2006 contra este país «no había terminado» y que la sangre de Mughniyah «contribuiría a la destrucción del Estado judío».x Israel ha puesto a sus embajadas y servicios de seguridad en alerta, pues no sería nada extraño que se presentara una «represalia» a corto o mediano plazo. Hay que recordar que la «reacción» al asesinato de Abbas al-Musawi en 1992, habría sido el atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires un mes después, después del cual, las autoridades policíacas argentinas emitieron una orden de arresto contra Mughniyah.xi

La cadena de venganzas que este asesinato puede iniciar, tendría consecuencias impredecibles. En el Líbano, es muy posible que Hezbollah radicalice su discurso y no ceda en su demanda de que el nuevo gobierno libanés deba incluir a la oposición con capacidad de veto sobre todas las decisiones.

La cumbre de la Liga Árabe que se llevará a cabo este mes en Damasco será fundamental para lograr una solución al impasse político libanés, pero ninguna solución parece factible sin que Siria y Arabia Saudita, las potencias regionales que más influencia ejercen sobre el país, lleguen a un acuerdo. Si esto no ocurre es muy posible que el vacío de poder en el Líbano siga siendo llenado con más violencia.

En el plano regional, es preciso tener en cuenta que Mughniyah no sólo era un hombre influyente entre los chiítas libaneses, sino también en Irán, que durante mucho tiempo le protegió y apoyó. El propio Líder Supremo de ese país Ayatullah Ali Khamenei, llamó a Mughniyah un «destacado luchador… un ejemplo para los jóvenes«, mientras que el canciller iraní Manuchehr Mottaki asistió a su funeral. Irán podría asumir el asesinato como un golpe a sus propios intereses.

Medio Oriente no es un lugar más seguro después de la muerte de Mughniyah, al contrario, la espiral de violencia del «ojo por ojo», podría dejar a todos ciegos.

Una justicia genuina y el respeto al Derecho Internacional y a los derechos humanos, son las condiciones que harán de esa región un lugar más seguro, no las venganzas políticas que solamente alimentan la dinámica del odio.

(*) El autor es profesor de Relaciones Internacionales en la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica.

NOTAS

i Jumblatt says Lebanon nearing anarchy. http://www.albawaba.com/en/countries/Lebanon/222101

ii Jaber, Hala. Hezbollah. Columbia University Press, New York, 1997, p. 116.

iii Fisk, Robert. Pity the nation: the abduction of Lebanon. Nation Books, New York, 2002. p. 605.

iv http://www.independent.co.uk/news/fisk/robert-fisk-bloody-end-of-man-who-made-kidnapping-a-weapon-of-war-782031.html

v http://www.janes.com/news/security/terrorism/jtsm/jtsm080228_1_n.shtml

vi Hezbollah terror chief Imad Mughniyah killed in Damascus blast. http://www.haaretz.com/hasen/spages/953907.html

vii Mohamad Bazzi: Who Killed Imad Mugniyah? Council on Foreign Relations.

viii The swords are drawn. Al-Ahram Weekly. 21 -27 February 2008. http://weekly.ahram.org.eg/2008/885/re81.htm

Issue No. 885.

ix Waiting For Hizballah’s Revenge. http://time-blog.com/middle_east/2008/02/waiting_for_hizballahs_revenge.html

x Mona Alami. Un asesinato que puede cambiar Medio Oriente. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=63677

xi Norton, Richard. Hezbollah, a short history. Princeton University Press, Princeton, 2007, p. 79.