Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
El escenario sirio está siendo testigo de importantes transformaciones que están cambiando la naturaleza de la batalla que allí se libra. Esto no sólo se debe a las nuevas fuerzas armadas que están incorporándose a las que llevan combatiendo más de treinta meses, sino que es también consecuencia de nuevas agendas que no encajan muy bien con las agendas ideológicas, intelectuales y políticas a las que Siria se ha ido acostumbrando durante esta larga lucha.
En los momentos actuales, el Ejército Libre Sirio (ELS) se está viendo forzado a abandonar las zonas tomadas al régimen. Con esto en mente es posible decir que si el área que se extiende desde las fronteras iraquíes hasta la zona oriental de la costa siria a través de Idlib cae en manos del Estado Islámico en Iraq y Siria (EIIS), la naturaleza de la revolución cambiará. El resultado será que la revolución se verá confinada a enclaves aislados en Idlib y Hama -la situación en ambos lugares es casi normal-, así como en Homs. En cuanto a Damasco, el régimen consiguió aislar la ciudad de sus dos distritos de Ghuta, donde continúa asesinando a la gente a diario ya sea mediante artillería, lanzamientos de cohetes, aviones de combate o dejando que sus habitantes perezcan de hambre y sed. Por último, en Deraa, el régimen estableció una fuerte línea de defensa para separar las batallas en Hauran y reducir sus efectos sobre la batalla de Damasco.
Estos acontecimientos amenazan con partir Siria en dos áreas que, aunque una es ultranacionalista y la otra religiosa, son diferentes en apariencia pero parecidas en esencia dada la tiranía a la que están ambas sometidas. También amenaza con fragmentar y desgarrar al ELS y todo el levantamiento civil y democrático, minimizando su papel en la revolución, especialmente si se demuestra que mis temores sobre el retroceso de la influencia del ELS están en lo cierto.
Además, hay dos fenómenos preocupantes en Siria: En primer lugar, la campaña de los medios contra la Coalición Nacional Siria (CNS), dañando su reputación y acusándoles de ser unos vendidos por su actitud respecto a Ginebra II. En segundo lugar, la creación de una alianza militar bajo el nombre de «Ejército Islamista», con el que las organizaciones islamistas intentan suplantar al «Ejército Nacional» o convertirlo en algo superfluo. De hecho, los islamistas consideran que el Ejército Nacional está asumiendo un carácter contradictorio consigo mismo, creyendo que su existencia conducirá inevitablemente a un conflicto armado entre ellos mismos y otros revolucionarios. De este sentimiento se hicieron eco algunos miembros de la CNS, cuando sugerí que el comité jurídico prepara un decreto para constituir el Ejército Nacional.
¿Estamos encaminándonos hacia una situación donde hay tres fuerzas anti-ELS -o anti-Ejército Nacional- activas en Siria? Esas fuerzas son el régimen, las yihadistas extranjeros y el propuesto Ejército Islamista.
Desde que se anunció su creación, dio la impresión de que el ejército islamista trataba de bloquear la formación del Ejército Nacional. Por otra parte, muchas voces de dentro del ELS -que formarán el núcleo del Ejército Nacional- han negado la legitimidad de sus actuales líderes. Esto por no mencionar otras voces que a su vez negaban la legitimidad de cualquier medida propuesta, acusando de traición a un amplio espectro de miembros de la CNS. Estas mismas voces adoptaron una actitud extremadamente estricta hacia el gobierno interino, además de arengar a sus seguidores contra el mismo.
Con estos acontecimientos, la arena política siria entra en una nueva fase donde ni el pueblo que desencadenó la revolución ni quienes han sacrificado sus vidas -ya sean de las fuerzas civiles y democráticas o del ELS- en defensa de los sirios y sus valores tendrán papel alguno. En cambio, serán las organizaciones yihadistas las que, junto con sus seguidores, resultarán necesarias para la supervivencia del régimen de Bashar al-Asad.
De hecho, el régimen de Asad lleva planeando desde que estalló la revolución la puesta en marcha de una organización, según afirma, destinada a sustituirle, pero que en realidad no ha hecho nada más que forzar al ELS a salir de las áreas que había liberado. La función real de esos grupos es intimidar al mundo para que acepten la supervivencia del régimen de Asad.
Este escenario no es producto de mi imaginación. Se viene poniendo en marcha desde hace meses en nuestra patria, planteando desafíos existenciales a nuestro pueblo y a las fuerzas que exigen libertad, justicia, igualdad y la conservación de la unidad del estado y la sociedad. En estos momentos, los sirios están amenazados con un futuro más peligroso que cualquier otra cosa a la que se hayan enfrentado jamás.
Michel Kilo es escritor sirio-cristiano activista por los derechos humanos, considerado como «uno de los pensadores más destacados de Siria».
Fuente original: http://www.aawsat.net/2013/10/article55319142