Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Foto de Portada: Recuento de votos palestinos en la ocupada Cisjordania tras las elecciones locales del 13 de mayo de 2017, boicoteadas por varios grupos palestinos, Instituto de Banat Qasm, Ramala. Issam Rimawi/Anadolu Agency]
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, voceó que cancelaba la coordinación de seguridad con el Estado ocupante, se retiraba de los Acuerdos de Oslo y regresaba a la lucha y resistencia nacional para liberar Palestina. Pero, poco después, cuando Joe Biden se convirtió en el probable ganador de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, Abbas se desdijo de repente de lo anterior, sobre todo en lo relativo a la cuestión de la coordinación de seguridad. Sus otras amenazas quedaron en suspenso, lo que le permitió ganar tiempo hasta que se confirmara la victoria de Biden y pudiera entablarse una nueva relación con Washington que trajera consigo nuevas dádivas.
Abbas ignoró algo que conoce mejor que la mayoría a través de sus muchas experiencias fallidas con las sucesivas administraciones estadounidenses, tanto republicanas como demócratas: que Washington no da limosnas con la bondad de su corazón, que lo hace siempre que dicha generosidad financiera beneficie a Israel directa o indirectamente. Sin embargo, el sumiso Abbas todavía le pide a Estados Unidos que se apiade de él y puede que así, tal vez, le arrojen algunas migajas de la mesa.
Dos días antes de la toma de posesión del presidente Joe Biden, Abbas anunció que las elecciones legislativas y presidenciales palestinas, así como los comicios para el Consejo Nacional Palestino, se llevarán a cabo a finales de este año. Cree claramente que esto le acercará a Biden y mejorará su relación con los estadounidenses. Trump había destruido esta posibilidad al cortar la ayuda a la Autoridad Palestina, cerrar la oficina de la OLP en Washington y retener las aportaciones de Estados Unidos a la UNRWA, junto con el traslado de su Embajada a Jerusalén y el reconocimiento de la “soberanía” israelí sobre la Ciudad Santa y los ocupados Altos del Golán sirios.
El líder de la Autoridad Palestina pensó que su decreto electoral sería el comodín que le abriría la puerta a la Casa Blanca. Los demócratas aman la democracia, ¿verdad? Por ello les presentó un regalo democrático, dejando a un lado los peligros que pueden sobrevenirles a los palestinos como resultado de la celebración de elecciones, que incluso pueden poner fin a su carrera política. Parece que prestó poca atención a esta posibilidad.
Para colmo, el secretario de Estado de Biden, Antony Blinken, ha hecho ya declaraciones peligrosas en el Senado sobre la cuestión palestina. Cuando se le preguntó si reconoce a Jerusalén como la capital de Israel, dijo que sí de inmediato. También enfatizó que la embajada de Estados Unidos permanecerá en Jerusalén y repitió el mantra de las administraciones anteriores a Trump de que la solución de dos Estados es la única opción viable para Palestina-Israel.
Las palabras de Blinken confirman lo dicho antes: que la política de Biden respecto a la cuestión palestina no diferirá mucho de la de Trump, porque es una política estadounidense establecida. Es la política del Estado profundo, que ningún presidente puede cambiar, que compone la estrategia de Washington para proteger a toda costa al Estado colonial de colonos a toda costa. Ese es el núcleo de la política exterior de Estados Unidos.
La única desviación puede venir en términos de estilo y entrega. Si bien Trump fue crudo y audaz, revelando el verdadero rostro de unos Estados Unidos coloniales y racistas sin tratar de camuflarlo, Biden usa la máscara de la decencia, al igual que algunos de sus predecesores. Habla en voz baja, con razón y encanto, apelando a nuestras sensibilidades; y antes de que nos demos cuenta, su mandato habrá terminado, nos habremos adormecido en la pasividad y los palestinos estarán aún peor de lo que están ahora. Se perderá más tierra palestina, lo que queda de la Palestina histórica se judaizará y los derechos palestinos legítimos se habrán pisoteado hasta la extinción. Es posible que Trump haya querido liquidar el problema palestino con los impactantes pasos pro-Israel que dio, pero es poco probable que Biden revierta ninguno de ellos. El hecho es que Biden y Trump son dos caras de la misma moneda colonial estadounidense.
El nuevo secretario de Estado ha aplaudido los Acuerdos de Abraham y la normalización con Israel. “Hace que Israel y la región sean más seguros. Es algo bueno, y sí, espero que podamos basarnos también en eso”.
¿Necesitamos más evidencias de que Biden va a seguir los pasos de Trump? Ha designado a figuras prominentes pro-Israel para puestos vitales. Además de Blinken, tenemos a Avril Haines como directora de la Inteligencia Nacional, Ron Klain como jefe de gabinete de la Casa Blanca, David Cohen como director adjunto de la CIA, Alejandro Mayorkas como secretario de Seguridad Nacional y Merrick Garland como fiscal general de Estados Unidos; la lista continúa…
Está muy claro que el presidente de Estados Unidos es un orgulloso sionista. Incluso Abbas parece haber olvidado lo que declaró en 1986 el entonces senador Biden: “Ya es hora de que dejemos de disculparnos por nuestro apoyo a Israel”, dijo a sus colegas del Senado. “No hay que disculparse. Es la mejor inversión de los 3.000 millones de dólares que hacemos. Si no existiera ya un Israel, Estados Unidos tendría que inventarlo para proteger sus intereses en la región”.
El regalo de las elecciones hecho por Abbas en vísperas de la toma de posesión de Biden forma parte de esta agenda. Los palestinos habían acordado, durante las reuniones de reconciliación que tuvieron lugar en Turquía entre Fatah y Hamas hace unos meses, que se iban a celebrar elecciones. Sin embargo, desde entonces, Abbas ha mantenido conversaciones a puerta cerrada con las autoridades ocupantes para restablecer la coordinación de seguridad sin el conocimiento de Hamas y las otras facciones de la resistencia que están negociando para reconciliarse con la Autoridad Palestina. ¿Qué tipo de reconciliación puede producirse a la luz de tal engaño y traición? ¿En beneficio de quién se restableció la coordinación? Ciertamente, no de los palestinos.
Es probable que Hamas accediera a sentarse a la mesa de negociaciones con Fatah después de que la Autoridad Palestina anunciara la cancelación de la coordinación de seguridad y las otras arrogantes amenazas mencionadas anteriormente. Hamas cayó en la trampa, y Abbas utilizó a la organización como bestia negra para restaurar su “sagrada” cooperación de seguridad con el Estado ocupante. Ahora está sirviéndose de un movimiento en el juego electoral para deshacerse de ellos por completo con el pretexto de que es una “organización terrorista”. Está jugando el juego de la ocupación y tiene la oportunidad de hacerlo con la administración Biden. Como dijo Blinken, la nueva administración tratará con la Autoridad Palestina basándose en su posición sobre las “organizaciones terroristas”, un nombre inapropiado para los movimientos de resistencia palestinos, especialmente Hamas, por supuesto.
No importa quién esté en la Casa Blanca, Washington nunca aceptará que Hamas participe en unas elecciones en las que pueda ganar. Esto le conviene a Abbas porque quiere desarmar la resistencia, controlar Gaza y buscar venganza por lo que sucedió en 2006 cuando Hamas hizo que sus fuerzas de seguridad huyeran como ratones en busca de un refugio donde esconderse.
Sin embargo, ¿ha olvidado Abbas en su búsqueda ciega para deshacerse de Hamas, que su exjefe de seguridad en Gaza, Muhammad Dahlan, va a apoyarle en la celebración de las elecciones que ha decretado? ¿Y que los hombres de Dahlan lo sacarán de la escena antes de que él pueda hacer lo mismo con Hamas?
Dahlan es un serio rival para Abbas. Fue despedido de Fatah pero ahora cuenta con el apoyo financiero, logístico y moral de los Emiratos Árabes Unidos. Tiene una gran base de apoyo dentro de Fatah, incluidas personalidades que tienen mucho dinero y pueden derrocar a Abbas y a sus camaradas. Washington quiere que la forma de pensar “americanizada” de Dahlan reemplace a Fatah y su historia de lucha, que ya quedó enterrada en el cementerio de Oslo. El nombre del movimiento también debe ser olvidado con Dahlan, la figura deseada prevista para reemplazar a Abbas.
Las elecciones prometidas están estipuladas por los Acuerdos de Oslo; al conservarlos, la Autoridad Palestina renueva la legitimidad de Oslo, a pesar de que básicamente ha hecho que los palestinos pierdan sus derechos. ¿Por qué Hamas accedió a participar después de rechazar los Acuerdos de Oslo en forma y sustancia? Cometió un error en 2006 al participar en las elecciones y está sufriendo por ello las consecuencias hasta el día de hoy, al igual que el honorable pueblo de la Franja de Gaza. ¿Cómo puede repetir el mismo error y salir de Málaga para entrar en Malagón?
Los palestinos no disponen de un Estado independiente en el que celebrar sus elecciones y, desde luego, muy poca noción de democracia en la teoría y la práctica. El mandato de Abbas en el cargo expiró en 2009 pero ahí sigue, aún al mando. Hamas ganó las últimas elecciones democráticas en la Palestina ocupada y, no obstante, está condenada al ostracismo. ¿Cómo pueden las personas que permitieron que esto suceda garantizar que las elecciones decretadas por Abbas sean libres y justas? Además, ¿cómo pueden celebrarse tales elecciones bajo la brutal ocupación militar de Israel?
No veo ninguna necesidad de elecciones presidenciales y legislativas. Plantean un peligroso dilema del que será difícil escapar y van a ampliar la división dentro de la casa palestina en lugar de repararla.
Sin embargo, apoyo las elecciones para el Consejo Nacional Palestino (CNP), que representa a todo el pueblo palestino, incluida la diáspora, lo que significa que podrían conducir a la reestructuración de la OLP. Aun así, preferiría que los palestinos acordaran cerrar la OLP, y dejar atrás sus desastrosas decisiones, para crear después una nueva entidad-paraguas palestina, con un espíritu joven y patriótico. Junto con la elección de un nuevo liderazgo, esto podría restablecer la causa palestina con la liberación nacional como su principal objetivo. Podría obtener una legitimidad completa si toma decisiones audaces con respecto al desastre de Oslo y gestiona todos los aspectos del proyecto nacional.
Después de la terrible derrota de la Guerra de los Seis Días en junio de 1967, los egipcios se despertaron del impacto y, como acostumbran, se burlaron de la tragedia en sus bromas. Lo hicieron para liberar su rabia. Un incidente cómico muy conocido en aquel momento se produjo cuando la locutora Amal Fahmy entrevistó al rey Hussein de Jordania en su programa de radio, “At the Street Corner”. Al finalizarla, le preguntó qué canción le gustaría escuchar. Y él le contestó que “El amor está de camino” de Abdel Halim Hafez, con la frase “El que nos metió en esto debe sacarnos”. Esto, por supuesto, iba dirigido al presidente Gamal Abdel Nasser, que había involucrado a Jordania en la guerra.
Me acordé de esta historia cuando escuché que en Hamas se sentían muy dispuestos a aceptar el decreto electoral emitido por el presidente de la coordinación de seguridad con Israel, Mahmud Abbas, y su condición principal de que se realicen simultáneamente elecciones legislativas, presidenciales y para el CNP. Pero, en cambio, Hamas acordó que se llevaran a cabo de forma consecutiva, como quería Abbas. El movimiento parece estar diciendo: “El que nos metió en esto debe sacarnos”. El que los metió en las elecciones de 2006 debe sacarlos de las consecuencias y del injusto asedio impuesto a la Franja de Gaza. Es preciso conseguirlo aunque la solución se alcance a través de elecciones en las que participen las mismas personas que ayudaron a sitiar a los palestinos en Gaza y a matarlos de hambre, que impidieron la llegada de la ayuda humanitaria y cortaron los salarios de los funcionarios públicos en el territorio.
La verdad es que quien metió a Hamas fueron ellos mismos al aceptar ser parte del proceso político derivado de los nefastos Acuerdos de Oslo. Es un movimiento de resistencia que soporta la carga de la causa palestina y está comprometido con las constantes nacionales que Fatah ha abandonado, lo que ha llevado a la pérdida de los derechos palestinos que estamos presenciando ahora.
Nunca ha habido un movimiento de resistencia en ningún lugar que haya entrado en la arena política mientras su país aún sufría bajo la ocupación. Sin excepción, cada uno de ellos liberó su país y luego se involucró en política, haciendo de la preservación de la independencia del país la prioridad política del movimiento.
No obstante, Hamas entró apresuradamente en el mundo de la política después de obligar a Ariel Sharon a retirar a Israel de Gaza por la lucha de la valiente resistencia en 2005. No quiero ser injusta con Hamas ni demasiado dura, porque ya están bajo suficiente presión, tal vez temían que la Autoridad de Oslo, en Ramala, desperdiciara la retirada unilateral israelí -un importante logro palestino-, tras haber perdido ya lo que quedaba de la Palestina histórica en Cisjordania. Quizás Hamas quería proteger la tierra y tener una legitimidad política que le permitiera jugar un papel tan importante.
Desde luego que hubo muchos países que alentaron al movimiento a dar este paso entre los que apoyan la resistencia, mientras que otros, como Estados Unidos o los países de la UE, querían que el movimiento se involucrara en política, abandonara la resistencia y entregara las armas. Hamas participó debidamente en las elecciones de 2006 después de recibir garantías de estos países, y ganó. Le sugirió a Fatah que deberían unirse en el gobierno, pero Fatah se negó y obstaculizó todo lo que Hamas intentó hacer. Supuestos amigos y enemigos se aliaron contra él -y esto fue algo que Hamas tuvo en cuenta antes de tomar su decisión- y el movimiento ha tenido que estar soportando las consecuencias, incluido el asedio, durante los últimos 15 años.
Israel accedió a regañadientes que se celebraran las elecciones legislativas palestinas en 2006, bajo la presión de la administración de George W. Bush. Cuando ganó Hamas, los israelíes culparon a Bush, diciendo que se habían equivocado al ceder ante esa presión, que incluía permitir que se celebraran elecciones también en Jerusalén. Entonces, ¿por qué Hamas no admite también que cometió un error al presentarse a las elecciones?
Israel puede corregir su error en las elecciones recientemente anunciadas si las impide incluso antes de que comiencen. Al hacerlo, Abbas habrá conseguido su objetivo, aparecer ante el mundo como un hombre democrático al que las autoridades de ocupación le han imposibilitado celebrar elecciones. Esto incluso puede ocurrir en coordinación con Abbas para prolongar el statu quo, permitiendo así que Israel se apodere del resto de Cisjordania y liquide el problema palestino, mientras Abbas sigue siendo presidente de por vida.
Es posible que Israel no recurra a declarar públicamente que está en contra de las elecciones, pero puede establecer condiciones imposibles y tomar cuantas medidas de obstrucción pueda al respecto. Naturalmente, recuperará la condición del antiguo Cuarteto para Oriente Medio de no reconocer ningún gobierno palestino con Hamas en él a menos que la AP que salga elegida reconozca a Israel y los acuerdos firmados previamente y rechace asimismo el “terrorismo”.
¿Está dispuesto Hamas a ofrecer tal reconocimiento? Estoy segura de que esto nunca sucederá, aunque coloquen la horca sobre la cabeza del movimiento.
No hay duda de que Hamas se enfrenta a un gran dilema, pero la solución no pasa por escapar tratando de quemar el último cartucho. Si su participación en las elecciones de 2006 fue una gran equivocación, participar en las próximas elecciones sería un pecado imperdonable.
Necesitamos olvidar declaraciones como la emitida por el portavoz de Hamas, Hazem Qasem, quien dijo: “Aunque Hamas hubiera preferido elecciones simultáneas, aceptó el calendario de Abbas en aras de la unidad”. Señaló que hay varios temas que deben resolverse desde ahora hasta el inicio de las elecciones.
Tales declaraciones son solo para consumo público. No provienen de las conciencias o convicciones de los líderes de Hamas y no engañan a nadie porque ninguna persona cuerda las cree. ¿A qué unidad se refiere Qasem que conseguirán las elecciones? Las últimas elecciones condujeron a la aflicción y miseria y fueron la razón principal de la actual división del pueblo palestino.
Además, si hubiera cuestiones pendientes entre Hamas y Abbas, ¿no habría sido más apropiado resolverlas antes de acordar la celebración de elecciones? ¿Cómo pueden tener lugar las elecciones antes de lograr un consenso nacional? ¿Por qué Qasem no mencionó cuáles eran esos temas pendientes y cuál es la posición de Abbas sobre la resistencia y sus armas? ¿El presidente colaboracionista ha cambiado de opinión sobre ellos?
Todos conocemos la opinión de Abbas sobre la resistencia porque no la oculta. Al contrario, la declara siempre que sea posible y nunca es favorable. Se burla de los cohetes y considera que las acciones de resistencia son “terrorismo”. Además, Abbas persigue a los combatientes de la resistencia e informa sobre ellos a las autoridades de seguridad israelíes para que sean arrestados o asesinados; a veces ambas cosas. ¿No es esta su misión “sagrada” para la ocupación? ¿No amenazó con desarmar a Hamas, especialmente después de que el movimiento renunciara al puesto del primer ministro como una de sus muchas concesiones, sin ver ninguna medida positiva a cambio? Quizás lo más reciente, y ciertamente no lo último que dijo en este sentido, fue su discurso en la Asamblea General de la ONU en septiembre pasado cuando prometió luchar contra el terrorismo, y somos muy conscientes de que se refería al “terrorismo” en Palestina. Sabe que Estados Unidos y Occidente en general, así como el enemigo israelí, demonizan la resistencia legítima como “terrorismo” y tienen a Hamas en sus listas de “organizaciones terroristas globales”. Es vergonzoso que se dedique a cortejar a Israel y Occidente.
La última concesión de Hamas, su abandono de la condición de celebrar el Consejo Nacional Palestino, las elecciones presidenciales y legislativas simultáneamente, lo coloca en una situación de gran riesgo dado el asfixiante asedio y la represión de la resistencia en Gaza y Cisjordania. Los palestinos no han olvidado el arresto y tortura por parte de Israel de sus parlamentarios y su personal en Cisjordania después de las elecciones de 2006. El propio presidente del Consejo Legislativo no se libró de tal humillación, a pesar de su respetada posición de inmunidad en todos los demás países del mundo.
¿Qué garantías tiene Hamas de que las elecciones serán libres y justas, y se llevarán a cabo con transparencia e integridad en todas las etapas, sin interferencia de Abbas y Fatah, o de Israel y sus partidarios en la región, los países por la normalización? Estos países controlan los fondos públicos de la zona y están dispuestos a vaciarlos para evitar que Hamas gane.
No hay garantías reales y la Autoridad Palestina no ha mostrado en medida alguna que tenga buenas intenciones. De hecho, todo lo contrario. Abbas cambió recientemente la ley electoral, lo que genera muchas dudas sobre la integridad de las elecciones. ¿No se han dado cuenta los líderes de Hamas de que los resultados de estas elecciones ya se han decidido y que son solo una farsa para mantener a la Autoridad Palestina y Mahmud Abbas en el poder?
Y hay más aún, emitió el decreto convocando elecciones y puede igualmente proceder a cancelarlas con cualquier falso pretexto. Puede establecer un consejo nacional y central a la medida de la actual Autoridad Palestina corrupta y de sus políticas.
Aparte de Israel y sus partidarios, no hay nadie, palestino o no, que no quiera que termine la división palestina para que el pueblo y sus facciones puedan unirse contra la ocupación. Las elecciones, sin embargo, no son la forma de lograrlo. El camino correcto y más efectivo es acordar un proyecto nacional inclusivo con un nuevo programa político que afronte los grandes desafíos que obstaculizan la causa palestina, teniendo muy en cuenta los cambios altamente complejos presentes, tanto en el ámbito internacional como en el árabe.
Desde la Nakba de 1948, los palestinos nunca han experimentado tal colapso en todos los niveles como el que están atravesando ahora. Este colapso no puede ser detenido ni impedido por nadie más que por líderes jóvenes que aún no han sido corrompidos por la política o el dinero. Por tanto, es necesario elegir primero al CNP. La Autoridad Palestina puede contentarse con elecciones legislativas, bajo cualquier pretexto, y los argumentos son muchos, y las características del Consejo que quiere Abbas son claras. Lo quiere como está, y quiere un acuerdo para nombrar a ciertas figuras de su propia elección para completarlo. Quiere que esté subordinado a él, no al revés, como desean Hamas y el resto de facciones de la resistencia.
Aún confío en que Hamas retroceda en su decisión electoral e intente con las otras facciones, así como con los honorables miembros que aún quedan dentro de Fatah, formar una nueva entidad palestina con un perfil más joven y un mayor espíritu patriótico. No tenemos que ir muy lejos para esto: la Conferencia Popular para los Palestinos en el Exterior rechaza el camino seguido por la OLP. Ha adoptado una postura firme contra los Acuerdos de Oslo en la que se puede confiar y que puede servir de base. Podría establecer una comunicación con los palestinos en la Palestina ocupada para que sea una entidad más integral, para después elegir un nuevo liderazgo palestino comprometido con la liberación nacional. Entonces podríamos darle plena legitimidad para tomar una decisión audaz con respecto a los Acuerdos de Oslo y ejecutar el proyecto nacional palestino en todas sus manifestaciones. Esto es lo que necesita el pueblo palestino ahora, no el falso juego electoral de Abbas.
Fuentes:
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la traducción.