Tal como hicieron con las «revoluciones de colores» en Europa Oriental y Asia Central, los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, están tratando de utilizar las rebeliones calificadas como de «la primavera árabe», iniciadas espontáneamente en Túnez y Egipto con el propósito de poner fin a los regímenes dictatoriales de Ben Alí y […]
Tal como hicieron con las «revoluciones de colores» en Europa Oriental y Asia Central, los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, están tratando de utilizar las rebeliones calificadas como de «la primavera árabe», iniciadas espontáneamente en Túnez y Egipto con el propósito de poner fin a los regímenes dictatoriales de Ben Alí y Hozni Mubarak, ambos servidores del imperio durante décadas, para obtener intereses geoestratégicos en la región.
Esto es lo que se puede apreciar claramente con la peligrosa situación de guerra que se está montando contra Siria, dirigida no solo a un cambio de régimen en Damasco, sino a debilitar y aislar más a Irán; poner en difícil situación a Hizbulá en Líbano de manera que les permita liquidar su dominio allí; y limitar al menos la influencia de Rusia, que no podría continuar disponiendo de las facilidades que ahora tiene su flota de guerra en el Puerto de Tartús, única base de atraque y abastecimiento de sus barcos en el Mediterráneo.
Para obtener sus objetivos, Estados Unidos ha logrado mover la posición de Turquía, que había mejorado notablemente sus relaciones políticas y económicas con Siria en los últimos años, con el desarrollo incluso de importante intercambio comercial, que en el 2010 alcanzó los 2 mil quinientos millones de dólares, además de proyectar numerosos planes de inversión y colaboración. El gobierno de Ankara ha cambiado radicalmente y de un distanciamiento y enfrentamiento creciente a Israel, que lo hacía chocar con la política estadounidense, pasó a una agresividad total contra Siria, auspiciando la creación en Estambul de un Consejo Nacional de Transición, que reúne a una parte de la oposición; adopta medidas de bloqueo económico; y se embarca en una escalada de amenazas militares. Se ha publicado que desde su frontera se infiltran grupos armados de lo que ya califican como «Ejército Libre de Siria».
En el pasado reciente Turquía había discrepado con la política regional de Washington no solo en cuanto a Siria y en mostrar una creciente agresividad hacia Israel, sino también manifestando su oposición a las presiones, planes agresivos y las sanciones contra Irán. Auspició junto a Brasil, un proyecto de negociación para dar solución al tema nuclear iraní, que chocaba directamente con los intereses de Estados Unidos e Israel.
El gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), llegado al poder en el 2002, había proclamado el arreglo de los conflictos con todos sus vecinos, avanzando en una interesante posición política que por momentos parecía distanciarlo de la OTAN poniendo en primer lugar sus intereses nacionales, priorizando relaciones con sus vecinos árabes y con el mundo islámico.
Sin embargo, en los últimos meses, cambiaron totalmente las cosas. El gobierno de los EEUU aprobó la venta de helicópteros de ataque Super Cobra AH-1W, que hacía tiempo mantenía congelada. Ankara por su parte aceptó el pasado septiembre, el establecimiento en el sudeste de su territorio del sistema de «escudo antimisiles» tipo AN TPY-2, que según un portavoz militar ruso, quien criticó el hecho, no tiene nada de defensivo y estaría dirigido contra Irán, Rusia e incluso China.
Más reciente, en octubre, fue el acuerdo para posicionar en la base aérea de Incirlik, de una flotilla de Pedrators MQ-1, aviones sin piloto capaces no solo de brindar valiosa información, sino de lanzar misiles con impresionante precisión y capacidad destructiva. Se afirma que tanto su operatividad como la información brindada, sería enviada directamente a los Estados Unidos, desde donde decidirían si ofrecen algo a Turquía.
La Secretaria de Estado Hillary R. Clinton, una de las principales piezas del llamado sioimperialismo, hizo a principios de noviembre, un elogioso discurso sobre la política exterior turca en el American-Turkish Council, reunido en Washington.
¿Qué persigue Turquía convirtiéndose en la vanguardia de la amenaza militar contra Siria? ¿Por qué ha cambiado de actitud?
Todo parece indicar que llegando a la conclusión de que se impondría un cambio de régimen en Damasco, quieren asegurarse de que los nuevos gobernantes estén comprometidos en primer lugar con sus intereses, sacando a Irán de la competencia y a otros posibles contendientes. Estados Unidos parece coincidir con esto, aunque Francia con intereses regionales propios, está jugando otra carta, auspiciando a otros sectores de la oposición. Pero todos estarían de acuerdo en el interés de liquidar el actual gobierno de Bashar el Assad y se disponen a presionar por todos los medios, arriesgando incluso el estallido de una peligrosa confrontación.
¿Y que harían Irán, Rusia y Hizbulá, ante la posibilidad de perder un valioso aliado, lo cual implicaría un notable retroceso e incluso una peligrosa amenaza para sus intereses y su propia existencia?
Turquía en gran medida, depende del abastecimiento de gas que fluye por oleoductos desde Irán, Rusia e Irak. ¿Mantendrían éstos el suministro? El frío invierno turco sería muy difícil sino imposible de sobrellevar, e incluso una reducción del fluido puede tener importante repercusión interna. El pueblo turco no tiene ninguna simpatía hacia planes que beneficien a Estados Unidos e Israel, ya lo ha manifestado en muchas ocasiones. ¿Se dejará arrastrar a una guerra con un vecino amistoso por espurios intereses escondidos detrás de una campaña de defensa de derechos humanos?
Existen dos hechos que no han tenido mucha publicidad, pero que deben ser considerados como influyentes en la situación regional. Estados Unidos, aun cuando mantenga de forma camuflada algunos miles de hombres armados en Irak, ha sido obligado ha declarar que sus fuerzas dejan el país a finales de este año, pues el parlamento de Bagdad no aceptó extender una prórroga tal como era el interés yanki. Recuérdese, que Mortada Sadr, cuya fuerza política es predominante, amenazó con iniciar acciones armadas contra los ocupantes si no se retiraban. Es conocido que la organización de Mortada Sadr tiene buenas relaciones con el Hizbulá libanés.
El otro hecho relevante es que Irak fue uno de los tres países (junto a Líbano y Yemen), que se opusieron, en la reunión de Marruecos la semana pasada, a la separación de Siria de la Liga Árabe. Esto sin lugar a dudas obedece a la influencia de Irán en el gobierno iraquí y demuestra que tienen allí más poder que los Estados Unidos.
Ante la generalización de la agresión a Siria, que podría provenir de la frontera turca, pero también desde Jordania y de los países del Consejo de Cooperación del Golfo a través de ella, ¿Irán se mantendrá con los brazos cruzados, o moverá fichas? ¿Las fuerzas bien entrenadas y pertrechadas de Hizbulá, se dejarían quitar su segura retaguardia sin hacer nada?
¿Israel se mantendrá como simple observador o alegando algún movimiento militar de Irán o incluso de Hizbulá, aprovechará para lanzar su anhelado golpe contra las instalaciones nucleares persas?
El Kurdistán iraquí ha sido refugio histórico del Partido del Trabajo del Kurdistán turco.
¿Alguien aprovechará la ocasión para alentar sus ataques contra Ankara?
¿La flota rusa actualmente en aguas jurisdiccionales de Siria (existe información que tiene ahora allí un portaviones, dos submarinos y otras cuatro naves de guerra), se retirará tranquilamente y perderán su única base en el Mediterráneo, o Rusia se decidirá a defender sus intereses aun cuando no sea en el plano militar? Actualmente Moscú es el primero o segundo socio comercial de Turquía y principal abastecedor energético de ese país.
Son muchas las interrogantes y varios los escenarios bélicos que podrían presentarse, lamentablemente, todos preñados de peligros y desastres. Es evidente que dejamos atrás la primavera, estamos en otoño y parece iniciarse un muy caliente y peligroso invierno en el Cercano Oriente.
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