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28 víctimas en una lucha encarnizada entre Hamás y un grupo salafí el pasado 15 de agosto

Pero ¿por qué ha sucedido?

Fuentes: peacereporter

Traducido para Rebelión por Liliana Piastra

La calma, es un decir, parece haber vuelto a la Franja de Gaza a las dos semanas de haberse producido allí un auténtico infierno. Los milicianos de las Brigadas Izz al-Din al-Qassam, ala militar de Hamás, y los policías del movimiento islámico han sometido a sangre y fuego la ciudad de Rafah, en la frontera con Egipto. El objetivo de la operación era el grupo Yund Ansar Allah y su líder y fundador Abdul-Latif Musa.

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Agosto de fuego. Como mínimo han muerto  28 personas y 150 han resultado heridas en el enfrentamiento entre los hombres de Hamás, que controlan la Franja desde 2007, y los seguidores de Moussa, atrincherados en la mezquita de Ibn Taymiya, en Rafah. El propio líder ha muerto en la batalla, según algunos testigos, junto a uno de sus compañeros más fieles que se inmoló mientras los milicianos de Hamás entraban en el lugar de culto en el que el día anterior Musa había pronunciado el sermón de la discordia. Según el diario israelí Jerusalem Post, en cambio, el propio líder ba un chaleco lleno de explosivos y lo accionó cuando le detuvieron. De hecho, la reconstrucción oficial de Hamás identifica el casus belli en el contenido del sermón de Musa del 14 de agosto: »Hamás se ha salido de la recta vía del Islam, son infieles. Proclamo el Emirato Islámico de Palestina», parece ser que dijo el predicador, quien, por primera vez desde que empezó a predicar, leía el sermón escrito en un papel, como muestra un vídeo colgado en YouTube.

El enfrentamiento, más allá de la retórica. Es difícil decir qué sucedió realmente, entre otras cosas porque a todos los periodistas (palestinos y extranjeros) se les prohibió el acceso a la mezquita de Ibn Taymiya y a todos los hospitales y tanatorios de Rafah y de la Franja de Gaza. Un apagón informativo condenado por Reporters sans Frontières, que acusa al ministerio del Interior de Hamás de haber justificado la prohibición por motivos de seguridad para los propios periodistas. Pero, gracias a los teléfonos móviles y a redes sociales, algunas imágenes se han difundido de todas formas. En algunas, colgadas en la red a las pocas horas de los enfrentamientos de Rafah, se ve cómo milicianos de Hamás ejecutan a algunos militantes de Yund Ansar Allah puestos en fila contra una pared del patio de la mezquita de Ibn Taymiya. Rihbi Rantisi, uno de los portavoces de Hamás, ha desmentido las imágenes, afirmando que todas las víctimas se han debido a los enfrentamientos causados por la negativa de unos cien milicianos de Musa a dejarse detener.

Fase diplomática. La dinámica de lo que ocurrió el 15 de agosto pasado sigue siendo un misterio. Ahí quedan los 28 muertos y la importancia de lo que ha sucedido. El gobierno israelí, desde su victoria en las elecciones de 2006 y tras su ascenso al poder en la Franja de Gaza en 2007, considera a Hamás una ‘organización hostil’ y no ha querido entablar ningún diálogo con el movimiento islámico. Israel, entre otras cosas, acusa a Hamás de formar parte de la red internacional de Al-Qaeda. De ser así y dando por buenas las interpretaciones según las cuales Yund Ansar Allah sería un grupo salafí (que predica la vuelta del Islam primitivo) vinculado a Osama bin Laden, el gobierno israelí debería admitir que Hamás trabaja para un gobierno confesional moderado, eliminando directamente a los integristas. Algo que nunca sucederá, pero, justamente en estos días en que se está organizando en El Cairo una cumbre con el líder político de Hamás Jaled Meshaal para liberar al cabo israelí Shalit (capturado en Gaza hace tres años), podría ser un buen elemento para plantearle a la opinión pública israelí, o por lo menos a la parte que rechaza todo trato con Hamás.

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Nos habíamos querido tanto. Esa es una de las interpretaciones posibles, entre otras cosas porque Hamás está pasando por un momento muy ‘diplomático’ en sus relaciones con Israel. Los milicianos del movimiento controlan palmo a palmo la Franja para evitar choques con Tel Aviv. Tras el último conflicto Hamás ha cantado victoria, pero también ha encajado un duro golpe y está totalmente concentrada en reorganizarse. Algunos militantes de Yund Ansar Allah, en cambio, han atacado a caballo al ejército israelí, haciéndolo reaccionar y enfureciendo a Hamás. Además, según fuentes palestinas, la policía de Gaza ha interceptado una carga de armas destinada a Musa y sus hombres. Hamás se ha temido lo peor, entre otras cosas porque los que fueron sus rivales de Al Fatah, a través del omnipresente dirigente Mohammed Dahlan, habrían financiado y armado a Musa para crearle problemas al movimiento islamista. No obstante, lo que no se acaba de entender es por qué Hamás ha decidido actuar tan duramente justo ahora. El sermón del viernes 14 de agosto no parece motivo suficiente para la envergadura de lo que se produjo el 15 de agosto.

El médico que quería ser califa. Yund Ansar Allah lo fundó Abdul-Latif Musa en noviembre del año pasado. Su líder, un médico, vivió durante años en Egipto, simpatizando con el movimiento de los Hermanos Musulmanes. De vuelta a Palestina tras los acuerdos de Oslo, trabajó en el ministerio de Sanidad palestino antes de dedicarse a los estudios religiosos. La postura del grupo se fue radicalizando cada vez más y, tal como reconstruye Taher a-Nunnu, un portavoz de Hamás, »el grupo se ha manchado con atentados a barberos y peluqueros, cafés, cibercafés y matrimonios, intentado siempre castigar a quienes no seguían la regla estricta del Islam. Pero su comportamiento en la Franja a partir de 2007 no difiere del de otros grupúsculos salafíes como Salafi Yihad o Yaysh al-Islam. El dinero para armas, mezquitas y obras de caridad (para hacer proselitismo entre la gente de Gaza) llegaba de Arabia Saudí, que nunca ha estado a favor de la relación entre Hamás e Irán. Las fuerzas de seguridad de Hamás también conocían este hecho desde hacía tiempo. Y desde el punto de vista doctrinal las diferencias entre la línea de grupos como Yund Ansar Allah y lo que predica el ala de los halcones de Hamás tampoco son tantas. ¿Por qué, entonces, toda esa prisa repentina por hacer cuentas con el grupo? ¿Tiene Hamás realmente tanto miedo a una reacción de Israel como para arriesgarse a una matanza de palestinos?

El nudo gordiano. Hamás, en realidad, está jugando en una mesa aún más importante que la de la contraposición con Israel: la de su relación con la administración de Obama y con el gobierno británico. La nueva actitud de Washington, a raíz del final de la era Bush, ha abierto resquicios interesantes para Hamás. Da la sensación de que, tanto en la Casa Blanca como en Downing Street, algo se está moviendo para impulsar nuevas negociaciones con Israel y que, por primera vez, se podría considerar a Hamás como un interlocutor creíble. Ir contra un grupo como Yund Ansar Allah, en la lista negra de EE.UU., puede que haya sido el precio que había que pagar por la nueva dimensión política internacional que Hamás intenta recortarse, a semejanza de Hezbollah, ya totalmente involucrada en el escenario internacional. »Nosotros luchamos contra Al-Qaeda», podría ser el significado de toda la operación. De hecho, la entrada de Hamás en los círculos políticos abriría las puertas a un gobierno de unidad nacional palestino y a la reconstrucción de Gaza, políticamente útil, pero aún más un negocio millonario en el que los líderes del movimiento quieren entrar de lleno. Las financiaciones de la comunidad internacional son un botín muy goloso.

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Estrategia sutil. Como de costumbre, hay muchos puntos de vista sobre los hechos. Walid Phares, docente universitario en Washington y director del Future Terrorism Project de la Fundación por la Defensa de la Democracia, un think tank conservador estadounidense, lanza su alarma. »Los Estados Unidos y Gran Bretaña no han de caer en la trampa que oculta el choque entre Hamás y Yund Ansar Allah. La cúpula de Hamás quiere entrar en el club de los ‘yihdaistas buenos’ que luchan contra los ‘yihdaistas malos’, pero en realidad no hay diferencias entre ellos», ha escrito el profesor Phares, como en el Líbano, cuando se luchó violentamente contra el grupo de Fatah al-Islam y se le presentó come la sucursal libanesa de Al-Qaeda. Grupos como Hamás y Hezbollah quieren que se les implique en la vida política de sus respectivos países, con vistas a lograr una patente de presentabilidad que les permita tratar con EE.UU. y Gran Bretaña. El modelo del estado islámico y el de la lucha sin cuartel contra Israel es idéntico al de los grupos como Fatah al-Islam y Yund Ansar Allah. Lo único que cambia es la estrategia: una visión a medio-largo plazo contra otra a breve plazo. Los grupos menores quieren la yihad sin cuartel, Hamás y Hezbollah en cambio lo que quieren es ganar su batalla sin plantearse ningún plazo», acaba diciendo Phares.

Hamás en apuros. El corresponsal de Al-Jazeera English en Gaza, Ayman Mohyeldin, ha puesto en una situación embarazosa a uno de los portavoces de Hamás, Ghazi Hamad, preguntándole tras el enfrentamiento armado: »¿No cree que las personas que acaban de eliminar se limitaban a invocar el emirato islámico de Palestina que sus estatutos recogen como uno de sus objetivos?». Hamad, tras intentar torpemente evitar la pregunta, contestó: »Esa gente quiere establecer el califato con efecto inmediato en todas las zonas liberadas de la ocupación israelí. Son irracionales, no entienden que la yihad tiene sus propios plazos y modalidades. Como los nuestros». No es que sea un desmentido categórico. Sin embargo, también es verdad que siempre hay una cierta retórica yihdaista dirigida a la opinión pública interna, sobre todo en Gaza, donde la desesperación ocasionada por el sitio que ya dura desde 2007 está llevando a un número de jóvenes cada vez mayor a posturas radicales e integristas, que hasta hace algunos años eran desconocidas en la cultura religiosa palestina. Así pues, aunque Hamás adoptara un enfoque diplomático para con las cancillerías occidentales (cosa que parece confirmar el estrecho control que ejercen sus hombres para impedir ataques contra Israel en este periodo de intensas negociaciones), desde luego no lo agitaría como un estandarte ante una opinión pública muerta de hambre.

Emulación y radicalización. Lo que más teme Hamás es que su inmenso consenso entre la población civil de Gaza, que le dio la victoria en las elecciones de 2006, se esté erosionando por las trágicas condiciones en las que están viviendo los palestinos de la Franja desde hace dos años. La operación Plomo Fundido del ejército israelí, a caballo entre finales de 2008 y principio de 2009, ha agravado aún más las privaciones de la gente de Gaza y sus alrededores. Eso es lo que temen los líderes de Hamás, que antes o después sus propios partidarios les acusen de haber contribuido al desastre. Sólo hay dos resultados posibles para dicha evolución: que vuelva a estar en candelero el partido de los moderados de Fatah o la radicalización de los jóvenes hacia formas incontrolables de guerrilla. Ambos panoramas son preocupantes para Hamás. En este sentido, es muy esclarecedora una entrevista concedida por Yahya Musa, vicepresidente de Hamás, al semanario egipcio Al-Arham Weekly. »En todo el mundo hay grupos que tergiversan los principios de la religión. Pero, respecto al fundamentalismo de otros países, aquí ese fenómeno es muy limitado. Aunque cabe el riesgo de que los jóvenes palestinos emulen lo que está sucediendo en Irak o Afganistán, la situación está controlada. Muchos de esos grupos se han formado o reforzado justamente tras el último ataque israelí, por los sufrimientos que les ha tocado padecer a todos. No obstante, no vamos a permitir que la Franja de Gaza vuelva a sumirse en el caos». Pero a lo mejor ya es tarde para evitar ese riesgo.

http://it.peacereporter.net/articolo/17503/Palestina%3A+l%27ultima+battaglia+per+Gaza