Dentro del complejo mapa político, religioso y étnico del Líbano, con sus catorce partidos políticos de todas las tendencias, y dieciocho comunidades, Hezbolah «Partido de Dios» representa a un sector de los chiitas de este país. Si nos atenemos a la división étnica-religiosa de la población, los chiitas -que no necesariamente deben ser considerados practicantes-, […]
Dentro del complejo mapa político, religioso y étnico del Líbano, con sus catorce partidos políticos de todas las tendencias, y dieciocho comunidades, Hezbolah «Partido de Dios» representa a un sector de los chiitas de este país. Si nos atenemos a la división étnica-religiosa de la población, los chiitas -que no necesariamente deben ser considerados practicantes-, son la minoría mayoritaria de los más de 3.5 millones de libaneses, con el 35%, por encima de los sunnitas 25%, y cristianos maronitas, drusos, ortodoxos y otras reducidas minorías.
Este partido apareció en el 1990 como una milicia surgida de una escisión de otra organización chiita llamada Movimiento Amal , «esperanza», fundado en la década de 1970 por el carismático clérigo chií Imam Musa Sadr, nacido en Irán aunque de origen libanés. Intelectual y con don de líder, Musa Sadr si por un lado organizó una importante resistencia contra los israelíes, también luchó duramente contra la OLP y otros partidos laicos palestino-libaneses. En 1974 Sadr fundó «Mostazafín» el Movimiento de Desheredados, con el fin de mejorar la condición de vida de los chiitas marginados, creando una amplia red de escuelas, ambulatorios y cooperativas. Un año después y junto con el iraní Doctor Mostafa Chamrán y el libanés pro sirio Nabih Berri fundaría Amal, el brazo armado de los Desheredados.
En el agosto de 1978 con la misteriosa desaparición de Sadr y dos de sus compañeros durante su vista a Libia, Emam se convertía en el mártir e icono de los chiitas libaneses, aunque disminuía la influencia de Irán en favor de los sectores pro sirios, liderado por Berri , quien le sucedió.
La constitución de movimiento chiita libanés tiene mucho que ver con dos destacados acontecimientos regionales: la invasión israelí al Líbano en 1978 y la aparición contundente de las formaciones chiitas durante los últimos meses de la revolución iraní y su posterior conquista del poder tras la caída del Sha, en el 1979.
Una vez creada la Republica Islámica de Irán, Ayatolá Jomieni envía a 1500 pasadaran «Guardianes Islámicos» para entrenar a los jóvenes libaneses y fortalecer su presencia en Amal. Organización que durante toda la década de los 80, atiende a cientos de miles de refugiados libaneses que huían de los bombardeos y de las zonas ocupadas por Israel, dándoles todo tipo de asistencia social durante años, creando una zona medio autónoma, fuera del control del gobierno central libanés.
En el 1990 los chiitas más ortodoxos y más afines a la República islámica de Irán, descontentos de las posturas «suaves» de Nabhi Berri y de Hosein Al Hoseini, Secretario General de Amal, deciden salir de la organización y crear Hezbolah, eligiendo a Sheikh Abbas Mussawi como líder. Dos años después y tras el asesinado de Mussawi por Israel, Sheikh Hassan Nasrallah, le reemplaza. La popularidad de este hábil estratega se disparó con el secuestro y asesinato de su hijo Hadi en el septiembre de 1997.
Se estima que ese particular Partido de Dios cuenta con unos 80 mil activistas, que no todos son chiitas practicantes. Siendo la única fuerza que se opone de forma radical tanto a Israel como al gobierno pronorteamericano del Líbano, en sus filas agrupa a cristianos, musulmanes sunnitas, laicos, personas de derecha y de izquierda, que consideran, aunque de forma táctica, que Hezbolah es una fuerza que habría que apoyar en los momentos actuales.
Algunos periodistas iraníes, como el veterano -y exiliado-Alireza Nurizadeh, relacionan la captura de dos soldados israelíes por Hezbolah el día 12 de julio con el encuentro del principal negociador iraní en materia nuclear, Ali Lariyani con Naim Ghasem el líder de Hezbolah . Justamente el día 12 de julio los ministros de Exteriores de los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania decidieron reenviar el dossier iraní a dicho consejo, para discutir las posibles sanciones económicas a Irán.
Sine embargo, Nasrallah, en una entrevista con la cenada árabe de Aljazira en respuesta a esta cuestión dijo lo siguiente «cuando nosotros actuamos para capturar a los dos soldados israelíes, ni siquiera los aliados mas cercanos nuestros en Líbano tenían conocimiento de ello. Yo, para realizar esta operación no contacté ni con Siria ni con Irán….además todo el mundo sabe que si el expediente iraní si no se iba a enviar esta semana al Consejo de Seguridad, o la semana próxima, -( a causa de la crisis libanés), iría el mes siguiente. Es más, la guerra del Líbano no beneficia a Irán». El líder libanés añadía que «vincular el Hezbolah libanés a Irán o Siria es para debilitar su posición ante los libanés y el mundo.¿En cuál de sus guerras contra Israel, Hezbolah ha actuado en interés de un país extranjero? [1] » .
En cuanto a los principios ideológicos de Hezbolah, éstos lejos de ser nacionalistas con respecto a la ocupación israelí, responden a criterios religiosos: no se trata de defender un Estado soberano invadido injusta e ilegalmente por un ejercito extranjero, sino que se trata de una tierra musulmana ocupada por un ejercito judío».
Terrorista para unos, ejercito de liberación para otros, Hezbolah es una organización igual de contradictoria que sus semejantes en Oriente Medio, que combina el fanatismo y la intolerancia religiosa con redes de beneficencia social. Ante la ausencia de organizaciones laicas -duramente perseguidas por regímenes pronorteamericanos arabe-islámicos-, este tipo de organizaciones encuentran un gran espacio para operar, y se convierten en referencias políticas de la población.
Poco amigo de las libertades y los derechos de las personas como individuos, en los barrios y localidades controlados por Hezbolah reinan las prohibiciones sobre la música, el ocio, el baile, el alcohol, la obligatoriedad de cubrirse «decentemente» para las mujeres, etc. y muchas veces la dependencia económico y social que crea entre la población respecto a sus ayudas, se combina con la admiración que el pueblo se siente por su valentía en la lucha contra el poderoso Estado Judío, y les otorga una legitimidad con un toque de disuasión.
Asistencialista de cara interior y de fuertes señas anti comunista, anti socialista y anti liberal en cuestiones políticas, Hezbolah y movimientos parecidos lejos de ser anti-imperialista son corrientes anti occidentales, en otras palabras no sólo rechazan la postura neo colonialista de los gobiernos occidentales, sino también el modo de vivir, e incluso las conquistas sociales de los ciudadanos del Norte, sobre todo en el campo de los derechos de la mujer. Además Hezbolah ha intentado demostrar que no es un partido anti norteamericano sino únicamente anti israelí. Condenar públicamente los atentado del 11 de septiembre fue la muestra más destacada de ello.
Sin duda a muchos libaneses no le agrada los lazos de esta milicia con Irán y con Siria, y les acusan de que se han vuelto un estado dentro del estado cuyas acciones responden a la agenda política de Teherán y Damasco. Pero es evidente que sin estos apoyos Hezbolah no sería capaz de expulsar a los israelíes -por cierto muy armados y muy financiados por EEUU y europeos.