Traducido del francés para Rebelión por Caty R.
El ataque mortífero perpetrado por Israel contra Gaza ha sido premeditado hasta el punto de que ya se había anunciado con antelación, el sábado por la mañana, en varios periódicos árabes. La información más precisa la daba el diario nacionalista palestino y árabe al-Quds-al-Arabi (Jerusalén árabe), publicado en Londres. Desde Ramala, en Cisjordania, Walid Awad, corresponsal del diario, informaba de que había recabado «de una fuente diplomática árabe digna de confianza, que el general Omar Suleiman, jefe del servicio de inteligencia egipcio, había informado a ciertas capitales árabes de que Israel iba a lanzar una ofensiva limitada contra la Franja de Gaza para presionar al movimiento Hamás con el fin de obligarle a aceptar una tregua sin condiciones previas. Esas fuentes añadían que el general Suleiman insistió en el entorno de la ministra israelí de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, de la necesidad de evitar víctimas civiles durante la operación militar con el fin de que las fotos de los inocentes no se utilizasen para soliviantar a la opinión pública árabe.
En este escenario convenido de antemano se ejecutó la operación el mismo día en que apareció el artículo: aprovechando un pretexto banal -los lanzamientos de cohetes desde Gaza, que a su vez son disparos de represalias, y así sucesivamente- la aviación israelí ha atacado cruelmente a Gaza, concentrando el fuego sobre las fuerzas de seguridad internas dirigidas por el gobierno de Hamás, conforme a la demanda del jefe de los servicios egipcios, más preocupado por mitigar la reacción de la opinión pública de su país que de salvar las vidas de los palestinos.
Así, el contubernio de Israel con los «árabes de América» -como los llama «la calle árabe»- es decir, las petromonarquías del Golfo, la monarquía jordana y la egipcia, aparece sin tapujos. El general egipcio pone a punto con Tzipi Livni el programa de la carnicería ofrecida por Israel a los palestinos en esta fechas de celebraciones y regalos mientras en Washington se hace balance de los obsequios ofrecidos por las monarquías árabes a su homóloga estadounidense, Condoleezza Rice: joyas por valor de varios cientos de millones de dólares, entre ellas un collar de unos 170.000 dólares y un aderezo de rubíes y diamantes de 165.000 dólares de parte del rey saudí Abdalá y un aderezo de esmeraldas y diamantes de unos 147.000 dólares del rey jordano Abdalá II (Associated Press, 22 de diciembre). Unos regalos extravagantes -y escandalosos para las poblaciones de los países concernidos- que los soberanos saben perfectamente que Condoleezza Rice sólo podrá lucir durante su mandato como Secretaria de Estado y que, conforme a la ley estadounidense, son propiedades públicas y serán entregados en un depósito gubernamental al final del mandado de la administración saliente.
Si los «árabes de América» se comportan con tan poco comedimiento en sus efusiones serviles hacia Washington cuando la administración Bush es la más odiada de la historia por la «calle árabe» -las poblaciones árabes que no dejan de soñar con ofrecer un único tipo de regalo a George Bush y a los miembros de su aborrecido equipo: los zapatos en la cara a semejanza del periodista iraquí Muntazar al Zeidi, convertido en héroe nacional para las poblaciones árabes-, se puede imaginar cómo se comportarán tras la investidura de Barack Husein Obama: sin ninguna contención, seguramente.
El cambio de administración en Washington, aunque no augura ninguna modificación sustancial de la política estadounidense en Oriente Medio a juzgar por la composición del nuevo equipo, sin duda conllevará un lavado de cara: un cambio del imperialismo de cara odiosa e «islamófobo» a un imperialismo de cara humana, negro e «islamófilo». Este es el sentido del gran discurso que Obama prevé pronunciar, dirigido al mundo musulmán, tras su entrada en funciones. Estados Unidos, cuya torpeza de la administración Bush ha puesto en peligro los intereses en Oriente Medio, tiene necesidad de redimirse ante los musulmanes con el fin de fortalecer su dominación militar con una hegemonía política. Ésta es una de las razones principales por las que el gran capital estadounidense ha apoyado a Obama mientras que a los electores les movían otras razones diversas.
El calendario de la operación israelí se ha escogido teniendo en cuenta esas consideraciones: Había que asestar un gran golpe contra Gaza antes de la investidura de Obama con el fin de no comprometer desde el principio su operación de relaciones públicas. El éxito de éste debería rendir más facilidades en el futuro para parecidas agresiones brutales contra un enemigo que será tanto más fácil de satanizar como de «angelizar» al presidente estadounidense.
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