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Para la Causa Palestina, Trump o Hillary son dos caras de una misma moneda

Fuentes: Rebelión

Nada para sorprenderse. Todo hubiese sido similar con Hillary Diane Rodham Clinton o con Donald John Trump, como lo fue con el presidente Barack Hussein Obama del partido Demócrata, que celebró a mediados del pasado mes de septiembre el pacto militar beneficiando a Israel para la próxima década con $38 mil millones de dólares, es […]

Nada para sorprenderse. Todo hubiese sido similar con Hillary Diane Rodham Clinton o con Donald John Trump, como lo fue con el presidente Barack Hussein Obama del partido Demócrata, que celebró a mediados del pasado mes de septiembre el pacto militar beneficiando a Israel para la próxima década con $38 mil millones de dólares, es decir $3,8 mil millones anuales para fortalecer el sistema armamentístico de la potencia ocupante contra los civiles palestinos, fondos que serán sustraídos de las arcas de los contribuyentes estadounidenses.

Igual los fueron las anteriores administraciones estadounidense, tanto republicanos como demócratas usaron y abusaron de su inexorable derecho al veto para frenar en el Consejo de Seguridad de la ONU un Estado Palestino. Entre ellos, algunos de sus presidentes fueron mucho más allá. George Bush (h) del partido Republicano, no solo nunca recibió al presidente democráticamente elegido por su pueblo Yasser Ararfat, sino permitió que el premier Ariel Sharon, lo cercara militarmente por 4 años en la Muqata’a (presidencia) en Ramallah hasta llevarlo a su muerte el 11 de noviembre de 2004, destacado por un confidente de Sharon, el periodista sionista del New York Post, Uri Dan, quien escribió en su libro Ariel Sharon: Entrevistas con Uri Dan’: «Sharon me confesó personalmente que había decidido matar a Arafat y obtuvo la autorización del presidente Bush durante una conversación telefónica a principios de abril de 2004».

La relación carnal Estados Unidos-Israel que hoy impacta de sobremanera fue solventada desde hace más de seis decadas por los tentáculos del poderoso lobby económico judío-estadounidense, contando con una larga historia de sometimientos a las distintas administraciones. El presidente estadounidense Harry S. Truman, del partido Demócrata, quien apoyó la antijurídica resolución de la ONU para la partición de Palestina en 1947 y fue el primero en reconocer el establecimiento de Israel al año siguiente, quedó impactado por una paraplejia emocional ante las voraces presiones sionistas para alcanzar esos objetivos.

Truman, meses antes de zanjar las agobiantes confabulaciones de los judíos sionistas por el voto favorable en la ONU, escribió en su diario personal descubierto en 2003 en los estantes de la Biblioteca Truman de la ciudad de Independence del condado de Jackson en el estado de Misuri: «Los judíos no tienen ningún sentido de proporción ni ningún criterio sobre los asuntos mundiales…A los judíos no les importa cuántos estonios, finlandeses, polacos, yugoslavos o griegos son asesinados o maltratados, siempre que los judíos reciban un trato especial (en referencia a la segunda Guerra Mundial)» (21 de julio de 1947). El trato especial fue borrar Palestina y limpiar su pueblo para establecer sobre sus ruinas a Israel.

La teoría del crimen se vuelve contundente. Truman al igual que el jefe de Estado de la Unión Soviética, Nikolái M. Shvénik y la comunidad internacional enrolada en la ONU su tejido quedó atrapado con el inicio del holocausto palestino.

La victoria del magnate Trump, fue escalando y estuvo estratégicamente prevista de antemano por el lobby judío de Estados Unidos. El extremista gobierno del premier Benjamín Netanyahu, se apresuró en ser uno de los primeros en felicitar a Trump y lo llamó como «un verdadero amigo de Israel…Estoy seguro que el presidente electo continuará reforzando esa alianza de nuestros dos países y la llevará a la cumbre más elevada». Como parte de la avanzada sionista, el ministro de Educación, conocido por sus peligrosas aspiraciones de intentar deportar a los palestinos, Naftali Bennet, con énfasis putrefacto, afirmó: «la victoria del magnate (Trump) como presidente pone fin a años de negociaciones. La idea de un Estado Palestino ha terminado».

Entre las xenófobas cataratas de los expresivos saludos de los líderes de la ocupación, la ministra de Justicia israelí, Ayelet Shaked, recordada por ‘llamar a matar a las mujeres palestinas embarazadas que engendran terroristas’, en un comunicado le requirió a Trump «que cumpla con su promesa de reconocer a Jerusalem como capital indivisible de Israel y traslade la Embajada de EEUU desde Tel Aviv a Jerusalem». Ofrecimiento puntual y sensible realizada el pasado 25 de septiembre en la Torre Trump en Nueva York al premier Netanyahu, cristalizada por la oficina de prensa de campaña en un comunicado: «Estados Unidos, bajo la Administración Trump, aceptará finalmente el mandato del Congreso desde hace mucho tiempo para reconocer a Jerusalén como la capital indivisible del Estado de Israel…Eterna capital del pueblo judío por más de 3000 años». Argumento falaz ante el natural derecho de las milenarias raíces jerosolimitanas palestinas con más de 5500 años de historia.

Es indudable que Estados Unidos es un poste para la potencia ocupante en silenciar entre republicanos y demócratas los crímenes de lesa humanidad israelíes contra el pueblo palestino. Pero en esta macabra aventura el sostén de ese poste, lo son Rusia, la ONU, Europa, países latinoamericanos, regímenes árabes y el actual gobierno del presidente de facto, Mahmoud Abbas, que consignó una policía palestina para reprimir la Intifada palestina y cualquier levantamiento popular contra su figura y la de Israel.

En el juego de la geopolítica, lamentablemente los árabes del Cercano Oriente no supieron ni saben hacer un lobby económico-político acorde a una unidad de criterios que quiebre los antidemocráticos personalismos de sus gobiernos y ponga fin al despropósito invasor israelí-estadounidense-ruso y su proyecto colonial en la región.

Suhail Hani Daher Akel fue el primer Embajador del Estado de Palestina en Argentina y el primer Representante de la OLP en Argentina. Es también analista Internacional sobre la situación de Palestina.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.