Lo que Israel lleva a cabo en contra de los palestinos es un exterminio, o una limpieza étnica, como se le llame, pero es algo que no es de hoy, ni de 2012, ni de ninguna otra crisis en particular, sino que es una política que se remonta incluso a un mes antes de la […]
Lo que Israel lleva a cabo en contra de los palestinos es un exterminio, o una limpieza étnica, como se le llame, pero es algo que no es de hoy, ni de 2012, ni de ninguna otra crisis en particular, sino que es una política que se remonta incluso a un mes antes de la creación de Israel como Estado sobre Palestina en mayo de 1948, cuando en abril del mismo año las milicias sionistas de la Palestina del mandato británico comenzaron a ejecutar su ya conocido «Plan Dalet», que consistió en el fichaje y posterior masacre y desposesión de más de 500 aldeas palestinas, que constituyeron, junto a los que huían de las ciudades luego de la guerra de mayo, cerca de un total de 850 mil desplazados, que en ese momento correspondían al 65% de la población árabe del país -cristiana y musulmana- [1] . Hoy, constituyen más de 4,5 millones y son cerca de la mitad de los palestinos en el mundo.
Es en esta política de exterminio, en la que hay que ubicar la actual masacre israelí sobre Gaza. Si analizamos los hechos tal como han tenido lugar, veremos que esto no es una «respuesta» a una determinada «provocación» por parte de los palestinos. Esto es una ofensiva israelí que ha utilizado como pretexto el lamentable suceso de los adolescentes colonos secuestrados y asesinados.
Partamos por los hechos. Para comenzar, solo recordar que, más o menos tres semanas antes de que ocurriera lo de los colonos, los tribunales israelíes habían condenado a cadena perpetua a tres niños palestinos menores de 14 años. Esto es un hecho que hay que dimensionar bien, sobre todo porque no fue cubierto por ningún medio «prestigiado». A estos niños condenados, los detienen en las noches, cuando el ejército israelí allana, sin motivo alguno, las aldeas palestinas de las zonas B según las negociaciones de Oslo. Los acusan de tirar piedras. ¿Alguien podrá dimensionar qué tanto daño puede hacer que un niño lance una piedra a un convoy militar que allana su pueblo durante la noche como para merecer cadena perpetua? Es decir ¿para matarlo en vida, para privarlo de libertad en todo lo que reste de su vida desde sus 13 o 14 años? La pérdida del sentido común es la condición de posibilidad de todas las violentas formas de dominación existentes en el mundo.
Ahora sí, después de ese necesario preámbulo, partamos con aquellos hechos que, según el agresor son los que han gatillado esta vez la masacre. Tres adolescentes colonos israelíes de asentamientos ilegales en la ciudad palestina de Al-Jalil -llamada Hebrón por los israelíes y la convención mediática-, fueron secuestrados -no se sabe por quién- y luego de tres días, encontrados muertos. Israel de inmediato acusó a Hamas, quien negó su participación en el suceso, cosa que no tendríamos por qué no creer, si pensamos que el mencionado grupo se ha adjudicado todo tipo de operaciones, no tendría por qué ésta ser la excepción, por lo demás, no hacerlo público, para una organización de resistencia política, como Hamas, no tendría sentido alguno. Por otro lado, dar absoluto crédito a la acusación israelí, tal como lo hizo inmediatamente EEUU y como lo han hecho la mayoría de los medios más conocidos, es adoptar su punto de vista, y por lo tanto, adoptar el punto de vista del colonizador.
Durante los tres días en que los adolescentes permanecieron desaparecidos, el ejército israelí irrumpió en toda Cisjordania de manera terrestre, allanando y destruyendo casas, y deteniendo palestinos arbitrariamente, entre ellos civiles, dirigentes políticos, incluso parlamentarios. Luego de que aparecieron los cuerpos de los jóvenes israelíes muertos, un grupo de israelíes se ensañó con un menor palestino de 16 años, lo hicieron beber gasolina y lo quemaron vivo, mientras el primo de la víctima, de más o menos la misma edad, fue brutalmente golpeado por el mismo grupo de civiles y luego por la policía y detenido injustificadamente. Después de esto, tenemos la ofensiva militar en contra de la franja de Gaza, la que ya ha causado la destrucción de cientos de viviendas y campamentos, y que ya se debe estar cobrando cerca de 100 vidas. Debemos preguntarnos entonces: ¿los hechos así descritos, ameritan como «respuesta» una agresión militar como la que está teniendo lugar? O ¿tras la ofensiva israelí hay otro objetivo?
Decíamos desde el comienzo de este escrito que, el exterminio o limpieza étnica de los palestinos está presente desde antes de la fundación de Israel, con la ejecución del Plan Dalet desde abril de 1948. Pero esto se remonta incluso más atrás, ya desde los primeros sionistas de fines del XIX, encontramos la idea de «transferir» a la población árabe de Palestina hacia otros países árabes [2] . Detrás de este proyecto de exterminio, está el lema sionista de «un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo», levantado desde que este movimiento nacionalista judío europeo decidiera instalar su «hogar nacional» en Palestina. Pero como Palestina era una tierra poblada, con una sociedad constituida y una forma de vida en común puesta en pie en dicha tierra, entonces fue necesario -y lo sigue siendo-, para hacer coincidir la realidad con el lema, despoblar Palestina. Y es así como, primero se planteó para los sionistas la idea de la transferencia de población, luego -con la ejecución del Plan Dalet en 1948- el primer intento de limpieza étnica, y con la sucesiva ocupación y colonización de toda Palestina desde 1967 hasta hoy, se han practicado diferentes formas de segregación, castigo colectivo, genocidio, cuyas expresiones concretas para nosotros hoy, son los asentamientos ilegales, el muro del Apartheid, el estrangulamiento social, económico y cultural de todo un pueblo, y las masacres (que ya últimamente tienen a Gaza casi por objetivo exclusivo) como la de hoy en día.
Según esto, tenemos que la actual masacre hacia Gaza se enmarca en el histórico proyecto sionista de exterminio de los palestinos. Pues, el hecho del asesinato de los adolescentes israelíes, pudo haberse tratado de un asunto criminal, de «delincuencia común», sin embargo, Israel lo politizó culpando a Hamas y, de paso transfirió responsabilidad política a Al-Fatah por haber pactado la unidad con el movimiento de resistencia islámica. Ha sido el pretexto para impedir la unidad de las dos facciones palestinas más importantes, de manera de invalidar la existencia de un interlocutor para una solución pacífica de la cuestión, y para encender la tensión y así poder ejecutar otra masacre que contribuya a la consolidación de su proyecto de exterminio de los palestinos.
Lo que Israel recibe a cambio de parte del «mundo democrático y civilizado», ese que levanta la ficción de una «comunidad internacional», es el apoyo incondicional de EEUU, el silencio político de la UE, que por otro lado le otorga el lugar de socio comercial privilegiado, además de ser promovido por el actual discurso científico-técnico-económico-
Si queremos un mundo libre de todo este tipo de injusticias, es hora de tomar en serio la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel (BDS), a la que han llamado los palestinos en 2005, y a la que en 2006 vino a sumarse la campaña de Boicot Cultural y Académico (PACBI). El Boicot al que llaman estas campañas, que han crecido internacionalmente y a las que se han sumado partes importantes de la sociedad civil de muchos países e importantes figuras intelectuales, es por el momento el único modo de presión existente hacia Israel por su práctica de Apartheid, y es también un gesto de apoyo político y moral hacia los palestinos que viven bajo permanente amenaza de exterminio. El planteamiento central de la campaña es el NO a la normalización, es decir, comprender y dimensionar seriamente que, Israel es un Estado que practica Apartheid e intento de exterminio de una población, por lo que no se deben tener relaciones «normales» con este Estado. Tenerlas, significaría ser cómplices del Apartheid y el exterminio.
En 2010, a propósito del asalto pirata de los israelíes a la flotilla de la libertad, que llevaba ayuda humanitaria a la Gaza sitiada, el filósofo italiano Giorgio Agamben parafraseaba a Paul Celan, quien pensando en el exterminio nazi escribía: «La muerte es un maestro venido de Alemania», cambiando solamente Alemania por Israel, con lo que afirmaba: «La muerte es un maestro venido de Israel». Y eso, porque «los soldados (…) -decía- han actuado como guardianes del Lager [3] en que Israel ha transformado a Palestina» [4] .
Notas:
[1] Ver: Khalidi, Walid. «Plan Dalet: Master Plan for the Conquest of Palestine», Journal of Palestine Studies, Vol. 18, No. 1 ; Pappé, Ilan. La limpieza étnica de Palestina. Barcelona: Crítica, 2008.
[2] Ver: Masalha, Nur. La expulsión de los palestinos: el concepto de «transferencia» en el pensamiento político sionista 1882-1948. Buenos Aires: Editorial Canaán, 2008.
[3] Campo de concentración
[4] Agamben, Giorgio. «Fuga de Muerte». En Il Manifesto, 2 de junio de 2010. Versión española en Revista Hoja de Ruta, N°33, Julio de 2010 (www.hojaderuta.org). Traducción de Kamal Cumsille.
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