Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
¿Qué clase de esperanza nos ofrece el primer ministro cuando rechaza todo intento de lograr la paz por calificarlo como un complot para destruir a Israel?
El primer ministro Benjamin Netanyahu en la ceremonia anual en memoria de Isaac Rabin, Jerusalén 26 de octubre de 2015. (Haim Zach / GPO)
Hace menos de un año, en un raro momento de honestidad, el primer ministro Benjamin Netanyahu presentó su visión para los ciudadanos israelíes en tiempo presente y futuro. Sucedió durante una reunión del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knéset, que se reunió para conmemorar el asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin. «En estos días se habla de lo que habría ocurrido si uno u otro hubieran permanecido. Esto no es relevante… para siempre viviremos por la espada». De la visión empapada en sangre de Netanyahu, a diferencia por ejemplo de la visión de esperanza de Rabin, podemos desentrañar su visión del mundo y el comportamiento político. De hecho sus palabras resumen su continua negativa a responder a cada iniciativa que intenta provocar el fin del conflicto entre Israel y los palestinos por medio de negociaciones.
A los ojos de Netanyahu cada iniciativa de paz no es más que un complot destinado a poner fin al Estado de Israel, una trampa mortal de la que debemos escapar utilizando todos los trucos conocidos. Esta forma de pensar también explica la conducta de Israel durante las últimas semanas, incluyendo el próximo viaje de Netanyahu a Europa, donde tratará de bloquear todas las oportunidades que puedan llevar a cabo negociaciones entre Israel y los palestinos, mientras busca suavizar el tono de un próximo informe del Cuarteto sobre el congelamiento del proceso de paz, que probablemente incluirá un lenguaje duro con respecto a los pasos que efectúa Israel de colonización en los territorios ocupados.
Netanyahu rechaza con estridencia todas las iniciativas de paz. Durante una reunión del partido Likud hace varias semanas, pidió a los saudíes, proponentes de la Iniciativa Árabe de Paz en 2002, que actualizaran su plan de acuerdo a las demandas de Israel. Luego rechazó la Iniciativa de Paz de París, que fue aceptada por los ministros de Exteriores de los 28 estados miembros de la UE. El principal objetivo de la iniciativa era reunir una conferencia internacional de paz para finales del año con el fin de hacer que los israelíes y palestinos reanuden las negociaciones.
El secretario de Estado estadounidense John Kerry habla con la jefa de política exterior de la UE Federica Mogherini en la Cumbre de Paz en Oriente Medio celebrada en París, 6 de junio de 2016. (Foto de la UE)
El plan francés incluye la elaboración de una serie de incentivos económicos para Israel y los palestinos y la creación de pasos para construir la confianza entre las dos partes. El portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, que depende directamente de Netanyahu (el primer ministro es también ministro de Asuntos Exteriores de Israel), rechazó la iniciativa de plano cuando declaró que «la paz con los palestinos se alcanzará a través de negociaciones directas y bilaterales sin condiciones previas». Una posición determinante. Sin embargo hay que recordar que el propio Netanyahu creó una condición previa para la continuidad de las negociaciones: la Autoridad Palestina debe reconocer a Israel como el estado-nación del pueblo judío. Esta demanda no surgió hasta 2007 y Netanyahu sabe que los palestinos, que reconocieron a Israel en 1993, se negarán a aceptarlo.
Así es como Netanyahu bloquea las dos rutas de acceso a las negociaciones. Para Israel la ruta internacional es ilegítima, ya que sólo las negociaciones directas traerán la paz, Mientras tanto el camino de las negociaciones directas se ha vuelto completamente neutralizado debido a la demanda de Netanyahu de que los palestinos declaren su apoyo al sionismo.
No olvidemos que el rechazo de Netanyahu no se deriva únicamente de su visión de desesperación, sino que también sirve a sus necesidades políticas -mayormente de supervivencia- dando prioridad a la ideología de su base entre la derecha israelí. Esto llega en un momento en que las críticas, tanto de los miembros del Likud como de los ministros, se han vuelto más extremas y el ministro de Educación, Naftali Bennett, principal rival político de Netanyahu, está diciendo cosas como: «no se puede apoyar a la Tierra de Israel en hebreo y establecer Palestina en Inglés», una frase que seguramente acompañará al primer ministro en su viaje a Europa.
¿Pero qué clase de vida se promete a una sociedad cuya dirección política promete sólo «sangre, sudor y lágrimas» sin ninguna esperanza de un futuro mejor? Una sociedad en la que constantemente se piden sacrificios a los ciudadanos, el tipo de sacrificios que nunca vemos hacer al primer ministro. Una sociedad que vive sin seguridad, bajo la amenaza del terrorismo. Una sociedad que carece de solidaridad y sufre la desigualdad y la pobreza.
Netanyahu tiene éxito en mostrarnos que podemos seguir manteniendo como ciudadanos una sociedad siempre y cuando, nos dice, la calidad de vida es de menor importancia. Si se le escucha, los israelíes se enfrentan a amenazas constantes: Irán, ISIS, Hamás, Hezbolá, los ciudadanos árabes, la izquierda, las ONG de izquierda y por supuesto el mayor peligro de todos: los planes de paz.
Yossi Dahan es profesor de derecho es jefe de la División de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho y Empresa y cofundador de Haokets. Este artículo fue publicado por primera vez en hebreo en Haokets .
Fuente: http://972mag.com/for-netanyahu-every-peace-initiative-is-an-anti-zionist-plot/120219/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.