Ola Masri, un caso más de entre los millones de palestinos y palestinas refugiados que encontramos en el mundo a raíz de la Nakba, de la «catástrofe» que ocasionó Israel al invadir Palestina y expulsar a sus habitantes. Se pide solidaridad con la familia refugiada. Continúe leyendo, gracias. Hoy día algunos gobiernos de Europa, entre […]
Ola Masri, un caso más de entre los millones de palestinos y palestinas refugiados que encontramos en el mundo a raíz de la Nakba, de la «catástrofe» que ocasionó Israel al invadir Palestina y expulsar a sus habitantes. Se pide solidaridad con la familia refugiada. Continúe leyendo, gracias.
Hoy día algunos gobiernos de Europa, entre palabras confusas, ambiguas y complicidades llaman a la caridad de la gente de las tierras sobre las que mandan. El sentido crítico de estos actores principales, la urgencia de transformar el montaje de explotación social, la solidaridad, no les alcanza. Hace tan sólo 2 meses, 1 mes, negaban el pan y la sal a quien intentase pisar suelo europeo, y el mediterráneo se tragaba las vidas de miles y miles de personas que escapaban del hambre y la guerra provocadas por éstos gerentes del capital y las multinacionales. Dos ejemplos bien conocidos: El inglés Cámeron, al que su propio pueblo pedía, hace unos días, que en cumplimiento del Derecho Internacional mandase detener al curtido asesino Netanyahu, se negó a ello para seguir compartiendo negocios de armamento, entre otros con semejante criminal; si esa fue una prueba de fuego poco antes alardeaba de lenguaje racista, Camerón llamaba «enjambre» a los refugiados que intentaban entrar en Inglaterra. El segundo caso conocido públicamente es el de Merkel, a mitad del mes de Julio le negaba en televisión el refugio a una niña palestina y a su familia, ¿recuerdan?. La niña y su familia procedían de un campo de refugiados en Líbano, expulsados de su tierra por los invasores israelíes, llevaban 4 años en Alemania y en esos 4 años la administración alemana no había respondido a la solicitud de asilo. Entonces la Merkel quiso darse un baño a costa de una visita televisada a un centro escolar, y se encontró con una niña que solicitaba una respuesta para la petición de su familia. En vivo y en directo recibió de la Merkel la respuesta que su administración no había verbalizado. Ante la negativa presidencial la pequeña esperanza de la niña se esfumo y volvió a contemplar el terror de la expulsión por ser refugiada, y en su caso por ser palestina: no podían pisar su tierra, pero tampoco ninguna otra que les diese estabilidad. Con lágrimas incontenibles la niña palestina era la viva imagen del sufrimiento de los refugiados que hemos conocido estas últimas semanas.
Los dos gobiernos, el inglés y el alemán, y otros tantos como el español siguen comerciando con Israel, quieren presentarlo como un Estado civilizado, en su prensa callan o dan la vuelta a cualquier noticia para decirnos que el terrorismo de Israel, la ocupación, la expulsión de los palestinos y su persecución y acoso es lo más normal del mundo, favoreciendo así el crimen y el robo en contra de la Ley Internacional, violando las resoluciones de la ONU y el Derecho Internacional, que exige a Israel su cumplimiento, y los Estados firmantes de la Convención de Ginebra tienen la obligación de hacer que se respete la ley y denunciar, detener y tomar medidas sancionadoras a quien la incumpla. Con el desprecio a la Ley Internacional los colaboracionistas socavan el Derecho Internacional, por eso Israel no ha sido sancionado ni perseguido judicialmente ni una sola vez, ¡Habiendo sido declarado criminal de guerra, Estado genocida, y atentatorio contra los Derechos Humanos!.
El artículo 1 de las Disposiciones Generales de la Cuarta Convención de Ginebra de 1949, declara que «las altas partes contratantes se comprometen a respetar y a hacer respetar el presente Convenio en todas las circunstancias». Quiere decirse, hay que cumplir y hacer cumplir los principios humanitarios firmados en los Convenios Internacionales.
Abundando en los derechos y deberes, la Comisión de Derecho Internacional en su artículo 41.1 incide en la Responsabilidad de los Estados que llevan a cabo Hechos Internacionalmente Ilícitos: «Los Estados deben cooperar para poner fin mediante medidas legales a cualquier infracción que caiga en el dominio del artículo 40». Luego, tanto en la Convención de Ginebra como en el Derecho Internacional se hace constar la obligación de los Estados de garantizar los principios humanitarios.
Principios humanitarios que el Estado sionista de Israel incumple desde su creación.
Pero ¿de qué principios humanitarios hablan Cameron, Merkel y demás, cuando después de alimentar al Estado terrorista se encuentran con la llegada de cientos de miles de refugiados? La caridad es su alternativa; la solidaridad, decíamos antes, no les alcanza. Solidaridad es el compromiso para transformar la realidad opresiva, para terminar con los invasores y los colonialistas, para hacer que los refugiados vivan en paz en su tierra, para que regresen y sean compensados por el daño que se les ha causado.
Aquí tenemos el caso de Ola Masri y sus 4 descendientes. ¿Alguien quiere ver a sus propios hijos entre hambre, frío y todo tipo de peligros, pasando de país en país sin encontrar ni futuro ni paz? Ni a estos curtidos asesinos les gusta eso para sus hijos. ¿Quién garantiza a Ola Masri los principios humanitarios? La encontré en un local de pequeñas dimensiones sin ventanas, las criaturas miraban con la expresión en los ojos de no saber que está pasando, la vecindad les había traído algunas ropas, algo de comida, una estufa pequeña, de vez en cuando aparecía alguien que dejaba un paquete y traducíamos las palabras de agradecimiento de Ola. La conversación que mantuve con ella resultó contenida, no extendía sus palabras, aunque se expresaba con el dolor de quien lo ha dado todo y no sabe qué hacer más para no rendirse, de quien con dignidad reclama respeto.
– ¿Por qué se fue de Palestina?
Ola Masri: La vida estaba muy complicada, había mucha presión y tenía que buscar como fuese un futuro para las niñas y el niño. Los problemas se multiplicaban, todo era una dificultad, necesitaba buscar algo mejor.
– ¿Cuánto tiempo lleva fuera de Palestina?
O.M.: Más o menos 5 años y ½. Primero fuimos a Noruega, de ahí nos devolvieron a Palestina, luego España, Bélgica, España, y sin ninguna ayuda fuimos a Suecia, allí hemos estado casi 3 años, al cabo de ese tiempo nos devolvieron a España porque nos habían registrado aquí en el Ministerio del Interior como refugiadas.
– ¿Qué ayudas han recibido ustedes desde su llegada?
0. M.: No tuvimos ninguna ayuda. Nos mandaron al hotel que tienen acordado para los refugiados; nos cobraron 55 euros por día, estuvimos 8 noches, el último día nos lo pago una amiga porque se nos había terminado el dinero. Ella es quien nos consiguió el sitio donde estamos.
– Señora Ola Masri, usted que vive la condición de refugiada, ¿qué siente ante lo que escucha a los gobiernos europeos y lo que sucede a las miles de personas que, como usted y su familia, vienen a Europa?
– O. M.: Tengo dentro una gran frustración, me siento desesperada. Quería buscar un futuro para los niños y no tengo fuerzas para seguir adelante. ¿Qué tengo que hacer? No veo seguridad para el futuro. Tengo miedo. No veo futuro. Salimos para buscar seguridad y mira lo que hemos encontrado. El problema de Palestina es un problema político.
– ¿Qué siente cuando escucha que hablan de Palestina?
– O. M.: La echo mucho de menos. No la puedo olvidar nunca.
– ¿Piensa volver?
– O. M.: No lo veo posible, no veo que haya futuro, en cualquier momento pueden matar a mis hijos. Lo que he buscado es un futuro para ellos.
– Aquí, ahora, ¿qué hay que solucionar inmediatamente?
– O. M.: El problema no es la casa, el problema es el trabajo, la seguridad, algo de estabilidad. El problema son mis niñas y mi niño, su futuro. Ahora los han cogido en colegios distintos, muy alejados unos de otros y salen a la misma hora, de modo que paso horas recogiéndolos y no puedo buscar trabajo, ni ir a aprender el idioma.
Mientras, llegaba gente que traía unas sillas, unas mantas, … nos preguntaban que más podían hacer. Alguno cuando se marchaba soltó de manera cortante, «tanta inhumanidad, éstos canallas, hay que …», se perdió su última frase en la calle. Empezaba a anochecer y la familia Masri se quedaría sola, aunque quienes estábamos allí nos moveremos para ver que amanece el futuro que buscan. Ahora mismo necesitan trabajo, casa, comida diaria, objetos para la limpieza personal, …
Se ha abierto una cuenta corriente para hacerle llegar ayuda económica, su número es:
Caixabank: ES93 2100 4442 6201 0037 8673
Los Estados que se llaman democráticos ¿cumplirán y harán cumplir los principios humanitarios? La clase trabajadora demuestra que cumple con esos principios, sabe lo que significa buscar un futuro mejor. La solidaridad es el corazón de los pueblos.
Solidaridad con los refugiados. Solidaridad con el pueblo palestino.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Gaza 51 días», lo encuentras en: http://www.rebelion.org/docs/203215.pdf