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Panorama para las elecciones autonómicas vascas de 2009

Fuentes: Rebelión

1. EL PAPEL DE ETA. A pesar de lo que digan los dirigentes políticos de los principales partidos, la acción de ETA sí que determina la agenda y, en este caso, los posibles resultados de la contienda electoral. Un atentado en vísperas de la celebración puede ser un signo indudable de que la organización armada […]

1. EL PAPEL DE ETA.

A pesar de lo que digan los dirigentes políticos de los principales partidos, la acción de ETA sí que determina la agenda y, en este caso, los posibles resultados de la contienda electoral. Un atentado en vísperas de la celebración puede ser un signo indudable de que la organización armada prefiere un gobierno del PSE en Euskadi antes que uno del PNV. Hace unos años se habría visto con un lógica diferente: las negociaciones de NA-Bai con el PSN hubieran dado la presidencia de la CFN a los socialistas, y si sus homónimos hubieran hecho lo mismo en la CAV, incluso con el voto crítico de EHAK, las conversaciones hubieran tomado otros derroteros, toda vez que dicho ejecutivo se veía limitado por el propio apoyo de la izquierda abertzale oficial (que, a partir de ahora denominaremos EH por el proyecto de Euskal Herritarrok, que logró aunar un gran número de antiguos militantes no conformes con las acciones de ETA, consiguiendo un monto de 223.264 votos en 1998). Ahora, tras el fracaso de los pactos en Nafarroa y la ruptura de la tregua, con la consiguiente reanudación de la actividad armada, el panorama es diferente.

2. EL BIPARTIDISMO Y LA ENCUESTA.

Es de sobra conocido, por repetido, que no por los hechos, que los próximos comicios se pretenden presentar como un combate entre los dos grandes: el PNV en representación del autonomismo soberanista, y el PSE como opción de gobierno vinculado a los intereses de Ferraz. Con estas bases se ha realizado la encuesta del socialista Lledó, que no hace sino confirmar el bipartidismo dando la siguiente proyección de voto: PNV (26-28), PSE (25-27), PP (13-15), IU (3), EA (2-4), y Aralar (1). De la encuesta se excluye la opción independentista de EH por considerar que no serán admitidas sus listas. Sin embargo todo apunta a que podrán hacerlo en función de los intereses del PSOE, de manera que si no cuadran las expectativas de alzarse con la lehendakaritza (de una u otra manera), lo más probable es que se permitida su participación obligando al PNV a sumar sus votos (críticos, como en la legislatura anterior), acusándole por ello, pero si se ven con posibilidades reales preferirán no contar con ellos en el Parlamento: simple cálculo electoral.

3. EL PNV.

El PNV se encuentra así ante su primera trampa: si dejan que se presente EH, malo, pues son conscientes de que de un modo u otro tendrán que contar con ellos, por lo que preferirían su proscripción, pero si son prohibidos, su discurso de que se les vence en las urnas y no en los tribunales también les perjudica. En ambos casos echarán la culpa a los intereses partidistas del PSE ocultando los propios, que son coincidentes.

A fin de garantizar la estabilidad del gobierno, el PNV ha hecho todo lo posible por afianzar el tripartito actual, aunque respondido desde sus propias filas por quienes escogen la unión del PNV y el PSE, algo que, como veremos más adelante, se presenta difícil. Una vez rota la coalición PNV-EA (por imperativo de EA), a los autonomistas sólo les queda centrar su discurso en la autonomía (evitando la desbandada hacia el PSE) sin olvidar sus ansias soberanistas (otra posible desbandada hacia posiciones de EA, Aralar o EH). Esto, al tratarse de unas elecciones autonómicas y una confrontación netamente bipartidista, les favorece. De ahí que no sólo no vayan a perder – en principio – grandes masas de votantes, sino que incluso puedan – por el voto útil – recuperar poder, acusando a EA el retroceso soberanista que ellos mismos han causado.

4. EL PSE.

El PSE se encuentra eufórico tras los comicios generales y los resultados de las encuestas, pues se ven con posibilidades reales de acceder a la lehendakaritza. Su problema estriba en dilucidar con quién formar gobierno, ya que saben que de por sí son incapaces. Más tarde analizaremos las posibilidades, por el momento interesa señalar su posición de novia (con el PNV, con EA o con el PP, o incluso con EA e IU). Un discurso vago no sólo para atraer al electorado de dichos partidos, sino para ir perfilando y limando asperezas de cara a una negociación.

5. EL PP.

El PP, sabiéndose a la baja al no ser alternativa de poder, y al haber desertado de sus filas su presidenta María San Gil a favor de un mayor acercamiento a los nacionalistas, solo puede ser comparsa, si logra los escaños suficientes, de un gobierno comandado por otro. Su discurso españolista y anti-nacionalista, aunque atenuado respecto a otras contiendas, les convierte en baluarte de la inacción, aunque, como se indica, intentando abrir puentes hasta ahora derribados.

6. EA.

EA ha tenido que decidir si acudir en solitario o en compañía de alguien. Evidentemente, la primera opción era concurrir junto al PNV como en ocasiones precedentes; así y todo existen otras oportunidades, como veremos después. La decisión de ir en solitario ha abierto ampollas no sólo entre su propia militancia (en Gipuzkoa), sino, y es lo más curioso, en otras fuerzas, como el PP y el PSE, que les acusan de hacerlo para no perjudicar a la coalición PNV-EA con su sesgo soberanista, y por su acercamiento al voto de EH. Interesante, si EA va en coalición, malo pues se trata de un frente, pero si va en solitario, peor, pues aunque divide el voto nacionalista, después de las elecciones pueden volver a unirse.

7. IU-EB

A IU se le atribuyen tres inmerecidos escaños. Inmerecidos no por su labor en el Parlamento (que ha aportado ideas y soluciones en vivienda, inmigración y solidaridad internacional, entre otros asuntos), sino por su situación interna. Aunque separada de la IU estatal – que en su último Congreso ha demostrado no tener claras las ideas ni tan siquiera en el liderazgo, escuchándose incluso voces a favor de la disolución – IU-EB carece de un líder claro (Javier Madrazo afirma ahora, justo antes de las elecciones, que no se va a presentar a ostentar nuevos cargos; las diferentes facciones luchan por el poder interno, y por la línea a seguir, etc.), pero es que, además, no se deciden entre seguir consiguiendo mejoras sociales desde el gobierno (en el tripartito), o si luchar por ellas desde fuera (¿quizás con un acercamiento al PSE?). Así pues, en esa situación, los tres escaños atribuidos a la coalición se nos antojan exagerados.

8. Aralar.

Por ultimo, Aralar pretende ocupar poco a poco el espacio político de EH. Si intentos anteriores como la escisión de ESB y LAIA de HB no lograron nada, así como tampoco la unión de las escisiones de LAIA (Sugaar), de EE (Nueva Izquierda y BEK) y de LKI en Auzolan, o la colación de LKI y EMK en Zutik, ahora han logrado representación parlamentaria que pretenden renovar con el fin de medir sus fuerzas en el entorno de la izquierda y abertzale. Las llamadas a los presos de ETA parecen ir en esa dirección, y la negativa a participar en un gran bloque soberanista hecha por EA lo corrobora. Todos ellos saben que no van a lograr más escaños tanto si van juntos como si lo hacen por separado, y en función de esos cálculos partidistas están actuando.

9. EH.

De EH no podemos siquiera opinar, pues en la encuesta se les ignora, salvo la mención de que su voto fiel rondaría los 100.000 votos.

10. COALICIONES ELECTORALES.

Aún hay tiempo para reestructurar el mapa electoral en Euskadi, siempre y cuando exista voluntad por las partes y acuerdos en los programas, tanto a la hora de concurrir a los comicios cuanto a la hora de formar gobierno.

  1. ANTES DE LAS ELECCIONES.

Aunque rechazada de antemano la primera coalición que debemos tener en cuenta es la formada por el PNV-EA. El problema estriba en la deriva autonomista tomada por el PNV frente a la soberanista de EA. Es una vía actualmente muerta, pero viable en un futuro.

Una segunda opción ya ensayada es la de IU-Aralar para las municipales. Al igual que en el caso anterior no tiene visos de futuro al rechazar Aralar su concreción.

La tercera posibilidad es crear un gran frente soberanista entre PNV-EA-Aralar, e incluso EH, algo a lo que tampoco parecen dispuestos ni PNV ni Aralar.

Una cuarta vía sería la coalición de EA-Aralar-IU. En este caso EA aportaría su soberanismo, Aralar su centralidad, e IU su política de izquierdas. Se trataría de una coalición sin grandes aspiraciones ya que las tres formaciones o se encuentran estancadas o retroceden en intención de voto.

Por último podemos vislumbrar la tricolor: los rojos (de Aralar), las listas blancas (de EH) y los verdes (de EA). No se trataría de luchar por cotas de poder o representación, sino por llevar a cabo un programa conjunto. Las reticencias van a surgir por el tema de la violencia política, pero tanto EA como Aralar ya han asegurado en más de una ocasión que ETA no puede marcar la agenda política, por lo que no debería ser un problema, máxime si ETA vuelve a mostrar su disposición a actuar políticamente declarando una nueva tregua.

En ese caso, los números cantan: la coalición Aralar-EH-EA puede rondar en conjunto cerca de los 300.000 votos o más. Si al PNV se le atribuyen 400.000 (sin la deriva soberanista que pueda suponer esta nueva opción), y al PSE 350.000, al PP no le quedan más de 130.000, con lo que las fuerzas de izquierda y abertzales se situarían en tercera posición, en clara rivalidad con el PNV.

Esto implica que el PNV debe optar, por fin, entre el soberanismo (Aralar-EH-EA) y el autonomismo (PNV-PSE), siendo la última opción de difícil explicación entre sus propias bases. ¿Por qué rechazar ahora la asociación con EA-Aralar-EH (listas blancas) si ha funcionado el tripartito? Para ello es necesario un programa cerrado y claro.

Al PSE, al PP y a IU-EB no les queda otra que presentarse en solitario.

  1. DESPUES DE LAS ELECCIONES.

Tras las elecciones podemos encontrarnos con las siguientes opciones:

  1. PNV-PSE: la lehendakaritza le corresponde al PNV. El PSE no va a estar dispuesto a repetir – salvo órdenes en contra de Ferraz – y a defender a Ibarretxe (o al PNV), puesto que supone volver a hipotecar su futuro.
  2. PSE-PNV: la lehendakaritza le corresponde al PSE. El PNV no va a estar dispuesto a ceder cotas de poder al PSE salvo extrema necesidad (por ejemplo, que las fuerzas de izquierda y abertzales puedan acceder al gobierno de la CAV).
  3. PSE-PP: la lehendakaritza le corresponde al PSE, pues logran entre los dos mayoría absoluta. El PNV no va a ceder sus cotas de poder pacíficamente (huelgas, manifestaciones, impugnaciones, etc.), las fuerzas abertzales (EA, Aralar, EH) van a secundar las movilizaciones; ETA seguramente actuará contra los nuevos mandos de la hertzaintza… Gobierno mayoritario pero inestable obligado a repetir las elecciones.
  4. PNV-EA-IU: la lehendakaritza le corresponde al PNV, pero no hay programa (una vez rechazado el Plan Ibarretxe).
  5. PSE-EA-IU-(Aralar): la lehendakaritza le corresponde al PSE, pero con las tendencias soberanistas de EA y, en su caso, de Aralar, no tiene visos de prosperar.
  6. PNV-(EA-Aralar-EH): la lehendakaritza le corresponde al PNV, pero implica que asume los postulados más soberanistas, con el peligro de una posible escisión en su seno.

La propuesta que se lanza desde aquí es la creación de listas conjuntas entre EA (verdes), Aralar (rojos) y EH (listas blancas). Esto daría nuevas esperanzas a nuestro Pueblo y nuevas posibilidades para su emancipación. Para ello es obligatorio discutir contra-reloj un programa de mínimos centrados en la consecución de la independencia en un máximo de cuatro años, y todo ello sin intervención de la acción armada.

Pablo A. Martín Bosch «Aritz». Doctor en Filosofía por la UPV-EHU. Especialista universitario en Ciencia, Tecnología y Sociedad por la UNED.