El mexicano revela la trastienda de «Muertos incómodos», su libro junto al líder zapatista.
Cuesta imaginar al subcomandante Marcos, detrás de su eterno pasamontañas, luchando con las palabras y la trama de una novela policial en medio de la selva lacandona. Cuesta más aún pensar en Paco Ignacio Taibo II, consagrado escritor mexicano de novelas negras, siguiéndole el juego: una carrera de producción literaria contra reloj, que dio lugar a un relato policial escrito a cuatro manos y publicado por episodios -como si fuera un folletín del siglo XIX- en el diario «La Jornada» de México.
Sin embargo, como los personajes de Muertos incómodos, Taibo y Marcos se cruzaron en una trama singular. Marcos mandó a Taibo un emisario con dos sobres. El segundo -que contenía el primer capítulo de la novela- sólo debía ser entregado si Taibo aceptaba la propuesta formulada en el primero. El escritor aceptó y entonces comenzó a armarse la nueva novela. ¿Policial? Sí. ¿Negra? De a ratos. ¿Política? Todo el tiempo. ¿Panfletaria? También. Pero, fundamentalmente, muy entretenida. Desde México, Taibo habló con Clarín sobre la experiencia de escritura con uno de los personajes más intrigantes de Latinoamérica.
-Usted ha dicho que la novela es el acto cultural más subversivo. ¿Cómo se aplica esa definición a «Muertos incómodos»?
-Cuando dije eso, estaba pensando en una novela de ciencia ficción, una prosa intimista como «La autopista del sur» de Cortázar. Estaba pensando en la maravillosa capacidad de la literatura de crear un círculo de luz en torno a la mesita de noche, en el que no puede entrar el enemigo: zona libre, zona liberada. Estaba pensando en que un adolescente bonaerense puede ser durante unas horas una puta malaya del siglo XIX. Estaba pensando en que donde fracasa el periodismo triunfa la literatura, donde la geografía no funciona, triunfa la literatura, y es más, donde Lenin fracasa, triunfa Robin Hood. Aplicarlo al libro que escribí con Marcos es demasiado directo. La novela pretendía desde el día que nació ser una novela policíaca, pero era inevitable que fuera también una novela política.
-En una entrevista usted habló de las reglas que le impuso a Marcos para encarar este trabajo. ¿Fue posible hacer que él se ajustara a ellas?
-Las reglas implicaban que yo me haría cargo de la trama mientras en los primeros capítulos él se hacía cargo de hacer crecer a su personaje. Yo trabajaba con Belascoarán, un personaje que había usado previamente en nueve novelas anteriores y que él conocía bien, incluso se daba el lujo de citarlo, con frases que yo ya no recordaba. Las reglas eran también la idea de iniciar la publicación de inmediato en el diario «La Jornada» e ir escribiendo el libro sobre la marcha. Cuando comenzó a publicarse sólo teníamos el capítulo 1 y yo estaba terminando el dos que él no conocía. Cambiamos cosas (el título) y nos sugerimos otras, pero cuando un capítulo estaba escrito por el autor el otro no lo tocaba.
-¿Diría que «Muertos incómodos» es eficaz como medio de denuncia?
-Funcionó para sacar al zapatismo de una de las largas etapas de silencio en que se encontraba y la historia que se cuenta, no la anécdota de «ese tal Morales», sino el México negro del abuso del poder durante los últimos veinte años, creo que está bien contada.
-¿Cuál fue el mayor desafío que le impuso este proceso de escribir a cuatro manos?
-Mucha mayor presión mediática que de costumbre, y desde el inicio, trabajar contra reloj, tener que adivinar a mi coautor. Difícil, pero divertido.
-¿Cuánto cree que tienen en común su personaje con el Elías Contreras de Marcos?
-La decisión fue de Marcos, él me lo propuso en la primera carta. Me pareció que así tendría que hacer muchas menos cosas explícitas, trabajar con un personaje que los lectores en México tenían identificado me resolvía entrar directamente en la acción, a diferencia de Marcos que tuvo que crear al Elías. No creo que se parezcan. Son de dos mundos diferentes.
-En «Muertos incómodos» la denuncia muchas veces llega por el lado del absurdo o el humor negro. ¿Ese fue uno de los códigos compartidos con Marcos?
-Y con otros 95 millones de mexicanos, ¿por qué crees que hemos sobrevivido?
-¿Que otras estéticas comparten?
-Una idea básica asociada a las literaturas de acción, la de que si no te diviertes cómo se van a divertir tus lectores.
-¿Qué cree que gana y qué cree que pierde la novela publicada en forma de libro en relación con su formato «por entregas»?
-Creo que gana como libro, por entregas era una lata, esperar una semana para saber qué iba a pasar, perder la memoria cuando querías saber de dónde venía esto y aquello. Una novela policíaca obliga a un ajuste muy fino de la anécdota, por entregas esto se diluye.
Socorro Estrada – [email protected]