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Pena de muerte por lanzamiento de piedras

Fuentes: Haaretz

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

 

Un manifestante palestino lanza una piedra a las tropas israelíes durante los enfrentamientos. Foto Reuters 

El coronel Yisrael Shomer dice que no sabía quién había disparado el viernes por la mañana en A-Ram, y dudo de que le interese. Sin embargo quiero decirle quién era, pero en primer lugar cómo se produjo. El jeep del comandante de la brigada Binyamin fue atacado con piedras que rompieron el parabrisas mientras se encontraba en una carretera cerca de la ciudad cisjordana.

Shomer bajó del jeep y junto a sus valientes soldados abrió fuego con munición real contra los lanzadores de piedras. El cuerpo de la persona asesinada fue alcanzado por tres balas en la cabeza, los hombros y la espalda.

El coronel afirmó que su vida estaba en peligro. El ejército afirmó que siguió los procedimientos relativos a la detención de un sospechoso (a pesar de que todas las balas impactaron en la parte superior del cuerpo).

Si se abriera una investigación del incidente, por supuesto se cerraría rápidamente, tanto sobre la base de que no es de interés público seguirla o debido a la ausencia de culpa. ¿Por Qué? ¿Qué pasó? El comandante estaba simplemente transmitiendo a sus soldados un mensaje que sabían desde hace mucho tiempo: el destino de los lanzadores de piedras palestinos es la muerte.

Es el espíritu que prevalece en el comandante de la Brigada Binyamin del ejército de Israel y en el pueblo de Israel.

El coronel Shomer mató a Mohammad Kosba. Hace trece años escribí a su padre: «Sami Kosba es ahora un hombre quebrado. Mientras relata los detalles de su tragedia… la expresión de su rostro sin afeitar es de gran dolor… Perdió dos hijos en el espacio de 40 días… un desconsolado padre por partida doble».

Los dos hermanos sobrevivieron alrededor de una semana, antes de morir en el mismo hospital de Ramallah. Primero Yasser, de 10 años, murió, de un disparo en la cabeza a corta distancia, en un incidente de apedreamiento en Cisjordania, cerca del campo de refugiados de Qalandia donde su familia estaba viviendo en la pobreza. Yasser recibió un disparo mientras huía de los soldados. Tropezó, cayó y ellos le dispararon a la cabeza, según los testigos, cuando ya estaba tendido en el suelo. El portavoz del ejército israelí se atrevió a afirmar en aquel momento que el niño -de 10 años- fue el «principal instigador».  

Cuando terminó el período de 40 días de luto por Yasser, los soldados del ejército israelí mataron a su hermano Samer. Este había lanzado piedras a un tanque israelí cerca de la Mukata, sede del presidente palestino Yasser Arafat en Ramallah. El recinto fue sitiado por las fuerzas israelíes en ese momento y la protesta se produjo en solidaridad con los que estaban dentro. Samer tenía 15 años cuando murió. Le dispararon a la cabeza a corta distancia, igual que a su hermano 40 días antes. ¿»Samer? ¿Una vez más una bala? ¿Una vez más en la cabeza?», preguntó el padre con incredulidad desde la capital jordana, Ammán, donde se encontraba en el momento del segundo incidente.

Conocí a Sami, el dueño de un destartalado quiosco cerca de la escuela del campamento de refugiados, un poco más tarde, en su casa. También estaban sus dos hijos restantes, el mayor, Thamer, y el pequeño Mohammad, de 3 años en ese momento.

Cinco años después Thamer también resultó gravemente herido por disparos del ejército de Israel. Tenía 18 años entonces y sucedió en el supermercado donde trabajaba en el turno de noche. Según los testigos le dispararon por la espalda sin motivo mientras lavaba el suelo del supermercado con una manguera. Después del tiroteo fue detenido por los soldados, tal vez para actuar como cobertura del insensato tiroteo.

El activista israelí Aya Kanyuk lo visitó en el hospital Hadassah de Jerusalén poco después. Thamer dijo que después de que los soldados le dispararon además le golpearon. Se quedó en el hospital en estado grave, con grilletes, con la aprobación de los médicos. A su padre no le permitieron visitarlo durante unos días, pero Thamer tuvo la suerte de sobrevivir.

Y luego estaba Mohammad, quien había experimentado desde los tres años todos estos horrores. Ahora los soldados también lo han matado. La vida del comandante de la brigada estaba en peligro. Se emplearon los procedimientos de detención de sospechosos. Las piedras matan. Terrorismo. Israel se enfrenta a una amenaza existencial. El mundo lo está deslegitimando. El ejército israelí es el ejército más moral del mundo.

Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.664426