El Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, dentro de sus III Jornadas divulgativas sobre Oriente Próximo, ofreció, en la sala de conferencias del Antiguo Instituto Jovellanos, la charla titulada «Gaza. Entre la agresión permanente y la guerra inminente». La encargada de desarrollarla fue Lidón Soriano, miembro de la Red Solidaria contra la Ocupación de […]
El Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, dentro de sus III Jornadas divulgativas sobre Oriente Próximo, ofreció, en la sala de conferencias del Antiguo Instituto Jovellanos, la charla titulada «Gaza. Entre la agresión permanente y la guerra inminente». La encargada de desarrollarla fue Lidón Soriano, miembro de la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina. Hasta aquí, el mero enunciado del acontecimiento. Tras él, una mujer joven y atractiva, perfectamente documentada sobre el asunto, ofreció un nítido panorama de la cruel realidad que vive el pueblo palestino, sin caer en previos condicionantes políticos, es decir, fue la suya una exposición aséptica de sectarismos, lo que sin duda dotó de máxima credibilidad a sus palabras. Lidón Soriano es sencillamente una persona que después de observar el drama sobre el propio terreno, de tomarle el pulso a unas gentes, quizá de las más castigadas de la Tierra, se ha comprometido a defender su causa del modo más civilizado, que no es otro que el de dar a conocer su auténtica situación. Ayudándose de imágenes, unas terribles, otras desoladoras e incluso algunas muy bellas por su contenido humano o geofísico, fue exponiendo la historia de un conflicto que ya dura 60 años. A finales del siglo XIX, Palestina tenía una población de 550.000 personas, en su mayor parte musulmanas, repartidas por el norte y centro del país; el sur es desértico. Al crearse el movimiento sionista, éste puso los ojos en Palestina, tierra que, según sus preceptos, le correspondía por mandato divino. Su objetivo, pues, se encaminó a crear allí un hogar nacional judío, a lo responderían los rabinos diciendo que «la novia es bella pero pertenece a otro hombre». Hasta los momentos previos a la II Guerra Mundial, Palestina vivía de sus grandes zonas de cultivo, de la pesca, ganadería, empresas químicas, joyería… Los centros educativos eran abundantes y se daba gran valor a la enseñanza y al deporte. Bajo el mandato británico 1920-1947, la inmigración judía fue lenta, pero en 1946 al pasar Gran Bretaña en conflicto a la ONU, la población semita ya alcanzaba el 33%. Tras la retirada británica, por resolución de la ONU, se crea el Estado de Israel a partir de la división del territorio palestino. Si la historia hubiera quedado ahí… Pero el acuerdo no contentó ni a unos ni a otros; Ariel Sharon pretendía desalojar totalmente a los israelitas y se pone en marcha la ley del más fuerte. Hoy hay tres realidades en esa zona del Mediterráneo, Israel, Cisjordania y Gaza, ocupadas a su vez por los israelitas. Un Israel próspero, europeo, que configura la VI potencia bélica del mundo, frente a una Cisjordania pobre, sometida por 69 retenes militares, rota, aislada dentro de sí misma por un enorme muro que separa a los palestinos de los propios palestinos, que ve cómo se va destruyendo su patrimonio cultural. Por otra parte, Gaza, una franja costera de 8 kilómetros de ancho por 65 de largo, condensa 1.400.000 personas que viven bajo constante vigilancia, cuyas condiciones de supervivencia están en el límite. «Pero es admirable su capacidad de resistencia y lucha. Los palestinos se mantienen unidos, pese a que se han empeñado en dividirlos. Nosotros entendemos la solidaridad como una posición política, debemos contar al mundo lo que les están haciendo. Ellos no piden, sólo desean que se haga saber su situación, que en 60 años los han obligado a vivir en el 12 por ciento de su territorio».
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=1821_46_577408__Sociedad-y-Cultura-Palestina