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Palestinos empiezan a sufrir catástrofe sanitaria

Fuentes: Palestina Libre

Los anaqueles de la farmacia del hospital público de Ramallah aún están abastecidos pero, aquí y allá, se ven espacios vacíos como signo de la precariedad de la situación. «Hoy nos faltan unos treinta productos, en especial jeringas, cánulas, algunos antibióticos y medicamentos para la diálisis», afirma Oussama al-Far, responsable del manejo de la farmacia. […]

Los anaqueles de la farmacia del hospital público de Ramallah aún están abastecidos pero, aquí y allá, se ven espacios vacíos como signo de la precariedad de la situación. «Hoy nos faltan unos treinta productos, en especial jeringas, cánulas, algunos antibióticos y medicamentos para la diálisis», afirma Oussama al-Far, responsable del manejo de la farmacia.

«En un mes ya no tendremos antibióticos. Ya inicié el ‘inventario estratégico’, que teóricamente nos permitirá aguantar dos meses», agrega. El hilo para suturar a los operados y las soluciones intravenosas no tardarán en hacer falta. «Entonces tendremos que cancelar las operaciones no urgentes», afirma con impotencia el director del hospital, Hosni al-Attari.

Como todos los servicios públicos palestinos, el hospital gubernamental de Ramallah vive de sus magras reservas desde principios del mes de marzo, y sus 346 empleados, al igual que los 150.000 funcionarios de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), no han recibido su sueldo. Los israelíes, que cobran los impuestos a nombre de los palestinos, suspendieron brutalmente la entrega de esos fondos a raíz de la instalación del Gobierno dominado por el Hamas, después de las elecciones legislativas del 25 de enero. Los países occidentales, a su vez, también suspendieron la ayuda que le entregaban a la ANP.

Hamas está considerado una organización terrorista, tanto en Europa como en Estados Unidos, lo cual impide todo contacto con sus representantes. Hasta ahora, esa prohibición ha sido respetada en forma unánime, no sólo por los gobiernos, sino también por organizaciones civiles financiadas por EEUU.

Al igual que la totalidad de los palestinos, Al-Attari critica esa decisión. Pero, a despecho de las dificultades a corto plazo, él se muestra confiado. «Cuando el mundo vea que estamos obligados a cerrar servicios y que los pacientes mueren a causa del boicot, entonces las cosas florecerán», pronostica este cirujano ortopedista.

Mientras el Cuarteto (Naciones Unidas, Unión Europea, EEUU y Rusia), analiza el tema, ya se anuncia una grave crisis en Palestina. En sus oficinas de Ramallah, Salam Kanaan, de la organización CARE, presente en el sector de la salud, advierte: «En una semana, la farmacia central de Ramallah (que abastece a todos los hospitales) carecerá del 85% de los productos básicos». CARE, financiada en parte por los estadounidenses, alimentaba los inventarios hasta hace poco tiempo.

Salam Kanaan espera que se suavicen las estrictas reglas impuestas por EEUU para poder reanudar la compra de medicamentos. «Pero aunque hoy mismo nos dieran luz verde, pasarían por lo menos dos meses para que llegaran a la farmacia central los primeros productos», asegura. «A esta escasez hay que agregarle complicaciones cada vez más frecuentes: carentes de ingresos, el personal de salud se ve en dificultades para pagar su transporte y llegar al trabajo», agrega.

ANGUSTIA GENERAL

Este fenómeno es general en la función pública y en la educación. El sábado ocurrió la primera manifestación de empleados que reclamaban el pago de su salario, pero los movimientos de huelga han sido marginales. «No es al Gobierno al que se lo reclamo, es a los estadounidenses y a los europeos», afirma un profesor de universidad que dice nunca haber votado por Hamas.

En la Universidad Al-Quds, en los suburbios orientales de Jerusalén, las cuentas son más críticas de lo común. «Aun antes de la llegada de Hamas al poder, nosotros ya vivíamos a la intemperie, pues el Ministerio de Educación no nos entregaba la totalidad de nuestro presupuesto. Nos debe cuatro millones de dólares por los años 2005 y 2006», asegura Moussa Bajali, responsable de las finanzas ante el rector Sari Nusseibé, apreciado por los occidentales por sus posiciones pacifistas. «Por lo menos, en caso de urgencia, antes podíamos obtener algunos cientos de miles de dólares. Ahora eso es imposible y, desde febrero, los bancos ya no nos quieren prestar ni un centavo», agrega.

La universidad piensa reducir la carga salarial, transformando los puestos de tiempo completo en tiempo parcial o despidiendo personal; también busca dinero en el extranjero. Pero por lo pronto, las eficaces presiones de Washington impiden toda transferencia de fondos hacia los bancos palestinos.

ULTIMÁTUM DE ISRAEL

Mientras la comunidad internacional busca fórmulas para ayudar económicamente a la población palestina pero sin prestar apoyo al Gobierno de Hamas, Israel lanzó ayer un ultimátum a la Autoridad Nacional Palestina, a la que dio plazo hasta fin de año para que demuestre su disposición a negociar un acuerdo de paz definitivo. De lo contrario, el Gobierno de Tel Aviv advirtió que fijará unilateralmente sus fronteras, según explicó el ministro de Justicia Haim Ramon.

«Si queda claro para fines de este año que realmente no tenemos un interlocutor serio, y la comunidad internacional también se convence de eso, entonces tomaremos nuestro destino en nuestras manos y no dejaremos nuestro destino en las manos de nuestros enemigos», dijo el funcionario a la radio del Ejército de Israel.

El presidente de los palestinos, Mahmoud Abbas (Abú Mazen), del rival partido Al Fatah, ha tratado de convencer a Israel de negociar la paz con él, pero el Primer Ministro israelí Ehud Olmert ha dicho que no piensa negociar mientras Hamas continúe propiciando la lucha armada y no reconozca la existencia del Estado de Israel.

Sin embargo, ni el congelamiento de cientos de millones de dólares en ayuda al Gobierno palestino de parte de la comunidad internacional, ni la de los pagos hechos por Israel por concepto de impuestos cobrados en nombre de la ANP, han cambiado la actitud del grupo, una facción islámica fundamentalista que aboga abiertamente por la destrucción de Israel.

Esta semana incluso la compañía israelí Dor Energy, la única proveedora de combustible a la Cisjordania y a la Franja de Gaza, decidió frenar sus envíos del producto debido a la creciente deuda palestina, lo que podría provocar el desabastecimiento dentro de las próximas horas. «Si eso ocurre, habrá una crisis a nivel humanitario», aseguró ayer el presidente de la Comisión de Petróleo de Palestina, Mujahid Salame.