Revisado por Caty R.
Desde las últimas elecciones palestinas, desde que los palestinos somos democráticos para el mundo, ha caído una maldición sobre nosotros; la vida se ha vuelto irrespirable, hemos llegado a una travesía por el desierto sin agua, sin pan, sin luna ni estrellas.
Lo primero que tenemos que plantearnos es a qué se debe que Hamás haya ganado las elecciones y señalar lo que en mi opinión son los dos puntos principales:
1º La dignidad
Me resisto a creer que de repente todos los palestinos nos hayamos convertido en beatas que rezan cinco veces al día. En el resultado de estas elecciones hay sin duda un aspecto religioso, pero no podemos olvidar el otro voto, el de la decencia; el que rechazó las amenazas que, la noche anterior a las elecciones, se dirigieron a los bolsillos y a los estómagos de los palestinos. En un arranque de honradez y dignidad los hambrientos rechazaron el chantaje y demostraron que desde la pobreza y a pesar del hambre, eran capaces de decidir su voto libremente.
2º La crisis de identidad de Al Fatah
Al Fatah es una pura crisis de identidad, es la autoridad que nunca llegó a instaurar un estado, un movimiento de liberación sin la cultura ni el comportamiento que le correspondían como tal. Es más, renunció a ser un movimiento de liberación y se empeñó en una carrera desenfrenada tras un estado sin estado. Como señala Azmi Bishara [1] hubo una separación entre el discurso y la práctica y lo más peligroso es que se abandonaron las posiciones del movimiento sin haber alcanzado ninguno de los objetivos del movimiento de liberación nacional.
Al día siguiente de las elecciones de enero se declara la guerra a los palestinos. Mordimos la manzana prohibida y descendimos del cielo a la tierra, del paraíso al infierno. Y para su actuación en esta guerra el mundo sí aplicó la hoja de ruta. Antes el objetivo era desarmar a Hamás, ahora es destruir a Hamás. Somos el único país que se ha ganado un embargo feroz por ser democrático, justo nada más elegir democráticamente a nuestro gobierno.
El gobierno israelí ha hecho lo que le corresponde, lo de siempre: hacernos la vida irrespirable, asfixiarnos diariamente con todos los medios que tiene -y tiene muchos- para que fracase el gobierno palestino. Israel controla el tráfico en las fronteras, tanto humano como de mercancías, el agua, la electricidad…, en una palabra, la economía palestina. Y aquí está el meollo de la cuestión.
El meollo está en que la Autoridad Nacional se creó como resultado de los acuerdos de Oslo con una dependencia económica total y como consecuencia nunca tuvo independencia política. Se instauró una la economía palestina como una economía parásito, a expensas de la ayuda exterior. El 60% del presupuesto palestino procede de la ayuda externa y de las recaudaciones que Israel hace como gestor del territorio ocupado; de hecho hoy tiene retenidos por ese concepto 550 millones de dólares, que es más de lo que necesitan los 120.000 funcionarios palestinos que llevan muchos meses sin cobrar sus salarios.
Las prioridades palestinas, las necesidades básicas del pueblo palestino, se han convertido en bazas políticas para Israel, para Estados Unidos y lamentablemente también se les ha unido Europa creando esta terrible situación: si el pueblo palestino quiere comer, a cambio tiene que renunciar a sus reivindicaciones y derechos, tiene que prostituir sus ideales para sobrevivir.
Israel está llevando a cabo contra Palestina una guerra a ritmo lento, por ejemplo asesina dos, tres o cinco palestinos al día como algo cotidiano, con cobertura y paraguas internacionales que le protegen. Asesinato selectivo, dicen, como si la selección otorgase legalidad al asesinato. Israel asfixia y hunde a la población palestina con problemas cotidianos: abrir o no abrir los pasos fronterizos, impedir que las familias se agrupen, cortar el suministro de gasolina, agua, luz… el calvario de los controles que durante el último año aumentaron un 40% (según un informe de Naciones Unidas hay 750 puestos militares de control). Es al fin, como dice el poeta palestino Darwish [2], reducir el concepto de la patria, a las necesidades de todos los días.
El objetivo de esta política está claro. Es la hoja de ruta perfecta para una guerra civil que, desde luego, no es una guerra entre cristianos y musulmanes, ni entre suníes y chiíes, sino la excusa para aniquilar al gobierno de Hamás, debilitar al máximo al pueblo palestino y establecer con los ganadores una Autoridad Nacional dispuesta a aceptar todas las condiciones e imposiciones de Israel.
Por eso se entiende la proliferación de las fuerzas de seguridad palestinas. Existen 80.000 miembros de las fuerzas de seguridad a los que curiosamente Israel no pone objeciones y esta cifra representa y supera el número de las demás personas que trabajan en el sector público; el 25% del presupuesto nacional va dirigido a ellos y hasta Europa está dispuesta a financiar un nuevo grupo de seguridad para el Presidente de la Autoridad Nacional.
Y ahora la pregunta más importante
A la vieja pregunta leninista ¿qué hacer?, sólo hay una respuesta: la disolución. La disolución de la Autoridad Nacional, así la ocupación no será gratuita y sin responsabilidad; la sociedad ocupada conseguirá que la sociedad ocupante escuche su voz y podrá gritarle que ni ellos ni nadie practican la ocupación, sino que como todos los ocupantes son colonialistas.
Es la hora de que haya una estrategia palestina que supere la dependencia absoluta de la diplomacia estadounidense, dejar de creer la mentira de la existencia de una Autoridad Nacional porque lo que hay en Palestina es de todo menos autoridad y nacional.
Ningún viento es favorable si no sabes a qué puerto te vas a dirigir
Después de tanta lucha están intentando reducir las reivindicaciones palestinas a una cuestión de pura supervivencia, nos están convirtiendo en un pueblo pendiente únicamente del pan y la nómina. Me temo que han ganado de momento.
El caballo de batalla israelí es que quiere sustituir la retirada por un estado sin saber donde ni cuando. Pero nuestra batalla no es para crear un estado sino simple y llanamente para acabar con la ocupación y los palestinos decidirán en un espacio de libertad el estado que les convenga.
Nuestra relación con el proceso de paz es lo contrario del israelí, pero la actual debilidad palestina sólo nos deja dos opciones:
1º Aceptar lo que nos ofrecen y esto supondría renunciar a las reivindicaciones y derechos, o
2º rechazarlo, seguir el combate y así nos convertimos a los ojos de todo el mundo en los obstáculos para la paz.
Pero no hay prisa para Israel; en Palestina hablar de tiempo es hablar de territorio, porque cada día que pasa hace que Cisjordania sea más israelí y menos palestina ya que Israel sigue engrosando las colonias.
Eternizarse hablando de fronteras definitivas es una vieja política que le permite a Israel rebañar, morder cada vez más territorios palestinos.
Sería absurdo hablar ahora de estado palestino porque poniendo el mapa delante de nosotros hoy por hoy es imposible crearlo. El problema de Europa inicialmente y de EEUU actualmente es que han perdido la capacidad para frenar las ambiciones territoriales israelíes.
Hay que perder el miedo a la verdad
Europa se niega a admitir que Israel es un hecho colonial y a obrar en consecuencia. Intenta olvidar y desviar el origen del conflicto. Si quieres la paz hay que reconocer las causas de la guerra y tomar el camino para desactivarlas.
No puede haber negociación mientras Israel siga oprimiendo al pueblo palestino, hay que negociar desde la confianza y, como decía Peter Hans, «Tienes que dejar de ver al otro como opresor, es un requisito indispensable para reconstruir la confianza».
La gran mentira
La gran mentira es lo que llaman «autonomía palestina» y lo peor sería que nosotros nos la creyéramos.
El 11 de septiembre
El liderazgo actual dispone de más balas que ideas y con mucha facilidad acude al arsenal militar para solucionar cualquier conflicto.
El debate que se suscita en estos días y a la luz de los hechos se ve claramente, es que la lucha contra el terrorismo que se lleva a cabo en nombre de la democracia ha conducido al debilitamiento de la propia democracia, debido esencialmente a la legislación oficial. Ejemplos como la «Patriot Act» lo que han hecho ha sido erosionar los pilares de la libertad y secuestrar a la sociedad civil con las ataduras del miedo y la ansiedad fomentados esencialmente de forma oficial. Sin olvidar que involucrarse en esta guerra contra el terrorismo ha aumentado de hecho la amenaza y peligro de los ataques terroristas.
Por ejemplo en Iraq donde Al Qaeda no estaba y ahora forma parte del tejido del combate o en Afganistán donde los talibanes han resurgido de sus cenizas y hoy el 90% de las drogas que importa Europa son afganas.
La política se convirtió esencialmente en matar a la propia política. Como analiza Marwn Bishar, si antes la guerra era el fracaso o el complemento de la política, ahora es la política el complemento de la guerra con métodos distintos, son conceptos que crean el caos y las divisiones y así la política es la encubridora de la guerra. Esta es la política de una guerra declarada.
Autoritarismo democrático: Tony Blair
Tony Blair, que se convirtió en el teórico de la guerra de Bush, dice que la seguridad es la primera libertad y eso significa que la libertad no es el derecho de las personas a definir sus propias vidas, sino el derecho del estado a restringir la libertad personal que sólo el estado puede definir.
Los imperios no tienen lenguaje sentimental ni respetan las leyes porque seguramente si las respetasen, no existirían. Los imperios sólo tienen intereses, ambiciones y un concepto de fronteras distinto y superior a los demás países; sus fronteras no son geográficas como las de los demás mortales, sino de seguridad, influencia y proyectos. Y no digamos si además añadimos a todo eso el discurso religioso del imperio actual, en el que sus líderes alardean de su comunicación directa con dios, como en la célebre conversación de Bush con el Ministro de Planificación palestino [3] o cuando Blair declaró que sólo dios puede juzgarlo [4]. Como se considera un ser superior, apela al juicio divino.
Reclamamos una política en la que dios no puede ocupar el discurso político, una política con un discurso humano.
La derrota de los imperios es posible pero hay que tener claro que el fin del colonialismo nunca ha terminado por un despertar moral de los colonialistas, no se despertaron una mañana pensando «no podemos seguir oprimiendo y machacando a estos pueblos».
La caída del apartehid tuvo dos factores principales que influyeron en su fin, el demográfico y el económico.
Todos los imperios tienen un tiempo de vida. Estamos ante un imperio en expansión que cada vez necesita mayor apoyo militar, hasta el punto de que los gastos de sus campañas imperialistas superan sus recursos y beneficios.
La resistencia en Iraq, la resistencia del Partido de Dios y la resistencia del pueblo palestino son ejemplos a seguir; la imbatibilidad de Hezbolá frente al poderoso ejército israelí el verano pasado es el gran mensaje del futuro: Ganar es posible.
La guerra es rentable
Es un buen negocio económico y la recompensa es muy alta.
Ejemplo 1: después de tres años, en Gran Bretaña 61 empresas se han beneficiado de la acción militar y declaran unas ganancias de 1.600 millones de dólares que en realidad hay que multiplicar por cinco.
La constructora «Amec», 700 millones.
Agentes de seguridad privada y servicios «Aegis», 400 millones de euros.
De 20 a 30.000 agentes de seguridad privada
Ejemplo 2: En agosto de 2004 se crea una oficina de coordinación para la reconstrucción, cuyo presidente es Carlos Pascual, y desde luego no para catástrofes como la del «Katrina».
La misión de esta oficina es elaborar planes para después de la guerra y lo está haciendo para una lista de 25 países que no están en conflicto -todavía-.
Los equipos están formados por empresas privadas y grupos de gestión que se dedican a estudiar la composición social de una nación con posibilidades de ser destruida.
No se trata de reconstruir estados antiguos, sino de crear estados que sean «nuevos clientes». Las empresas preparan los contratos de reconstrucción; este nuevo tipo de colonialismo que consiste en destruir para reconstruir difiere del antiguo colonialismo interesado en descubrir tierras nuevas.
Las guerras se han convertido en las mejores campañas electorales en países con elecciones democráticas, son la mejor garantía de una reelección.
Ejemplo 1: Kennedy, su conversación con su hermano en la crisis de los misiles de Cuba.
Ejemplo 2: Israel con su última actuación en la prisión de Jericó.
A los países ausentes, asustados o derrotados es a los que se les pide que otorguen confianza y seguridad al estado más poderoso y nuclear, de hecho, la sociedad israelí considera que la ocupación y el sufrimiento palestinos son una necesidad para su calma y tranquilidad y eso es un síntoma de muy mala salud moral.
A menudo el mundo árabe tiene iniciativas e intenta buscar soluciones pero el problema no está en la búsqueda de una solución a la ocupación, sino tener muy claro de qué estamos hablando y tomar medidas urgentes ante lo que es sin paliativos un hecho colonial . No hablamos de «autonomía», sino que combatimos pura y simplemente por la libertad.
Nos han vendido una mentira diciéndonos que están combatiendo el terrorismo con la represión y la auténtica realidad es que en Palestina lo que hay es una resistencia contra el colonialismo israelí.
Nos hemos convertido en consumidores de lo que nos dicen, de la información que nos transmiten. Y quieren hacernos pensar en el famoso «proceso de paz», cuando hoy en Palestina no existen ni proceso ni paz.
Notas
[1] Azmi Bishara nació en 1957 en Nazaret y es diputado árabe en el Knesset (Parlamento israelí) desde 1996. Es también el fundador del partido de izquierda Balad (Alianza democrática nacional) que preside. El 7 de noviembre de 2001, bajo la presión del gobierno de Sharon, su inmunidad parlamentaria fue levantada porque había declarado públicamente que apoyaba la causa palestina y se había solidarizado con los refugiados.
[2] http://www.antorcha.net/index/hemeroteca/agustin/3_S.pdf
[3] http://www.aporrea.org/dameverbo.php?docid=67023
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. URL de este artículo en Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=1628&lg=es URL de esta página: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=41851