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Las transgresiones del partido la Guerra de los Seis Días de 1967 son más de tres o cuatro

Peretz no es Perez

Fuentes: Rebelión

«Así dijo el Señor: Por tres transgresiones del Partido Laborista, y por cuatro, no rechazaré el castigo de ellas…» Si el profeta Amos viviera hoy, uno de los capítulos de su libro probablemente hubiera empezado con estas palabras. Pero las transgresiones del partido la Guerra de los Seis Días de 1967 son más de tres […]

«Así dijo el Señor: Por tres transgresiones del Partido Laborista, y por cuatro, no rechazaré el castigo de ellas…» Si el profeta Amos viviera hoy, uno de los capítulos de su libro probablemente hubiera empezado con estas palabras.

Pero las transgresiones del partido la Guerra de los Seis Días de 1967 son más de tres o cuatro. Podrían llenar varios capítulos del libro del profeta de Tekoa. Aquí hay una lista parcial:

– Inmediatamente después de la guerra de 1967, el primero ministro laborista Levy Eshkol, despreció la oportunidad histórica de ofrecerle a los palestinos la oportunidad para establecer su estado y hacer la paz para las generaciones venideras (como le sugerí en su momento en una conversación privada y en una carta pública.) Territorio era para él más importante que la paz.

– En 1974, Simón Peres dispuso el primer asentamientos en el corazón de Cisjordania, Kedumim, que ha estado aterrorizando a sus vecinos palestinos hasta el momento.

– A principios de los 70, la primera ministra laborista Golda Meir ignoró las aperturas a la paz del presidente egipcio Anwat Sadat. 2000 jóvenes israelíes pagaron por ello con sus vidas, junto a miles de egipcios. Fue ella quién declaró: «No existe cosa tal de pueblo palestino.»

– En 1982, Peres e Yitzhak Rabin apoyaron el ataque de Menachem Begin y Ariel Sharon al Líbano, y un año después apoyaron la absurda decisión de preparar la «Zona de Seguridad» que prolongó la guerra durante 27años más. Al mismo tiempo, la ocupación de los territorios palestinos se volvió más brutal y el número de asentamientos aumentó, llevando a la erupción de la primera Intifada.

– Después de que Rabin y Peres finalmente extrajeran conclusiones de la Intifada, reconocieran la Organización para la Liberación de Palestina y en 1993 aceptaran los acuerdos de Oslo, los violaron pronto al no abrir los prometidos «pasajes seguros» entre la Franja de Gaza y Cisjordania, y no llevar a cabo la tercera y principal retirada. El establecimiento de nuevos asentamientos continuó.

– Para asegurarse su elección después del asesinato de Rabin, Peres empezó una pequeña guerra en el Líbano en 1996, que acabó con la matanza de docenas de refugiados en Kana. También, él aprobó el asesinato del «ingeniero» Yikhye Ayash. Como podría preverse, el resultado fue una serie de ataques suicidas y la derrota electoral de Peres.

– Después de que Yasser Arafat rechazara aceptar el ultimátum del primer ministro del Partido Laborista, Ehud Barak que le ofreció en la cumbre de Camp David del 2000, Barak declaró que los palestinos querían destruir Israel y que «no hay nadie con quien hablar». El resultado fue el derrumbamiento del campo de la paz, la derrota del Partido Laborista y la ascensión de Sharon al poder.

– Todo este tiempo, el partido dirigió una política económica que ensanchó el abismo entre ricos y pobres, casi destruyó el Histadrut, la federación de sindicatos obreros, y creó una bomba social de relojería que puede explotar en cualquier momento.

El representante principal de esta línea era Simón Peres cuyo espíritu ha estado sobrevolando el partido durante décadas. Esta semana quiere ser reelegido presidente del partido. El único candidato real que puede impedir esto es el líder del Histadrut, Amir Peretz.

Una de las ventajas principales de Peretz es la última carta, de su nombre (en hebreo): «Peretz no es Peres».

Está diciéndose que el Partido Laborista está en un estado de estancamiento. Ésa es una subestimación. Está en una fase de avanzada descomposición.

Puede bien preguntarse ; ¿Qué tiene eso que ver con una persona como yo, que no ha sido – ni nunca será – miembro del Partido Laborista? Tiene mucho que ver conmigo. Porque los dos partidos grandes – Laborista y Likud – son los pilares de nuestro sistema parlamentario de partidos, la base de la democracia israelí. La disolución de uno de ellos, por no mencionar la de ambos, sin suplentes viables, mina los cimientos de nuestra existencia democrática. Trae recuerdos horrorosos del derrumbamiento de la república de Weimar en Alemania.

Ahora durante casi cinco años el Partido Laborista ha sido el rehén de Simón Peres. Bajo su dirección, ha perdido todo remanente de una visión independiente del mundo, nacional o social. Cuando Sharon llegó al poder, Peres se convirtió en la persona encargada de sus relaciones con la prensa, en filtrar y manipular la información que se le facilita, y en su portavoz. Hasta entonces, el mundo asociaba a Sharon a las masacres de Kibia de 1953, el ataque al Líbano de 1982 y las matanzas de Sabra y Shatila. Fue Simón Peres, el laureado con el Premio Nóbel de la Paz, quién ganó para él la aceptación mundial como un estadista respetable.

Después del intermezzo del medio- comic de dejar el gobierno por intenciones electorales, Peres entregó de nuevo su partido al segundo gobierno de Sharon, del que se convirtió en el partidario principal de la «desconexión». No puso condición alguna: ni que la retirada deba llevarse a cabo de acuerdo con los palestinos, ni que el territorio realmente debe liberarse, ni que la retirada deba llevar a las negociaciones para la retirada de Cisjordania.

Ahora vemos el resultado: la Franja de Gaza se ha convertido en una gran prisión, la ocupación continúa allí a través de otros medios (aislamiento de Cisjordania y del mundo entero), las condiciones de vida se han vuelto aun más malas allí (¿quién pensó que esto era posible?) El resultado: el derramamiento de sangre sigue, y será más terrible probablemente.

Nosotros vemos y leemos todos los días cómo el Partido Laborista le permite a Sharon que lleve a cabo su plan – anexionar a Israel 58% de Cisjordania, convirtiendo el resto en enclaves desconexos unos de otros, y la construcción del Muro de Separación que, para empezar, fue una idea del Partido Laborista y que anexiona grandes tramos de Cisjordania a Israel. Los bloqueos de carreteras. La ampliación de los asentamientos a un paso frenético. Ni siquiera el desmantelamiento de los «fortines», puestos avanzados que serán nuevos asentamientos, ni siquiera es motivo de para la discusión. Los asesinatos y arrestos aun continúan después de que los palestinos declararan un cese el fuego al que Sharon se negó a unirse. No hay ninguna negociación de paz, y el Ministro de Defensa ha afirmado que la paz debe esperar «a la próxima generación». Sin logro político alguno, la posición de Mahmoud Abbas es minada y crea nuevamente la situación deseada de «no hay nadie con quien hablar.»

En el nivel social, el gobierno, con el apoyo del Partido Laborista, está ensanchando la brecha de la renta y ahondando la pobreza. Con respecto a esta política tacheriana, no hay ninguna diferencia real entre Sharon, Netanyahu y Peres, a pesar de los eslóganes vacíos.

No sorprende que en esta situación, el propio partido esté degenerando. La gente no sólo está harta de Peres, sino de todo el puñado de políticos que lo rodean; de hecho del sistema democrático entero. No hay ninguna vida en el partido, ningún debate, ninguna actividad en absoluto.

La democracia israelí necesita un partido de oposición, con una visión del mundo alternativa y las políticas correspondientes. El Partido Laborista será tal, mientras que Peres & Cía. estén sofocándolo. Por consiguiente, la salida de Peres de la dirección del partido es una condición previa necesaria a cualquier renovación. Parece que en las circunstancias presentes, sólo Amir Peretz puede lograrlo.

Yo no conozco de cerca a Peretz y no puedo juzgar si tiene la habilidad de dirigir el partido y la nación. Pero tiene varias ventajas políticas que ningún otro líder del partido posee: tiene una agenda social clara, él ha sido consistente en su apoyo a la paz con los palestinos, él representa de verdad al público judío oriental, sin ser un político «étnico». Irradia activismo, tiene contacto directo con el público y ha demostrado su habilidad como líder del Histadrut. Ahora él debe darse una oportunidad para resistir la prueba como líder del partido y nacional. Espero que tenga éxito.

Pero aun si resulta que defrauda como líder laborista, una victoria para él en las primarias del partido, esta semana, sería una bendición. Un periodo interino bajo Peretz aclararía el terreno de los viejos políticos fracasados, abriría las verjas para nuevas y jóvenes fuerzas, y devolvería al partido la capacidad de actuar como una oposición luchadora.

En hebreo, Peretz viene a significar «avance.»