Ha resultado bastante doloroso contemplar en estos días de junio los enfrentamientos entre las milicias armadas de Hamas y Al-Fatah en el territorio de la Franja de Gaza. Era doloroso contemplar como manifestantes de la izquierda nacional palestina, principalmente de las organizaciones FPLP (Frente Popular para la Liberación de Palestina) y FDLP (Frente Democrático para […]
Ha resultado bastante doloroso contemplar en estos días de junio los enfrentamientos entre las milicias armadas de Hamas y Al-Fatah en el territorio de la Franja de Gaza. Era doloroso contemplar como manifestantes de la izquierda nacional palestina, principalmente de las organizaciones FPLP (Frente Popular para la Liberación de Palestina) y FDLP (Frente Democrático para la Liberación de Palestina), trataban de evitar los enfrentamientos entre milicianos, únicamente armados de banderas palestinas y al grito de «¡unidad nacional!», al parecer, estos manifestantes fueron duramente reprimidos por los milicianos de ambos bandos.
Estas dos organizaciones de la izquierda nacional palestina (FPLP y FDLP) emitieron un comunicado conjunto el pasado 14 de junio en el que llamaban a las partes al cese de hostilidades y a la recuperación de la unidad nacional palestina. Pero el camino de la unidad nacional ha quedado quizá definitivamente roto, ya que se ha evidenciado claramente el carácter «antinacional» de una de las fuerzas contendientes: Al-Fatah.
¿Guerra civil o provocación sionista imperialista?
Como en tantos otros casos los grandes medios de comunicación del imperialismo nos dan una versión unilateral, sesgada, y lógicamente acorde a sus intereses, es decir, a los intereses del imperialismo norteamericano, el bloque imperialista europeo, y el Estado colonial de Israel. El titular destacado de estos medios ha sido claro: «Guerra civil en Palestina, Hamas da un golpe de estado en Gaza». Así, Hamas aparece caracterizada perfectamente dentro de los esquemas del «choque de civilizaciones», ya que se alerta a la población occidental del peligro que supondría una Palestina islámica gobernada por un «grupo terrorista», lo que esos medios de comunicación han venido a denominar como el «Hamastán». Por otro lado, observamos como igualmente operan los esquemas del colonialismo clásico, ya que los colonizados, es decir, los palestinos, aparecen como seres incapaces de gobernarse por si mismos, como bestias que necesitan de la intervención de una «civilización superior», la de los colonizadores (Israel, Estados Unidos y la Unión Europea) que ponga fin a sus disputas violentas internas con toda su brutalidad. Siguiendo con los esquemas del colonialismo que describiera el psiquiatra Frantz Fanon en «Los condenados de la tierra», aparece la figura del «colonizado responsable» sumiso a la voluntad de los colonizadores, dispuesto a ejecutar sus ordenes, y como no, a recibir los beneficios por su labor eficaz a favor de su amo. Son los «Tío Tom» como decía el líder afroamericano Malcolm X, en este caso, no es otro que el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) Mahmoud Abbas.
Frente a la teoría del «golpe de estado», sería conveniente hacer un repaso de los vertiginosos acontecimientos que nos han traídos a la situación presente.
En febrero de 2006, Hamas gana las elecciones obteniendo una rotunda mayoría absoluta, lo que implicaba la automática pérdida de poder Al-Fatah, por un lado, y la congelación de fondos occidentales, por otro. Las razones que explicaban esa rotunda victoria de los islamistas de Hamas se hallaban en años y años de corrupción generalizada en la ANP, donde se utilizaba el abundante flujo de dinero occidental e israelí para el enriquecimiento personal de los funcionarios gubernamentales, mientras, el pueblo palestino se veía sometido a todo tipo de penurias y carencias fundamentales, en este sentido, ha sido importante la labor realizada por Hamas proveyendo de escuelas, hospitales, alimentos, etc., a la población palestina más desfavorecida, es decir, la gran mayoría, muy especialmente entre los niños de Gaza. Por otro lado, desde el resurgimiento de la última Intifada contra Israel, la ANP se mostró como una institución incompetente e inútil, cobrando protagonismo las diferentes milicias armadas tanto de Al-Fatah con las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, las milicias Tamzin o los «halcones», como también las milicias armadas de Hamas o del FPLP. Igualmente inútil, ya desde febrero de 2006, se ha mostrado la ANP, cuando no cómplice, de las continuas operaciones de castigo israelíes en la Franja de Gaza contra militantes de Hamas fundamentalmente.
Hay una cuestión que parece evidente, a pesar de la propaganda Occidental y sionista, Hamas no es peligrosa por islamista, sino por sus posiciones claramente antisionistas y antiimperialistas. De hecho, uno de los mayores aliados de los Estados Unidos en la zona es Arabia Saudí, un auténtico estado teocrático, retrogrado, donde las interpretaciones más fanáticas del Corán tienen apoyo y cabida. Tampoco debemos olvidar que el integrismo islámico ha sido constantemente utilizado en Oriente Medio y Asia central por el imperialismo norteamericano y el Estado colonial de Israel con el fin de combatir al nacionalismo revolucionario antiimperialista y al comunismo, siendo el caso de Afganistán el más significativo pero no el único. Es más, incluso los mismos inicios de Hamas fueron apoyados financieramente por el Estado de Israel con el objetivo de debilitar al nacionalismo laico y las posiciones de izquierdas dominantes en el movimiento de liberación nacional palestino en los 80 del siglo pasado.
En definitiva, los resultados de aquellas elecciones palestinas disgustaron y mucho a Israel, Estados Unidos y la Unión Europea, en consecuencia, se decidieron a utilizar su mejor arma: las ayudas económicas. El chantaje al pueblo palestino estaba servido: o con Al-Fatah y el dinero israelí y occidental, aunque éste se despilfarre impunemente, o con Hamas y el bloqueo económico.
Existen informaciones que afirman que Abbas en realidad siempre ha sido partidario de una «línea blanda» de actuación frente a Hamas, esto es, de intentar atraerse a los sectores más pragmáticos y moderados de Hamas hacia posiciones más «responsables» como ya hizo en los acuerdos de La Meca en marzo pasado, pero los planes de Israel y Estados Unidos son otros: acabar con Hamas y en general con toda la resistencia nacional palestina. Este plan comprende a todo el Oriente Medio, se trata del plan «The New Middle East» (El nuevo Oriente Medio) diseñado por la Administración Bush en el 2005, cuya meta principal es apropiarse de los energéticos de la región, reforzando el dólar frente al euro como moneda de intercambio comercial internacional, especialmente en el mercado internacional del petróleo y demás energéticos; para ello, es necesario acabar con Estados soberanos e independientes, como Siria e Irán, que no se prestan al chantaje imperialista, y que además tienen la osadía de considerar el euro como su divisa para intercambios comerciales, y con organizaciones como Hizbollah en el Líbano, y Hamas, como antes se ha indicado, en Palestina, además de la incansable insurgencia iraquí. Por su parte, y dentro de este plan, el sionismo aspira a la construcción del «Gran Israel», que comprendería al Líbano y parte de Siria, y, como no, sus muy anhelados recursos hídricos.
Así pues, a pesar de las posiciones iniciales del Presidente Abbas, el plan ha consistido en dotar de armas y dinero a las diferentes milicias armadas de Al-Fatah, con el fin de empezar una campaña de hostigamiento armado contra Hamas, dando además una excusa fantástica para la intervención militar israelí o de tropas internacionales con un papel fundamental de los Estados Unidos en su caso. La agencia internacional Reuters y el periódico israelí Yediot Aharonot han venido informando desde principios de este año de la gran acumulación de armamento por parte de la Guardia Presidencial, dirigida por el siniestro miembro de Fatah Mohammed Dahlan, y la Seguridad Preventiva, ambos cuerpos leales a Abbas. Por otro lado, el periódico alemán Yongavilt afirmaba sin lugar dudas la teoría de la planificación norteamericana-israelí acudiendo a las declaraciones hechas en mayo de este año por el General Keith Dayton, enlace militar de los USA en Israel, ante el Congreso de los Estados Unidos en las que exponía la fuerte influencia norteamericana sobre Fatah y previniendo que la situación estallaría pronto en la Franja de Gaza. El periódico alemán citó al General Dayton diciendo que la movilización de las fuerzas de seguridad militar del Presidente de la ANP Mahmoud Abbas contra Hamas era (y es) una opción estratégica de la Administración norteamericana. El General Dayton consiguió obtener desde 1996 del Congreso la cantidad de 59 millones de euros para entrenar a la Guardia Presidencial de Abbas en Egipto y Jordania. Este periódico afirmaba en sus informaciones que los pro occidentales de Fatah no triunfaban a pesar de todo el generoso apoyo que recibían para combatir a Hamas, un Hamas bien organizado que les impedía avanzar posiciones en el combate directo. Dijo este periódico además que la Agencia (CIA) volcaría toda su experiencia previa en conflictos como El Salvador o Nicaragua en la formación de escuadrones de la muerte para asesinar a los lideres y cuadros de Hamas. Entre los objetivos muchas veces nombrados y señalados: el líder de Hamas y depuesto Primer Ministro palestino, Ismail Haniya. Recientemente, el conocido sociólogo y economista norteamericano el Profesor James Petras en una entrevista publicada en www.rebelion.org calificaba a Mahmoud Abbas claramente como agente al servicio de la CIA.
Una posible consecuencia de todo este caudal de dinero y armas hacia Fatah ha sido la unificación, o al menos la desaparición momentánea, de las diferencias entre los diversos grupos armados y milicias del Movimiento Fatah, incluso entre aquellos más proclives al entendimiento con Hamas y con posiciones claramente antisionistas y antiimperialistas.
No podemos tampoco olvidarnos de la terrible situación en la Franja de Gaza, de 360 km²., con una densidad de población de 3.400 hab./km² (2002), una estrecha franja de tierra donde la única salida que queda es buscar un sueldo en el territorio del Estado de Israel, el 35% del PNB proviene de los salarios conseguidos en dicho Estado. La dependencia de Israel del comercio y de otros pilares de la economía es aplastante.
¿Es posible la unidad nacional palestina?
El pasado sábado 23 de junio el líder de Hamas, Ismail Haniya, hacía un llamamiento al Presidente Abbas para entablar un dialogo con el fin de restaurar el Gobierno de unidad nacional palestino, tal como se acordó en marzo pasado en La Meca. Haniya declaró, en una conversación telefónica con el presidente del Yemen, Ali Abdulah Saleh, que el diálogo es la única salida a la crisis y debe entablarse «sin condiciones previas y sin establecer categorías de ganadores y perdedores«. Pero la respuesta de Abbas ha sido contundente: no habrá diálogo mientras no se restaure la «legalidad».
Nadie duda de la necesidad de la unidad nacional palestina, pero ¿en qué se ha de fundamentar esa unidad nacional? ¿es correcto fundamentarla en una colaboración con el invasor? La unidad nacional no es una abstracción, no es una palabra mágica que lo resuelve todo sin más. La unidad nacional se ha de establecer conforme a unos fines, en este caso, la proclamación del Estado independiente palestino. La traición de Fatah respecto a sus fines data de lejos, prácticamente de los acuerdos de Oslo. Fatah durante todos estos años, salvo excepciones, no ha hecho más que trabajar a favor de los intereses del imperialismo y del sionismo, que en todo caso podrían permitir un Estado independiente palestino mutilado, recluido en las estrechas fronteras de 1967, sumiso y corrupto, tal como ha venido demostrando la ANP.
Por otro lado, quizá podemos criticar la acción preventiva de Hamas al tomar el control por la fuerza en Gaza, pero como se está demostrando, la amenaza era real y fundamentada.
Mientras exista el criminal Estado colonial de Israel, Oriente Medio no conocerá la paz, su destrucción como institución al servicio de los intereses imperialistas es una condición necesaria para la paz y, como no, para la convivencia. Frente a la destrucción de ese invento fruto de la locura racista y supremacista del sionismo, deberá nacer un Estado independiente palestino laico y democrático, que asegure la convivencia y la igualdad de todos sus ciudadanos sean musulmanes, judíos o cristianos. En este sentido, Hamas representa una amenaza seria en la consecución de ese objetivo nacional y democrático debido a sus objetivos políticos, pero en estos momentos no podemos dejar de destacar su labor patriótica antiimperialista, tampoco podemos olvidar que el Gobierno de Hamas que salió de las urnas en febrero del 2006 contó con el apoyo siempre crítico del FPLP, una formación laica y de inspiración marxista-leninista, que consiguió ser la tercera fuerza parlamentaria en dichas elecciones. Por tanto, la consecución de esos objetivos nacionales y democráticos debería ser abanderada por las únicas organizaciones capaces de hacerlo: la izquierda nacional palestina, recuperando el protagonismo político y militar del que ya gozó en los 80 del siglo pasado.
Así pues el camino de la unidad nacional es claro: antisionismo y antiimperialismo, ¿estará Al-Fatah dispuesta a asumir esos principios que en su momento levantó y estableció como reivindicaciones fundamentales de la lucha nacional palestina, y que le hizo ganarse el respeto y la admiración de todo el mundo progresista de la época? Mucho nos tememos que no.