Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Tres balizas para un apoyo sin reservas ni condiciones
1) La satisfacción de los derechos de un pueblo oprimido se hace necesariamente en detrimento del opresor.
La causa palestina es la causa de un pueblo oprimido, víctima de una colonización sionista fomentada históricamente por las potencias occidentales y hoy amenazada de destrucción por un Estado colonial sostenido activamente por el imperialismo.
Como en todos los conflictos que oponen a dos adversarios de fuerza muy desigual y como en todas las situaciones de opresión de larga duración, hay lugar para acciones humanitarias de ayuda a las poblaciones víctimas de la agresión. Decir que estas acciones no tienen que ver con un apoyo político a la causa nacional palestina no es ofender a estas acciones, algunas de las cuales son útiles para las poblaciones. Lo mejor que se puede esperar de estas acciones humanitarias es que no refuercen al opresor contribuyendo a anestesiar la voluntad de lucha del oprimido.
Del mismo modo, habiéndose transformado el objetivo de la paz en un subterfugio sofisticado para prolongar la ocupación y para oponerse al derecho de autodeterminación del pueblo palestino, toda solidaridad que ponga «la búsqueda de la paz» en el centro de sus objetivos en vez de la plena satisfacción de los derechos del pueblo oprimido se vuelve inevitablemente en un instrumento de canalización de la energía popular espontáneamente favorable al pueblo que lucha por su libertad y se encuentra situada al servicio de un proyecto político que dificulta la lucha de los palestinos por sus derechos.
La solidaridad con la causa palestina sólo puede ser un apoyo sin condiciones ni reservas a la lucha de liberación nacional de un pueblo colonizado oprimido. En tanto que movimiento anticolonial, el movimiento de apoyo defiende el derecho del pueblo palestino a disponer de sí mismo y el derecho a la autodeterminación, del que el derecho al retorno es un componente fundamental. Este derecho se opone radicalmente a la existencia de un Estado colonial, cuya ideología fundadora y todavía activa exige la expulsión de los árabes palestinos que viven en la tierra que ellos codician.
Por ello, sin deber ni poder resolver los términos de la solución que los pueblos concernidos pondrán en marcha, debemos decir sin ambigüedades que la emancipación de los pueblos árabes exige el desmantelamiento del Estado sionista porque es la encarnación de un proyecto colonial y racista al servicio del imperialismo.
Nuestro movimiento de apoyo debe poder decirlo sin temor a ser tachado de abrir la puerta al exterminio de los judíos israelíes y sin encontrarse con se sospecha que uno es antisemita o incluso a veces revisionista o negacionista.
Es probable que ni siquiera crean seriamente que la acusación es fundada aquellos que se han especializado en invocar sistemáticamente «el riesgo de antisemitismo» en cuanto lo que se dice pone en tela de juicio al Estado sionista de Israel y no sólo la política de sus gobiernos. Pero la existencia de esta policía del pensamiento actúa a dos niveles: aterroriza a los militantes que constantemente creen que una palabra demasiado radical contra Israel los descalifica a ojos de los actores de la solidaridad y arroja la sospecha sobre aquellas personas que no aceptan la censura y afirman su análisis cuando en el fondo los fiscales son incapaces de argumentar.
Resulta que con frecuencia esta función de policía la ejercen individuos que pertenecen a la corriente que se opone al derecho de autodeterminación de todo el pueblo palestino y al derecho al retorno efectivo de los refugiados a sus hogares.
Por consiguiente, el movimiento de apoyo a los derechos de los palestinos debería establecer un riguroso cordón sanitario. No para aislar a aquellas personas que sobre todo en las manifestaciones expresan muy sanamente un sionismo espontáneo que conviene alimentar de explicaciones históricas y de perspectivas políticas, sino para aislar a los especialistas de la insinuación y de la amalgama, que sobresalen más en la búsqueda obsesiva de las hipotéticas huellas de las relaciones con supuestos antisemitas que en el apoyo sin reservas a la resistencia de los palestinos.
2) La actual ausencia de orientación estratégica palestina alternativa al fracaso de la OLP es una situación temporal.
La Historia ha situado a Palestina en el centro de una confrontación que supera el simple cara a cara entre, por un lado, una población originaria que resiste y, por otro, una potencia colonial que quiere expulsarla de las tierras que codicia.
El Estado israelí forma parte de un dispositivo imperialista de dominio de la región, incluso es un elemento clave de su división. Como Israel y el imperialismo se oponen a la emancipación de todos los pueblos de la región, la única salida para los palestinos está en el desarrollo de una lucha de conjunto, contra el Estado colonial sionista, contra el imperialismo y contra regímenes reaccionarios árabes sometidos y dispuestos a normalizar sus relaciones con Israel para ocupar el lugar que se les ha designado en el plan imperialista del Gran Oriente Medio.
Aunque no pueda vencer solo y debido a la profunda interacción entre la causa de Palestina y las luchas populares de la región, es esencial que se reconstruya un movimiento de liberación, aprendiendo de los errores y defectos, para sacar a Palestina de la espiral del fracaso y afirmar en los hechos y por medio de los actos que no cederá y que la anunciada rendición de los autoproclamados «representantes» elegidos por el imperialismo en absoluto acabará definitivamente con la lucha por sus derechos fundamentales.
Con el fin de lograrlo los palestinos necesitan tiempo para recuperar fuerzas, para comprender las razones del fracaso de su movimiento de liberación y para volver a construir una alternativa.
Las cosas cambiarán. La generación que hizo la primera Intifada y muchos de cuyos miembros, a pesar de estar en un momento dado frustrados y desanimado no se han unido al campo de la normalización con el ocupante, sabrá sacar lecciones. Ellos y ellas permitirán a la juventud palestina (la que no conoció las ilusiones destructoras de los años de Oslo y que sólo conoce de Israel las colonias, los humillantes checkpoints, las detenciones arbitrarias, las guerras contra Líbano y contra Gaza) retomar el hilo de una lucha que se arraiga en el combate por la libertad, primero contra el ocupante británico y después contra la colonización sionista.
Para quien quiere apoyar verdaderamente este combate, no es oportuna la impaciencia y se deben descartar las ilusiones neocolonialistas: la liberación del pueblo palestino sólo se puede lograr por medio de su propia movilización y no vendrá solución alguna de las instancias de la «comunidad internacional» ni de los Estados que la componen. Por consiguiente, a los palestinos les corresponde y les corresponderá elegir: sus objetivos, su estrategia, sus formas de resistencia a la ocupación, sus representantes, etc.
Pero también hace falta que tengan los medios de hacer esta elección: tiempo, una relación de fuerzas menos desfavorable, la ruptura del aislamiento, una dependencia material y financiera menor que sólo la pueden facilitar unos «donantes» que no condicionen su apoyo al respeto por parte de los palestinos a un proyecto politico que va en contra de sus aspiraciones y de sus derechos fundamentales.
Hay en ello una inmensa tarea para un movimiento de apoyo que se concebiría ante todo como un recurso al servicio de la lucha y no sólo como investido de una misión de protección esperando que las cosas cambien sobre el terreno. Porque un verdadero movimiento de apoyo puede ser un factor que incluya en el cambio posible, sin decidir en lugar de los palestinos ni pretender saber mejor que ellos lo que hay que hacer, sino como una contribución que ayude a los palestinos a poder realmente «elegir las armas». Es movimiento afirmaría que su responsabilidad inmediata es levantar el cerco de la ocupación y del bloqueo que asfixian a los palestinos en su vida cotidiana y en su acción para cambiar el futuro.
Evidentemente, la campaña de BDS [boicot, desinversión y sanciones a Israel] es un medio privilegiado para aislar a Israel y hacer evolucionar la relación de fuerzas que todavía hoy sigue siendo tan desfavorable a los palestinos.
Además, se deberían tomar iniciativas que contribuyan a dar el máximo de margen de acción a todos aquellos y aquellas que no abandonan y que no aceptan estar bajo la tutela de los gobiernos y de las ONG que imponen unas condiciones políticas a su «ayuda».
Se deberían consagrar todos los medios de la solidaridad a iniciativas que fomenten la acción colectiva, que preserven la autonomía de acción de resistencia popular y la independencia política de aquellas personas que participan en ella. Los campos son diversos, como el apoyo a iniciativas que contribuyen a la independencia económica (cooperativas de producción), el desarrollo de iniciativas sociales y culturales (bibliotecas, ayuda financieras para estudios…), la defensa de los derechos de las mujeres, la ayuda indirecta a todas las formas de resistencia, etc.
3) El imperialismo manifiesta su voluntad de acabar con la cuestión palestina y quiere infligir una derrota política fundamental que se traduzca en la erradicación, cuanto menos durante un largo periodo, de toda ambición colectiva de liberación y de satisfacción de los derechos fundamentales. La actualidad de este objetivo se explica por medio del hecho de que su realización condiciona el relanzamiento del plan estadounidense del Gran Oriente Medio. No es una condición única, pero es una condición sine qua non. Esto es lo que explica la presión que Washington ha ejercido sobre Abbas para que la OLP acepte reiniciar las negociaciones bilaterales con el gobierno israelí, aunque éste no haya aceptado en absoluto «la condición» de detener la colonización. Hoy es cosa hecha y se nos anuncia la celebración inminente de reuniones en las altas esferas.
Es difícil prever el futuro de esta nueva secuencia de negociaciones que tanto puede fracasar rápidamente como inaugurar una nueva serie de encuentros destinados a cloroformizar toda veleidad de verdadera resistencia, sobre todo en relación al bloqueo de Gaza. Tampoco se puede excluir la hipótesis de un intento de paso por la fuerza con el objetivo de imponer una capitulación rápida de los palestinos antes de que el aval de Abbas haya perdido todo interés.
Para que el movimiento sea capaz de afrontar esta situación y sus posibles bifurcaciones, para no ser manipulados otra vez, con más es razón necesario consolidar las bases del apoyo a largo plazo y también clarificar algunas cuestiones actuales.
Por ahora, algunas clarificaciones necesarias:
1. BDS
La campaña de BDS puede ser un buen vehículo para ayudarnos a estar al lado de los palestinos que resisten. Pero no una campaña de BDS a la que se ha cambiado la imagen y vaciado de su contenido de liberación nacional para convertirse en un simple instrumento de presión sobre los gobiernos occidentales, una nueva herramienta al servicio de los ilusionistas que están dispuestos a adherirse a «una solución» que no satisfaría las exigencias de los palestinos.
BDS no es sólo una sigla; no se puede hacer la campaña a la que nos llaman los iniciadores del llamamiento con unas organizaciones que están en contra de las exigencias globales del llamamiento y que nos proponen elegir lo que les conviene, incluso reemplazarla por otra cosa lo que no les conviene. Si en estas campañas se elimina la reivindicación del derecho al retorno de los refugiados a sus hogares, la existencia y las exigencias de los refugiados de 1948, etc., y si se presenta «el Estado palestino independiente al lado de Israel» en vez de la exigencia de autodeterminación de todo el pueblo palestino, esto querría decir que invocando razones de eficacia y de unidad se pone la acción al servicio de otros objetivos politicos que los fijados y recordados constantemente por los iniciadores de la campaña [1]
2. El bloqueo de Gaza.
El mensaje enviado por los autores del bloqueo es nítido. Para los habitantes de Gaza es una miseria cada vez mayor: ¡os negáis a someteros, tendréis el estómago vacío! También es recordarles que en cualquier momento es posible desencadenar el terror. El mensaje para todos los palestinos es: ¡mirad Gaza, es lo que os espera si os obstináis en querer permanecer en esta tierra de Palestina! La muerte lenta esperando un nuevo episodio de Nakba.
Evidentemente, es un bloqueo criminal. Pero no se trata, no más que para el Muro o las colonias, de una cuestión de derechos humanos sino de un episodio particularmente violento de la ofensiva contra un pueblo que lucha por su liberación nacional.
De ello resulta que la reivindicación debe ser levantar el bloqueo inmediatamente y sin condiciones, con libre acceso tanto de entrada como de salida, tanto del lado de Israel como del de Egipto y también por la costa, sin control ni de los israelíes ni de una fuerza internacional. Porque la exigencia de que se levante el bloqueo es una exigencia política: los palestinos de Gaza tienen derecho a vivir libres de la ocupación y tienen el derecho de disponer de sí mismos. Si se reconocen estos derechos, como los de todos los palestinos, ya no habrá problemas de alimentación o de penuria de medicamentos en Gaza que no es un territorio subdesarrollado y sin recursos.
Si bien la batalla contra el bloqueo concierne al primer jefe Israel, no habría que descuidar la cuestión de la responsabilidad de Egipto. La profunda interacción entre las luchas populares de la región, especialmente en Egipto, y la causa palestina, el hecho de que en Oriente Medio no se pueda desarrollar ningún movimiento progresista sin vincularse a la causa palestina impone a cambio que un movimiento de solidaridad con los palestinos contra el bloqueo de Gaza no puede respetar la política de Mubarak y debe vincularse a los militantes egipcios.
La cuestión del libre acceso también es fundamental.
¿Acaso aceptaremos mañana la realización de la propuesta del Parlamento Europeo que reclama un control de los puntos de paso y una fuerza internacional para vigilar la costa? [2]
Evidentemente que no porque, por una parte, se impone aquí la reivindicación de soberanía y, por otra, no consideramos que los palestinos sean incapaces de defenderse.
Esta exigencia se debe aplicar a los «barcos de la libertad» y sus organizadores deben rechazar de antemano todo control, en la salida o en cada posible etapa. A su llegada a Gaza, los palestinos son los únicos deben estar en condiciones de controlar lo que se les lleva.
Una vez más hay que preguntarse por el objetivo de todas las acciones contra el bloqueo. ¿Su finalidad es llegar a Gaza («romper el bloqueo») o construir una relación de fuerzas que permita exigir el levantamiento incondicional del bloqueo? ¿Por qué la reivindicación de «denunciar y romper el bloqueo israelí contra Gaza» y no la del levantamiento inmediato y sin condiciones del bloqueo? ¿El asedio es sólo israelí? Y, ¿cómo criticamos este atentado contra la soberanía si aceptamos que se controlen los barcos? ¿Queremos demostrar que «sólo somos activistas humanitarios»?
3. La actitud respecto a la Autoridad Palestina (AP) de Abbas y Fayyad
«Los palestinos y sus aliados deben centrarse claramente en la verdad simple de que quienes continúan coordinándose con las fuerzas de ocupación israelíes para acosar a los palestinos por la noche no pueden ponerse el traje de la resistencia popular de día« [3]
Ningún comité, ningún colectivo realmente comprometido con la defensa de la causa palestina debería aceptar entrevistarse aquí [fuera de Palestina] con representantes de la AP, empezando por aquellos y aquellas que no son sino los agentes diplomáticos y los «ministros» a sueldo de Abbas y de Fayyad, y que, por consiguiente, no «representan» en absoluto a los palestinos que no les han elegido. En Cisjordania y en Jerusalén ninguna delegación debería aceptar entrevistarse con ellos por las mismas razones.
Si se trata de acontecimientos públicos no organizados por la AP (como una conferencia a iniciativa de un comité popular), toda delegación debería dejar clara su negativa a colaborar con los «representantes» no legítimos y su voluntad de trabajar directamente con las organizaciones populares. Además, esto será una ayuda para los palestinos que a veces se ven obligados a aceptar una forma de tutela, sobre todo por razones económicas.
4) Apoyar las acciones de resistencia popular sin imponer a los palestinos las formas de resistencia: la cuestión de la no violencia
No se trata aquí de considerar la estrategia de la no violencia y de su posible pertinencia en el caso de la lucha de los palestinos contra la ocupación israelí. Esta cuestión se deberá discutir seriamente en el seno del movimiento de apoyo. Para preguntarnos sobre su eficacia, en el fondo, ¿que ha aportado la resistencia no violenta a los palestinos desde el abandono de hecho de las acciones armadas en Cisjordania y Gaza? ¿Ha retrocedido la ocupación, ha caído el muro, se ha levantado el bloqueo, se ha liberado a los presos? ¿Ha interrumpido el final de la lucha armada el ciclo de ocupación /anexión de tierras/expulsión?
Los trágicos acontecimientos de la Flotilla de la Libertad sin duda hubieran merecido más atención y habrá que volver sobre ello porque , ¿quién puede negar que el impacto de este acontecimiento tiene una correlación directa con los nueve militantes asesinados por el ejército israelí? Y, ¿por qué hubo nueve muertos en este barco y no en los otros?
Por consiguiente, habrá que realizar el debate, tanto más cuanto que se ven asomar unas nociones bastante extrañas: «Intifada ssin piedras«, «Intifada blanca«, etc.
El problema que se quiere plantear aquí es el siguiente: ¿Les corresponde a quienes afirman apoyar un movimiento de resistencia elegir la forma apropiada de resistencia? ¿Es conveniente condicionar su apoyo a la elección de la forma de resistencia elegida?. Durante años los dirigentes del movimiento de solidaridad han mantenido una cierta reserva.
Se notaba que algunos de ellos eran desfavorables a la lucha armada, pero parecía haberse establecido un consenso: un pueblo ocupado tiene derecho a resistir, a él le corresponde elegir los medios…A veces se expresaba la duda, pero en relación a la eficacia que se buscaba: ¿era la lucha armada el medio más adaptado en el caso de Palestina?
Parece que se haya pasado de un derecho reconocido a la condicionalidad. En adelante, para beneficiarse de la solidaridad hay que respetar una exigencia: resistir de manera exclusivamente no violenta. «Hace cinco años que os apoyamos. Y quiero decir que os apoyamos más que nunca. Y eso por al menos dos razones fundamentales. La primera se desprende del hecho de que si bien todo pueblo ocupado dispone del derecho absoluto a resistir, este derecho, aquí, vosotros lo ejercéis plenamente bajo una forma apropiada que llamáis «la resistencia popular no violenta» «. Son palabras de J.C. Lefort, expresándose en calidad de Presidente de la Association France-Palestine Solidarité (AFPS) en Bil’in durante la quinta conferencia en abril de 2010.
Que yo sepa es la primera vez que se afirma la desconexión entre el apoyo aportado y el derecho del pueblo ocupado a resistir. J.C. Lefort reconoce a los palestinos su «derecho absoluto a resistir» pero les dice que no es por esa razón por lo que les apoya. La razón del apoyo «se desprende del hecho de que el derecho a resistir se ejerce en una forma apropiada». El presidente de la AFPS considera que la no violencia es «la forma apropiada» y, por consiguiente, él apoya esta resistencia.
Además de la arrogancia manifestada por el turista occidental que va a Bil’in a pasar una jornada al año y da una lección a aquellas y aquellos que sufren cotidianamente, se debe constatar que J.C. Lefort, presidente de la AFPS, acaba de explicar a los habitantes de Bil’in que lo que justifica el apoyo no es el derecho a resistir sino sólo la elección de una modalidad de resistencia conforme a que J.C. Lefort considera «apropiado».
¿Y si Bil’in y los demás comités populares cambiaran y diversificaran sus formas de resistencia? ¿Y si decidieran utilizar de otra manera su «derecho absoluto a resistir», ¿serían abandonados a su suerte?
Y si mañana, al negar la capitulación de sus «representantes»
[1] Cf. Pierre-Yves Salingue: «En défense de BDS«.
[2] http://register.consilium.
[3] Ali Abunimah, «The PA’s disingenuous boycott campaign «, http://electronicintifada.net/