En días pasados asistí a una conferencia efectuada en la Unión Árabe de Cuba, que suele ser escenario de reflexiones tanto culturales como políticas y sociales. En la charla ofrecida por Nureddín T. Mustafá salieron a la luz y se aclararon, algunos conceptos que hoy por hoy son muy escabrosos y difíciles de entender por […]
En días pasados asistí a una conferencia efectuada en la Unión Árabe de Cuba, que suele ser escenario de reflexiones tanto culturales como políticas y sociales. En la charla ofrecida por Nureddín T. Mustafá salieron a la luz y se aclararon, algunos conceptos que hoy por hoy son muy escabrosos y difíciles de entender por el gran público, que no es conocedor profundo de la realidad del pueblo palestino.
Por su importancia, nos ceñiremos estrictamente a proponer los criterios de Nureddin T. Mustafá, exaltados por el compañero Alfredo Deriche, presidente de la Unión, así como por el doctor Manuel López, asistentes a la conferencia -que devino diálogo abierto-, y la consideraron no sólo «muy académica», sino de una importancia enorme para esclarecer, los conceptos suicidio y martirologio, así como las sutilezas de sus diferencias con relación a la lucha palestina.
Conceptualmente, ir al martirologio es una expresión sublime de altruismo consciente y consecuente, pues al ser víctimas del sufrimiento físico y moral de gran intensidad, morir por una causa, es totalmente diferente al suicidio, que tiene entre sus implicaciones, algunos trastornos de personalidad, una ruptura con la realidad, que al no poder enfrentarla, se cae en la depresión que conlleva, en algunos casos a ese tipo de acción.
Referente a los palestinos, la disposición de cambiar el YO por el NOSOSTROS es un componente esencial de su educación psíquico-religiosa, desde hace casi 1 400 años.
La formación político-patriótica -explica Nureddín Mustafá-, que se le inculca a las actuales generaciones de palestinos, que viven bajo la ocupación militar sionista y en campamentos de refugiados y, que han estado expuestos a guerras de exterminio (Jordania, 1970, Líbano 1975-1982), ha sido prepararlos pacientemente para enfrentarse a un conflicto, donde tienen todas las desventajas y que, la muerte, como alternativa, está dentro de su conciencia como decisión final de lucha.
La naturaleza del conflicto palestino-sionista está en SER o NO SER, y entiéndase, aclara Nureddín, no es sólo una cuestión de «fronteras».
La correlación de fuerzas y el combate es absolutamente desigual en materia de armamentos y equipos bélicos. Es entonces que el concepto «convertir nuestros cuerpos en armas contra el ocupante y agresor hasta que abandone nuestra Patria» ha sido la alternativa urgente ante esa desigualdad, poco comprendida por muchos.
El pueblo palestino vive martirizado, bajo la ocupación de una potencia «multinacional y prefabricada», armada hasta los dientes, con artefactos sofisticados del complejo militar-industrial del imperialismo mundial, que emplean en una guerra de genocidio, con mentalidad fascista, que supera al nazismo hitleriano, envalentonados por la unipolaridad del mundo, de una potencia aliada y cómplice de sus actos, que a su vez, ha desatado una guerra abierta y total, con el pretexto de lo que ellos llaman el «terrorismo».
La desigualdad en la lucha, frente al enemigo imperialista-sionista -sigue explicando Nureddín-, no es un motivo para que el pueblo palestino se rinda ante criminales de la talla de Sharon o de Bush y prefieren, como reza el proverbio palestino, «la muerte antes que la humillación».
Para liquidar a la población palestina en las calles o en sus propias casas, el ejército sionista y sus comandos élites, tienen sus campos de acción, tanto en Beirut, Ramallah, Roma o París, a los palestinos que consideren dirigentes, activistas guerrilleros o simples ciudadanos. Donde quiera que estén son blanco para el exterminio.
Ante esta situación, lejos de esperar «las calendas griegas» para buscar un equilibrio y ripostar en igualdad de condiciones en una guerra frontal, el palestino, al tener conciencia de que no es posible, sacrifica lo más preciado, la vida, precisamente para que el pueblo continúe su lucha liberadora, lograr la independencia y soberanía, y el retorno de los refugiados, como un derecho legítimo e inalienable, sin el cual, no habrá ninguna paz justa y verdadera.
«Apartándonos de toda retórica religiosa o filosófica ,el fenómeno hombre-bomba es una variante excepcional de lucha violenta contra un enemigo superior en recursos y armas que no tiene, a su vez, la misma disposición de sacrificar su vida porque su causa es injusta, abominable, simplemente mercenaria, pero nunca patriótica», significó Nureddín.
Al tratar sobre el aspecto de los asentamientos judíos civiles, al que tanto recurren para acusar a los palestinos en sus respuestas a las agresiones sionistas, el conferencista explica que «sólo la ropa que emplean es lo único que tienen de civil».Y agrega que esos asentamientos son realmente cuarteles militares equipados con armamentos modernos.
Los colonos que allí habitan proceden de 120 países y hablan alrededor de 82 idiomas y dialectos que, hacen y deshacen en Palestina, con la anuencia de la jerarquía sionista y su proveedor de Washington. Y en la actualidad, las oleadas de inmigrantes de la antigua república soviética y otros países de Europa del Este, así como de América Latina y Etiopía, han engrosado la «potencia multinacional prefabricada» radicada allí, aspecto que se divulga muy poco y que hace ver a los palestinos con una óptica diferente a la realidad que viven, tergiversando incluso, las únicas alternativas para luchar y subsistir, ante tanto atropello y vandalismo.
Esas tropas ficticias israelíes, sino multinacionales, además de ocupar las tierras palestinas, evacuan a sus dueños y los asesinan siempre que puedan. Así de cruda es esta realidad. «Nos asesinan». Un cuerpo palestino sin vida, sólo sirve para ser enterrado y a veces, este derecho es negado, al tener que permanecer insepultos hasta la descomposición por no poder darle sepultura inmediata durante los asedios y combates constantes.
«Convertir pues, el cuerpo en arma letal, ha sido la variante que nos han obligado a recurrir y no tenemos otra opción. De ahí que no sea simplemente `suicidio’ sino conciencia de que, formando parte del martirologio de la Patria, estaremos asegurando el porvenir de las nuevas generaciones, que necesariamente tendrán que vivir otra realidad.»
«Ninguno de esos mártires se ha inmolado por drogadicción o por no poder resolver un problema individual que lo lleva a ese acto. Ninguno que lo ha hecho, recibe nada a cambio, ni su familia tampoco. No es un mercenario. Lo han hecho y lo harán, siempre que sea necesario, y así lo requieran las circunstancias de lucha, por convicciones, sean religiosas o filosóficas, por la justa causa de su pueblo, para frenar el genocidio y las masacres a que son sometidas grandes poblaciones palestinas, y disuadir al enemigo prepotente y arrogante, de que el palestino prefiere morir antes que aceptar la humillación e indignidad.»
Esta no es una guerra contra los judíos ni contra el judaísmo, como a veces quiere hacerse ver, sino contra la jerarquía sionista, que sí se ha propuesto eliminar a los palestinos, como una vez estuvieron aliados al nazismo, para eliminar a ciudadanos judíos progresistas de la mediana y pequeña burguesía, que fueron llevados engañados a los campos de concentración, con la excusa de que «estarían protegidos» y desaparecerlos de las mil maneras, que la historia lo recoge. Estos judíos progresistas de diferentes capas sociales, impedían, a criterio de los fascistas, alcanzar las ambiciones hegemonistas de poder absoluto que sustentaban en esa década, y desafortunadamente continúan hoy sosteniendo. Con los palestinos, han querido repetir sus métodos de entonces, por eso, «para evitar el efecto habrá que analizar muy bien, sus causas», concluye magistralmente Nureddín T. Mustafá, que durante una mañana tuvo al auditorio en expectación y emoción constantes, por la envergadura de sus palabras, en una reflexión y análisis histórico concreto.
Muchos podremos no estar de acuerdo con estos principios, pero es un enfoque que desde el protagonismo, sale a la luz, para su mejor comprensión y a los cuales respetamos profundamente. Una reflexión alrededor de esto no será nunca ociosa.