Las noticias: «Abás asegura que ha aceptado mantener un encuentro con Netanyahu / Israel planea incautar 154 hectáreas de territorio palestino en Cisjordania» De este modo llegamos muy rápidamente a la conclusión de que nunca a los gobiernos del Estado sionista, a lo largo de estos 21 años, les interesó ni la paz, ni la […]
Las noticias: «Abás asegura que ha aceptado mantener un encuentro con Netanyahu / Israel planea incautar 154 hectáreas de territorio palestino en Cisjordania»
De este modo llegamos muy rápidamente a la conclusión de que nunca a los gobiernos del Estado sionista, a lo largo de estos 21 años, les interesó ni la paz, ni la buena vecindad con los palestinos, como con esmero los redactores de los acuerdos de Oslo, adornaban sus puntos.
Fueron 20 años de conversaciones mal llamadas de paz, fueron conversaciones estériles a la vista de sus desastrosos resultados, fueron una pérdida de tiempo que una nueva generación llamada de Oslo certificó su muerte, aunque los acuerdos del mismo nombre, murieron a los cinco años. Así hasta llegados estos días, donde mirar atrás significa un ejercicio de digerir recuerdos amargos, en ellos salta a la vista la cantidad de voces de dentro y de fuera de Palestina que decían que eran pérdida de tiempo y de derechos. Más amargos si cabe son, cuando vemos cómo una dirección política jugando a ser autoridad, solo hacía de buey en el molino de moler los derechos del pueblo palestino, bajo la batuta del cuarteto de la «mala música», formado por enemigos y pseudo-amigos del pueblo palestino.
Contemplando el mapa actual de los territorios ocupados de Palestina de 1967, solo vemos puntos coloreados indicando los guetos que les queda a la población palestina donde vivir. Encerrados y vigilados, nos recuerdan a las reservas de indios en EEUU. De este modo llegamos muy rápidamente a la conclusión de que nunca a los gobiernos del Estado sionista, a lo largo de estos 21 años, les interesó ni la paz, ni la buena vecindad con los palestinos, como con esmero los redactores de los acuerdos de Oslo, adornaban sus puntos.
Según cálculos de conversaciones oficiales, éstas llevan más de tres años sin celebrarse, es decir, están en la vía muerta. Lo peor es que la vía no está al aire libre para que tenga luz y claridad en su trayecto, es que está en un túnel ya construido a propósito de ocultar su trayectoria. Este túnel que el sionismo, después de haber jugado con las cartas marcadas en la mesa de conversaciones y de haber dado la vuelta a la mesa con sus ir y venir, sin definir si quiere la paz a cambio de tierras, como rezaban los acuerdos de Oslo; túnel imaginario que construye fijándose bien en el baile de fuerzas políticas internas y externas, así dio con una fórmula mágica «nunca ceder y siempre avanzar», mientras el bando palestino estaba sumergido en una política lejos de ser mínimamente clara y contundente.
Hoy en día se oyen los ecos de aquellas voces reclamando con buena voluntad la paz en Palestina, ecos que algunos todavía oyen en sus cabezas como si fueran voces de verdad. Tal vez estén ya en la edad de tener alzhéimer o en una locura intrusiva por obra del Mossad en sus cabezas, creyendo que el sol no se pone en sus dominios políticos de influencia, repitiendo discursos trasnochados. Escuchando a los responsables de la mal llamada Autoridad Palestina da la sensación de que están en una polaridad personal o más bien en una esquizofrenia aguda. Reclamar derechos y apoyar lucha a través de celebraciones revolucionarias y al mismo tiempo participar en apagar el fuego de la ira de la generación de Oslo, es lo que nos da el diagnóstico claro de lo que es esa autoridad.
Si nos situamos en ese túnel de la vía muerta, podemos ver una luz que deslumbra a propios y ajenos, esta luz es de cientos de rayos producidos por miles de chispas de millones de sentimientos que la juventud palestina estalla. Una juventud que a pesar de la muerte que soporta en sus filas, está enseñando a vivir, porque el pueblo palestino, sÍ señor, enseña a vivir, a vivir en dignidad, en paz consigo mismo, en dar ejemplo día a día con sacrificios e intentos de superarse. Esta juventud estudiosa y con los pies en la tierra, nos dieron el domingo 24/01/2016 en la Universidad de An-Najah en la ciudad de Nablus, un ejemplo de cómo un alumnado de la Facultad de Ciencias de la Medicina y Salud, amante de vivir, da la bienvenida al Decano profesor Salim Al Hadji Yahya especialista en corazón-pulmón, recibiéndole con globos, confetis y cánticos por realizar el primer trasplante de un corazón artificial en Palestina. ¡Que alumnado más atento y educado! Ver video. Esta es la juventud palestina y como bien señala en un comentario sobre el alumnado de su antigua universidad, el compañero en el Consejo Editorial de la Revista Palestina Digital, Moncho Iglesias Míguez, diciendo: «es que Palestina enseña a vivir».
El túnel imaginario solo lo ven aquellos para quienes fue construido; los que cabalgan detrás de un espejismo a lomos de una bestia llamada conversaciones de paz, una bestia que gira moviendo un molino que aplasta la voluntad del pueblo palestino. Sin vergüenza ni reparo anuncian sus actuaciones contra esa voluntad de forjar una tercera intifada, bajo la excusa de proteger a esa juventud enfurecida que reclama un futuro, a los que dicen ser sus tutores y que no se lo proporcionan, ni de cerca ni de lejos.
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