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XV Cumbre Iberoamericana

Otra cita sin resultados

Fuentes:

Los jefes de Estado y de gobierno que asisten a la 15 Cumbre Iberoamericana, que se lleva a cabo en Salamanca, España, tienen ante sí el reto de convertir este tipo de citas en algo más que declaraciones de buenas intenciones y una fotografía para el recuerdo. América Latina sufre grandes rezagos en materia económica, […]

Los jefes de Estado y de gobierno que asisten a la 15 Cumbre Iberoamericana, que se lleva a cabo en Salamanca, España, tienen ante sí el reto de convertir este tipo de citas en algo más que declaraciones de buenas intenciones y una fotografía para el recuerdo. América Latina sufre grandes rezagos en materia económica, política y social, los cuales explican en parte la situación de pobreza endémica en la región, y padece graves flagelos, como la corrupción, el aumento de la inseguridad pública, la persistencia de las violaciones a los derechos humanos y el deterioro del medio ambiente, entre otros.

El secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, advirtió que los países latinoamericanos se encuentran en riesgo debido a la «obstinada persistencia» de la desigualdad y la marginación, elementos que han derivado en una desconfianza hacia la capacidad de los gobiernos para responder a las necesidades de la población más pobre, lo que además añade un componente de descontento social e inestabilidad política. Por su parte, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, señaló la necesidad de discutir el tema de la migración, un fenómeno que cobra especial relevancia en América Latina, la región que más gente expulsa hacia Estados Unidos y España, principalmente ante la incapacidad de sus autoridades para ofrecerles una vida digna. En tanto, el ex director del Banco Interamericano de Desarrollo Enrique Iglesias consideró que el desafío más apremiante es reducir los niveles de pobreza extrema, que aqueja a unas 100 millones de personas en la región, y pobreza en general (otros 100 millones), así como establecer eficaces programas educativos y crear más empleos.

Sin embargo, un rasgo que ha caracterizado a las cumbres iberoamericanas es que casi nunca van al fondo de estos problemas. Los integrantes de la llamada Contracumbre, realizada por organizaciones no gubernamentales, destacaron la incompatibilidad entre los discursos oficiales sobre la pobreza y la creciente brecha entre ricos y pobres. También han apuntado la falta de credibilidad en las clases políticas, cuya voluntad para satisfacer las necesidades básicas de la población es duramente cuestionada, y en las incipientes instituciones democráticas. En ese sentido, llama poderosamente la atención la ausencia de temas prioritarios, como la paulatina destrucción del medio ambiente, la deuda externa que ahoga las finanzas de las naciones y el rechazo generalizado de la globalización y las políticas neoliberales. El premio Nobel de Literatura 1998, José Saramago, denunció en entrevista exclusiva con La Jornada que los pueblos indígenas ni siquiera figuran en la agenda de la cumbre.

Uno de los aspectos que no forman parte de las discusiones pero que indudablemente está vinculado con la situación en la región, son las llamadas políticas de ajuste y estabilización económicas, impulsadas por organismos financieros internacionales, y las cuales van de la mano con el aumento del intervencionismo económico de Estados Unidos y España. Entre 1990 y 2001 las inversiones directas españolas pasaron de 780 millones de dólares a 100 mil millones de euros, lo que convirtió a este país europeo en el mayor inversor en América Latina. Estos capitales permitieron a empresas de base nacional transformarse en consorcios trasnacionales mediante procesos oscuros, generando ganancias millonarias: durante los primeros nueve meses de 2004, el banco Bilbao Vizcaya Argentaria duplicó sus beneficios en México, unos 580 millones de euros.

Queda claro, pues, que mientras no se aborden con voluntad política y honestidad los temas trascendentales que afectan a la región, estas cumbres no servirán de nada. Los señalamientos están ahí, falta que los gobernantes acepten su existencia, reconozcan sus consecuencias y asuman su responsabilidad para resolverlos.